Latinoamérica
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La ofensiva de las petroleras en Bolivia
Antonio Peredo Leigue
El presidente Carlos Mesa, abandonando sus bamboleos, se situó decididamente en la trinchera de las empresas transnacionales del petróleo, junto a los empresarios alarmados por la tendencia, cada vez más definida, de los movimientos sociales que luchan por la recuperación real de la propiedad de los hidrocarburos.
La razón es que, el señor Shapiro, tuvo una entrevista con el mandatario
boliviano y, usando la sala de prensa del Palacio de Gobierno, anunció a todo el
mundo que el gobierno de Washington defendería con todas sus fuerzas, los
intereses de las transnacionales del petróleo. En Bolivia, esas empresas, se han
apoderado del gas, mediante una serie de maniobras que se concretaron en leyes y
decretos dictados desde 1993 en adelante.
El gas nuestro de cada día
El primer gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada (quien ahora vive protegido en
Washington para no responder al juicio de responsabilidades iniciado contra su
gobierno), les entregó a esas empresas extensos campos de hidrocarburos, sobre
los cuales, la empresa estatal YPFB realizó estudios completos. Junto con los
campos, el gobierno les regaló los estudios; de ese modo, las empresas sólo
debieron perforar los pozos necesarios (ni uno más) para comprobar las grandes
existencias de gas depositado en el subsuelo boliviano. Pero, además, por un
simple decreto, Sánchez de Lozada, les otorgó la propiedad desde el momento en
que el gas salía del pozo; así, las empresas disponían volúmenes de explotación,
precios, vías de transporte, formas de comercialización, sin que el Estado
boliviano tuviese nada que hacer al respecto.
No contentos con semejante presente, las empresas se ingeniaron para reducir sus
inversiones, evadir impuestos y otras lindezas por el estilo. Llegaron al punto
de convencer a otro presidente, Jorge Quiroga, quien les otorgó la dispensa de
la perforación de un pozo en cada parcela de sus concesiones, como exigía el
contrato inicial que firmaron con el Estado boliviano.
Y déjanos caer en la tentación
Pero el mayor descaro de estas empresas, es el precio que pagan por apropiarse
del cada vez más apetecido energético. Sucede que, el petróleo, en un año, ha
escalado desde poco más de 20 dólares por barril, hasta 55 en los últimos días.
En ese mismo tiempo, que se sepa, el gas sigue 'valiendo' 1 dólar 30 centavos en
boca de pozo, precio de referencia interna para calcular el 18% que es lo que
aquellas empresas pagan al Estado.
Estamos hablando de un precio congelado por... ¿cuál es la razón?
Desde hace años, las empresas han convencido a todos (lo mismo gente común que
expertos) de que el mercado del gas es distinto, diferente, hasta contrapuesto
al mercado del petróleo. El caprichoso 'crudo' sube y baja en el comercio
internacional por obra y gracia de la creciente demanda. El gas, en cambio, se
comporta como un caballero: mantiene un precio estable, sin sobresaltos.
Claro que, quienes revisan un poco la historia, encuentran que hacían lo mismo
con el petróleo, cuando lo tenían bajo su control, hasta los años '70 del siglo
anterior. Como ellos eran dueños del 'crudo' desde que salía del pozo, lo
vendían al increíble precio de 2 dólares 20 centavos por barril. Fue entonces
que la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) recobró la
propiedad de ese hidrocarburo e impuso un precio, para entonces real, de 14
dólares por barril.
Es fácil concluir que, agotándose las reservas mundiales de éste, las grandes
empresas quieran mantener el control sobre el gas, con la ayuda (¡cuándo no!) de
los gobiernos del G7.
Desventurados los sumisos
Pero ocurre que no solamente convencen a todos de que, el precio del gas, debe
mantenerse inalterable. Además, logran entrar en nuestras mentes, para crear el
temor, terror, pavor a cualquier posibilidad de alterar 'el orden natural' de
las cotizaciones, orden que, por supuesto, ellas se encargan de establecer.
Tienen todas las armas en sus manos, incluyendo al Subsecretario de Estado
norteamericano a quien le ordenan llegar a Bolivia para advertir: 'cuidado con
cambiar las reglas del juego que nosotros dictamos; aténganse a las
consecuencias, si se atreven a hacerlo'. Claro que, un funcionario de tercera
categoría, como es el señor Shapiro, tiene que estar al servicio de esas
empresas. ¿Acaso los Bush no son accionistas de las transnacionales?
Alguien podrá decir que, las empresas no ganan mucho, si mantienen los precios
del gas en niveles tan bajos. Es válida la pregunta: ¿dónde está la ganancia?
El gas se compra barato. Una parte se industrializa, con lo que se elevan los
beneficios en proyección geométrica. Otra parte se comprime, transporta,
gasifica y finalmente vende a miles de kilómetros de donde se lo explota. En
cada una de esas operaciones, estas empresas ganan. Al final, sus beneficios son
cien veces mayores que las miserables regalías que dejan en nuestros países.
Mas líbranos del mal
De modo que debemos asumir el riesgo de desafiar esta ofensiva, para recuperar
lo que realmente nos corresponde como propietarios de ese hidrocarburo y de
todos los que se descubran en nuestro subsuelo.
Es esto lo que no ve, lo que no quiere ver, el presidente Carlos Mesa, su
gabinete, los respectivos superintendentes y varios parlamentarios. Los
empresarios bolivianos, comités cívicos y especies parecidas, son la punta de
lanza de la ofensiva que han lanzado las transnacionales del petróleo contra
Bolivia.