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Ruth de los santos: "yo perdono pero no olvido"
Roger Rodríguez
Fue el 8 de marzo de 1986. La mujer entró al edificio donde funcionaba el diario La Hora en la calle Fernández Crespo. Subió la larga escalera y pidió con un periodista. "Me llamo Ruth De los Santos. Soy la tía de Hugo Leonardo De los Santos y fui la persona que recibió su cadáver en Rocha...", dijo.
Un equipo de periodistas de La Hora realizaba entonces una investigación sobre casos de asesinados por la dictadura. Entre otros, se había denunciado el caso De los Santos que el Instituto de Estudios Legales y Sociales (Ielsur) había presentado ante la Justicia Penal. La nota permitió encontrar a la familia. Ruth De los Santos dio entonces un conmovedor testimonio en una entrevista, en la que explicó los detalles de aquel crimen. Hugo De los Santos tenía 21 años y estudiaba Agronomía cuando fue detenido por las fuerzas conjuntas aquel 1º de setiembre de 1973, a sólo dos meses del golpe de Estado.
Tres días después, lo que quedaba de su cuerpo maltratado fue entregado en un cajón cerrado a sus familiares en Rocha. La autopsia del médico militar José Mautone dijo que murió por un "edema agudo al pulmón", un segundo estudio privado confirmó que murió de un golpe en la cabeza. El general Alfonso Feola, entonces interventor de la Intendencia Municipal de Rocha, que conocía a la familia De los Santos, no quería aceptar que lo hubieran matado, pero cuando pudo ver personalmente los hematomas en todo el cuerpo del joven, terminó por admitir: "Los muchacho se pasaron...".
Hugo Leonardo De los Santos había estado detenido en el Regimiento 9 de Caballería. Hubo una contienda de competencias entre el juzgado de Rocha y el Juzgado Militar de 4º Turno. Intervino el fiscal de Corte Fernando Bayardo Bengoa y el caso, derivado a la Justicia Civil, terminó por archivarse. Hubo denuncia internacional por el asesinato y una condena de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de OEA. Reinstitucionalizado el país se volvió a plantear el crimen ante la Justicia, pero el gobierno de Julio María Sanguinetti lo terminó amparando en la Ley de Caducidad.
TELÉFONO, 18 AÑOS DESPUÉS
"Habla la tía de Hugo Leonardo De los Santos, y si esa señora cuenta su dolor, yo también quiero volver a hablar", dijo Ruth De los Santos al comunicarse, durante la veda electoral, con el periodista de LA REPUBLICA que dieciocho años antes le había hecho aquella entrevista para el diario La Hora. Casi dos décadas no han cambiado a aquella pequeña mujer que en 1973 se negó a firmar un papel que dos soldados le daban, para que recibiera el cuerpo de su sobrino, hasta que no se abriera el cajón y se confirmara su identidad. Sus ojos brillan inteligentes y su mirada habla más que sus labios.
En un edificio de Pocitos, con sus jóvenes 76 años, Ruth vive sola. En el comedor de su pequeño apartamento se exhiben las fotos de sus hijos y nietos, que ella muestra orgullosa. Sobre cada uno comenta historias íntimas. Sus problemas de vida, de amor y de trabajo, los vive como propios.
Uno de sus nietos le recuerda a Leo, como llamaban en familia a Hugo Leonardo De los Santos. "Fabrizio es como el tío. Está en el liceo y se interesa de los problemas de los estudiantes. Se lamenta de que todavía no puede votar", cuenta Ruth, mientras fija sus ojos claros y parece transportarse al pasado...
"Leo también se preocupaba de las cosas desde muy joven. Desde antes del golpe de Estado. Vivía en Montevideo y vivía con los tíos que no se metían en temas políticos. Era mayor que mis hijos, pero fueron muy compinches. En aquellos años los padres hablaban menos con los hijos...
-Usted estaba en Rocha, Ruth. ¿Cómo se vivía allá aquellos años?
-En Rocha no pasaba nada, pero no se hablaba de lo político. Yo empecé con ellos. Antes éramos "javieristas", de Javier Barrios Amorín, cuando yo era joven. Después seguimos a Carlos Julio (Pereyra) y hasta voté a Wilson (Ferreira Aldunate). Eramos de tradición blanca... hasta que lo mataron...
-¿Y después? -Aquello nos arruinó tanto la vida, que nos dijimos: esto no puede ser...
-Usted tenía mucho contacto con aquellos jóvenes. ¿Hugo De los Santos escribía poemas?
-Sí. Yo nunca pude tenerlos en la mano. Sé que cuando lo mataron le había hecho un poema a su madre que había muerto, pero se lo rompieron los milicos cuando allanaron la casa del tío. También había un poema a su amigo Lucio, un negrito de Rocha al que le conozco la familia. Por ese poema, los militares sacaron un comunicado diciendo que Leonardo tenía el alias de Lucio. Incluso tuvieron la osadía de decir que usaba el nombre del hermano.
Mentira, Leo jamás iba a meter al hermano... De él dijeron de todo.
-Su sobrino había empezado a militar antes del golpe de Estado...
-Claro. Ya cuando la época de Pacheco todo era bravo. El estaba con el 26 de Marzo. Después con la dictadura, ¡imagínate! Nosotros teníamos que encerrarnos para escuchar canciones de Daniel Viglietti, que es divino, yo conozco su familia...
-Leo tocaba la guitarra, ¿no?
-Sí. Tocaba muy lindo. Le gustaba cantar la canción del Che Guevara. Yo sentía que tenía algo parecido al Che. Era muy buen mozo. Leo también ponía el alma en lo que hacía. El me dijo que la cosa se iba a poner dura y que iba a correr sangre y la de él iba a ser de las primeras...
LA VERDAD ENTERRADA
El artículo 4º de la Ley 15.848 establece que el Poder Ejecutivo dispondrá las investigaciones destinada al esclarecimiento de los casos de personas detenidas en operaciones militares o policiales y desaparecidas así como de menores presuntamente secuestrados en similares condiciones. La ley no habla de los casos de uruguayos que fueron detenidos y asesinados, y si la verdad sobre las desaparición de personas aún está por conocerse pese a años de investigaciones y al paso de la Comisión para la Paz, la muerte de detenidos sigue siendo, en muchos casos, una herida abierta.
Durante la reciente campaña electoral, el Partido Colorado lanzó una ofensiva publicitaria contra el Encuentro Progresista, en la que recordaba las muertes adjudicadas a la guerrilla que en los años sesenta y setenta encabezó el hoy legalizado Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros (MLN-T). En el marco de la andanada propagandística colorada se filmó el testimonio de una hermana del peón rural Pascasio Báez, muerto por el MLN-T.
Un caso que en cada período electoral fue "desarchivado" por el Partido Colorado para mostrar el matiz "violentista" de la izquierda.
La llamada "teoría de los dos demonios" ha procurado durante décadas imponer la falacia de que aquellas muertes provocaron una reacción del Estado que, en su combate a la "subversión", creó un aparato represivo que perdió los "puntos de referencia" y cometió crímenes de lesa humanidad. La Ley de Caducidad entierra la verdad sobre los delitos posteriores al golpe de Estado del 27 de junio de 1973 sin importar si los asesinados por un régimen inconstitucional eran combatientes, militantes de partidos políticos prohibidos o civiles que se enfrentaban como patriotas a una dictadura.
Cada muerto tiene una historia individual, que sus familias siguen recordando y, pese al tiempo transcurrido, esperan saber por qué, dónde, cuándo, cómo y por quién, aunque haya caducado la pretensión punitiva del Estado y ninguno de los responsables deba comparecer ante la Justicia. En una tumba del cementerio de Rocha, un mármol permite leer un poema del cubano José Martí: "Cultivo una rosa blanca/ en julio como en enero/ para el amigo sincero/ que me da su mano franca/ y para el cruel que me arranca/ el corazón con que vivo/ cardos ni ortigas cultivo/ cultivo una rosa blanca".
"QUE LOS CHICOS VUELVAN"
Ruth atesora una serie de papeles de la época. Boletines estudiantiles en los que se anuncia la muerte de "El Pelado", una carta de las autoridades de la Facultad de Agronomía donde se denuncia el asesinato, recortes de diarios donde se contaba la historia de Hugo Leonardo De los Santos. Alguien una vez le dijo que en una carta de lectores de un periódico, hace años, un ciudadano rochense que revistó en las fuerzas armadas confesó haber participado del asesinato de su sobrino. "En esa carta este hombre contaba que lo tiraron y murió de un golpe. No hemos sabido más que eso...
La tía de Hugo De los Santos fue el familiar que protagonizó las distintas instancias de denuncia que realizaron primero Serpaj y luego Ielsur. Firmó cartas públicas y documentos en los que reclamó la verdad sobre su sobrino, hasta que el gobierno de Sanguinetti impuso el silencio de la caducidad.
-¿Cómo vivió el proceso de reinstitucionalización del país? ¿Qué ha hecho Ruth De Los Santos durante estas últimas dos décadas? -Estuve en silencio, pero luchando.
-¿Y cómo ve este cambio que se ha dado a nivel de gobierno? -Lo veo como un proceso, pero sumamente importante. Esto no para con el 31 de octubre, esto sigue. Creo en los chicos, quiero que los que se fueron vuelvan.
-¿Tiene familiares que debieron emigrar? -Sí, tengo una sobrina nieta (muestra su foto) que se fue y también el hermano. Los dos tienen hijos nacidos en España. Se fue todita la familia.
Están en Islas Canarias, en Tenerife (sus ojos se inundan de nostalgia...) -Usted se puso en contacto, luego de 18 años, por el aviso de televisión en el que aparecía la hermana del peón rural Pascasio Báez ¿Qué le quería decir a esa mujer?
-Le diría que pensara un poco, que no sólo ella sufre. ¡A cuántos le mataron un hijo, un hermano, un padre, un sobrino o un amigo! Le diría que ella también leyera el poema de Martí, "Cultivo una rosa blanca...", que yo puse sobre la tumba de Leonardo en Rocha.
-¿Para no sembrar cardos ni ortigas?
-Sí... Yo perdono, pero no olvido. Reivindico a todos... A Líber Arce, a Susana Pintos, a todos los mártires estudiantiles.
-Ahora, asumirá un nuevo gobierno del doctor Tabaré Vázquez y el Encuentro Progresista ¿Qué cree usted que deben hacer el futuro Presidente en materia de derechos humanos?
-Es difícil responder... hay que seguir escarbando. Hay que seguir en la lucha, como sigue Rafael (Michelini). Se debe esclarecer todo aquello. Quedó un debe ahí... pero también le diría de los otros derechos humanos. En poquitas palabras, que esto que ganamos sirva, con mesura, con trabajo, con unión, para formar un futuro dentro de diez años.
-¿Diez años?
-Sí, yo quizás no lo voy a ver, pero no puedo pretender que porque votamos a Tabaré, mañana vamos a tener la flor y la nata. Creo que en cinco años iremos preparando el terreno. Abriendo puertas. No podemos derrochar, porque no tenemos un peso. Hay que cuidar la corrupción y mirar a los chicos. Hay que fomentar fuentes de trabajo, porque manos van a haber. Así tendremos la esperanza de que regresen los chiquilines que están afuera.