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Latinoamérica


Polémica entre familiares de víctimas y el Pentágono  por caída de aviones antinarcóticos en Colombia

  Las razones dadas sobre fallas mecánicas y error humano en dos casos, sumado  a los pocos detalles, no los convencen. Dicen que hay mucho más.

  Enero 22 de 2004   Tiene que ver con los resultados de dos investigaciones del Comando Sur de  E.U., para dilucidar lo que ocurrió con las aeronaves.
 La primera investigación concluyó que la caída del avión Cessna en el que  viajaban cuatro estadounidenses y un colombiano el pasado 13 de febrero, se  debió al recalentamiento de las hélices de la turbina.
 Dos de sus tripulantes, Tom Janis y Luis Alcides Cruz, fueron presuntamente  asesinados por guerrilleros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de  Colombia (Farc) y los tres restantes, Keith Stansell, Thomas Howes y Marc  Gonsalves fueron secuestrados.
 La segunda investigación se refiere al caso de otro avión Cessna de E.U. que  se precipitó a tierra cuando sobrevolaba las selvas de Colombia tratando de  ubicar a los secuestrados. Infiere que los pilotos se estrellaron con un  cerro que no vieron en el horizonte. En el incidente perecieron tres  estadounidenses: Ralph Ponticelli, James Oliver y Thomas Schmidt.
 En ambos casos, los reportes conocidos -un resumen del documento completo  que está en poder del Pentágono y por ahora lejos de la luz pública-  sostienen que "no existe evidencia de que los aviones fueron derribados por  fuego (disparos) de tierra".
 No convencen   Pero las razones dadas -falla mecánica y error humano- y los pocos detalles  suministrados sobre el particular, generaron malestar entre familiares de  las víctimas que consideran hay mucho más detrás de ambos incidentes.
 "Esas son puras palabrerías. Yo no acepto eso como explicación y voy a  elevar una demanda a través del Acto para la Libertad de Información para  que entreguen la totalidad de la investigación", dice Louis Ponticelli,  padre de una de las personas muertas.
 El malestar de los familiares tiene que ver también con otros antecedentes  de irregularidades en este programa de monitoreo aéreo -del cual hacían  parte los dos aviones- que depende del Pentágono y que se dedica a rastrear  cultivos de coca y actividad terrorista en Colombia.
 Antes, el programa estaba en manos de California Microwave Systems, una  contratista al servicio del Departamento de Defensa de E.U. Tras el  incidente del 13 de febrero, el contrato pasó a ser controlado por la firma  CIAO Inc.
 En noviembre del 2002, según un extenso informe del diario The Nueva Orleans  Times, dos pilotos que trabajaban en este programa renunciaron advirtiendo  que las misiones eran muy peligrosas pues los aviones utilizados, los  Cessna, no eran los adecuados para ellas. Incluso, pronosticaron un desastre  inminente.
 "El uso de aviones de una sola turbina durante día y noche (...) está  invitando a una catástrofe aérea en caso de una falla mecánica o de  congelamiento debido a las altitudes en las que se realizan estas misiones  en Colombia. En nuestra opinión, estas acciones (usar estos aviones)  muestran una falla en la administración pues exponen a la tripulación a un  accidente", decían Paul Hooper y Douglas Cockes en la carta enviada a  California Microwave Systems en la que anunciaban su retiro de la empresa.
 Los mismos pilotos advertían que los aviones eran usados sin tregua,  generado una "fatiga excesiva" a sus motores.
 Más grave aún, ya existían antecedentes sospechosos sobre el desempeño de  los aviones Cessna. En el 2001 una de estas aeronaves del programa tuvo una  falla mecánica mientras volaba, lo que la obligó a aterrizar de emergencia.
En enero del 2003, otro Cessna presentó un daño en las hélices de su turbina  casi idéntico a la que habría causado el accidente del 13 de febrero.
 De allí que Albert Oliver, padre de otra de las víctimas, demandó un reporte  del programa como tal más, que de las causas directas de los accidentes. "Yo  estoy aún muy preocupado, y me gustaría saber quién decidió que los Cessna  siguieran volando pese a la advertencia que hicieron los dos pilotos cuando  se retiraron", sostiene Oliver.
 SERGIO GÓMEZ MASERI  Washington  Corresponsal de EL TIEMPO