Latinoamérica
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31 de enero del 2004
Ante el conflicto entre los gobiernos chileno y boliviano
Por la soberanía y la unidad latinoamericana
Dirección Política Nacional
Frente Patriótico Manuel Rodríguez
Enero del 2004
Ante el conflicto generado entre los gobiernos de Chile y Bolivia respecto a la posibilidad de salida al mar, el FPMR estima importante opinar acerca del carácter y alcances de este tema precisando algunos aspectos desde la óptica de nuestra política popular, revolucionaria e internacionalista:
Primero, no se debe pasar por alto que el actual gobierno boliviano representa la fórmula con que la clase dominante de este país intenta resolver la crisis política y social que ya generó la caída del Gobierno de Sánchez de Lozada luego de una intensa movilización de las masas de trabajadores del campo y la ciudad. En este sentido, el debate sobre una salida al mar para Bolivia no tiene por qué ocultar el centro de gravedad de la coyuntura: los avances del Movimiento Popular y Revolucionario en Bolivia en el último tiempo, que por lo demás es visto con preocupación por el imperialismo y sus lacayos en el continente.
Es dentro de los planes de contención de la movilización popular que la burguesía boliviana -a través del Gobierno del neoliberal Carlos Mesa- ha utilizado y potenciado el histórico reclamo de recuperación de la salida al mar, buscando el "consenso y la unidad nacional" en torno a esta demanda para así fortalecer su propio régimen y los intereses que representa. Para esto los poderosos recurren, como otras veces en la historia, al recurso del chauvinismo y el nacionalismo estrecho y reaccionario.
Similar conducta se ha visto en nuestro país, donde también la burguesía impone su particular visión de la "soberanía" o de la historia de nuestro pueblo. Lo concreto es que desde los comienzos del Estado Chileno la clase en el poder ha mirado con idolatría y servilismo primero a Londres, Francia o Alemania, y luego a Estados Unidos, no sólo como una fuente de sus concepciones ideológicas, políticas, económicas y militares, sino también abriéndoles las puertas para intervenir y convertir al nuestro en un país dependiente de sus dictados, condiciones e intereses. A lo anterior se suma la infaltable dosis de prejuicio racista y chauvinista con nuestros vecinos más cercanos, mientras no vacilan en someterse al capitalismo "anglosajón y cristiano".
Si analizamos las causas de la llamada Guerra del Pacífico, estas se relacionan con el agresivo avance de la burguesía minera e industrial chilena, de la mano con la influencia británica en el continente. No surge esta guerra por una invasión boliviana o peruana al territorio nacional, sino por la respuesta militar del Estado chileno (invasión y ocupación de Antofagasta, entonces territorio boliviano) a un conflicto de intereses comerciales y tributarios. En estricto rigor este conflicto debío llamarse la Guerra del Salitre, ya que la fijación de impuestos y la posibilidad de una expropiación de las empresas chilenas que explotaban este recurso en territorios bolivianos y peruanos, es lo que desató realmente las acciones bélicas.
Cierto es que el mayor costo de esta guerra fue pagado por el pueblo, los trabajadores y campesinos chilenos, pero tanto sus causas como sus resultados sólo tenían que ver con los intereses económicos de una minoría explotadora, galvanizando la ideología burguesa en cuanto a la patria, la soberanía o el papel de las FF.AA. en nuestra sociedad, y que hasta el día de hoy se sigue reproduciendo en los medios de comunicación y la educación oficial.
"La soberanía no está en discusión", dice el gobierno chileno, ocultando el hecho histórico de que el principal beneficiario de la guerra del salitre fue el imperialismo británico, que terminó controlando la inmensa mayoría de los yacimientos salitreros conquistados por los chilenos.
El Gobierno insiste en eso de la "soberanía" pero sigue aplicando un modelo económico que entrega nuestra economía a manos de consorcios extranjeros, firma tratados de libre comercio con el imperio sin informar ni menos consultar al pueblo chileno, o mantiene casi intacta una constitución impuesta mediante fraude por la dictadura militar.
Por eso, repudiamos la actitud de Lagos y Soledad Alvear frente a la consecuente postura del gobierno venezolano, que no hizo más que representar el ideal bolivariano de una Latinomérica Unida. Mucho más incoherente es la conducta del gobierno y cancillería chilenas, que hablan del "tema bilateral" y soberanía mientras apoyaron en los hechos y las palabras el fallido golpe de Estado en ese hermano país.
La actual situación con Bolivia se da en un contexto regional marcado por la convulsión política y social luego de 20 años de aplicación del neoliberalismo y la neocolonización norteamericana y europea. Por lo mismo, los pueblos de toda la región deben tener claridad en cuanto a quienes son sus verdaderos enemigos, los causantes de la pobreza y explotación estructurales en nuestro continente: el capital financiero, el imperialismo y las oligarquías locales aliadas a este.
El acceso al mar puede ser una reivindicación legítima, pero una solución integral a la injusticia social y la pobreza que hoy afecta a millones en Bolivia sólo podrá venir en el marco de un sistema y régimen político que garantice la igualdad, la justicia y la verdadera participación popular tanto en dicho país como en Chile y todo el continente, así entendemos el patriotismo y la soberanía, como principios ligados a un mejor destino común para los pueblos de nuestra América.