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Latinoamérica

Defensa del lobo

Leonardo Galarza Z.

Suerte perra la del lobo. Añísimos ha sido estigmatizado como criatura del diablo, cuando no pasa de ser un simple animal, que hace lo que los otros: sobrevivir, desafiando su entorno.

Y nos enseñan a odiarlo y temerlo desde niños. 'Juguemos en el bosque, hasta que el lobo esté; si el lobo aparece, entero nos comerá'. Mentira. Ni jugamos en el bosque, sino en el patio de la escuela, ni el lobo aparecerá. Y menos nos comerá. Apenas si andará buscando alguna caza menor para pasar el día, muy lejos de la ronda infantil.

Y es el malo de la película en el cuento de la Caperucita. El pobre ni siquiera se habrá enterado de que existe la niña; que mamá le mandó donde la abuelita; y que Caperucita llega atrasado, por quedarse distraída en la floresta. Ni menos sabrá que su abuela ha vivido, solitaria, en medio del bosque, para acabar despanzurrado, sin saber por qué.

Se lo ha caricaturizado de modo tan infame que hasta el Hermano Francisco de Assís, buena gente, se acerca medio temeroso al hermano lobo de Gubbio, también buena 'gente' y éste le estira su pata en señal de amistad.

Lo más grave ocurre cuando lo usamos como señuelo, igual que en la fábula del pastor y las ovejas.

'¡Cuidado, que se viene el lobo!', grita aquel, desesperado, y los otros pastores se ponen a temblar, pero ha sido falsa alarma. Una vez y otra grita, hasta que finalmente viene mismo, nadie le cree al pastor, y el lobo acaba haciendo lo que hace cualquier animal con hambre: comer.

'¡Cuidado, que se viene el lobo!'. Con este cuento, ocurre cualquier cosa. Nuestro nunca bien ponderado George Doble Vé Zeus ganó las elecciones en los Estados Unidos, con el estribillo, y sigue su erranza criminal, internacionalizando el terrorismo a escala mundial.

'¡Cuidado que se viene el lobo!' dicen voceros oficiales ecuatorianos sobre el fenómeno de El Niño y, desde hace tiempo, nos anuncian que ya está a la vuelta de la esquina o, para hablar en términos pertinentes, en la próxima nube o en el oleaje que se acerca, amenazador, a la playa. Y no llega. Y, hasta mientras, temblando pastores y ovejas, estamos esperando el brutal desate de la naturaleza.

Alguna información de prensa señalaba que un valor cercano a los 30 millones de dólares han sido ocupados en las actividades pre-preliminares al azote natural, y está bien el gasto, pues el nuestro ha sido tradicionalmente un País de absoluta falta de prevención de desastres, pero si tantos fondos se están ocupando en reuniones de evaluación, los que seguramente estarán siendo escrupulosamente controlados por la Contraloría, es de esperar que cuando llegue mismo el lobo, se invertirán suficientes recursos -pues evidentemente los hay- para atenuar en forma efectiva su arremetida, pues, para citar un caso, los ríos se desbordan, cuando quieren, y todos lo sabemos y nadie hace nada para contrarrestarlo.

'Homo homini lupus' se dice, utilizando la vieja frase de Plauto. El hombre es lobo del hombre. Podría decirse que es el gato, el camello o el hipopótamo del hombre. Pero no: es el lobo.

Pobre lobo, tanto le joden, siendo buena 'persona', cuando hay muchos colegas suyos, del reino animal, bípedos y parlantes, por ejemplo Bush, que son verdaderamente demoníacos, y que pasan de agache en historias, historietas, fábulas y canciones infantiles.