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El 23 de septiembre de 1973 fallece Pablo Neruda, dejando un gran sueño inconcluso:
la creación de un organismo que pudiera mantener vivo su legado y posibilitara
el desarrollo de las letras en las nuevas generaciones de chilenos. A petición
expresa de Matilde Urrutia, viuda del poeta, un grupo de cercanos lograría concretar
a mediados de los años 80’ lo que parecía imposible: crear la Fundación Pablo
Neruda. Sin embargo a más de 15 años de su creación, la institución que lleva
su nombre enfrenta severos cuestionamientos éticos y literarios, centrados principalmente
en las actuaciones autoritarias y polémicas de su Presidente, el ex ministro
de estado y actual inquisidor de lonkos mapuche en la zona de Traiguén, Juan
Agustín Figueroa.
Incluido en varias ocasiones entre los hombres más influyentes del país,
Juan Agustín Figueroa, ministro del Tribunal Constitucional, ex ministro de
Agricultura de Patricio Aylwin, abogado litigante y propietario de uno de los
estudios más importantes de la plaza, es el encargado de administrar actualmente
a través de su cargo de Presidente de la Fundación Neruda el legado de uno de
los poetas universales que más amó al pueblo mapuche y se comprometió con la
lucha de los pueblos oprimidos en general. Sin embargo y paradoja del destino,
desde diciembre del año 2001, fecha en que fue incendiada la casa de su
Pedro Cayuqueo
hijo en el sureño Fundo Nancahue, este abogado que
se declara ferviente 'nerudiano' se ha transformado en un implacable
perseguidor de dirigentes mapuches en la zona de Traiguén, logrando el pasado
27 de septiembre por parte de tribunales de La Araucanía una condena de cinco
años de cárcel para dos reconocidos lonkos por el cargo de supuesta 'amenaza
terrorista' en su contra.
Al cumplirse 30 años de la muerte del poeta, las
críticas contra las acciones de Agustín Figueroa sin embargo no provienen solo
de sectores mapuches que ven como el ex ministro traiciona impunemente el
legado cultural, político y moral del insigne Premio Nobel autor del épico
'Canto General'. Por el contrario, Figueroa ha sabido ganarse también la
enemistad de un amplio espectro de la intelectualidad chilena por dirigir los
destinos de la Fundación con un autoritarismo más que declarado. 'Como si se
tratara de otro de sus fundos', declaran varios entrevistados, quienes no le
perdonan el haber transformado el legado de Neruda en mercancía para turistas
del primer mundo y censurar deliberadamente al interior de la Fundación el
enriquecedor pasado político y militante del otrora poeta senador del Partido Comunista
y diplomático del gobierno de la Unidad Popular (1970-1973).
Desde su cargo de Presidente de
la Fundación Neruda, el cual desempeña desde su creación el año 1986, Agustín
Figueroa ha protagonizado una serie de polémicas con intelectuales, organizaciones
culturales, editoriales e incluso familiares directos del Nobel como el poeta
sureño Bernardo Reyes, sobrino nieto de Neruda, organizador de las famosas
jornadas del 'Tren de la Poesía' en Temuco y quién fuera unilateralmente
expulsado de la Fundación por el propio Figueroa el pasado mes de abril. ¿Las
razones?. Una simple 'reducción' de gastos económicos en una
institución-empresa que hoy percibe ingresos por más de 400 mil dólares al año.
Declarada la polémica, Figueroa fue tajante. 'Los actuales descendientes de la
familia de Neruda carecen de condiciones 'realzables' desde el punto de vista
cultural'. Es su estilo de administración. El estilo del dueño del Fundo
Nancahue.
El descarrilamiento
del tren
'Esta Fundación persigue como
objetivo general, según sus estatutos, el cultivo y propagación de las artes y
las letras. Su creación fue el resultado de una ardua labor que culmina con el
Decreto que le da existencia jurídica en junio de 1986. Su antecedente jurídico
inmediato es el testamento de Matilde Urrutia, viuda del poeta, donde instituye
la Fundación, formula sus estatutos y designa directores y consejeros', señala
el sitio
web de la Fundación como carta de presentación para los miles de usuarios
que lo visitan a diario y desde todos los rincones del planeta.
En dicho testamento a que se hace alusión en la nota, Matilde Urrutia manifestaba
una antigua aspiración de Pablo Neruda, como lo era el crear una institución
que garantizara el acceso de la población y principalmente de las nuevas generaciones
de jóvenes artistas a su legado
Juan Agustín Figueroa
poético y cultural. En efecto, poco antes de
cumplir los 50 años, el propio Neruda decidió donar toda su vasta biblioteca
personal junto a su famosa colección de caracolas a la Universidad de Chile con
el mismo objetivo: que se creara precisamente una fundación para el estudio de
la poesía, para el desarrollo de las artes y el resguardo de la naturaleza,
pero diversas circunstancias como la dictadura militar hicieron imposible o más
bien retardaron la realización de este anhelado sueño.
Fue a principios de la década del 70 y cuando
regresaba a Chile luego de su misión diplomática en Francia, que el poeta
expuso su voluntad de crear una fundación a su abogado y amigo Sergio Insunza,
quien de inmediato redactó y dio forma a esta voluntad, complementándola años
más tarde con el testamento de su viuda Matilde Urrutia, quien antes de morir pidió
a Insunza y su gran amiga Aida Figueroa que se hicieran cargo de los trámites
testamentarios. Matilde Urrutia, quien se unió al poeta en 1955 y contrajo
matrimonio con él doce años más tarde, testamentó sus bienes el 15 de enero de
1982, siguiendo al pie de la letra los deseos del autor de los veinte poemas de
amor.
Es así como en su testamento
establece la creación de la Fundación Pablo Neruda, a la que instituye como
'heredera universal' de gran parte de su patrimonio. Pero no sólo eso. Junto
con declarar a la corporación 'una fundación de beneficencia' cuyo objetivo es
'el cultivo y la propagación de las letras y las artes', Matilde Urrutia se
encarga de designar, antes de su muerte el 5 de enero de 1985, a los cinco
miembros originales que tendría el directorio. Estos fueron el pintor Mario
Carreño, el actor Roberto Parada, el escritor Jorge Edwards, Flavián Levine y
Raúl Bulnes, quienes debían cumplir el 'triple carácter de albaceas, herederos
modales y directores de la Fundación'. Es entonces cuando entra en escena la
figura de Juan Agustín Figueroa, hermano de Aída Figueroa, militante comunista,
una de las mejores amigas de Matilde y quien decidió aliarse con su hermano de
derecha y latifundista con el objetivo de rescatar Isla Negra, el patrimonio de
Neruda y formar la tan anunciada Fundación, todo bajo la anuencia de Matilde
quién no tardó en designarlo antes de morir como el quinto miembro de su
directorio.
Como abogado de prestigio, a
Figueroa le correspondería entonces la tarea de construir el andamiaje jurídico
para retornar el patrimonio nerudiano a sus herederos legítimos y poder cumplir
con el testamento del vate de Isla Negra. Sin embargo, con el paso de los años
esta relación de asesoramiento jurídico hacia la familia del poeta cambiaría radicalmente,
transformándose Figueroa lentamente en el verdadero amo y señor de la
institución. Su jugada maestra en este sentido fue el haber modificado a su
favor la composición del directorio designado por Matilde tras la muerte de los
originales Parada y Carreño, y la posterior renuncia de Jorge Edwards y Flavián
Levine. A partir de entonces, la nueva directiva presidida por Figueroa quedó
absolutamente en familia: Marcela Elgueta, su esposa, Aída Figueroa, su
hermana, Jorge del Río, miembro de su exclusivo staff de abogados y Raúl
Bulnes, uno de sus amigos más íntimos. A ellos se agregarían más tarde otros
dos directores designados: Volodia Teitelboin y Enrique Inda.
Si bien Agustín Figueroa
justifica hoy su cargo como Presidente de la Fundación Neruda por su 'cercanía'
con la obra del poeta, lo cierto es que para muchos la relación de Figueroa con
el mundo nerudiano no llegaría tan lejos y estaría cruzada mayormente en la
actualidad por una serie de oscuros intereses creados. Eso al menos reveló a la
prensa el poeta Bernardo Reyes tras ser expulsado recientemente expulsado de la
Fundación aduciendo Figueroa una serie de problemas 'económicos'. Reyes,
sobrino nieto del Nobel y quien dirigía hasta hace un par de años el famoso
Tren de la Poesía y un portal en Internet sobre poesía en Temuko, alega sin
embargo que le pagaban desde el año 1994 hasta abril de este año míseros 200
mil pesos que no le permitían pagar mensualmente más que el teléfono. 'Tan sólo
el Tren de la poesía -señala Reyes- costaba anualmente 15 millones de pesos y
la Fundación sólo aportaba 2.5 millones', debiendo conseguir la diferencia
entre otros entes privados y principalmente a la solidaridad de bolsillo del
municipio local, dirigido por Rene Saffirio.
Bernardo Reyes, al analizar su
abrupta partida de la Fundación, reitera que las razones económicas con que
justificaron su partida carecen de completo fundamento en los hechos. Más aun
considerando que la fundación junto con manejar gran parte de los bienes de
Neruda, administra alrededor de 400 mil dólares anuales, de los cuales 200 mil
son ingresos por derechos de autor. El resto de las ganancias proviene
mayoritariamente de la venta de entradas y souvenirs en las tres casas museo
(La Chascona, en Santiago; La Sebastiana, en Valparaíso, y la propiedad de Isla
Negra) que son visitadas anualmente por más de cien mil personas, en su mayoría
turistas extranjeros y cuya administración actual tampoco escapa a las certeras
críticas del poeta sureño.
'Al paso que van, terminarán
creando el banco o el supermercado Neruda, lo que tal vez puede no ser tan
terrible en la medida que se necesiten los recursos para administrar una
entidad privada. No obstante, la gestión cultural no sólo obedece a intereses
económicos, sino también a cuestiones espirituales, a un sentido de cultura, de
patria', sostiene Reyes. Y puede que no este muy equivocado, considerando que
actualmente la tarifa por fotografiar tan sólo alguna de las propiedades del
poeta asciende a la no despreciable suma de US$ 1.500. 'En todos los museos del
mundo tiene un determinado costo tomar fotografías o recurrir al archivo. En
ese sentido, actuamos de acuerdo a los parámetros internacionales', explicó sin
embargo a la prensa el propio Figueroa, cual experimentado operador turístico.
Para Reyes, esta mercantilización
promovida por la Fundación respecto de los bienes del poeta sólo estaría
logrando 'desnaturalizar' el legado de Neruda. 'No existe una gestión cultural
en esa organización, salvo la realización de algunos talleres de poesía'. Todo
lo demás, denuncia, sería nada más y nada menos que la comercialización
descarada de productos ligados a la figura de su destacado tío abuelo.
Neruda de Postal
'Hace hoy cien años exactos, un
pobre y espléndido poeta, el más atroz de los desesperados, escribió esta
profecía: Al amanecer, armados de una ardiente paciencia entraremos en las
espléndidas ciudades. Yo creo en esa profecía de Rimbaud, el vidente y debo
decir a los hombres de buena voluntad, a los trabajadores, a los poetas, que el
entero porvenir fue expresado en esa frase: sólo con una ardiente paciencia
conquistaremos la espléndida ciudad que dará luz, justicia y dignidad a todos
los hombres. Así la poesía no habrá cantado en vano'.
Con estas fervientes palabras
Pablo Neruda daba por terminado su discurso ante la Academia Sueca al recibir
en Estocolmo el Premio Nobel de Literatura aquel mítico 21 de octubre del año
1971. Era la voz del Neruda poeta y ferviente hombre político, quién reafirma
en dicha ceremonia y ante la humanidad entera su conciencia de ser parte de
aquel pueblo combativo que en los confines de América se jugaba por aquellos
días la posibilidad cierta de una patria más justa y solidaria para todos sus
conciudadanos. Varías décadas atrás, el 8 de julio de 1938 y en una ceremonia
realizada en el Teatro Caupolicán, había decidido ingresar al Partido Comunista
para combatir el avance del 'fascismo' junto a otros dos insignes de la
literatura chilena: Francisco Coloane y Ángel Cruchaga.
Sin embargo, esta faceta
ineludible para comprender su obra y su legado, es omitida de manera categórica
por Agustín Figueroa y sus secuaces en la Fundación, quienes en los últimos
años se han empeñado en evitar la publicación de valiosos textos sobre el autor
y relacionados precisamente con su pasado como ferviente partidario de la
izquierda marxista revolucionaria. Esto es lo que ocurrió el año 1998, cuando
Agustín Figueroa a nombre de los directivos de la Fundación impidió en
tribunales la publicación de un libro que recogía los discursos parlamentarios
de Pablo Neruda pronunciados entre los años 1945-1948 siendo senador del
Partido Comunista, alegando una supuesta violación sobre los 'derechos de
autor' que poseen de manera exclusiva por deseo de Matilde Urrutia y el propio
Pablo Neruda.
Si bien más tarde la Corte de
Apelaciones de Santiago autorizó la publicación de la obra, señalando que 'las
actas de sesión del Senado no están protegidas por la Ley 17. 336 sobre
propiedad intelectual', la actitud de la Fundación no dejó de llamar la atención
de los seguidores y estudiosos del poeta. Para Leonidas Aguirre, autor de la
obra en cuestión y que llevaba por título 'Discursos Parlamentarios de Pablo
Neruda (1945-48)', lo ocurrido -más allá de los supuestos derechos de autor
reclamados por la Fundación- sentaba un grave precedente respecto de la clara
'intencionalidad' de los directivos por silenciar una etapa en la vida del
poeta de gran valor para la ciudadanía. Volodia Teitelboim, miembro disidente
del directorio, estudioso del poeta y autor del prólogo del cuestionado libro,
llegaría a declarar más tarde que la obra de Aguirre trataba ni más ni menos
que de 'un capítulo imprescindible de la obra nerudiana, hasta ahora silenciado
y prácticamente inaccesible al conocimiento público'.
No sería la primera vez, en todo
caso, que la Fundación pondría problemas a los investigadores de la vida y obra
del poeta para publicar sus apócrifos estudios. A comienzos de la década de los
noventa, la Fundación Delia del Carril difundió un poema inédito de Neruda escrito
en 1973, dedicado a las Juventudes Comunistas de Chile y que estuvo postergado
por largos años al interior de la Fundación Neruda debido a su alto contenido
político. La historia nos cuenta que en septiembre del año 1973, como una forma
de motivar a los alumnos de la Universidad de Chile a participar de las
elecciones estudiantiles, un grupo de miembros del Centro de Alumnos de
Arquitectura le habría pedido al poeta que redactará una especie de manifiesto.
Neruda, muy atento, fue aun más lejos y escribió un hermoso y encendido poema,
del cual más tarde y tras el golpe militar del 11 de septiembre de 1973 nunca
más se supo.
Sin embargo, 19 años después, la
Fundación Delia del Carril difundió el poema inédito en un acto por el Día de
la Tierra que organizó en conjunto con la 'Corporación Syntesis'. Sólo allí se
pudo saber que el original del texto había sido donado muchos años antes por el
arquitecto Ramiro Insunza, ahijado del poeta, a la Fundación Neruda con la
condición de que fuera algún día publicado, pero como ésta jamás cumplió con el
acuerdo Insunza lo retiró para entregarlo a la Fundación Delia del Carril,
también dedicada a la obra del poeta y que recoge el nombre de su aristócrata
primera esposa. Según declaró por entonces el secretario ejecutivo de la
Fundación Neruda, Francisco Torres, la no publicación del poema no se debió a
algún tipo de censura política, sino más bien al 'olvido' causado por la gran
cantidad de proyectos que manejaban como institución. Hasta el día de hoy, por
cierto, nadie se ha creído dicha versión 'oficial'.
El poema de la polémica, para ser
sinceros, era bastante más político que los Veinte Poemas de Amor. Hablaba de
la tierra como una gran casa y alentaba a las Juventudes Comunistas a resolver
el gran problema del hombre: la vivienda. Es decir, la propiedad. 'El pez nada
en el ancho mar / vive bien. El zorro en su covacha, huele / a selva: no está
mal /… Sólo el hombre es miserable / sobre la tierra que le pertenece: / le
falta espacio, agua, cielo, luz, / techo, intimidad, felicidad: / Muchachos
comunistas: a ustedes les toca arreglar este / asunto: la vivienda, es decir,
la vida!', señala en parte este incendiario poema titulado 'Atención'.
Otro caso de censura previa por
parte de Figueroa sería el ocurrido con el escritor Julio Gálvez, ganador hace
unos años del primer premio en un concurso de ensayo auspiciado por la propia
Fundación Neruda. Este, a propósito de la expulsión de su amigo Bernardo Reyes
de la institución, aprovechó de denunciar hace unos meses el no cumplimiento de
los directivos del compromiso de publicar su trabajo premiado, tal cual lo
indicaban las bases del certamen, acusándolos por tanto directamente de censura
política. A los directivos, al parecer, no les agradó el Neruda presentado por
Gálvez en su trabajo titulado 'Testigo ardiente de una época'. Un Neruda
solidario, político, revolucionario y comprometido socialmente. 'A ellos sólo
les interesa mostrar al poeta coleccionista y lúdico', señaló entonces Gálvez
categórico y por cierto desilusionado.
Un caso aparte y que grafica como
los actuales intereses personales de Juan Agustín Figueroa determinan el rumbo
de la institución, es el ocurrido con el escritor Jaime Valdivieso, quien se
vio forzado a renunciar como miembro integrante del Directorio de la Revista
Cuadernos, que edita la Fundación, debido a la censura impuesta por el clan
Figueroa sobre un trabajo suyo relacionado con la poesía mapuche. 'El mensaje
me llegó a través de Aída Figueroa, hermana del Presidente y la razón era
porque a éste los mapuches en la región sureña le habían atacado uno de sus
fundos... Eso es pisotear las ideas de Neruda, que siempre defendió la cultura
mapuche en sus obras y en su vida política', señaló Valdivieso tras conocerse
la noticia. Y agregó. 'En el directorio de la Fundación no hay un especialista
y Juan Agustín Figueroa maneja el organismo cultural como si se tratara de un
fundo', finaliza categórico.