5 de mayo de 2004
El poder de Woodward
Ted Córdova
Paralelo 21/Radio Universidad de Guadalajara, México www.radio.udg.mx
El libro del periodista Bob Woodward- Plan of Attack-, está logrando un gran impacto que, algunos dicen, puede determinar el fin de la carrera política de George Bush y un cambio notable en la forma, estilo y ética de practicar la política en la superpotencia.
Esta implícita en este libro, la patente demostración del poder que puede alcanzar un solo periodista investigador, si lo hace con seriedad, rigor y, sobre todo, independencia.
Desde la revista electrónica Slate, que alternando imagen con texto, lo presenta como un persistente y enérgico investigador, al estilo del detective Elliot Ness de "Los Intocables" de Chicago, según la descripción de Kenneth Tucker que va tras los 'alcapones' de Washington, hasta el sutil enfoque antropológico de la columnista del NY Times, Maureen Dowd, que dijo simple y llanamente que el libro de Woodward era un estudio del 'gorilismo' en Washington. Hay muy diversas opiniones, --en general respetuosas- mientras los voceros de la ultraderecha republicana, una jauría que suele ladrar estridentemente, guardan un silencio sepulcral que huele a pánico.
La verdad es que el libro no fue premeditado ni fue el producto de una conspiración para desprestigiar a Bush, como pareciera por el efecto demoledor que va teniendo. Aunque parezca increíble, fue el propio Bush el que sugirió este libro. Woodward escribió (pag 244), que fue invitado a la Casa Blanca para una fiesta de Navidad del 2002. Aunque faltaban meses para que el presidente declarara la guerra a Iraq -escribe Woodwrd- Bush sugirió una secuela al libro "Bush en guerra', que ya había escrito y publicado Woodward ese año, sobre la Guerra contra el terrorismo y los talibanes en Afganistán. "Tal vez podría llamarse "Más Bush en Guerra", dijo con entusiasmo Bush. Y entonces su esposa, Laura, hizo un breve comentario: "Esperemos que no'.. Obviamente, Bush estaba ansioso por pasar a la Historia a través de la prestigiosa firma del periodista. Pero ahora Bob Woodward lo ha puesto implacablemente, y desnudo de argumentos, contra el paredón de la Historia.