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EL REBROTAR DEL ANTIMPERIALISMO EN EL PUEBLO VENEZOLANO
Humberto Gómez García
En mayo de 1959 el vicepresidente de los Estados Unidos del Norte, Richard Nixon tuvo la osada pretensión de venir de visita a Venezuela, meses después de la caída del tirano Marcos Pérez Jiménez, es decir, vino el gobernante norteamericano cuando este país estaba en plena convulsión revolucionaria, en auge inusitado, después de vivir 10 años bajo un régimen autoritario, represivo y policial, hacia la búsqueda y construcción de un modelo económico, político y social que permitiera alcanzar la justicia social, la paz y el desarrollo de la nación.
Ese pueblo que se había sacudido de aquel yugo –y de otros que venían de mucho más atrás– había irrumpido con fuerza en la historia venezolana y, en su conjunto, tenía una clara certeza política de que muchos de sus males y los del país tenían que ver con los gobernantes norteamericanos, de su ingerencia de múltiples formas en los destinos de Venezuela, de su dominio político y económico en el país, de torcer el rumbo de su desarrollo político para su exclusivo beneficio y el de los sectores de la oligarquía criolla y la hipertrofia del país y la pobreza de la mayoría popular.
El vicepresidente Nixon no pudo escoger un peor momento para su infeliz viaje, porque no más bajándose del avión sintió el repudio y el desprecio del pueblo de Vargas y de Caracas. Las autoridades de entonces, encabezadas por el militar progresista, presidente de la Junta de Gobierno, Wolfgan Larrazábal, recibió en el aeropuerto internacional de Maiquetía al visitante, Miles de presentes, quienes estaban allí para repudiar al vicepresidente yanqui, gritaban consignan: "Nixon, go home", "Nixon no te queremos, ¡imperialista, vete!", y otras de corte similar. La gente escupía y el traje de la esposa de Nixon se empapó, como lo relatara el gobernante en sus Memorias.
Luego, cuando subió hacia Caracas, en plena avenida Sucre, en Catia, el pueblo se agolpó por miles a lo largo de la larga avenida y repudió, una vez más, al visitante, no faltó quien golpeara el automóvil negro que llevaba los visitantes.
El 13 de mayo estaba planteado que Nixon visitara el Panteón Nacional y una multitud juvenil, estudiantil y de las comunidades impidió que entrara al sagrado recinto, muchacha y muchachos estudiantes del Liceo Fermín Toro, del Liceo Andrés Bello y de la Escuela Técnica Industrial, con sus respectivos uniformes, agarraron las coronas de flores y las destrozaron. Una multitud se abalanzó sobre el carro y lo jamaqueba buscando voltearlo, a duras penas, con el apoyo de militares venezolanos, salió de allí para ir a refugiarse en la Embajada Norfteamericana en Caracas hasta su partida. Afuera, en las costas venezolanas, barcos norteamericanos donde los marines yanquis estaban en zafarrancho de combate para "rescatar" al vapuleado dirigente republicano.
Ese fue un momento cumbre del antimperialismo del pueblo venezolano, uno de cuyos convocantes fue el propio presidente Larrazábal, a despecho de los partidos de izquierda quienes fueron extremadamente temerosos en la convocatoria antimperialista.
Las banderas del antimperialismo y el programa de soberanía y dignidad nacionales serían mantenidas por un sector importante de la izquierda, el PCV, el MIR, el MPDIN, la Liga Socialista, el MEP en cierta forma, el MAS renunció a ellas por considerarlas "desfasadas" y "obsoletas". Pero el pueblo, replegado, con las consecuencias de la grave derrota política y militar de la izquierda de los años 60, no volvió a expresar su sentimiento antimperialista con la fuerza del 59, sino en otros momentos estelares y decisivos para la Patria, uno fueron los días del alzamiento popular conocido como "el caracazo", cuando el pueblo de Caracas, los barrios pobres del Oeste y el Este, de Catia y Petare, Cementerio y El Valle, La Pastora y San Martín, Caricuao y Antímano, Kennedy y Sarría, Maiquetía y Catia la Mar, La Guaira y Naiguatá. Una sola voz, una sola decisión, unánime, masiva del pueblo contra el neoliberalismo, contra el paquete neoliberal y las políticas shock que impuso el presidente traidor a su pueblo, el presidente delincuente, el presidente genocida, Carlos Andrés Pérez.
Neoliberalismo e imperialismo son sinónimos, el primero es expresión política del otro, y al ser atacado –por primera vez en América Latina– el neoliberalismo con una cruenta insurrección popular, el pueblo insurrecto denunciaba y golpeaba al imperialismo yanqui. Aquella insurrección marcó un hito en el provenir de Venezuela porque produjo una ruptura con el modelo neo colonial, con el modelo bipartidista y petrolero rentista impuesto al país los Estados Unidos del Norte en 1959 e implementado por Rómulo Betancourt, Rafael Caldera, Jóvito Villalba, y los partidos AD, COPEI y el infame Pacto de Punto Fijo.
El estallido popular del 27 de Febrero preparó las condiciones para los profundos cambios que se produjeron en Venezuela en los 10 años posteriores, desde el 4 de Febrero de 1992 con el alzamiento revolucionario de la juventud militar que liderizó Hugo Chávez, el alzamiento del 27 de noviembre de los generales y almirantes; las miles de jornadas y movilizaciones del movimiento popular que desembocaron el las elecciones del 6 de diciembre de 1998 que llevó a la presidencia al comandante Chávez, y con ese hecho la apertura del actual proceso revolucionario.
Las nuevas formas de ingerencia, intromisión y agresión de los gobernantes norteamericanos bajo la administración autoritaria y fascista del presidente Bush tienen, elementos nuevos en las políticas de los gobernantes norteamericanos, nuevos, no porque los viejos no se utilicen igual, por ejemplo la participación activa de la CIA y el Pentágono en el proceso subversivo, en el terrorismo, en la organización de los golpes, etc. Hay elementos nuevos, el financiamiento de las presuntas ONGs, fachadas seudo legales a través de las cuales se implementa las estrategias golpistas. Otro elemento es la participación abierta, descarada y cínica de los diferentes Embajadores norteamericanos en Venezuela, incluso en abierta participación con los grupos opositores.
Es nueva, en la política norteamericana hacia Venezuela, que funcionarios de altísimo rango como el Secretario de Estado o el mismo presidente Bush, opinen y tengan una participación e ingerencia en los asuntos que solo competen a los venezolanos.
¿Por qué el presidente Chávez no denunció antes, de la forma como lo hace ahora, clara y contundentemente, corriendo todos los riesgos que ello implica?
Por dos razones, a nuestro juicio. Una, que estando más que comprobada la participación del Estado norteamericano, policía política –CIA–, el Ejército –oficiales de rango en lugares estratégicos como el Fuerte Tiuna y el Ministerio de la Defensa el 11 de abril de 2002, día del golpe, coordinando el mismo. Un avión de matrícula norteamericana en la isla La Orchila, lugar de confinamiento del Presidente Chávez después del golpe, la presencia de barcos en las aguas venezolanas y aviones violando nuestro espacio aéreo por esos días. Una segunda razón, lo constituye todo el despliegue de la política subversiva y golpista por parte de los agentes encubiertos norteamericanos, llámese CIA, Ejército u otros organismos de agresión y mantenimiento de una guerra de baja intensidad contra Venezuela.
Rebrotó el antimperialismo, el sentimiento anti yanqui del pueblo venezolano, de sus trabajadores, de su juventud, del pueblo bolivariano todo defendiendo nuestra soberanía y nuestra dignidad. El nuevo componente de estas manifestaciones de nacionalismo popular y antimperialista es su carácter masivo, radical; lo novedoso es que se percibe un paso de avance político e ideológico en densos sectores del pueblo venezolano en la defensa de la soberanía nacional y la independencia de Venezuela, ante exhortaciones, incluso, de algunos sectores apartidas de solicitar una invasión del ejército norteamericano a nuestro país.
Las denuncias del presidente Chávez contra el gobierno norteamericano y el presidente Bush, marcan un giro indiscutible del gobierno y del proceso y se evidencia como una política de Estado, con sus peculiaridades y características propios habida cuenta que los EEUU son el primer comprador de nuestro petróleo, y nosotros el primer suplidor de esta energía a un país con profundos grados de dependencia a ella.
Pero si es importante que Chávez definiera una política antimperialista, con toda la carga política e ideológica que ello implica, más importante aún lo es que la inmensa masa del pueblo –interpretada cabalmente en su dignidad nacional por el presidente– la asuma como propia, la internalice y al hacerla suya se la adhiera al proceso revolucionario y éste tenga esa enorme connotación: anti oligárquica, anti latifundista, anti neoliberal, anti exclusión, bolivariana, latinoamericanista y antimperialista.
(27-02-04)
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