Latinoam�rica
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Neoliberalismo
acent�a vulnerabilidad de Bolivia
19 a�os de aplicaci�n de las pol�ticas neoliberales han dejado como saldo el
empeoramiento de las condiciones de vida, econ�micas y sociales de los
bolivianos. Los datos son elocuentes
Econoticiasbolivia.com
"En 19 a�os, el pa�s se hizo m�s vulnerable en lo fiscal, en lo productivo y
en el empleo". Pese a los p�simos resultados, el Gobierno de Carlos Mesa
mantiene la misma orientaci�n en la pol�tica econ�mica, la que no apunta a
superar los problemas estructurales que afectan la vida de la gente, sostiene un
documento de evaluaci�n del Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y
Agrario (Cedla), una organizaci�n no gubernamental.
VULNERABILIDAD FISCAL
Para la organizaci�n, cuando el Programa de Ajuste Estructural se empez� a
aplicar �con el decreto supremo 21060 y el paquete de reformas que le sigui�,
uno de los objetivos fue la estabilidad econ�mica para lo cual el Estado deber�a
alcanzar la disciplina fiscal. Hoy, la crisis fiscal persiste, cuyo principal
s�ntoma es el elevado y creciente d�ficit que hasta
la gesti�n pasada lleg� al 9 %.
Esto pas�, explica el documento, "porque la propia orientaci�n de las pol�ticas
de ajuste ahond� la vulnerabilidad creciente del erario nacional al haber
entregado el patrimonio p�blico a manos del capital transnacional, destruyendo
la capacidad del Estado para impulsar el desarrollo nacional".
Al haber dejado de percibir ingresos de las empresas estatales, el Estado busc�
financiamiento en una pol�tica impositiva, que recay� en los magros bolsillos de
los trabajadores y no en los sectores que se apropian del excedente econ�mico.
Ese recambio en el orden de importancia de los ingresos estatales no signific�,
sin embargo, un aumento de los mismos.
"Mientras en el periodo anterior a la imposici�n del modelo neoliberal la
presi�n tributaria alcanzaba al 5,6 % del Producto Interno Bruto como promedio
anual, en los �ltimos a�os lleg� a 14,2 % del PIB. El grueso de la recaudaci�n
est� compuesto por un 77 % de ingresos provenientes de impuestos aplicados al
consumo", indica el informe.
Una de las partidas menos favorecidas por el modelo en los 19 a�os, fue la del
gasto p�blico. Si bien el �rea social recibi� un incremento, a fines de los 90,
pasando de 6 % a poco m�s del 12 % del PIB, el aumento se debi� al incremento de
los impuestos a la gente que saltaron del 6,7 % al 13,9 % del PIB. Es decir que
las prestaciones sociales fueron financiadas con los impuestos de la poblaci�n".
Frente a la crisis, Carlos Mesa anunci� un plan de reducci�n de gastos
corrientes y de austeridad. El Cedla analiz� sus t�rminos y concluy� que esas
medidas son insuficientes para impactar en la reducci�n del d�ficit fiscal,
porque fueron proyectadas sobre datos inflados y "porque no se consideran
medidas para disminuir el pago por servicio de la deuda p�blica ni las
transferencias por concepto de pensiones y jubilaciones, variables
que realmente pesan en el d�ficit".
VULNERABILIDAD PRODUCTIVA
En otro �mbito econ�mico, a partir de las pol�ticas de ajuste, el modelo no
coadyuv� al desarrollo la industria, por lo que se mantuvo su escasa
participaci�n en la econom�a nacional: 17 % del PIB. Y su aporte a las
exportaciones desde los a�os 80 hasta hoy, permanece en apenas 15 %.
Esta orientaci�n supuso, apunta el Cedla, una "reestructuraci�n productiva que
cambi� tanto las formas de organizaci�n del trabajo, como las relaciones
laborales y el perfil de la fuerza de trabajo".
A partir de una investigaci�n realizada en seis grupos diferenciados de empresas
manufactureras en el pa�s, la organizaci�n identific� que el 95 % del total de
unidades econ�micas de la industria mantiene a menos de 10 personas ocupadas.
Las unidades empresariales han ca�do de 36 % a 26 % a fines del 90. Y las
unidades semiempresariales y familiares que sumaban un 61 % a fines de los 80,
en los �ltimos a�os constitu�an cerca del 73 %.
En el tr�nsito de las empresas por el ajuste, la transformaci�n de las
relaciones laborales adquiere notoriedad porque cada vez m�s deriva en la
flexibilidad y p�rdida de los derechos laborales en general. "El sector de la
industria no s�lo lleva el impacto de una pol�tica que no est� interesada en
fortalecer el aparato productivo, sino que se convierte en generador de
un tipo de empleo precario, sin beneficios ni seguridad social", se�ala el
documento del Cedla.
Para la presente gesti�n, el Plan Mesa plantea la medida del "Compro Boliviano"
como la m�s importante para reactivar la econom�a. Al respecto el Cedla sostiene
que se trata de una medida limitada porque se contradice: "seg�n el plan, las
compras estatales de productos nacionales alcanzar�an a 600 millones de d�lares,
pero seg�n el Presupuesto General de la Naci�n llegar� a s�lo 206 millones de
d�lares en este a�o".
IND�GENAS Y CAMPESINOS: LOS M�S VULNERABLES
El panorama en el �rea rural es todav�a m�s dram�tico, advierte el Cedla. En
varios estudios realizados se constata que las pol�ticas de ajuste desmantelaron
el aparato productivo agr�cola de las zonas tradicionales de la regi�n andina.
Los efectos de la apertura comercial en el campo se manifestaron a trav�s de "un
primer ajuste descendente de precios internos puesto que �stos eran m�s elevados
que los internacionales. La segunda etapa dio lugar al incremento de las
importaciones de productos agr�colas y la tercera devel� la crisis del subsector
a causa del deterioro sostenido de los ingresos".
El documento proporciona datos sobre las importaciones: durante la vigencia del
modelo s�lo el valor anual de los productos agr�colas sustitutivos de la
producci�n nacional, se multiplic� de 1 mill�n de d�lares a 10 millones en el
a�o 2001.
De aqu� se habr�a saltado a la cuarta etapa cuando una parte de los productores
tuvo que aplicar la estrategia de combinar actividades prediales y
extra-prediales para salir de la insolvencia agr�cola. Fue entonces que muchos
abandonaron la actividad y las comunidades, migraron a centros urbanos como El
Alto, Santa Cruz y Tarija. A este proceso, el Cedla llama descampesinizaci�n.
"Seg�n informaci�n del censo, la poblaci�n rural cay� desde el 58 % en 1976, a
42 % en 1992 y a 37 % en el 2001.
VULNERABILIDAD EN EL EMPLEO
Si la econom�a sigui� esas tendencias, el empleo no tuvo mejor suerte. "La
d�cada de los 90 se inici� con un desempleo abierto del 7,2 %. Si bien entre
1994 y 1997, hubo una mejora a 3,1 %, la crisis volvi� con fuerza al finalizar
la d�cada con un 8,5 %, y para este a�o, se prev� el 13,9 % de desempleo abierto
en las ciudades o m�s de 360 mil personas desocupadas".
Seg�n proyecciones del Cedla, la econom�a s�lo podr� generar 41 mil nuevas
fuentes de empleo. El comercio crear� 19 mil empleos; la industria manufacturera
13 mil y el transporte 8 mil. Por otro lado, el Estado s�lo interviene en la
creaci�n de empleo con medidas paliativas como el Plan Nacional de Empleos de
Emergencia (Plane) que opera como fuente de ingresos suplementarios para
familias de desocupados en periodos cortos y con salarios baj�simos.
Frente a este panorama, "el Gobierno insiste en apostar a las exportaciones, del
gas por ejemplo, en lugar de fortalecer el aparato interno para reactivar el
empleo y la econom�a", concluye la evaluaci�n.