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Latinoamérica

26 de marzo de 2004

Recordando a la Asamblea Obrera de Alimentación Nacional
El encanto de la sirena

Miguel Silva
Rebelión

Hemos llegado a una encrucijada. Podemos tomar el camino hacia la construcción de una alternativa a la Concertación y a la derecha de la UDI. O podemos seguir como ahora.

Tenemos que decidir, porque es más que claro que el próximo gobierno - ya sea de la Concertación o de la UDI - va a seguir el mismo camino del libre mercado y dejar la democracia en las manos de algunos pocos ricachones y poderosos. ¿Aceptamos ese futuro o creamos otro?

No es la primera vez que se ha tomado una decisión de esta magnitud. En este artículo vamos a recordar lo que pasó en el año 1919, cuando los trabajadores de las industrias y las minas, estudiantes y empleados del estado y del comercio, tomaron la decisión de oponerse al gobierno, protestar por la corrupción y prepotencia de los poderosos y crear su propia alternativa. Es la historia de la Asamblea Obrera de Alimentación Nacional, la AOAN........

Los cuatro largos años de la primera guerra mundial que terminó en 1918 dejaron huellas indelebles en Chile; por primera vez el Estado chileno comenzó a intervenir en la economía y a fomentar la producción. Intervención provocada por la falta de importaciones necesarias en el país.

Pero la antigua oligarquía del campo, siempre codiciosa, no pensó en los problemas del país y no encontró nada mejor que exportar los alimentos que habían cuando aumentaron los precios fuera del país. Sin embargo, para la gran mayoría de la población, los altos precios eran una amenaza en vez de un buen negocio. Habían visto que la intervención del Estado ya había probado que habían soluciones nuevas para el país, y a fines de 1918, grupos de mutualistas (similares a los que hoy en día tienen confianza en las Cajas), de sindicatos y de educadores se pusieron de acuerdo para hacer un mitin público y entregar una petición al Gobierno contra los precios altos. Exigieron control estatal sobre la exportación de los alimentos y nació la Asamblea Obrera de Alimentación Nacional, la AOAN. Hasta El Mercurio afirmaba que "la ausencia del control del Gobierno en la fijación de los precios" era una de las causas principales de la carestía.

El día 22 de noviembre 1918, asistieron al mitin veinte mil personas, harto para esa época. Pero los poderosos no se quedaron quietos. Se inventaron rumores de una "guerra" con Perú. Salieron grupos de matones patrióticos a la calle dirigidos por la Liga Patriótica de la capital en un gran desfile una semana después del mitin de la Asamblea. Y luego el Intendente de Santiago decretó la expulsión del territorio nacional del español Casimiro Barrios, uno de los dirigentes más conocidos en Santiago de la Asamblea del Partido Obrero Socialista, el partido de Recabarren. Y tres días después hubo una confrontación entre policías y trabajadores en Puerto Natales.

A pesar de la represión, el movimiento avanzaba. Durante el lunes 27 de enero, más de cincuenta mil trabajadores porteños paralizaban sus labores y en un masivo desfile acudían al Parque Municipal de Valparaíso para solicitar del Gobierno el despacho de las leyes de mejoramiento económico pendientes aún en el Congreso Pero cuando la AOAN llamó a otro mitin para principios de febrero porque el Gobierno no había cumplido unas promesas, se instaló un Estado de Sitio. Los dirigentes de la AOAN postergaron este segundo mitin. ¡Grave error! porque los poderosos más conservadores (La Unión Nacional) y del centro (La Alianza Liberal) sentían que podrían arrinconar este movimiento debilitado aplicando leyes que tenían pensadas. Pero tendrían que ganar la confianza del movimiento, como el lobo a la Caperucita roja.

Los conservadores tuvieron su proyecto de leyes sociales listo en Junio de ese año de 1919. Según ellos, los mismos patrones tendrían el derecho de formar sindicatos para "sus" trabajadores, compartir con ellos un porcentaje de las ganancias y reconstruir la "gran familia" de la empresa. En la puerta del taller, así como en la boca de la mina debía colocarse una inscripción simbólica de la hermandad cristiana: "Amaos los unos a los otros".

Y los liberales, representantes de la clase media, los industriales y los empleados estatales, creían que sí los trabajadores tenían el derecho de organizarse, incluso por profesión, integrando trabajadores de varias empresas en la misma organización sindical, también había que compartir las ganancias. Pero nada es gratis en este mundo. El liberal Arturo Alessandri, el "León de Tarapacá", planteaba que, a cambio del reconocimiento y la protección estatal, los trabajadores debían comprometerse a despolitizar sus gremios, aceptar los mecanismos institucionalizados de arbitraje y dejar el recurso de la huelga solo como último recurso. ¿No les parece que hablaba como Ricardo Lagos?

Sin embargo, mientras los parlamentarios afinaban sus planes para controlar el movimiento, crecía una ola de huelgas en el país, a pesar de la represión y la cesantía, en el norte salitrero. Y en la tierra fértil de las huelgas volvió a brotar la Asamblea de Alimentación.

Las reglas del juego Pero el tema de la conciliación y arbitraje ya cobraba fuerza en el movimiento. Existían dos puntos de vista. Algunos pensaban que habría que aprovechar cualquier elemento que pudiera proteger a los trabajadores de la mano negra de los patrones. Otros decían que los Intendentes casi siempre apoyaban a los capitalistas en las Juntas de Conciliación, entonces sería mejor no pedir sus intervenciones. Este tipo de diferencia de opiniones podría ser importante para nosotros cuando logremos algo de éxito en la construcción de una nueva alternativa. ¿Cómo reaccionará la Concertación, con el palo o con la zanahoria, con conciliación o represión? ¿Y cómo reaccionaremos nosotros?

Mientras crecía el movimiento, el Parlamento parecía más que nada una farsa negra. Los precios aumentaron en 50% en el mes de Julio 1919, pero se supo que se habían arrendado por lo menos tres embarcaciones de la Armada para que algunas casas comerciales pudieran realizar la venta de alimentos al exterior. La AOAN decidió, como única fuerza sana que existía en el país, a llamar otro mitin de protesta para el día 29 de Agosto. Y esta vez, el concurrencia fue fenomenal. Mientras la marcha se llevaba a cabo, el comité organizador ingresó por las puertas de la Moneda para hacer entrega al Presidente de las conclusiones del mitin. Carlos Alberto Martínez, mutualista (y abuelo del mismísimo Gutenberg Martínez) pronunció estas palabras: "La indolencia con que nuestros Poderes Públicos han recibido hasta hace poco nuestras peticiones, se debe a que los asientos en el Congreso, salvo una que otra excepción, se compran y a que los representantes del pueblo no representan sino su propio dinero e interés." Algunas cosas en este mundo no han cambiado.

¿Cómo iba a avanzar la Asamblea de Alimentación? El gran mitin tuvo lugar durante la huelga de los trabajadores de la CCU. Su central sindical, la FOCH, formaba parte de la Asamblea y cuando la Junta Ejecutiva de la central recibió un telegrama en la tarde del 1° de septiembre diciendo que tropas de carabineros habían intentando asaltar su oficina en Limache, "hiriendo a varios huelguistas y pretendiendo ultimar al Presidente de este Consejo local", se anunció el paro general de la totalidad de los consejos federales de la capital, "ya que se han agotado todas las instancias de diálogo y la gerencia no parece ceder". Se integraron los conflictos sindicales a las protestas de la Asamblea.

Pero la central no intentó tomar control de la situación a pesar del éxito de la huelga de solidaridad. A través de una circular, recomendaba a todos los federados permanecer al interior de sus salones y abstenerse de cualquier tipo de manifestación callejera mientras se esperaban señales de conciliación del Gobierno. ¡Perdió la iniciativa! Y, finalmente, después de cuatro días, el comité ejecutivo de la huelga se reunió en la Moneda con el Presidente Sanfuentes, decidiendo suspender y poner punto final a la huelga general, "manifestándole que volvían al trabajo sin condición previa alguna y que dejaban en sus manos la solución de las dificultades que pudiesen suscitarse en el futuro". ¡Grave error! La CCU no aceptó el arbitraje y el movimiento sufrió un revés muy grande. Dentro de pocos meses, la AOAN murió. Se probó que la Conciliación fue un tema central tanto en la FOCH como en la Asamblea de Alimentación.

Sin embargo, a fines de diciembre, se juntaron los delegados a la Segunda Convención de la FOCH, una "juventud brillante por su entusiasmo para abrazar los ideales de reivindicación social...casi todos venían del seno de las organizaciones que les dieron poder". Los delegados sacaron conclusiones de los acontecimientos del año, del auge, desafíos y fracaso de la AOAN. Los delegados querían....

"Fomentar el progreso de la instrucción y cultura de la clase trabajadora por medio de conferencias, escuelas, bibliotecas, prensa y toda actividad cultural, y conquistar la libertad efectiva, económica y moral, política y social de la clase trabajadora (obreros y empleados) de ambos sexos, aboliendo el régimen capitalista, con su inaceptable sistema de organización industrial y comercial, que reduce a la esclavitud a la mayoría de la población. Abolido el sistema capitalista, será reemplazado por la Federación Obrera, que se hará cargo de la administración de la producción industrial y de sus consecuencias. Estas aspiraciones serán sustentadas en la realidad cuando la Federación Obrera de Chile por intermedio de todas sus secciones tenga la potencia suficiente para realizarlas".

En estos Estatutos había otra forma de ver el país...un país en que el pueblo mismo, los trabajadores mismos, podía hacer la democracia. Fue una política que tenía lo que las políticas de los conservadores y los liberales NO tenían: democracia, ganas, un mundo nuevo. Y de esa visión, podemos aprender bastante.

El encanto de la sirena

A veces, parece que la historia tiene ganas de apurarse. Y así fue en el otoño e invierno de 1920. En marzo, se detuvo a Recabarren, la FOCH ordenó una huelga general de solidaridad en todo el norte salitrero y como respuesta se encarceló a toda la Junta Provincial de la central. Recabarren pasó los próximos siete meses en la cárcel. Todo indicaba que Alessandri iba a ganar las elecciones presidenciales el día 25 de junio y el ánimo de los conservadores se enardeció aún más. En Julio se "descubre" dinamita en el local de los portuarios de Valparaíso, grupos "patrióticos" saquean el local de la FECH en Santiago, fuerzas militares atacan y destruyen el local de los federados de Punta Arenas, y el Presidente disuelve la FECH el día 24. La central FOCH llama a huelga general de protesta a estos ataques para los días siguientes, pero se le abandona después de unos pocos días. Hay fuertes diferencias entre sus dirigentes; algunos quieren seguir con la huelga y otros plantean que no hay que arriesgar la ilegalización de su organización. ¡Otra vez diferencias sobre la Conciliación y la legalidad traen consecuencias fatales! Los conservadores siguen con sus ataques y en los próximos meses encarcelan a mil dirigentes de trabajadores y estudiantes.

¡Cómo atrae el canto de la sirena! Alessandri transmite a los cuatro vientos que la "armonía" debería existir entre el trabajo y el capital. Como decía el joven Carlos Marx cuando era joven y menos peludo, "la religión es el suspiro de los oprimidos, es el corazón en un mundo sin corazón, es el opio del pueblo." Es esperanza y, para muchos, Alessandri también lo fue. Parecía que podría salvar el pueblo de un futuro impensable. Pero todavía existía una alternativa. En el mes de marzo, Recabarren, recién electo diputado por Antofagasta, presentó al Congreso un Proyecto de Ley donde se planteaba el tipo de leyes sociales que quería la FOCH. Aspiraba a la "socialización industrial". En las fábricas se instalaría un "Consejo de Administración" compuesto por igual número de representantes empresariales y obreros, con atribuciones para repartir las ganancias entre el patrón y los obreros. El Consejo tendría a su cargo la administración de la usina con plenos poderes para reglamentar la duración de la jornada laboral, los salarios, la admisión del personal, condiciones higiénicas, etc. La FOCH creía que los mismos trabajadores eran capaces de "gobernarse". A través de la "socialización industrial", los federados podían aprender a hacer funcionar una empresa. Luego, serían capacitados para tomar control de su lugar de trabajo y también del país. Los federados tomarían el lugar de los capitalistas, como planteaba la FOCH en sus nuevos Estatutos.

Pero el León puso en marcha la creación de sus propias leyes sociales - similares a aquellas formuladas por los conservadores y los liberales. Y cuando no bastó su intervención personal en los conflictos, apoyó a la represión. Sus leyes lograron integrar los trabajadores a la maraña de burocracia que conocemos hasta hoy día. La democracia quedó encerrada dentro de las paredes del Congreso y la alternativa de la Asamblea de Alimentación y de los federados murió.

De esta historia podemos aprender bastante. Por un lado, el futuro no está escrito. Grandes cambios son posibles. Mucho depende de nuestras propias acciones. Y por el otro lado, debemos resistir al encanto de las sirenas que susurran que tal gobierno, tal Concertación, podría ayudarnos en nuestro intento de crear un futuro nuevo. Tenemos que ser tan porfiados como los federados de la FOCH y los estudiantes de la FECH, tan activos como los cientos de miles de la AOAN y no creer en mitos y milagros de último minuto. Ni en conciliación ni en el arbitraje sino todo al contrario, en la democracia real.

* Este artículo fue escrito, haciendo uso de las excelentes obras de investigación hechas por Sergio Grez, Ignacio Rodríguez, Julio Pinto entre otros. Ellos han trabado muy bien y merecen respeto. Por supuesto, las fallas y metidas de pata son mi responsabilidad.