Latinoamérica
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Despenalización del aborto
Cuando ser uruguayo da vergüenza
Alejo Rivas
Rebelión
El pasado miércoles, apenas pasada la medianoche, el Senado de la República
Oriental del Uruguay votó, por 17 votos opuestos y 13 a favor, contra de un
proyecto de ley ya aprobado en Diputados que despenalizaría el aborto.
Votaron a favor todos los legisladores del Encuentro Progresista (que congrega
los partidos de izquierda) menos uno, uno del Nuevo Espacio y uno blanco.
Votaron en contra todos los senadores de los partidos tradicionales (menos el
nombrado), entre ellos - como Judas - una mujer, Julia Pou. Otros senadores se
retiraron de sala en el momento de la votación, demostrando la importancia que
le atribuían al tema.
La opinión de la ciudadanía
Las encuestas de opinión realizadas antes de que se tratara la ley en ambas
cámaras arroja un amplio margen de aprobación en la población.
El 63% de los encuestados está a favor de la despenalización.
El 61% están en contra de que el presidente vete la ley, si es aprobada por el
Parlamento; cosa que el mandatario ya había anunciado que haría.
Pero el Senado del Uruguay tiene, al igual que el presidente, un concepto muy
"particular" de la Democracia. Para ellos sus compromisos con otras
instituciones, poderes y gobiernos son mucho mas importantes que la voluntad de
los que para otros - mucho mas hombres que estos - fueran la "presencia
soberana".
Una cuestión de mujeres
Cabe preguntarse porqué un tema que padecen pura y exclusivamente las mujeres,
ha sido tratado, discutido, y decidido, casi exclusivamente por hombres.
Entre los partidarios de la prohibición del aborto se encuentra la Iglesia en
primera fila. Una Iglesia que integran y dirigen exclusivamente hombres, que
asigna a la mujer un papel mas servil y secundario que el que para ellas reserva
nuestra actual sociedad discriminatoria. Estos "hombres" son, además, víctimas
de enorme represión sexual, con las patologías psicológicas que esto acarrea.
Patologías que los llevan, entre otras aberraciones, a abusar sexualmente de
niños muchas mas veces de las que la propia Iglesia, y nuestro lamentable
sistema social, reconocen.
Otra Institución que, como vimos, se ha declarado en contra de la
despenalización del aborto, es el Senado del Uruguay. Institución que integran,
casualmente, 29 hombres y tres mujeres.
Por el contrario, las instituciones integradas por hombres y mujeres en similar
porcentaje, se manifiestan partidarias de la despenalización. Es el caso del
Sindicato Médico del Uruguay, Institución gremial de los profesionales de la
salud.
El 27 de abril, el Comité Ejecutivo del SMU emitió una declaración en la que
afirma entre otras cosas que "La legislación actual en Uruguay viola todas y
cada una de las principales características de la Asistencia en salud, que debe
ser integral, universal, accesible, continua, oportuna, eficiente, económica,
humana, y adaptable. Dicha legislación , además, no ha logrado abatir el número
de abortos sino que ha contribuido a su incremento."
Mas adelante, la misma declaración explica que "Ha quedado demostrado en
forma científica, mas allá de credos, opiniones o valoraciones religiosas,
filosóficas y políticas, que la despenalización del aborto lleva a una
disminución del número de abortos provocados y a una drástica reducción de la
mortalidad materna y del feto.
Es en este marco teórico que el SMU considera su deber expresar su posición a
favor de la despenalización del aborto".
Pero para los senadores uruguayos es mas válida la opinión de una Iglesia en
la que abunda la pedofilia, que la de los profesionales de la salud, que al cabo
son los que intentan salvar las vidas que sus legislaciones condenan.
La experiencia de los países civilizados
El Parlamento Europeo aprobó una resolución que pide legalizar el aborto en toda
la Unión Europea e incluye la recomendación de que la píldora del día después se
venda sin receta y a precios accesibles.
Según la Asociación de Salud Pública de Australia, cuando el aborto es realizado
por personal calificado, bajo condiciones de higiene adecuadas, es un
procedimiento sencillo. El riesgo de muerte es 100 a 500 veces mayor si la
operación se realiza en condiciones adversas.
La experiencia rumana al respecto es significativa. Rumania aumentó sus niveles
de mortalidad materna a 10 veces la taza promedio europea al penalizar el aborto
en 1966. Esta cifra se redujo al 40% en 1990 cuando el nuevo gobierno legalizó
el aborto.
A la luz de estas y otras consideraciones la Asociación de Salud Pública de
Australia adoptó en su Reunión anual de 1989 y amplió en 1996 una resolución que
dice en parte de su articulado:
"...antes de 1971, el aborto (ilegal) era significativa causa de muerte
materna en Australia. Desde entonces, las muertes por aborto (legal) han sido
muy raras, y generalmente asociadas a serios problemas de salud previos.
Gran proporción de las mujeres australianas sufren un aborto en algún período de
su vida reproductiva. El aborto terapéutico es el tercer procedimiento
ginecológico mas frecuente.
Toda referencia al aborto debe ser eliminada del Código Penal y ser regulada
bajo la legislación de cuidado de salud, como lo son los demás servicios
médicos."
En resumen, los hombres que detentan el poder en el Uruguay, deciden en
contra de la opinión de los profesionales de la salud, en contra de la opinión
de los países civilizados y en contra de la ciudadanía que les otorgó sus cargos
y financia sus lujos con sus privaciones; que las mujeres uruguayas van a seguir
muriendo, da vergüenza.