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Latinoamérica

Colombia: Si se pierde la huelga


Alfredo Molano Bravo
ALAI-AMLATINA

La Unión Sindical Obrera (USO) ha sido una fuerza poderosa en la defensa del petróleo frente a los intereses de las compañías extranjeras. Si la Empresa Colombiana de Petróleos (ECOPETROL) existe es gracias a la lucha de los obreros. Desde su fundación -que costó muchos muertos- la USO no ha defendido no solo sus justos intereses sino los de la Nación y los de la región. Si las compañías extranjeras no nos han despojado del todo ha sido porque existe ECOPETROL y el resorte social que la sostiene, la unión sindical. Barrancabermeja existe a efecto de las convenciones colectivas arrancadas a la fuerza a los gobiernos; los salarios y prestaciones han creado un gran mercado local que explica, en buena medida el desarrollo regional. Por eso la gente de Barranca habla de La Empresa cuando se refiere a ECOPETROL: la vive como un patrimonio propio.
Ese vínculo había que romperlo para poder controlar la empresa y por tanto el manejo del recurso. Ha sido una lucha tenaz en que el establecimiento no ha ahorrado medios: el asesinato selectivo de sindicalistas, el terror paramilitar en comunidades campesinas y comunas urbanas; la propagación mediática de la imagen de una oligarquía de overol y la acusación sistemática de colaboración con los grupos insurgentes. Todo ha sido una campaña dirigida con inteligencia y perversidad a un resultado: liquidar la USO.
Por esa razón Uribe y Yanovich se han mostrado tan rígidos y brutales. Lo sabe y lo ha denunciado la valerosa iglesia de Barranca Detrás del último asalto, que obligó a la huelga, no solo hay una vieja aspiración de las grandes trasnacionales petroleras, -reforzada por la pretensión de EEUU de monopolizar a nivel mundial los recursos energéticos- sino el pago al contado de un favor: la creación del Plan Colombia. La Occidental Petroleum Corporation (OXY), como es sabido, hizo parte del grupo que en Washington formuló el diagnóstico y la estrategia del plan, ahora bautizado como Patriota, que amenaza con salirse de madre y afectar a nuestros vecinos (A propósito, ¿no serán los paras apresados en Venezuela vanguardia del gran operativo?).
Liquidar la USO le permitiría a ese club de ricos que son los gobiernos, -ahora con una sede campestre en Santa Fe de Ralito- entregar finalmente el petróleo a las multinacionales y contentarse con el pago de los impuestos que estas tengan a bien pagar. Barranca caería en una depresión económica de la que no se recuperaría, y que afectaría todo el Magdalena Medio.
Los más afectados serían los comerciantes que hoy apoyan a la nefasta Cámara de comercio local. Pero derrotar a la USO -si Uribe y Yanovich coronan- significaría mucho más: un golpe contundente al sindicalismo colombiano. Su poder ha ido siendo despresando poco a poco: la Caja Agraria, los Seguros Sociales, Telecom. Le tocaba ahora, por jerarquía, el turno a la Unión Obrera. Es una arremetida que hace parte de una campaña mas grande que no se limita a golpear los intereses obreros sino a destrozar toda forma de resistencia al libre juego del capital, lo que incluye: resguardos indígenas, comunidades negras (Ley 70), parques nacionales, reservas ambientales, y, por supuesto, enterrar la tutela. Y con ella, todas las garantías que la constitución del 91 otorgó a la gente para defenderse de los gobiernos autoritarios y déspotas y de los mezquinos intereses empresariales.
El capital no acepta hoy ninguna talanquera a la ley de la oferta y la demanda que, como se cae de su peso, beneficia sin excepción a los monopolios. Las transnacionales saben que la seguridad social, las telecomunicaciones y los recursos energéticos son hoy negocios a su medida y buscan desesperadamente hacerlos suyos sin interferencia ni de los estados ni de los sindicatos ni de las asociaciones. La ley de la oferta y la demanda es la Ley Suprema a la que deben someterse las leyes y los estados nacionales. Para hacerla cumplir están los EEUU. Dejar sola a la unión Sindical es hacer parte de ese gran complot contra el país, contra nuestra menguada soberanía y contra los intereses populares que son cada vez más, los intereses de todos.