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Latinoamérica

10 de abril del 2004

Editorial de la Revista Insurrección

Colombia: Con más soldados gringos en la valija

El Presidente Uribe Vélez acaba de regresar, sin mucha euforia, de los Estados Unidos a donde fue a rendir informe al emperador y a presentar unos cuantos pedidos que requiere para apuntalar sus planes de gobierno. Es el cuarto informe que presenta, como cualquier administrador colonial, en sus veinte (20) meses de gobierno.

Le fue mejor que en Europa, donde le abundaron los desaires, incluso el de Berlusconi, su correligionario. El gobierno gringo lo colmó de reconocimientos por el papel de defensor e impulsor de su política intervencionista, de entrega de la soberanía nacional en beneficio del interés estratégico de los EE.UU., y su servilismo le mereció palabras elogiosas de Bush, que lo puso como ejemplo del líder sin igual y el más confiable de Latinoamérica, para los Estados Unidos.

El informe de Uribe, difundido profusamente a la opinión pública norteamericana, registró en cifras los éxitos de la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo, en cooperación con el gobierno Bush. Fue un buen regalo electoral para éste, acosado por la indefendible guerra de conquista de Iraq y cuestionado por las perversas mentiras de que se valió para justificarla.

En cuanto a las peticiones y propuestas, unas estaban encaminadas a resolver compromisos que tiene con los paramilitares y a lograr resultados que apuntalen su reelección presidencial, y otras, a atornillar con más fuerza el país a los planes imperiales y extenderlos al resto de países latinoamericanos.

Pero le fue mal en lo que era su interés principal. La campaña para la reelección de Bush se constituyó en el factor desfavorable para abordar y conceder gracias en asuntos polémicos que se reviertan en su contra y ahuyenten el electorado. Y, desde luego, en la relación emperador y vasallo priman los intereses del primero y éstos pocas veces coinciden con los intereses de gobiernos genuflexos.

La propuesta de extender hasta el año 2009 la financiación del Plan Colombia, o Iniciativa Regional Andina como lo rebautizó Bush con más exactitud, obtuvo como respuesta promesas. Le garantizó la financiación en el 2004, más promesas para el 2005 y el anuncio de aumentar la fuerza intervencionista a 1.400 militares: 800 soldados y 600 mercenarios, bajo la figura de contratistas del Plan Colombia.

Lo anterior no significa que el plan entra en agonía y que los gringos se están bajando de él, como lo expresaron algunos analistas. Tal postura corresponde a conveniencias y a un manejo político en la coyuntura electoral norteamericana. La estrategia de sometimiento y recolonización del sur del continente sigue vigente, así como el papel preponderante que debe cumplir en ella el gobierno de Colombia, excesivamente diligente, para desgracia de los hermanos latinoamericanos.

Es así como en el campo económico atraviesa obstáculos a los intentos de integración regional para salvar las propuestas gringas del ALCA y los TLC bilaterales, y en lo militar impulsa la constitución de fuerzas multinacionales de intervención y abre caminos a la llegada de fuerzas de ocupación gringa, con el pretexto de la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo, y de evitar la expansión del conflicto colombiano.

Por eso Uribe Vélez no contempla la salida política al conflicto interno en su agenda de gobierno, porque desbarataría la justificación de los planes guerreristas que están en marcha.

La segunda propuesta de la agenda presidencial pretendía el reingreso de los Estados Unidos al pacto de la Organización Internacional del Café (OIC), buscando con esto que el principal consumidor entrara en el sistema de asignación de cuotas a los países productores. Esta propuesta ni siquiera se consideró. Los intereses de las grandes tostadoras de café, beneficiadas con el libre mercado del producto, no les permite renunciar a las ventajas para amarrase a un pacto de obligaciones.

La tercera propuesta de Uribe sobre el inicio del TLC, le salió tal como la llevaba pensada, incluida la participación de los dóciles gobiernos de Ecuador y Perú en las negociaciones con Colombia para hundir las posibilidades del CAN y MERCOSUR. Se acordó iniciar las negociaciones a partir del 18 de mayo próximo, es decir, la precisión de algunos mecanismos, tiempos y reglas de juego para dar la apariencia de rigurosidad y choque de intereses en la mesa de los selectos negociadores.

Una comedia más en la cadena de trampas que suelen armar los "dueños del país" para engañar a las mayorías nacionales, pues el grueso del acuerdo está hecho y dentro de la cartilla del interés imperial de los EE.UU.

El gobierno de Ecuador ya anunció que se integrará a las rondas de negociación. Esta iniciativa se desprende de la reunión que sostuvieron Lucio Gutiérrez y Uribe Vélez en Bogotá, a principios de marzo.

Las tres (3) propuestas anteriores fueron difundidas ampliamente en los medios, no así las peticiones que fueron guardadas por el presidente, con especial sigilo, en la valija de viaje. En el centro de su agenda llevó la solicitud a Bush para que suspendiera el pedido de extradición y diera el visto bueno a la ley de alternatividad penal, para favorecer a los paramilitares.

Las divergencias sobre estos temas, entre Washington y Bogotá, son conocidas y se convierten en el obstáculo para la concreción de los compromisos de Uribe Vélez con sus socios carnales Castaño, Mancuso y Don Berna, que exigen perdón y olvido para sus crímenes atroces, los delitos de narcotráfico y la legalización de sus millonarias fortunas, como condición para desmontar los grupos de mercenarios que tienen conformados. Ellos han sido enfáticos en reiterar que no irán ni un día a la cárcel.

La visita relámpago de Uribe, unos días antes, a Miami tuvo como propósito buscar padrinos para ablandar la postura del gobierno estadounidense, valiéndose de influyentes personajes de la ultraderecha conspirativa y terrorista de la Florida, amiga de Bush y también de los paramilitares colombianos. No fue un viaje para estrechar las relaciones comerciales con esa ciudad, como mentirosamente se le dijo al país.

Las reiteradas declaraciones de funcionarios del Departamento de Estado ratificando que la extradición no es negociable, dejan ver que de nada sirvieron las genuflexiones, expresiones de identidad y lealtad manifestadas por Uribe durante la visita a Washington.

Uribe regresa con promesas en la valija, frustrado por el fracaso de la petición de mayor interés para su gobierno y cargado con quien sabe cuántos acuerdos secretos de más, que traducirá en obligaciones indignas para los colombianos.

La soberanía y el interés nacional han sido conculcados por quienes se sienten "dueños del país", deciden por todos los colombianos y traicionaron los ideales y sueños del Libertador Simón Bolívar. Es una vergüenza y desgracia para Colombia que su destino esté en manos de gobernantes que no sienten, ni defienden el interés nacional, que actúan identificados con el interés estratégico de los Estados Unidos, como si fueran ciudadanos de ese imperio.

La defensa de la soberanía nacional y el interés supremo de los colombianos tiene que ser asumido, como tarea inmediata, por las mayorías de la nación, pensando en salvaguardar el futuro de las generaciones venideras. Esta tarea implica que enfrentemos todos unidos las imposiciones imperiales y las trampas de sus lacayos.

Luchar unidos sin dejarnos confundir por la propaganda perversa de la clase dominante, que cuestiona a los luchadores populares que abogan por nuevo país justo y soberano y nos califica de terroristas, cuando son ellos la encarnación del terrorismo, responsable de numerosos e infames crímenes que son un horror para la humanidad.

O si no, basta con mirar las últimas denuncias del General Uzcátegui que desnuda la relación criminal de la cúpula militar con los paramilitares. Es una prueba irrefutable de la podredumbre existente en esa institución, en la Fiscalía y en otras más del Estado, donde se enquista el terrorismo de Estado y se desarrolla la guerra sucia.

Los jefes del paramilitarismo colombiano, igual que el general, tienen abundantes secretos para hundir a muchos personajes del establecimiento. Este riesgo, que pende sobre las cabezas de muchos, quieren evitarlo a como dé lugar y en esto están trabajando.

Las gestiones del gobierno de Uribe por evitar la extradición de los jefes del paramilitarismo y limpiarlos de penas con una ley de perdón y olvido, la intensificación de asesinatos de personajes conocedores de ese circo delictivo y las amenazas sobre muchos otros, son parte de los afanes por encubrir la verdad e impedir que prosperen las denuncias. Tapar antes que sea tarde y se prenda el "ventilador" que puede ensuciar a muchos que, hasta hoy, posan de limpios, honorables y respetables ciudadanos de bien.

ELN de Colombia