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Latinoamérica

11 de mayo del 2004

El pleito con Cuba, los cocaleros y la crisis en Perú

Erick Tejada Sánchez
Rebelión

Este martes el gobierno peruano anunció con altavoces la fecha convenida para el inicio de las "negociaciones" del Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos: el 18 de mayo. Un día antes había aprovechado hábilmente las declaraciones del presidente Fidel Castro para justificar un deterioro de las relaciones diplomáticas del Perú con la isla socialista (1).

No cabe duda que las imputaciones de Fidel al gobierno de Toledo, por demás acertadas y a menudo sostenidas dentro del Perú, fueron solamente un pretexto. En efecto, el congresista de centro izquierda, Javier Diez Canseco, denunció que de acuerdo a fuentes cercanas al gobierno, esta "espontánea" reacción de la cancillería peruana obedece más bien a uno de los puntos centrales en las negociaciones del TLC. Es decir, que para reforzar la simpatía de la administración Bush, el Perú debía endurecer todavía más sus relaciones con Cuba (2).

Si bien esta repugnante actitud del gobierno peruano ha provocado algunas protestas de los muchos amigos que la Revolución Cubana tiene en nuestro país, la atención por estos días está más bien puesta en la Marcha de Sacrificio hacia Lima, que los campesinos cocaleros iniciaron hace una semana. Más de cuatro mil personas, hombres y mujeres, han llegado hasta la capital luego de varios días de viaje, andando algunos tramos a pie, otros en camiones, desde diversos y lejanos puntos del país, para exigir al gobierno que cese la erradicación forzada de cultivos de coca, la desactivación de DEVIDA, la entidad burocrática encargada de realizar esta tarea y la liberación de su dirigente, Nelson Palomino (3), encarcelado desde hace varios meses, entre otras cosas.

Antes de su entrada en Lima, una feroz campaña de satanización promovida por el Ministro del Interior, Fernando Rospigliosi(4), había preparado las condiciones para la represión. No obstante, los cocaleros encabezados por sus dirigentas Nancy Obregón y Elsa Malpartida, iniciaron el lunes su ingreso al centro de la capital, desde el distrito de Santa Anita, donde vienen acampando, hasta el Congreso de la República. Llegar les tomó más de cinco horas de agotadora marcha. Ese día fueron recibidos por algunos congresistas. Sin embargo, ningún miembro del ejecutivo se dignó prestarles atención.

Pero lo peor estaba por llegar. Una vez que se habían retirado de los alrededores del parlamento, los campesinos optaron por descansar frente al Palacio de Justicia, sede de la Corte Suprema, en un lugar conocido como el Paseo de los Héroes Navales. En una muestra de su cobardía e insania, el ministro Rospigliosi ordenó a más de mil efectivos de la policía proceder al desalojo de los cocaleros a la una de la mañana, mientras todos dormían. Utilizando bombas lacrimógenas, escudos y varas, la policía se lanzó contra los campesinos, que entre la confusión y las intoxicaciones fueron prontamente reducidos y trasladados en camiones hasta el mercado de Santa Anita. A la mañana siguiente, los pocos medios de prensa que dieron cobertura a tan indignante atropello, mostraron como, con lágrimas en los ojos, los humildes cocaleros y sus dirigentas resistían y luego denunciaban la agresión, al mismo tiempo que reafirmaban su voluntad de lucha y convocaban a las demás organizaciones populares a respaldarlos en las calles.

El reclamo se hizo eco. La tarde del martes las dirigentas Obregón y Malpartida recibieron la visita de dirigentes del SUTEP, el sindicato de maestros, el más importante del país, para coordinar acciones conjuntas. Este miércoles, la Confederación General de Trabajadores del Perú anunció que respaldaría las marchas convocadas por los cocaleros. Los partidos de izquierda han reafirmado su incondicional apoyo. Tampoco faltaron congresistas de la bancada del APRA(5) ni el líder ultranacionalista Antauro Humala (6).

Los cocaleros insisten en que sus problemas (7) sean atendidos por el gobierno central. Sin embargo, Carlos Ferrero, antiguo asalariado y tenaz defensor de la dictadura fujimorista y actual Primer Ministro, ha declarado ensoberbecido que los campesinos no serán recibidos ni por él ni por Alejandro Toledo y ha "encargado" esa tarea al Ministro de Agricultura y al del Interior (8).

Entre tanto, los cocaleros persisten en sus reclamos. Con manifestaciones de afecto de los lugareños y muestras cotidianas de alegría y esperanza a pesar de la adversidad, aguardan recuperarse en su improvisado campamento de la agresión sufrida y del cansancio de su larga peregrinación, para reiniciar su conmovedora lucha. Su dirigente preso, Nelson Palomino, se ha sumado desde la cárcel declarándose en huelga de hambre. Continúan también la paralización de los trabajadores del sector salud, de los médicos y de las enfermeras que exigen aumentos de salarios e incremento del presupuesto para su sector. El SUTEP ha iniciado consultas en sus bases para el inicio de una nueva huelga general indefinida, como aquella que el año pasado puso en jaque al gobierno y los trabajadores injustamente despedidos protagonizan enfrentamientos callejeros con las fuerzas represivas.

En medio de este convulsionado escenario, la izquierda peruana resurge lentamente de la mano de los movimientos sociales, mientras el gobierno de la derecha agoniza no sin profundizar aún más las desigualdes y preparándose para desatar la más violenta represión. Con desfachatez se ha anunciado que un gran número de policías encargados de la seguridad pública, pasarán a engrosar las filas de los escuadrones anti manifestaciones.

Urge entonces darle un contenido más político a las reivindicaciones parcelarias de los diferentes sectores. Urge convencer al pueblo de que es la hora de la izquierda.

1. Como se recordará, en su discurso del Día de los Trabajadores, Fidel señaló al gobierno peruano como ejemplo de abyección y dependencia de los mandatos de Washington. Además descalificó al Presidente Toledo sosteniendo que no dirigía ni podía dirigir nada con su 8% de popularidad.

2. Ya en la anterior reunión de la ONU en Ginebra, el gobierno peruano había promovido la resolución contra Cuba, quebrando una larga tradición diplomática de abstención sobre este punto, que fue inclusive respetada por la dictadura neoliberal de Fujimori.

3. El dirigente cocalero Nelson Palomino fue encarcelado luego de ser denunciado por apología del terrorismo. La derecha peruana temía la emergencia de un "Evo Morales" peruano. En su reemplazo, han tomado la conducción del movimiento cocalero las valientes dirigentas Nancy Obregón y Elsa Malpartida.

4. Fernando Rospigliosi, antiguo simpatizante y vocero de la ultra izquierda, fue también ministro del interior durante las protestas ocurridas en la ciudad de Arequipa en contra de las privatizaciones de las empresas eléctricas el año 2002. Su bárbara estrategia de represión le costó la vida a dos estudiantes universitarios. Actualmente afronta un pedido de censura en el Congreso por su inacción durante una crisis en la ciudad altiplánica de Ilave, que luego de 25 días de sobresaltos, terminó con el asesinato del alcalde de la ciudad a manos de enardecidos pobladores que lo acusaban de corrupción. Rospigliosi y Toledo ignoraron el problema, como suelen ignorar los gobernantes a los pueblos pobres y olvidados, provocando la ira de la oposición y el rechazo de la opinión pública.

5. El líder aprista, Alan García (centro derecha) no pierde la oportunidad de ganar puntos en su loca carrera hacia la presidencia de la República. Su gobierno, entre 1985 y 1990, además de sumir al país en una terrible crisis económica, preparó las condiciones para la implementación total del neoliberalismo.

6. Humala, militar retirado, dirige un movimiento chauvinista-indigenista, de un discurso similar al del felón Lucio Gutiérrez. Sus ácidas criticas al gobierno y la "clase política", que incluyen la amenaza de fusilamiento para algunos de sus funcionarios le han ganado cierta simpatía entre las clases más empobrecidas.

7. A pesar de las acusaciones vertidas por el gobierno y los Estado Unidos, los cocaleros no son narcotraficantes. Se trata de campesinos pobres, que ante el deterioro de los precios de los demás productos, tienen que recurrir a la siembra de coca. Viven en condiciones dramáticas de extrema pobreza y sus reclamos incluyen la industrialización de la hoja de coca en lugar de su erradicación, promovida por los Estados Unidos y DEVIDA. Los campesinos han visto arrasados sus terrenos que debido a la erradicación forzosa se han vuelto infértiles, dejándolos sin posibilidades de sobrevivir. Los llamados cultivos alternativos tampoco han dado resultados, porque sus precios son demasiado bajos o porque resulta muy caro sacarlos al mercado por la ausencia de carreteras.

8. Hace unos días, cuando los cocaleros anunciaron su marcha hacia Lima, el Ministro de Agricultura sugirió la posibilidad de formar una Comisión de Alto Nivel para dialogar con los campesinos. Esto originó la ira del ministro Rospigliosi, que con la anuencia de Toledo y la Embajada Estadounidense desautorizó al Ministro de Agricultura, anunciando que el gobierno sólo podía responder con la fuerza pública.