VOLVER A LA PAGINA  PRINCIPAL
Latinoamérica

9 de marzo del 2004

Historia del Partido Comunista del Perú -PCP- (segunda parte)
"Maten a todos los dirigentes, menos a morote" (*)

Luis Arce Borja

La historia y trayectoria del PCP, desde su origen como anotamos en la primera parte de este texto, está marcada por la infiltración policial y la traición en los rangos más altos de la organización. En este terreno, las prisiones y el campo internacional fueron puertas abiertas para la maquinación policial. Alguna vez, creo que hemos anotado, que los acontecimientos más graves para el proceso de lucha armada que se inició en mayo de 1980, surgieron en el campo de la traición y la infiltración. Las "cartas de paz" (1993), uno de los instrumentos contrainsurgentes decisivos para el retroceso de la guerra popular fueron una obra maestra del Servicio de Inteligencia Nacional (SIN), de la CIA americana y de militantes comunistas que en prisión se convirtieron en colaboradores de los planes del Estado para derrotar la guerrilla maoísta.

Uno de los casos más notorios y mejor documentado es el que se refiere a Osmán Morote Barrionuevo. Cuando la policía lo arrestó el 11 de junio de 1988, los servicios secretos del Estado ya estaban al tanto de las discrepancias de fondo que mantenía éste con la dirección del PCP, principalmente con el presidente Gonzalo. ¿Cuáles eran estas discrepancias?. En una reunión partidaria realizada en 1986 (1) fue acusado por el presidente Gonzalo de intentar trabar el desarrollo de la lucha armada y de tener una visión negativa y derechista de la situación política del país. Morote se oponía al planteamiento del Comité Central de intensificar la lucha armada a las principales ciudades del país, en particular Lima que con casi 7 millones de habitantes concentraba el 40% de la población peruana. La posición de Morote, calificada de derechista, pretendía limitar la guerra popular solo al campo y en consecuencia trabar el avance de la revolución en todo el país. Otras de las tentativas de Morote para restringir el área de operaciones de la guerra popular, fue su oposición a remontar la Defensiva Estratégica y dar el salto de calidad hacía el Equilibrio Estratégico (segunda etapa de la guerra prolongada). Estas contradicciones entre Morote y la dirección del PCP, eran en esencia dos posiciones en torno al desarrollo y futuro de la revolución peruana. La primera (la de Morote), significaba una especie de freno para el proceso de lucha armada y en perspectiva llevarla a su derrota. La segunda, la del presidente Gonzalo, era la defensa de la revolución, y como los hechos concretos lo probaron más adelante era correcto aprovechar la grave crisis del país (que se agudizaba aún más con el régimen aprista dirigido por Alan García Pérez -1985-1990), para desarrollar el partido y la lucha armada en todo el territorio del Perú, tales como las grandes ciudades de los andes, de la costa y de la selva. Estas contradicciones, entre Morote y el jefe de la revolución, no habían pasado desapercibidas para los servicios secretos del Estado que desde 1980 asesorados por expertos de la CIA americana estudiaban minuciosamente las partes vulnerables de las fuerzas maoístas.

La prensa que desde 1980 coordina sus campañas periodísticas con los servicios secretos del Estado, refiriéndose a la captura de Morote, señaló que ello fue gracias a una delación proveniente del mismo presidente Gonzalo que había optado por este método para quitarse de encima un opositor interno. Morote fue presentado en grandes titulares y se le calificó como el "segundo dirigente de Sendero Luminoso" después de Gonzalo. Curiosamente, esta prensa con buenas conexiones en los servicios secretos, casi ignoró a Margot Liendo Gil capturada junto a Morote. Ella, al momento de su captura era miembro del Comité Central y además mando político y secretaria del Comité Regional del Norte. Esta dirigente, en rango jerárquico estaba por encima del supuesto "segundo dirigente" del partido y, además políticamente hablando, era el más alto cuadro del partido en la zona (norte del país) donde participaba Morote como mando militar.

Desde el inicio el Servicio de Inteligencia Nacional (SIN) tomó la detención de Morote a su cargo. Para empezar lo "aísla" de los demás prisioneros y lo ubica en un lugar dispuesto para albergar a los agentes de seguridad del penal. Fue recluido en la prisión de Canto Grande, pero no junto a los otros prisioneros acusados de pertenece al PCP sino más bien en un lugar confortable de uso policial. Hasta antes de las revelaciones hechas en el 2000 por los jefes del SIN, se creía que este "aislamiento" era parte de la tortura sicológica que la policía aplica a los prisioneros de guerra. El autor de este texto, fue testigo presencial del "aislamiento" estratégico de Morote. En julio de 1988, más por curiosidad de periodista que por otras razones, hice una visita al penal de Canto Grande con el propósito de entrevistar a Osmán Morote. El encuentro no tuvo nada de espectacular y no duró más de 20 minutos. Lo que si me hizo abrir los ojos fue la comodidad carcelaria con la que contaba el famoso "número dos de Sendero Luminoso". Entre las oficinas de administración del penal, la policía le había acondicionado un cuarto que en comparación con las medievales celdas de los prisioneros acusados de pertenecer a las filas de los maoístas, resultaba un palacete 5 estrellas. El alojamiento contaba con servicios higiénicos propios, mucha luz natural y buena ventilación. Además de un pequeño jardín en la parte posterior con vidrios en los costados que daba la impresión de un vivero para sembrar rosas. No faltaba tampoco un pequeño rincón que hacía las veces de cocina. Hasta ese momento nadie sospechaba, que el "aislamiento" de Morote y el trato de rey que recibía tenían que ver con los planes que febrilmente trabajaban los servicios secretos. Es posible, que a partir de esa fecha lejana (1988) Morote comenzó su giro hacia la otra orilla de la lucha social.

A finales de 1989, Morote dejó de estar aislado y tuvo que abandonar su cómodo apartamento para instalarse junto con los 800 prisioneros de Canto Grande. Ahí los prisioneros, que en su mayoría venían de provincias y que habían escuchado que Morote había sido uno de los iniciadores de la lucha armada en mayo de 1980, le dieron un recibimiento de héroe. Hasta ese momento ninguna sospecha de sus vínculos secretos con el Servicio de Inteligencia Nacional (SIN). En mayo de 1992 el gobierno ejecuta su plan para asesinar a los prisioneros de guerra recluidos en el penal de Canto Grande, y como veremos más adelante, será en esa ocasión cuando Morote hace prevalecer su condición de agente de los servicios secretos del Estado. Después vendría octubre de 1993, cuando Morote acapara las primeras planas de los medios de comunicación fujimoristas que lo publicitan como uno los cabecillas de las cartas de paz confeccionadas en los laboratorios del SIN y bajo la dirección personal de Vladimiro Montesinos. Pero sería recién en el año 2000, después de la caída del régimen mafioso de Alberto Fujimori, que se conocería a través de testimonios y documentos secretos del Estado, los estrechos vínculos de Morote con el siniestro Servicio de Inteligencia Nacional (SIN) del Estado peruano. Ahora se sabe cuál fue el "milagro" que salvo a Morote de una muerte segura en el penal de Canto Grande, y se conoce también las conversaciones secretas entre el "segundo dirigente de Sendero" y Vladimiro Montesinos.

La bala en el culo de Morote

Santiago Martín Rivas, uno de los más sanguinarios jefes operativos del Servicio de Inteligencia Nacional (SIN) ha narrado con lujos de detalles como el comando dirigido por él asesinó a 12 dirigentes (**) del Comité Central del PCP presos en la prisión de Canto Grande. El número total de dirigentes , según el primer congreso (julio 1988) de esta organización eran 19 y más de la mitad fueron liquidados en este operativo. Martín Rivas, conocido con el seudónimo de "Kerosene",, explica por qué este comando dejó con vida a Morote que durante años estaba considerado el "número 2 de Sendero Luminoso". Operativo "MUDANZA 1" se llamó el plan criminal que puso en práctica el gobierno para liquidar cerca de 100 prisioneros y entre ellos a los dirigentes del PCP. Esta masacre en el penal de Canto Grande (Lima) ocurrió el sábado 9 de mayo de 1992. El plan de extermino, de inicio a fin, tuvo la aprobación de Alberto Fujimori entonces presidente de la República.

El 9 de mayo, después de cinco días de violentos enfrentamientos y cuando los prisioneros habían agotado toda posibilidad de resistir a las fuerzas militares del Estado, un comando militar ingresó al penal de Canto Grande (Lima). Su objetivo era eliminar a los dirigentes del Partido Comunista del Perú (PCP). Los miembros del comando, portaban vestimenta color negro, tenían los rostros cubiertos con pasamontañas y cada uno iba armado con un fúsil de guerra. No tenían distintivos ni signos de graduación alguno, pero todos sabían que se trataba de un grupo que operaba secretamente desde el Servicio de Inteligencia Nacional (SIN). Este comando iba dirigido por el mayor Santiago Martín Rivas, miembro del SIN y jefe operativo del criminal grupo Colina (2). Martín Rivas cuenta en su testimonio al periodista Humberto Jara, que: ".En la última reunión, cuando ya todo estaba establecido (para el asalto a Canto Grande)... Montesinos vino con una idea. Tenía la relación de los principales presos senderistas, y en esa lista aparecían los integrantes del Comité Central, es decir los más cercanos a Guzmán, los que eran el soporte ideológico y militar de Sendero... La idea fue descabezar a Sendero, darle un golpe mortal.".

Pero Santiago Martín Rivas, que se quedó en el aire cuando Fujimori huyó del país, cuenta asuntos secretos de este operativo. "Un pelotón militar ingresó, en la última incursión con un objetivo definido: aniquilar a cada uno de los integrantes de la dirigencia senderista, dejando a salvo a uno solo de ellos: Osmán Morote Barrionuevo".Murieron todos los dirigentes menos él. Si salía ileso se levantaban sospechas, por eso recibió un balazo en uno de los glúteos, donde no hay peligro, y después la prensa se encargó de armar la historia de que Morote era cobarde y quiso huir y por eso le cayó un balazo en el culo. No fue así. Tuvo un sentido dejarlo vivo.Esa vez el mensaje fue muy claro: Estamos en guerra total, así como me tumbas a mis cuadros más altos, te volteo a tus históricos, a tu columna vertebral, pero dejo vivo a tu disidente; Morote es ahora mi amigo". (3).

Pero no fue solamente el balazo en uno de los glúteos lo que camufló la condición de agente de Morote, como dice Santiago Martín Rivas. Se adicionó otro elemento para evitar cualquier sospecha del "número dos de Sendero Luminoso". Morote fue acusado penalmente de haber sido el responsable de la rebelión en la prisión de Canto Grande. Por este hecho fue juzgado por un tribunal militar y condenado a 20 años de prisión. (Hace algunos meses fue absuelto de este delito inventado por el SIN). La herida superficial en el trasero y la parodia de juicio por los hechos de los penales, aparte de hacerlo víctima del gobierno y la policía, lo hizo invulnerable para cualquier mirada sospechosa proveniente del partido y de las prisiones.

Osmán Morote y Vladimiro Montesinos

En 1992 Osmán Morote ya está enganchado al SIN, pero para la opinión pública e incluso para el Partido Comunista del Perú (PCP), él es uno de los valerosos sobrevivientes de la masacre de Canto Grande. Morote es trasladado al penal de Yanamo (Puno), y ahí estrecha más sus vínculos secretos con el SIN. Su contacto es Vladimiro Montesinos a quien informa detalladamente y mantiene al corriente de la vida en este penal. Su misión es detectar y delatar a los prisioneros que la policía calificaba de "recalcitrantes" o militantes comunistas que se oponían a cualquier tipo de negociación con el gobierno y que se mantenían firmes en continuar la guerra popular. En el periodo que va desde octubre de 1993 hasta cerca del 2000, Morote es trasladado muchas veces secretamente a Lima para mantener "reuniones de trabajo" con Vladimiro Montesinos.

El 7 de febrero del 2000, es una de las últimas conversaciones telefónicas entre Osmán Morote y Vladimiro Montesinos. En esta conversación Morote va a mostrar en toda su amplitud su condición de agente infiltrado en el seno de los prisioneros del penal de Yanamayo y mostrará también su vergonzosa sumisión al jefe del Servicio de Inteligencia Nacional (SIN). Esta comunicación telefónica está originada por la necesidad que tenía el gobierno de Fujimori de resolver el conflicto de los presos políticos y prisioneros de guerra del penal de Yanamayo que desde una semana antes de esta fecha se habían declarado en rebelión. Lo presos habían tomado algunos guardianes de rehenes y pudieron apoderarse también de algunas armas de los policías capturados. El Perú vivía un periodo electoral, y como parte de este carnaval, los partidos políticos utilizaban este problema contra la candidatura electoral de Fujimori.

Esta lucha, organizada por los presos calificados de "proseguir" (continuar la lucha armada), estalló contra el criminal sistema carcelario impuesto en esta prisión. El penal de Yanamayo, instalado a más de 4 mil metros sobre el nivel del mar fue establecido por el régimen de Fujimori como una prisión de castigo y de transito hacia una muerte segura. Los detenidos estaban encerrados en celdas de 2 metros cuadrados y sólo tenían derecho a salir de ellas 30 minutos al día. En las noches las temperaturas invernales bajaban hasta menos 15 grados. No había ningún tipo de atención médica, y la alimentación no cubría las más elementales calorías requeridas para una persona. Las visitas estaban restringidas a los familiares más próximos y sólo dos veces al año.

¿Qué hablan Morote y Montesinos?. La conversación no es muy académica y se desarrolla en torno a los sucesos del penal de Yanamayo en Puno. Morote informa de quienes son los "provocadores" (el grupo proseguir) y los responsables de la rebelión en la prisión. "La responsabilidad no es nuestra doctor. Es una acción provocada.". Dice (4). Señala que la rebelión de prisioneros "no se ha producido en los pabellones donde estamos nosotros.pero obviamente non han incluido a todos los prisioneros", se queja lastimeramente. Le hace saber a Montesinos, que ellos (los de las cartas de paz) estaban buscando una solución al problema y que si cabía alguna represalia no debería recaer contra ellos sino más bien contra los provocadores. Por su parte Montesinos habla a Morote con el mismo tono que lo hacía con sus subalternos del SIN o a cualquier otro de sus asalariados de bajo rango. Le imparte ordenes a Morote de la misma forma que lo hace el capitán a sus soldados. Aquí entregamos un trozo de esta jugosa conversación entre el jefe del Servicio de Inteligencia Nacional (SIN) y Morote (5).

-Osmán Morote. Nos han ofrecido de que, en primer término no va haber acciones de represalia contra TODOS LOS PRISIONEROS.se verán obviamente las responsabilidades..

-Vladimiro Montesinos. Ya entonces, quiero que usted me garantice que todo vuelva a la normalidad; o sea, no quiero actos de violencia ahí..

-Osmán Morote. Ya en ese sentido nos comprometemos a servir.

Vladimiro Montesinos. Por eso, cualquier cosa que usted requiera, entonces usted se acerca, como lo ha hecho otras veces y el general Villena va a hablar con usted y usted me hace llegar la comunicación, como siempre he recibido las cartas suyas..Ahora que conversar con él, le voy a decir que cada vez que usted le haga una comunicación, entonces que lo ponga en contacto telefónico conmigo y lo que si yo le ruego, es que mantenga en reserva la conversación que estamos teniendo.

-Osmán Morote. Así es doctor, tenga usted la seguridad de que todas las cosas las mantenemos en absoluta reserva. Conocemos la importancia y queremos servirle en el trabajo que se está desenvolviendo, y no solo en que se mantenga, sino que avance.

-Vladimiro Montesinos. Usted sabe que cuando yo habló cumplo.

-Osmán Morote. Si doctor.

-Vladimiro Montesinos. .significa de que usted plantee a los delegados, diga señores evitémonos de estas cosas, porque usted sabe realmente en el terreno táctico, por superioridad van a ingresar y van a lograr el objetivo, pero yo no quiero producir ese efecto, pero yo tengo un limite, que usted sabe que todos en la vida tenemos un limite, ese limite me sobrepasa a mi, entonces yo ya no puedo hacer nada, por eso es que estoy hablándole y estoy interviniendo porque siempre he tratado de evitar la violencia, ¿no?.

-Osmán Morote. Ya. Tenga usted la plena seguridad de que ese problema se resuelve completamente hoy.

-Vladimiro Montesinos. Perfecto.

El caso Morote que acabamos de presentar en forma abreviada, es un ejemplo del peligro de la infiltración a partir de las prisiones y dentro de los propios cuadros y dirigentes del partido. Este hecho, en el caso del proceso peruano, no es un hecho aislado, sino más bien representa un fenómeno político que se ha desarrollado peligrosamente durante los últimos 20 años en el seno del Partido Comunista del Perú (PCP). Los efectos directos y más significativos de este problema tienen que ver con el retroceso general (político, militar y organizativo) de la lucha armada. Respecto a este fenómeno, propio de la lucha de clases, es una responsabilidad ir al fondo del problema y escudriñar rigurosamente las raíces ideológicas políticas de este problema. Sólo así se podrá comprender, y resolver en el futuro el peligro latente de la infiltración policial en los más altos rangos de la organización revolucionaria.

Bruselas, 6 de marzo del 2004




Notas (*). La guerra revolucionaria en Perú. Historia del Partido Comunista del Perú (PCP). (Actualmente en corrección). Autor, Luis Arce Borja.

(**).. Ese sábado 9 de mayo de 1992 fueron sometidos a ejecuciones extrajudiciales los siguientes miembros del Comité Central: Deodato Juárez Cruzatt, Yovanka Pardavé Trujillo, Tito Valle Travesaño, Elvia Zanabria Pacheco, Ana Pilar Castillo Villanueva, Andrés Agüero Garamendi, José Antonio Aranda Company, Victoria Trujillo Abanto, Ramiro Mina Quispe Flores, Servio Campos Fernández, Fidel Rogelio Castro Palomino y Marcos Ccallocunto Núñez. A esta lista hay que agregar el asesinato de Janet Talavera, vice directora de El Diario que fue acusada y detenida por los cargos de "apología terrorista".

1. Documento del Partido Comunista del Perú (PCP). Perspectivas del gobierno aprista, marzo-abril, 1986.

2. Grupo Colina. Fue una organización paramilitar y clandestina organizada por Vladimiro Montesinos, en ese entonces, jefe del Servicio de Inteligencia Nacional (SIN) y asesor personal de Alberto Fujimori. El Grupo Colina, como comando de élite de los servicios secretos del Estado cometió brutales asesinatos de estudiantes y trabajadores sindicados de pertenecer a la guerrilla maoísta.

3. Declaraciones de Martín Rivas al periodista Humberto Jara, publicado en el libro "Ojo por ojo", Lima 2003).

4. Conversación Vladimiro Montesinos con Osmán Morote y María Pantoja. Yanamayo, Puno 7 de febrero 2000. Audio C-72. Conversación telefónica. Congreso de la República peruana, 25 de setiembre del 2001.

5. Conversación Vladimiro Montesinos con Osmán Morote y María Pantoja. Yanamayo, Puno 7 de febrero 2000. Audio C-72. Conversación telefónica. Congreso de la República peruana, 25 de setiembre del 2001