Latinoamérica
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Dos Méxicos, dos proyectos de país
El proceso de degradación de las diversas instituciones estatales y de los partidos políticos está evidenciando dos procesos: por un lado, el de los que, desde las mismas instituciones, organizan foros y seminarios para ubicar los problemas que permiten que la crisis continúe y se agudice. El problema es que en esos foros la clase política se mira al espejo y observa algunos problemas que, según ellos, requieren de cierto maquillaje para recuperar una legitimidad hoy inexistente.
De esta manera, discuten acaloradamente la posibilidad de que exista, aparte del presidente, un jefe de gabinete electo en el Congreso que actuaría como bisagra entre los dos poderes.
O se discute la conveniencia de acortar el periodo presidencial de seis a cuatro años y así dar paso a la reelección. O la relación perversa que se ha creado entre los medios de comunicación masiva y los partidos políticos.
Las discusiones de arriba tienen como problemática lo que preocupa arriba. La "transición a la democracia" no ha sido otra cosa que la transacción de la democracia. Los poderes de la unión no responden a los problemas de la Nación por la sencilla razón de que la nación misma se les está escapando de las manos. Mientras, los hombres y señores del dinero se dan vuelo con declaraciones en las que reafirman que no hay otra vía que el neoliberalismo, la privatización de lo público, el desvanecimiento de la sociedad —a pesar de que supuestamente hablan en su nombre.
Mientras, la izquierda institucional se consume internamente en una especie de circo de tres pistas y son el hazme reír de la gente. El espejo en el que ellos se miran es aún más restringido.
No rebasa los límites de sus pequeños y mezquinos intereses. La democracia para ellos fue definida por el secretario general del PRD: "hay que saber que a veces se gana y a veces se pierde". Como si fuera un partido de fútbol o una quiniela en las carreras de caballos. La sociedad civil, el pueblo, sus militantes (¿), sus simpatizantes no tienen la menor importancia. Sólo sirven para cuando se trata de llamarlos a una movilización en contra del desafuero del jefe de
(Subcomandante Insurgente Marcos: "la velocidad del sueño: pies desnudos").
Dos Méxicos, dos proyectos de país.
El de arriba que está destruyendo la Nación y busca convertirla en un gran Mall, con una clase política que estaría encargada de poner las mercancías en bolsas de plástico.
Otro, el de abajo, todavía pequeño, separado, pero que con una gran intuición entiende que aquí o nos salvamos todos o no se salva nadie.
Que quiere reconstruir a la Nación, no como antes sino con Justicia, Democracia y Libertad.