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Latinoamérica

Entrevista a Danilo Astori, virtual ministro de Economía de su país si gana el Frente Amplio

Colocar a la producción en el centro de la política económica


Luis Bruschtein
Página/12

Para muchos, el senador Danilo Astori sería el ministro de Economía de un gobierno del Frente Amplio. La mayoría de los frenteamplistas se apoyan en las últimas encuestas y están seguros de que ganan en la primera vuelta. Astori plantea la necesidad de realizar cambios estructurales en la búsqueda de un perfil productivo en la economía. "Nuestra política es rejuvenecer al Uruguay, donde la población menor de 15 años es igual a la que tiene más de cincuenta años".
–¿Cuál será la diferencia más clara entre un futuro gobierno del Frente Amplio y los de sus antecesores?
–Sin duda, la diferencia estará en los cambios estructurales que ellos no hicieron durante décadas y que Uruguay ya no puede seguir postergando. Porque en realidad, esa postergación en realizar esos cambios es la verdadera causa de la crisis de los uruguayos.
–¿En qué áreas plantean realizar esos cambios estructurales?
–En primer lugar a nivel de la propia producción. Vamos a definir un modelo de especialización productiva, con altos niveles de calidad, que es la posibilidad que Uruguay tiene de competir, de modo de colocar a la producción en el centro de la política económica. No lo ha estado por décadas en el país, como sí lo ha estado el sistema financiero que es el segundo campo de transformaciones. Hasta ahora hemos tenido un sistema financiero muy desarticulado respecto de la inversión productiva, muy encerrado en la especulación, y ahora se trata de orientarlo hacia el apoyo a la inversión productiva, introduciendo desde reformas institucionales, por ejemplo en la banca estatal, nuevas modalidades de operación, ojalá con más negocios en moneda nacional en mediano y a largo plazo, con nuevos productos, como el fideicomiso, los certificados de depósito, nuevos instrumentos como la unidad indexada. En tercer lugar, la reforma del Estado. El Estado no puede seguir funcionando en base a práctica de clientela, que es lo que ha predominado en el Uruguay en los últimos cincuenta años. Ha sido un Estado manejado al servicio de la perpetuación en el poder, con criterios de amiguismo, de prebendas, de privilegios, que lo ha corrompido. En cuarto lugar, un nuevo sistema tributario orientado por los criterios de justicia tributaria y eficiencia. Uruguay tiene muchos impuestos que recaudan muy poco y complican todo.
–¿En política exterior y programas sociales también proponen cambios?
–Apostaremos fuertemente al Mercosur como base fundamental de operaciones, para desde él proyectarse a metas más ambiciosas en el mundo. Transformaciones en materia de política social, salud, educación, vivienda, seguridad social, y finalmente retomar algo que Uruguay tuvo y perdió a fuerza de crisis, que es el apoyo a la investigación científica y tecnológica, que para un país que pretende desarrollarse en base a calidad es muy importante.
–¿Cómo definiría usted la expectativa de muchos uruguayos ante la perspectiva de un triunfo electoral del Frente Amplio?
–Hay dos componentes. Por un lado hay un largo proceso de desconfianza y pérdida de credibilidad por parte de los dos partidos históricos, blancos y colorados. Largo proceso que ha llevado décadas con once años de dictadura en el medio. La gente ya prácticamente no espera nada de los partidos históricos, en este momento al menos. Están pasando a su vez por el peor momento político de su existencia, son partidos con más de 70 años de antigüedad y nunca estuvieron tan sin rumbo. Y por otro lado hay una expectativa lógica hacia quien nunca gobernó y que tiene un programa con el que la gente se siente identificada.
–¿Usted piensa que la situación económica que heredarían les permitiría hacer todo lo que se proponen?
–El país no nada en la abundancia, al contrario, viene de sufrir la etapa más profunda y severa de su largo proceso de crisis. Uruguay hoy tiene una pobreza muy grande y desigualdad social a niveles desconocidos. Y todo esto es producto de un daño acumulativo largo. Un millón de pobres en un país que tiene tres millones de habitantes no surgen de un año para el otro. Además tenemos la deuda pública más grande de nuestra historia, equivalente a cien por ciento de la producción. No hemos tenido nunca esa proporción. Nos damos cuenta de que no es una tarea sencilla, fácil ni rápida. Pero vivimos en un país que tiene posibilidades de salir adelante. Tiene su dotación de recursos naturales, su capital humano, su posición en la región. Estamos convencidos de que se puede salir aunque será una tarea difícil.
–¿Tienen un programa especial en el plano social, como el Hambre Cero, de Lula en Brasil?
–Hay un programa social de emergencia que lo llamamos así porque pretende atender las situaciones más urgentes, de indigencia. Es un plan de apoyo a jefes y jefas de hogar sin trabajo. Sobre todo para las mujeres solas con hijos de menos de 25 años, que son las que están pagando los costos más altos de la crisis. Es un plan con contraprestaciones, como la concurrencia de los niños a las escuelas, participación en programas de capacitación y la participación en el desarrollo de tareas de interés comunitario.
–¿Usted piensa que si gana el Frente Amplio se frenará el drenaje de uruguayos al exterior y muchos de los que están afuera podrán volver? –Ese es uno de nuestros objetivos fundamentales. Uruguay tiene que definir un punto de partida esencial que es inversión productiva, crecimiento, más y mejor empleo. Este es el único modo de frenar el drenaje al exterior de uruguayos jóvenes y empezar a recuperar a los que han emigrado. Podríamos llamar a este proceso de transformación del país como la necesidad de rejuvenecer a Uruguay. Nuestro país envejeció muchísimo a fuerza de expulsar jóvenes. Y hoy tiene cifras demográficas que asustan. Tiene 1,2 millón de activos, incluidos los desempleados, que deben mantener a tres millones y medio. Hoy Uruguay tiene una población menor de 15 años que es igual a la de más de 50, relación que tienen muy pocos países en el mundo. Para rejuvenecer a Uruguay hay que crecer, no hay otra forma.