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Latinoamérica

6 de febrero del 2004

A 14 años de la Operación Exito
Entrevista a un clandestino en el Chile de la Concertación

Raúl Blanchet
El Siglo

Catorce años después de escaparnos de la Cárcel Pública de Santiago, nos reunimos en algún lugar de la capital con Alfonso Bueno, nombre supuesto de un combatiente del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, que permanece en la ilegalidad -como él mismo se encarga de aclarar, y no clandestino- desde aquel 29 de enero cuando salimos al patio abandonado de la vieja Estación Mapocho, donde rompió el túnel que construimos durante más de 14 meses. Su condición de ilegal, responde a que los procesos llevados en su contra por la justicia militar, debido a su participación en operaciones del Frente contra la dictadura, aún permanecen abiertos unos o se dictó condena en otros.

En una oficina solitaria conseguida para el encuentro, iniciamos la entrevista en horas de la madrugada, no sin antes evocar emocionados el nombre y la persona entrañable de nuestro hermano Diego Lira, que también permaneció en la ilegalidad, según Alfonso Bueno, o clandestino, según otros conspiradores, hasta el día de su muerte, el 28 de diciembre pasado, como si hubiera sido una insoportable broma del Día de los Inocentes.

Ante un nuevo aniversario de la culminación de la Operación Exito, como se llamó a la preparación y ejecución de la fuga masiva, repasamos con este hombre perseguido bajo los gobiernos de la Concertación su experiencia humana y militante -si es que se pueden separar- desde aquel 29 de enero de 1990 hasta hoy.

-Se cumplen 14 años de la fuga masiva de la ex Cárcel Pública de Santiago: ¿cómo enfrentas esta fecha?

"Con gran alegría por estar libre, por estar en Chile en mi patria y también una pena porque el compañero Diego Lira, "el corneta" para nosotros, "masca chico" para otros, ya no está. Los últimos días del año falleció, murió en la clandestinidad, en la misma condición que la mía. Entonces, tengo una contradicción en esta fecha, este año en particular. No había tenido nunca la contradicción de alegría y pena, hoy la tengo. Enfrento con muchas ganas el futuro pensando que en algún momento vamos a conquistar nuestra libertad legal, que se nos ha negado, que se le negó a Diego y a muchos de los que estamos caminando tranquilamente en Chile o viviendo muchos otros recogidos por la solidaridad internacional, fuera de Chile.

Estos 14 años han demostrado la justeza de la acción, que era necesaria para el pueblo chileno. Nunca lo hicimos en nombre de nosotros, sino primero en nombre de los compañeros de Corpus Cristi, después en nombre de la necesidad de romper las cárceles de la dictadura y como un homenaje para todos aquellos compañeros que lucharon por la libertad de Chile".

-La partida sorpresiva de Diego Lira, aparte de producir sentimientos encontrados, ¿qué otra reflexión político jurídica te induce en este Chile de hoy?

"Así como no hay justicia con nuestros compañeros detenidos desaparecidos, este gobierno no le hizo justicia a Diego Lira, que vivió en la clandestinidad durante 14 años y nunca la autoridad se preocupó del derecho que tenemos a vivir en nuestro país. Ya se terminó la dictadura, pero el gobierno mantiene encarcelados a muchos patriotas, a muchos compañeros nuestros: aquellos que no pueden votar, los que no son ciudadanos, a quienes se les ha expulsado de los registros electorales; compañeros que todavía tienen procesos pendientes y no se les ha resuelto su situación, los mantienen como una carta de cambio en beneficio de los acuerdos con la dictadura que defiende el gobierno".

-¿Qué recuerdas de aquella noche de enero de 1990?

"Mucho nerviosismo, recuerdo una preparación que se hizo donde no creímos que iba a ser posible, algo por lo que habíamos luchado. Hay que recordar que se había postergado dos veces la salida. El tercer intento nos tenía a todos muy preocupados, teníamos la decisión de salir, nos habíamos organizado muy bien con nuestro doble equipo de ropa. Pero también recuerdo de ese día una confianza muy grande en que saldríamos, a pesar del nerviosismo; también una confianza muy grande en que habría compañeros esperándonos y casas que nos acogerían, y todo eso sucedió. Recuerdo que la confianza del trabajo realizado se materializó cuando cada uno de nosotros pudo aspirar una bocanada de aire fresco, aunque no muy limpio, a la orilla del Mapocho; pero por lo menos fresco y frío, porque estábamos muy transpirados. Recuerdo con gran alegría a los compañeros y compañeras que nos estaban esperando a la salida del túnel. La micro que fue un gesto memorable, un elemento original dentro de la organización.

Recuerdo que varios compañeros no fuimos recogidos en los puntos de encuentro porque falló en algún momento la planificación y por el nerviosismo no nos encontramos con nuestros contactos, y en algún momento más de 10 no fuimos recogidos en un punto seguro. Pero había una preocupación e igual nos fueron a encontrar adonde nos habíamos juntado y luego nos repartieron en las casas correspondientes. Recuerdo con un gran cariño a los compañeros, hombres y mujeres, que estaban en las inmediaciones de la salida. Nunca he sabido quiénes eran. Recuerdo especialmente a uno, que me tomó la mano y me sacó del hoyo. Fue el compañero Hugo Nenculeo, el resto de los compañeros nos estaban protegiendo, muy bien preparados para hacerlo. Hoy se los agradezco".

-¿Qué otras vivencias te marcaron durante la construcción del túnel?

"No participé desde el principio en la construcción del túnel. Llegué cuando parte del foso estaba hecha, ayudé a construir parte de él, pero recuerdo claramente que fue en septiembre que iniciamos la construcción del túnel de salida. No me queda claro qué día fue, pero fue en ese mes que empezamos en dirección a la Estación.

Otro recuerdo evoca cuando un compañero estaba trabajando y hubo un derrumbe en el túnel y nos costó sacarlo, pero lo logramos y se tomaron las medidas con los equipos sanitarios.

Recuerdo también un temblor en la noche. Yo estaba trabajando en el túnel con "el flaco" y comenzó a temblar, no salimos al tiro porque había que dejar todo ordenado, pero salimos lo más rápido posible porque las piedritas en la espalda decían que algo más grave podía pasar y ya teníamos la referencia del derrumbe anterior.

Otro hecho importante para mí es el ingreso al túnel para salir, porque estábamos los 24 compañeros adentro hacinados, éste aún no se abría. Estar todos pensando que en cualquier momento gendarmería pudo haber revisado. Fue un momento débil de la fuga, superado por el trabajo de acostumbramiento a gendarmería que se había hecho. Me daba un poco de envidia el compañero que estaba en primer lugar, fue el primero que salió. El se lo merecía por varias cosas: porque fue protagonista desde un principio y estuvo aproximadamente cuatro horas metido en el túnel. Entró al túnel después del encierro a las 6 de la tarde y de ahí no volvió a su celda ni a salir hasta que logró construir el último metro de túnel".

-¿Qué ha sido esto de vivir 14 años clandestino?

"Lo malo fue haber perdido a mi familia. Producto de la fuga, de mi situación personal, de lo poco adaptado que uno sale a la vida social, perdí mi matrimonio. Pero también tengo que agradecer con mucha honestidad que encontré una compañera con la cual nos amamos mucho y nos sentimos muy bien. Además, el cariño de mis hijas no lo he perdido, las sigo viendo regularmente. Las tres hijas están muy bien, las quiero mucho, nos llevamos muy bien.

Yo no llamaría clandestinidad sino ilegalidad mi situación, porque no estoy clandestino, estoy ilegal en mi país; no quiero ser una persona que no se reconozca, en algunas partes uso mi nombre y en otras uso la chapa que tengo. Muchos me conocen por la chapa, son muy pocos los amigos que me conocen por el nombre. Lo que he hecho durante estos años es tener un muy buen grupo de amigos que me ayudan, me protegen y cuidan. Sin esa solidaridad permanente de esos compañeros, no habría podido sobrevivir.

De una u otra manera me he ido adaptando a la vida normal, y cuesta encontrar trabajo. Si a una persona normal le cuesta encontrar trabajo, a uno le cuesta mucho más. De hecho no puedo presentar ningún papel de antecedentes, porque tiene que decir que estoy ilegal, clandestino, que soy una persona buscada por la justicia, por lo tanto en ninguna parte me van a recibir. Entonces, también trabajo con gente que por solidaridad proporciona trabajos que te permiten vivir un tiempo, trabajos irregulares.

He tratado de no marginarme del quehacer político social de mi país. Permanentemente estoy relacionado a la actividad política, no puedo militar en el partido, que quiero mucho, porque es legal y un militante clandestino dentro de sus filas podría complicarlo. En algún momento lo voy a hacer, eso no significa que no vaya a alguna actividad, que no participe en alguna manifestación o marcha.

El resto de la vida la hago absolutamente normal, me he llegado a olvidar de los cuidados de mi ilegalidad, no me molesta demasiado. Me molesta que muchos compañeros estén obligados fuera del país. Que no se haya solucionado el problema de la legalidad, demuestra la nula voluntad que tiene el gobierno para solucionar los problemas heredados de la dictadura. Los fugados somos una partecita de todos esos problemas, comparado con el drama de los detenidos desaparecidos, ejecutados políticos, y cada vez se crean más comisiones para burocratizar todo esto".

-Llama la atención este contraste entre la imagen de los terroristas, parte del eje del mal, con el hecho de que tienen que buscar pega para ganarse el pan... ¿Cómo ves este aspecto?

"Aquí se confunde mercenario con revolucionario. Se confunde a aquella gente dispuesta a venderse a una bandera ajena, con los que sabemos que tenemos que construir todo: a nosotros mismos, nuestro entorno, nuestro futuro y el cambio de sociedad. Se nos tilda de terroristas, porque ellos están acostumbrados a usar el terror. Nosotros no queremos aplicar terror a nadie. Queremos hacer un cambio de sociedad. Luchamos por vivir como personas, con nuestras familias, vivir por un cambio justo. Esta imagen mediática que se entrega es absolutamente equivocada y yo soy prueba de ello: tengo que luchar día a día para parar la olla. Y todos los ex presos políticos luchan día a día para parar la olla. Por tanto, la imagen de terrorista que pone el gobierno sólo es válida para aquellos ex presos que fueron atraídos por el gobierno para trabajar en sus aparatos de seguridad, como Humberto López Candia, Iván Carrillo Ortiz y otros, pero no nosotros. Nosotros tenemos clara conciencia de clase. Se trata de confundir a la gente".

-Pudiste haber salido del país y optaste por no hacerlo: ¿por qué?

"Porque uno tiene que estar donde tiene que dar la pelea. Uno no puede irse de las trincheras cuando tiene la posibilidad de luchar. Pasaba lo mismo en la cárcel. Allí pude haber llevado una 'vida tranquila' y contemplativa, haber asumido que nos habían derrotado. Pero 23 compañeros y yo decidimos que eso no era así; que no importa dónde uno esté, puede pelear y la parte mejor para hacerlo es en su casa, porque es su casa la que tiene que cambiar, es Chile el que tenemos que transformar y no vamos a pelear por cambiar a Chile desde otras fronteras. Tenemos que estar en Chile, dar aquí la pelea. Me quedé, porque aquí es donde tengo que conquistar mi libertad, caminar libre con la cabeza en alto, aceptado por esta sociedad que hoy nos margina. Lucho a mi manera, por ser aceptado. Si mi Chile no me quiere legal, no importa, me quedaré igual. No me fui en ese tiempo porque estaba mi familia, mis hijas y me quería quedar con ellas. Por eso me quedé y no me voy a ir nunca".

-A propósito de la lucha y la identidad impuesta por los medios, la caricatura del terrorismo. Fuiste combatiente del Frente Patriótico Manuel Rodríguez

"¡Con mucho honor!"

-...fuiste detenido. Visto a la distancia del tiempo, ¿valió la pena?

"Sí, con absoluta certeza. Valió la pena la lucha y la organización llamada Frente Patriótico Manuel Rodríguez, valió la justeza de la forma en que dimos la pelea. Con poca preparación, con muchas ganas, con intención de poder crear y fundamentalmente mostrar camino. El FPMR participó de las luchas que realizaba el pueblo, no más allá de ellas. Peleó de la forma en que el pueblo lo hacía, ésa fue nuestra decisión. Participar de esta lucha y ponerle un parelé a la dictadura. Ya bastaba de que agarraran a balazos a todo el mundo sin que pudiera defenderse. Nosotros los defendíamos, realizábamos acciones de hostigamiento a la dictadura, para que vieran que el pueblo se defendía.

Fue y es absolutamente justo. Me siento muy orgulloso y una de las cosas que más quiero es el himno del Frente Patriótico, que me acompaña cuando camino en la calle, lo voy cantando porque es algo que me permite decir que valió y que vale la pena, y es un dolor que más Manuel Rodríguez no estén hoy peleando. Necesitamos una organización que se levante de las cenizas a terminar con el Tratado de Libre Comercio, contra el imperialismo metiéndose en Chile. Tenemos que terminar con este gobierno que entrega cada día más bienes construidos por el gobierno de la Unidad Popular y los anteriores a la dictadura. Las empresas que más ganancias obtienen fueron las que estuvieron en manos de la Corfo. Las mejores empresas, las que tienen más ganancias. Las que ya tienen experiencia, un desarrollo, las que estaban hechas para el bienestar del pueblo, se las ocupa para exprimirlo.

El Frente Patriótico valió la pena en ese momento, hoy es necesario organizarse de nuevo. ¿Cómo? El pueblo encontrará nuevamente sus formas de organización. A lo mejor es este nuevo conglomerado social y político que se crea, u otro más adelante.

La lucha no se puede imponer, debe tener su camino y si bien han querido terminar con la conciencia de clase, las contradicciones de clase impiden que eso ocurra".

-¿Tienen vigencia las formas de lucha empleadas contra la dictadura, o podrían volver a tenerla?

"No se podrá volver a las formas de lucha que se usaron contra la dictadura, porque no vamos a pelear contra una dictadura. Tenemos que crear formas de encuentro y de organización y expresiones de esa organización que vayan hoy acordes con las imposiciones del imperialismo. El problema que tenemos hoy es peor que la dictadura. Hoy no tenemos a un representante del imperialismo como Pinochet, tenemos al imperialismo metido en el país. Cuando tengamos conciencia de eso, encontraremos formas de organización y lucha adecuadas, cuyo carácter, forma, intensidad y calidad el pueblo lo tendrá que decidir.

Hay que tener en cuenta que bajo la dictadura buscábamos la defensa de la vida y de lo que la vida lograba obtener. Hoy, tenemos que buscar una forma de defensa que permita mantener la vida que está en tela de juicio, por los planes de salud que quiere aplicar el gobierno, por la contaminación que provocan las empresas, por la educación que se imparte".

-¿Cómo aprecias el proyecto de DD.HH. del gobierno?

"Desde el punto de vista del gobierno es válido, porque le ponen precio a todo. Con la plata del imperialismo tratan de solucionar los problemas sociales, políticos, de DD.HH., etc. Se transan en Chile bonos verdes y se impulsa su venta a países europeos para que puedan contaminar y el país recibir dinero por la contaminación que ellos produzcan. Así el gobierno trata de pagar con plata la injusticia que comete al no permitir que haya justicia.

Tratan de pagar por las torturas, por los días que se estuvo encarcelado, pero el gobierno no reconoce que fue un problema de Estado. El gobierno está avalando los atropellos que el Estado cometió en dictadura. El gobierno es un alcahuete que trata de lavar la sangre de nuestros compañeros, de limpiar la tortura de nuestros compañeros, con la comisión de presos políticos que inventó".

30-1-04