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Latinoamérica

El oscuro pasado del capitán Alex Lebel

Lo que no se perdona

Andrés Capelán

Al senador socialista José Korzeniak (especialista en cuestiones de Defensa) se le ve desde hace un tiempo acompañado del capitán de navío retirado Alex Lebel. En principio, la circunstancia llama la atención porque al menos hasta el mes de mayo del 2003, Lebel era consignado como militante del Partido Nacional (fungió como edecán de los ministros de Defensa Nacional del presidente Luis Lacalle: Mariano Brito y Daniel Hugo Martins), siendo esa una de las razones por las que -según él- se vio truncada su carrera (1). Pero lo grave de este asunto, es que a nadie parezca importarle que la "nueva adquisición" del Partido Socialista, entre 1973 y 1976 haya sido uno de los oficiales torturadores del tenebroso cuartel de los Fusileros Navales.

EL DUEÑO DEL SILENCIO Días pasados, aprovechando la visita de Korzeniak y Lebel a la ciudad de Colonia, el marino fue entrevistado por el periodista Freddy González, del programa "Sosteniendo la Pared" de Radio Real. A lo largo de todo el reportaje, Alex Werner Lebel Batista se esfuerza en demostrar dos cosas y deja en evidencia una tercera. La primera, que durante la dictadura fue relegado por sus convicciones democráticas, la segunda, que es un tipo muy inteligente. Falla en ambos intentos. Lo que deja en evidencia, es un tercer asunto: que hay muchas preguntas que no quiere contestar. Al preguntársele por su biografía, la sintetiza diciendo: "Entré a la Armada el día que nací, porque nací en el Hospital Militar, o sea que hace 54 años que ingresé a las fuerzas armadas; pero formalmente ingresé en el año 66 a la escuela naval y egresé como oficial en el año 71." Entre diciembre de 1973 y julio de 1976, Alex Lebel y su hermano Federico desarrollaron funciones en el cuerpo de Fusileros Navales (FUSNA). Ubicado entre la calle Juan Lindolfo Cuestas y la bahía de Montevideo, el FUSNA fue el más "discreto" de los centros de tortura de la dictadura. Allí, tanto los presos como sus carceleros, tanto los torturados como sus torturadores usaban capucha. Cuando se inició esa historia, algunos marinos pidieron la baja o desertaron, otros fueron destituídos y encarcelados. No fue el caso de los hermanos Lebel (2).
El ex ministro de Defensa Daniel Hugo Martins anota a favor de Alex Lebel que "en 1976 denunció la responsabilidad de la Armada en la desaparición de la maestra Elena Quinteros" (3), aunque no explica ante quienes realizó esa denuncia. Cuando fue citado por el juez Alejandro Recarey para declarar en la causa que investiga esa desaparición y asesinato, Lebel se negó a abrir la boca por entender que "la Ley 14.157 del 2 de febrero de 1974, en su artículo 6 inciso G, me impedía aportar datos de los hechos que se investigaban, atento a mi condición de Oficial Superior en condición de retiro," y que "era competencia de la Justicia Militar la tipificación de los delitos, de carácter militar, en los que incurriría si aportaba información sobre hechos clasificados como Secreto Militar." (4) Según lo dice él mismo en esa declaración, Alex Lebel informó de la responsabilidad de la Armada en la desaparición de la maestra Elena Quinteros... a la Armada. (5) UNA HISTORIA QUE TODOS CONOCEN El colega Freddy González comienza el reportaje preguntándole "cómo vivió la dictadura desde su puesto de militar," pero Lebel contesta limitándose a relatar el enfrentamiento del 9 de febrero de 1973, entre la marina "bordaberrista" y la policía, el ejército y la fuerza aérea "militaristas" (es de recordar que en el momento de esos acontecimientos Alex Lebel estaba cursando estudios de Infantería de Marina en los Estados Unidos); cerrando su respuesta con un "bueno, despues la historia todos la conocen." Cuando el periodista le pregunta cómo hizo un militar demócrata para sobrevivir a la dictadura dentro de las Fuerzas Armadas, Lebel salda el asunto diciendo que fue todo "un proceso sumamente complejo" y que -curiosamente- no se considera "ni más ni menos demócrata que sus camaradas." De todas maneras, el marino afirma que a consecuencia de su aficción democrática fue relegado en su carrera y por ello nunca ocupó ningún cargo de confianza ("Mi hermano, a quien yo le llevo dos años, hoy es el número uno de los capitanes de navío de la armada en antigüedad, o sea que más o menos (yo) podría andar en esa altura)." Ello no obstó -empero- para que integrara los servicios de inteligencia (antes y durante la dictadura), para que se le enviara a tomar cursos especiales en Estados Unidos y en la Universidad de Defensa de Pekín, para que fuera nombrado Comandante de la Fuerza de Mar, Capitán del buque escuela, agregado naval en Buenos Aires, etcétera.
Lebel asegura que toda su actividad fue signada por la intención de hacer las cosas "lo más profesionalmente posible," aunque no explica cuales eran los límites de esa "profesionalidad." Con una frescura insólita, explica que ejerció su cargo "dentro de los parámetros más próximos a mis convicciones democrático republicanas lo que podía ser dentro de ese período de dictadura. Alguno podrá preguntar: '¿Bueno, pero acompañó la dictadura?' Sí, formalmente seguí siendo un oficial militar, tanto como los médicos, los jueces y los arquitectos, (y acá no estoy repartiendo, no estoy socializando la culpa) que seguimos nuestra carrera." Sí, Lebel hace lo que dice que no hace: mezcla y entrevera todo. Pone a un mismo nivel ético a los médicos que siguieron atendiendo a los enfermos y a los arquitectos que siguieron diseñando edificios durante la dictadura; con los jueces que aceptaron formar parte de ella y los militares que -como él- fueron la dictadura.
Al preguntársele si él "puede hacerse algún tipo de autocrítica que el resto del cuerpo no se hace," Lebel elude la respuesta volviendo a minimizar su papel: "Yo no puedo hablar por los demás, puedo decir lo que yo hubiera hecho si hubiera tenido las potestades para hacerlo, hay que recordar que mi jerarquía tampoco me permitia hacer más alla de un simple pronunciamiento en función del poder que yo pudiera tener en cuanto a tropa a mi mando." Pero Lebel no se está refiriendo a las torturas que efectivamente cometió la "tropa a su mando," ni a los latrocinios, las detenciones extrajudiciales, los asesinatos, los robos de bebés, o las desapariciones cometidas por sus colegas de armas. No, se está refiriendo nuevamente a los acontecimientos del 9 de febrero de 1973 (sobre los que González nunca preguntó nada), y critica a los mandos navales de aquel entonces por no haber resistido con mayor firmeza ese golpe: "Sé lo que yo tengo que hacer si una situación así se planteara de vuelta, descarto esa posibilidad, pero sí hago una crítica a quienes tuvieron la conducción en aquel momento, una severa crítica. Yo creo que la preparación que tenemos nosotros es la guerra, y que si un día, lamentablemente se tiene que llegar al empleo de las armas, ese día hay que saber emplearlas, y no rendirse como en definitiva lo hizo la armada en su momento.
Cuando su entrevistador le pregunta directamente si vió torturar en unidades militares, Lebel baja un telón de acero: "Bueno... como usted sabrá -dice- se han expedido distintas organizaciones respecto a ese tema... yo tengo limitaciones de tipo legal y formal que me impiden... hay una cantidad de leyes que son de la época del proceso, que están en vigencia, que me impiden expedirme o hacer comentarios de las operaciones (en) que yo participé o ví participar," y rápidamente cambia de tema haciendo una larga digresión sobre el profesionalismo que -según él y el senador Korzeniak- deben ostentar las FFAA. Cuando el periodista -refiriéndose a los violadores de los derechos humanos que aún medran en sus filas- le pregunta si cree que las FFAA pueden democratizarse con todas las rémoras del pasado que todavía tiene adheridas, Lebel vuelve a entender mal la pregunta y se lanza en otra larga digresión en la que explica el carácter verticalista y no deliberativo que necesariamente deben tener todos los ejércitos, "bajo estrictas normas de conducción democrático-republicana." El final del programa impide la repregunta.
SER Y HACER Unos días después, Korzeniak y Lebel visitan la ciudad de San José. Allí, entrevistado por el periodista David Rabinovich, del periódico San José Hoy (6), el marino es un poco más explícito sobre su pasado. Relata que cuando egresó de la Escuela Naval lo "involucraron primero involuntariamente, y después sí, voluntariamente, en el accionar antisubversivo, tarea que desempeñé durante cinco años, y que reivindico también." Temiendo que se malinterprete su actual "izquierdismo", Lebel aclara como si hiciera falta: "Acá no se confundan y crean que porque yo tengo convicciones de un partido que está integrado también por personas del ex MLN (sic), como el senador Mujica, Fernández Huidobro o quien fuera, yo tengo algún tipo de alianza que viene de aquella época; no señor, eso no es así." Para que no quede ninguna duda de su irredención, explica: "Participé activamente en distintos procedimientos de los llamados antisubversivos, como un oficial, con 21 años de edad, integrado al puesto de Fusileros Navales.
Para si las moscas, Lebel insiste: "Participé cada vez -no vamos a entrar en detalles, porque la ley me lo impide- de las operaciones, estoy hablando de aproximadamente seiscientos procedimientos o enfrentamientos con la unidad a la cual pertenecía. Eso creo que también es importante destacarlo. No soy ajeno a los hechos, no me lavo las manos: soy un activo defensor del sistema democrático republicano, sea cual sea el enemigo que tengo de frente, llámense éstos golpistas integrantes de los Tenientes de Artigas o personas que al día de hoy siguen reivindicando la lucha armada como elemento o camino de toma al poder de un país (?). Cualquiera de los dos están enfrentados a mi posición política." Claro, Lebel conjuga en tiempo presente. En los años previos a la dictadura, defendió el "sistema democrático republicano" torturando, ordenando torturar, o tolerando la tortura. En los años de la dictadura misma, ni se le pasó por la cabeza enfrentar a los golpistas: fue golpista. En una parte de ese extenso reportaje, Alex Lebel dice: "Lo que uno hace es mucho más de lo que uno dice ser. A lo largo de toda mi carrera es lo que he demostrado." Tiene razón.
EL REINO DE LA CAPUCHA La lista de presos políticos que sufrieron torturas en las instalaciones del FUSNA durante la época en que Alex y Federico Lebel fungían dentro de su oficialidad es larga. Josefina Detta vivió esa pesadilla durante cinco años, y así los recuerda: "En el FUSNA, una de las cosas que va a ser constante es la venda. Cuando llego, vendada, el plantón fue el recibimiento: cinco días sin comer, sin poder ir al baño, parada. Cada vez que alguien entraba -y esto lo hacían muchas veces por día- gritaban ¡Atención! Y teníamos que levantarnos de inmediato, ponernos contra la pared, colocarnos la venda y esperar. La requisa era constante. En la noche siempre; a veces varias durante el día. No buscaban nada en particular, solo crear un clima de terror. Tiraban la ropa, rompían las cosas, desordenaban todo y luego lo teníamos que arreglar en cinco minutos... y vuelta a empezar. En esa pieza de diez por cinco nos tenían todo el día con la luz encendida. Nunca, nunca, nos dejaron salir al recreo. Y siempre esa luz prendida... Y en medio de todo esto, los gritos, el dolor, la desesperación de los compañeros torturados que nosotras escuchábamos. Días y días ese horror durante todos los años." (7) Cristina Martínez, otra de las "inquilinas" de la cárcel de la Armada, recuerda: "Me van a buscar a mi trabajo. Fueron de civil. Me encapuchan, me introducen en un vehículo particular y me llevan a mi casa, donde hacen una requisa y de paso se llevan un montón de cosas. El viaje terminó en Prefectura donde estuve seis meses en interrogatorio, es decir, sometida a torturas. De allí pasé al FUSNA donde la represión fue aún más acentuada porque todo estaba instrumentado para agredirte a vos y a tu familia. Hay que imaginarse lo que significaba para nuestras familias el hecho de entrar a ese lugar y ver a los soldados armados y con capuchas y a nosotros custodiados por otros encapuchados, y a la vez con nuestras cabeza cubiertas también con capuchas. Los guardias tenían todos su propia capucha hecha con la misma tela de los uniformes; las nuestras estaban sucias. Todo ese entorno era tétrico. Como si fuera poco ese clima, muchas veces nos dejaban largo rato encapuchados ante nuestros familiares, como para acrecentar el terror. Querían hacer gala del dominio que tenían de la situación. Los familiares, sobre todo la primera vez que pasaban por esto, quedaban poseídos por una agustia indescritible. Eso era precisamente lo que buscaban crear: angustia, desazón. Era terrible." (8) En carta publicada en la edición del semanario "Brecha" el 16.05.03, el periodista Carlos Casares recuerda como "convivió contra su voluntad" dos años con los hermanos Lebel en el cuartel del FUSNA: "Vendado, desnudo, golpeado y atado de pies y manos a la parrilla de una cama hasta que el peso del cuerpo lastima y deja marcas que todavía se pueden leer en piernas y brazos." En esas condiciones, explica que no puede determinar si quien le interrogaba era Alex o Federico Lebel, pero sí puede afirmar que "en diciembre de 1973, a seis meses del golpe (ambos) fueron responsables de la detención y traslado de quien escribe, de mi compañera embarazada, de otro querido compañero y de un grupo de estudiantes de química, jóvenes luchadores contra la dictadura." Casares explica que "para quienes estuvimos en el FUSNA muy sin cuidado nos tiene descifrar los matices de quienes participaron con mando en la represión de aquellos años (...) todos participaron de la represión, todos tienen responsabilidad por acción u omisión." Y agrega: "no seré yo quien les perdone." En este sentido, hay que señalar que el ahora "socialista" Alex Lebel no sólo nunca pidió perdón por haber hecho lo que evidentemente hizo, sino que -como se ha visto- ni siquiera está dispuesto a hablar del tema: ni ante la prensa, ni ante la justicia. Casares finaliza su carta explicando que la escribe "recordando a compañeros tupamaros presos y torturados también en el FUSNA en el año 1973," recordando especialmente "el ensañamiento con Sixto Artigas, Alejandro Baroni y el marinero Senecio da Fonseca," y "porque los compañeros Raúl Sendic, Hugo Forné, Ulises Olalde, Ronald Scarzella y María Condenanza ya no pueden hacerlo.
En el FUSNA de los hermanos Lebel también estuvieron detenidos y fueron sistemáticamente torturados los tupamaros Gustavo Vilaró, Rosita Barreix, decenas de militantes de los Grupos de Acción Unificadora, del Partido Comunista y del Partido Comunista Revolucionario (Maoísta). Xenia Ité, la última compañera de Raúl Sendic, sufrió el FUSNA durante siete años, y así lo recuerda: "Desde que me detienen me encapuchan, durante todo ese tiempo no vimos nunca el sol y el día. (...) Durante todos esos años, los fusileros usaban capuchas, se presentaban ante nosotros encapuchados, a su vez nosotros estábamos obligados a encapucharnos cuando ellos entraban gritando '¡Atención!' Una vez, cuando me sacaron por un pasillo, pude vichar por debajo de la venda y de refilón pude leer carteles en las paredes que decían 'No dé nombres, no dé grados, el enemigo escucha.' Por eso es que ellos usaban permanentemente la capucha. En esas condiciones estuve siete años, hasta julio del 79, cuando nos trasladaron a todas las mujeres al Penal de Punta Rieles. (...) Cuando llegué al Penal, literlamente no veía más allá de mis narices, porque en el FUSNA, al usar tantos años siempre la venda, la capucha, habíamos perdido la distancia para mirar, porque lo máximo era la celda de pared a pared. Tuvimos que ejercitar mucho la vista, mucho, mucho.
Tampoco sabía caminar, tropezaba en los recreos, tropezaba a cada rato porque en el FUSNA sólo podía caminar sobre un pedacito de monolítico. (...) A mí (Punta Rieles) me pareció un paraíso (...) podíamos gozar de 15 minutos de recreo y podíamos ver el sol y el cielo y el campo. 15 minutos después de 7 años de encierro absoluto era una cosa impresionante..." (9) NUEVAS CAPUCHAS El capitán de navío (R) Jorge Tróccoli sirvió en el FUSNA durante los mismos años en los que sirvieron los hermanos Lebel, y a pesar de que también se ponía la capucha cuando usaba la picana eléctrica, hace tiempo que al menos tuvo la valentía de reconocer que mientras estuvo allí torturó a los detenidos (10). Alex Lebel, en cambio, intenta borrar de un plumazo esa etapa de su vida, amparándose en el inciso G del artículo 6 de la Ley Nº 14.157 del 2 de febrero de 1974. Según esa ley de la dictadura, lo que hizo allí fue, es, y segurá siendo "secreto militar." Lebel sólo dice que lo que hizo, lo hizo "lo más profesionalmente posible". ¿Cómo se le pega a un detenido en forma "profesional"? ¿Cómo se aplica la picana eléctrica de acuerdo a los "parámetros democrático - republicanos"? ¿Alex Lebel ahora es bueno porque torturó sólo un poquito? Al parecer, a pesar de que el próximo 1º de marzo se cumplirán 20 años del retorno a la democracia, aún hay muchos que siguen usando la capucha. Alex Lebel, por ejemplo, ha puesto una gran capucha sobre su pasado. Pero también el senador Korzeniak y el Partido Socialista parecen haberse puesto sus capuchas para no enterarse del pasado de Lebel. Lo llevan de ciudad en ciudad y de mesa redonda en mesa redonda, para que hable de lo bueno que fue y de cómo deben organizarse unas Fuerzas Armadas realmente "profesionales.
¿Servirían unas Fuerzas Armadas "lo más profesionales posibles," que actuaran "dentro de los parámetros más próximos" a las "convicciones democrático republicanas"? Los militares realmente demócratas que se negaron a convertirse en violadores de los derechos humanos fueron excluídos de las Fuerzas Armadas. Los que no lograron escapar, sufrieron prisión y hasta tortura. El general Líber Seregni pasó el período de la dictadura en prisión, Alex Lebel, en cambio, fue continuamente ascendido durante todos esos años, y -curiosamente- no parece tener algo de qué arrepentirse. ¿Cómo es eso? ¿Alex Lebel "tenía coronita" y pudo sortear la dictadura sin ensuciarse las manos? ¿O es que la "coronita" se la ha puesto ahora el Partido Socialista? La Ley de Impunidad impide castigar a los violadores de los derechos humanos, pero eso no quiere decir que se deban "blanquear" sus pronturarios y proceder como si no hubiera pasado nada. Porque mal que les pese al senador Korseniak y a sus conmilitones: hay cosas que no se perdonan.
- (1) Ahora, Lebel diserta en la sede del Partido socialista, ver: http://www.ps.org.uy/noticias1023.htm (2) Sí es el caso de su padre, el contralmirante Oscar Lebel, quien protagonizó un curioso episodio de resistencia personal al golpe de Estado, ver: http://www.elpais.com.uy/Suple/EntrevistasDeDicandia/03/05/17/ (3) Ver: "La Armada al descubierto" por Samuel Blixen, en http://www.brecha.com.uy/hnnoticiaj1.cgi?595,13,0,0 (4) Ver: "Precisiones del Capitán Alex Lebel" en http://www.elpais.com.uy/03/12/10/ecos.asp?mnunot=ecos (5) "Informé al Sr. Juez, que toda la información, que pudiera estar en mi conocimiento, sobre este tema, ya había sido aportada a mis superiores de la Armada" (idem) (6) Edición del día 8 de octubre de 2004 (7) Capítulo "Fusna" del libro de Alberto Silva "Para muestra basta un botón, de la A a la Z (9) idem (9) idem, capítulo "Xenia" (10) Tróccoli no sólo torturó en el FUSNA, ver: "¿Quién es Jorge Tróccoli" por Samuel Blixen, en: http://www.derechos.org/nizkor/uruguay/troccoli2.html