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Latinoamérica

14 de abril de 2004

Chile: Tomás Moulian analiza
La vieja nueva crisis de la derecha chilena

Raúl Blanchet
El Siglo

El sociólogo y académico Tomás Moulian considera que detrás de la bullada crisis de la Alianza por Chile operan causas que no están directamente ligadas a los escándalos desencadenados por el caso Spiniak, la testigo falsa o el fallido intento por desaforar a Pía Guzmán.

"Diría que es un tipo de situación recurrente históricamente. Siempre ha habido en la historia política de Chile una derecha divida en varios segmentos. La derecha sólo consiguió constituir un solo aparato político para el período del Partido Nacional, durante el gobierno de Frei y Allende, luego de que los resultados de las elecciones de 1965 generaron la desaparición de los dos referentes de la derecha", reflexiona.

Señala que durante la dictadura la derecha intentó unificarse sin resultados y volvió a agruparse en dos partidos.

"Es una constante que refiere un problema de fondo, frente al que es necesario preguntarse: qué se oculta detrás de estas diferencias, cuando están como nunca cerca de ganar el poder presidencial en las próximas elecciones y aparece esta especie de canibalismo interno, que los conduce a pugnas y resultados aún imprevisibles de lo que vaya a ocurrir con Renovación Nacional".

Pasado y presente

La división entre liberales y conservadores en el siglo XIX fue entendible, según Moulian, desde el punto de vista ideológico, debido a que los liberales eran laicos y los conservadores católicos, en tanto que a partir de la cuestión religiosa se producía una serie de disputas culturales en la sociedad chilena.

Sin embargo, las diferencias entre conservadores y liberales se fueron atenuando, hasta casi carecer de sentido pero sin desaparecer definitivamente.

Frente al escenario actual, el académico señala que hay una pregunta por responder, que es anterior a la crisis: "¿Por qué la derecha quiere gobernar, si la Concertación ha sido un magnífico administrador del modelo de Pinochet? Un administrador difícil de reemplazar, porque da al orden pinochetista una legitimidad más amplia que la de los partidarios de Pinochet. Entonces ¿qué lleva a la derecha a querer gobernar directamente?"

La derecha en Chile, sólo ha gobernado directamente a través de una persona ligada a aquellos partidos: Jorge Alessandri -sostiene- y califica a las restantes como intermediaciones, incluido Pinochet, pues éste habría sido un militar al que hubo que convencer de poner en marcha políticas neoliberales, al que hubo que rodear para que no se arrancara y practicase el populismo o un autoritarismo nacionalista que lo llevara en otra dirección.

Ahora la cuestión es: "¿por qué la derecha quiere reemplazar esta intermediación, que ha sido tan eficaz?". La respuesta no se encuentra en las realizaciones de los intereses económicos de la derecha, "perfectamente realizados por el gobierno de Lagos y de sobra", puntualiza, porque éste consiguió lo que posiblemente no hubiese logrado un gobierno con Lavín a la cabeza: los tratados de libre comercio establecidos con los EE.UU. y la Unión Europea, la inserción plena en la economía capitalista mundial.

Por lo tanto, la única respuesta probable es la existencia de un proyecto de derecha que va más allá de la mera realización de los intereses materiales del sector. Tal agregado sería la dimensión católica tradicionalista. Lavín no es sólo Pinochet de civil –indica Moulian- "sino que es Pinochet Opus Dei". Es la lucha cultural, en los debates sobre los valores y las ideas-fuerza que integran la sociedad, los que impulsan a la derecha a conquistar la presidencia.

Catolicismo y populismo

Moulian considera difícil que surja un Presidente que maneje mejor esta economía, con los mismos parámetros de la derecha y que además encuentre una dupla como la de Lagos- Eyzaguirre, tan exitosa en este ámbito. Por tanto, para el propósito que adquiere sentido Lavín en La Moneda, es la instalación de los valores de la catolicidad tradicional en el centro de la sociedad y sus debates, y de la cultura en general. "Para eso Lavín sirve mucho, porque funde catolicismo con populismo".

"El lavinismo municipal, que es donde se expresan con mayor fuerza él y los alcaldes que tutela e inspira, ha sabido bien hacer políticas de clientelismo filantrópico, de tipo conservador que desarman a las masas y les conceden sus peticiones sin necesidad de que anden tomándose sitios y haciendo manifestaciones, ni movilizaciones de masas, para conseguir que lo demandan.

Creo que este proyecto se opone en la derecha a otro proyecto que está en ciernes y mucho menos definido, con liderazgos discontinuos, que es el de crear una derecha liberal y secular. Ese proyecto, encarnado por Allamand en un momento y por Piñera en otro, es el que hoy ocasiona esta pugna en que está metida la derecha" declara.

Sin embargo –reflexiona- los proyectos liberales han sido siempre débiles en la derecha política –no así en la económica, precisa-, debido a que las raíces católicas han sido muy fuertes y mantienen gran presencia en la primera. Esas raíces explican a Jaime Guzmán, que logró combinar neoliberalismo con catolicismo, empresa compleja, aclara Moulian, "porque liberalismo y catolicismo han tenido malas relaciones en la historia, pues el liberalismo aparece renunciando a ciertas categorías centrales de la doctrina social de la Iglesia Católica, como justicia social, bien común, persona humana".

Jaime Guzmán concilió liberalismo económico y pensamiento católico, en cambio los intentos de Allamand y Piñera apuntan a levantar "una derecha que pueda convivir con las ramas laicas de la sociedad -los Schaulsson- una derecha más amplia, como fue en algún momento el proyecto primigenio del partido liberal que después se fue perdiendo".

La crisis de la derecha tiene profundas raíces y elementos coyunturales -como el caso Spiniak-, que sacan a la superficie "una crisis que ha estado siempre sin resolver en la derecha post pinochetista, pero que ha estado antes en la derecha pre pinochetista".

Un escenario eventual

Tomás Moulian estima, que de no mediar algún suceso muy raro, la derecha se unificará en torno a Lavín, porque al ala católica tradicional importan mucho los problemas de la decadencia moral, de los valores, a los que atribuye fenómenos como la delincuencia, el aumento de la drogadicción y el debilitamiento de la familia, entre otros.

"Lavín representa la arremetida católica tradicional, más el neoliberalismo, que ya tenemos con Concertación y todo. El elemento nuevo, es la dimensión conservadora que cobrarán las políticas culturales, ya desplegadas por la cadena El Mercurio en general, Gonzalo Vial desde La Segunda y por los cambios al interior de la Iglesia, que cada día se pone más conservadora y defiende más los valores de tradición y familia.

De otro modo no me explico por qué la derecha quiere gobernar. Porque, ¿qué cambios van a hacer al modelo socioeconómico actual? Seguramente disminuirán aun más las regulaciones, darán incentivos a todas las demandas que puedan, entregarán un bono para que vayan a la escuela, pero son cambios sin importancia".

Según el sociólogo, ante un eventual triunfo de Lavín posiblemente se reconstituya un frente antineoliberal entre sectores más débiles y otros más fuertes en su antineoliberalismo. El PS alejado del gobierno posiblemente empiece a interrogarse y ver los problemas desde fuera del poder, "donde ya no tiene que estar convirtiendo todo vicio en virtud para decir: 'señores, todo lo que hacemos es necesario'. Van a ponerse mucho más críticos de las políticas neoliberales, reclamarán mucha más igualdad, más equidad y lo mismo sucederá con sectores democratacristianos".

En un escenario así, Moulian cree posible el surgimiento

de un bloque liberal social, "que puede unir desde los Schaulsson hasta los Allamand, pero puede suceder que haya un corrimiento hacia la oposición y hacia cuestionamientos mayores de las políticas neoliberales por parte de sectores que hoy las defienden y lo hacen porque gobiernan con ellas".

"Hay que repolitizar el país"

La visión de Tomás Moulian acerca del escenario político nacional frente a la contienda electoral que se avecina, abre puertas a la reflexión y ofrece ángulos que en el Chile actual ensanchan la mirada en la búsqueda de los caminos para democratizar nuestra apabullada sociedad.

-¿Cómo aprecia el incremento de este liberalismo transversal de que se habla? ¿Complica a la Concertación y ofrece alguna modificación del escenario político? "Veo muy difícil que la DC ceda su derecho a llevar candidato presidencial, su derecho a la alternancia interna. 'Nosotros gobernamos dos veces, ustedes una. Nosotros gobernamos de nuevo', y esto justificado por un motivo real de calculo: que la existencia de un candidato DC tiene mayores posibilidades de quitarle votos a Lavín que un candidato socialista.

Las encuestas dan buenos pronósticos a la Bachelet, pero son tendencias que no se van a mantener en el tiempo, porque dependerá también de lo que haga la izquierda extra parlamentaria. En estas circunstancias, la izquierda extra parlamentaria debe tener candidato de todos modos. No veo ningún escenario donde sea necesario y bueno para los propios intereses políticos de la izquierda en proceso de reconstitución, no llevar candidato presidencial.

Creo necesario que una izquierda resueltamente antineoliberal se presente con sus banderas y no renuncie a usar las elecciones como un momento de discusión.

La izquierda que no está en el parlamento no concurre para ganar las elecciones, sino para explicar su programa, para construirlo con los sectores populares.

Las pocas posibilidades de éxito no son motivo para desertar.

Veo difícil la situación para los socialistas y la candidatura de la Bachelet, pese a que aventaje en las encuestas a Soledad Alvear o a algún candidato DC.

La amenaza lavinista puede favorecer la opción por un candidato que merme votos hacia el lado de la centro derecha y desfavorecer las posibilidades de Michelle Bachelet.

Lo principal es que debe haber un candidato que represente a la izquierda antineoliberal, con un proyecto propio, que no es plantear un proyecto socialista sino de reformas muy profundas al neoliberalismo, que hagan posible una democracia mayor en Chile".

-Ha habido tres elecciones presidenciales anteriores con candidato antineoliberal, pero esos proyectos no han cobrado mayor peso en el tiempo. ¿Visualiza usted el surgimiento de un proyecto alternativo antineoliberal en plazo breve?

"Ese sector de la izquierda tiene que enfrentar la gran influencia ideológica y cultural que han tenido las ideas del neoliberalismo, que no sólo han penetrado la mente de los sectores de altos ingresos, sino han penetrado las prácticas e influido las ideas-fuerza que movilizan a los sectores populares y los trabajadores. Si se analiza los resultados electorales que obtiene la derecha en algunas comunas pobres de la región metropolitana, sobre todo en mujeres, nos daremos cuenta que es así.

Frente a ello, no hay que plantear una alternativa de izquierda antineoliberal que juega al triunfo. No, se juega a ser capaz de poner en discusión un programa. O sea, el candidato importa menos que la capacidad de discutir el programa. Lo importante es tomar la posibilidad de hacer conocer al país un programa. No escrito para los intelectuales, sino como el programa de la Unidad Popular, para la comprensión de los sectores afectados por el funcionamiento del sistema neoliberal, que es el gran fracaso que hemos tenido: no haber sido capaces de mostrar la estricta relación que hay entre neoliberalismo y mala distribución de los ingresos, pobreza, precarización de los empleos etc. Y cómo eso tiene desde el punto de vista político una consecuencia muy fuerte: mientras exista la Constitución del 80, mientras no llamemos a una asamblea constituyente o a un nuevo pacto constitucional construido por todos los chilenos, será muy difícil que haya cambios de fondo, porque la Constitución del 80 está hecha para impedir modificaciones y para producir este fenómeno de binominalismo de las conciencias que se ha producido. Porque el sistema binominal terminó por penetrar la mente de la gente. Todo el mundo piensa en las dos opciones grandes y los partidos alternativos no figuran en el horizonte de posibilidad".

- Cuando el país estaba sometido bajo la dictadura, la gente tuvo que aprender a perder el miedo para enfrentarla, para poder avanzar en algo y levantar un proyecto. ¿Qué es lo que hay que aprender ahora?

"Hay que repolitizar el país, porque el sistema electoral cada día incluye menos gente. Eso requiere una reforma a fondo del sistema electoral, cuyo sistema de inscripción en los registros electorales hace que cerca de un tercio de los posibles votantes decidan no inscribirse. El único modo de sincerar el sistema político, es que la inscripción sea instantánea, cuando al cumplir 18 años, la gente reciba una comunicación en su casa, o una seña en la cédula de identidad que dice dónde está inscrita. Ahí podremos ver quiénes se restan verdaderamente de las alternativas políticas vigentes.

Hay gente que no se inscribe por pura inercia, mezclada con una especie de anarquismo fácil, pero que resta la oportunidad ciudadana de hacer lo que ocurrió en España: que cuando hay un momento crítico y se quiere incidir, entonces los que no votaban, votan. Eso significa despenalizar la abstención y hacer que la inscripción sea instantánea, no como ahora que requiere de un acto especial. Eso ayudaría a que las personas se sientan ciudadanos y decidan los momentos en que quieren hacer valer sus decisiones en el sistema político, y ésos son los momentos de crisis, cuando un país se plantea dilemas.

Además, la izquierda antineoliberal, anticapitalista, tiene que ser capaz de presentar programas que sean sentidos como posibles. Creo que la candidatura de Gladys Marín en la campaña anterior tenía un programa muy interesante, pero escrito para sociólogos, no estaba construido de modo que pudiera ser analizado por todos los ciudadanos. Estaba en la jerga de los sociólogos y economistas, de los especialistas en política. Hay que enseñar, y las luchas pasadas de la izquierda nos enseñaron las 40 Medidas de la Unidad Popular. Las 40 Medidas antineoliberales es lo que hay que crear y convertir en una bandera de lucha en el futuro".

-La gente parece haber acogido el concepto de cohesión social acuñado por el gobierno, que se refleja en la escasa capacidad de reacción ciudadana frente a los problemas que enfrenta el país. Por ejemplo, los empresarios se ufanan del informe en que la Dirección del Trabajo señaló que se redujeron en 21% las huelgas. Ese fenómeno va más allá de lo electoral...

"Eso tiene que ver con la despolitización, porque refleja que la gente no está vinculando neoliberalismo y malas condiciones de vida, infelicidad, trabajo precario; y muestra también la existencia de una forma de expresión del miedo, que ya no es el miedo antiguo a que a uno lo vayan a torturar o hacer desaparecer porque lucha por sus ideas. Pero es el miedo a perder el trabajo, a tener problemas con sus patrones. 'Para qué meternos en cosas, si las huelgas no sirven para nada'. Cuestiones de sentido común que se apoyan en la realidad. Qué van a decir los trabajadores del Metro o la Telefónica si alguien les propone una huelga: 'para qué huelga si ya hicimos una enorme y salimos para atrás'. Pero, las elecciones son un momento catártico de la sociedad, un momento deliberativo, donde el interés de la gente por la política aumenta coyunturalmente. Después vuelve a su vida cotidiana y, como es dura, tiene que someterse a su disciplinamiento, pero en las elecciones la gente está abierta a oír lo que plantean los partidos y es el momento de lanzar propuestas".