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Latinoamérica

La izquierda tiene nuevos adversarios y no sabe qué hacer

Raúl Legnani
LaONDAdigital de Uruguay


La campaña electoral con miras a las elecciones internas del próximo 27 de junio está cargada de propuestas, por parte de los candidatos presidenciables. Hasta ahora, porque su designación fue tardía, el que ha hablado muy poco es el escribano Guillermo Stirling (Partido Colorado), pero que seguramente lo hará el próximo 25 de marzo en la sede de su colectividad política.
En general las propuestas apuntan a decirle a los uruguayos que la preocupación de los candidatos es superar el desempleo, conclusión a la que se llega sin necesidad ser sociólogo y economista, porque solo alcanza con ir a los barrios populares o al Aeropuerto Internacional de Carrasco.
De lo que no hay dudas es que si el senador Jorge Larrañaga gana la interna del Partido Nacional (las encuestas están diciendo eso), al Encuentro Progresista- Frente Amplio se le va a plantear un escenario nuevo, donde no va a confrontar con los líderes responsables de la actual crisis del país: Julio María Sanguinetti y Luis Alberto Lacalle. Por eso el doctor Tabaré Vázquez va a tener que competir con dos candidatos con "cara de buenos muchachos", que a pesar de que estuvieron en el gobierno – más Stirling que Larrañaga-, se muestran con equipaje de renovadores. Esto, por cierto, lo detectó el general Líber Seregni cuando el pasado viernes dijo que en todos los partidos se viven aires de renovación y de cambio.
De confirmarse este nuevo cuadro político, la izquierda y el progresismo van a tener que ajustar su estrategia, para diferenciarse de oponentes que saldrán a la lucha con un nuevo lenguaje y una nueva imagen.
Si bien hay un debate previsto en la Mesa Política del FA con tal fin, no es creíble que esa nueva estrategia surja antes del 27 de junio. Aunque ya hay ciertos adelantos sobre por donde empezar a conversar. Uno de esos adelantos lo lanzó el publicista Horacio Buscaglia en una cena de la Alianza Progresista, quien dijo que el encuentrismo tiene que resolver bien la ecuación pasado y futuro. Según Buscaglia el discurso de la izquierda deberá ir al pasado, para poder marcar las responsabilidades de blancos y colorados, pero a la vez no se podrá quedar en el pasado, sino que tendrá que hacer una fuerte apuesta al futuro. Entre otras cosas porque la gente vota a un presidente por lo que vendrá y no solo por lo que pasó. Pero, además, porque blancos y colorados solo van a hablar del futuro, en tanto el pasado les es de lo más molesto.
La obsesión de la izquierda será encontrar ese plus que lo diferencie de los demás y, por ahora, no parece que la solución esté por el lado de la racionalidad, sino por el lado de lo afectivo. "Si la izquierda no enamora, no gana", dijo hace pocos días un amigo de La ONDA. Da para pensar.