Percy Francisco Alvarado Godoy
Escritor guatemalteco
El pasado 19 de marzo, al cumplirse un año de la criminal agresión norteamericana a Irak, el presidente George W. Bush declaró ante una representación de diplomáticos extranjeros acreditados en Washington, altos funcionarios de su administración y oficiales militares estadounidenses, presentes en el Salón Este de la Casa Blanca: "Muchos de los países representados aquí hoy también procedieron a liberar al pueblo de Iraq. Hace un año las fuerzas militares de una sólida coalición ingresó en Iraq para hacer cumplir las demandas de las Naciones Unidas, en defensa de nuestra seguridad y para liberar a ese país del mandato de un tirano. Para Iraq fue el día de su salvación."
Recorriendo con la vista a los presentes, como para comprobar que sus palabras eran creíbles, agregó: "Y es algo bueno que al mirar a Iraq los hombres y mujeres de todo el Oriente Medio logren un vistazo de todo lo que la vida puede ser en un país libre."
Las mentiras proferidas por Bush apenas si fueron creídas por los asistentes a la ceremonia. Unos a otros se miraron con reprimida burla, pues cada uno pensaba que los argumentos empleados para "liberar" a Irak habían dejado de ser sólidos y no merecen la menor consideración de alguien.
¿Cuál ha sido el costo de la pretendida liberación de Irak de manos de un tirano? ¿Realmente se ha convertido Irak en un país libre y capaz de ser envidiado por el Oriente Medio?
Sabido es que los invasores norteamericanos no fueron recibidos con flores al pisar el suelo iraquí. A pesar la superioridad tecnológica de las armas yanquis, la resistencia al invasor fue grande y sólo pudieron vencer tras cruentos combates. Las ciudades devastadas y en ruinas, atestadas de muertos civiles, abrieron entonces las puertas al invasor.
Luego, como todos sabemos, los Estados Unidos lograron involucrar a varios países en la detestable ocupación en Irak. Soldados de Inglaterra, Italia, España Bulgaria, Polonia Ucrania, Dinamarca, Estonia, Japón, Tailandia, El Salvador, Honduras, República Dominicana y otros, se vieron envueltos en tan abominable suceso.
Los iraquíes, por su parte, no han dado tregua al invasor, lo que pone en dudas las palabras de Bush sobre la alegría de los mismos con la ocupación de su Patria y la cacareada "libertad ofrecida" con la invasión. Falluja, Kirkuk, Basora, Nayaf, Amara, Kufa, Mosul, Bagdad, Sadr y cada rincón iraquí han sido testigo de la respuesta de la resistencia al agresor. Día tras día son hostigados por disparos, cohetes y minas colocadas por donde transitan sus vehículos. Día tras día mueren soldados invasores y son destruidas sus instalaciones. Tal ha sido esa respuesta, que ni el propio Departamento de Defensa ha podido ocultarlo.
El propio sitio del Departamento de Defensa norteamericano reconocía hace unos días que el número de soldados yanquis muertos en combate ascendía a 598. Sin embargo, sucesos desencadenados en el último fin semana ha disparado esta cifra a 613.
Una nota de Xinhua, aparecida en el día de ayer, señalaba por su parte que el número de soldados estadounidenses muertos en Irak ascendió a 610 con las muertes de siete soldados en un choque con militantes chiítas, conocidos como el Ejército Mehdi, en la ciudad de Sadr, cerca de Bagdad.
De los soldados muertos en Irak, 419 perecieron en combate y 191 en otros sucesos como accidentes, incendios y atentados suicidas, que demuestran la insegura suerte corrida por los mismos en ese país.
El incremento de la beligerancia hacia los invasores yanquis preocupa realmente a la administración Bush, pues se percata de la creciente oposición por parte del pueblo norteamericano a esta guerra. Los ciudadanos norteamericanos se horrorizan con el triste recuerdo de los ataúdes llegando de Viet Nam hace unas décadas y de Somalia en fecha más cercana. Poco a poco se va tomando conciencia sobre el hecho de que los ciudadanos comunes ponen los muertos, mientras que los grandes monopolios norteamericanos obtienen riquezas ilimitadas como resultado de esta agresión. Hoy no resulta extraño ver desfilar en las calles de las principales ciudades de Estados Unidos a veteranos de Viet Nam y de otras conflagraciones, junto a familiares de los soldados muertos en Irak.
Sin embargo, no sólo han muerto los soldados de Bush en esta guerra. Otros países, comprometidos con la administración norteamericana en esta conflagración criminal, han visto regresar a sus hijos muertos en combate. Las víctimas británicas llegaron a 58, de los que murieron 20 combate y 38 en otras acciones no combativas.
El resto de las naciones implicadas en la agresión a Irak han aportado 47 soldados muertos en combate, desglosados de la siguiente forma:
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Italia (17)
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España (8)
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Bulgaria (5)
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El Salvador (4)
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Ucrania (3)
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Tailandia (2)
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Estonia, Dinamarca y Polonia (1)
Junto al creciente número de soldados perecidos en combate, las fuerzas norteamericanas tienen ya más de 3000 heridos en la contienda.
Por su parte, es el pueblo iraquí el que más ha padecido en esta guerra. Las víctimas civiles se estiman entre los 8 800 y los 10 600, mientras que los soldados y oficiales muertos durante la agresión se estiman entre 4 800 y 6 300.
Al analizar estas cifras que entrañan tanta muerte injustificada, uno no puede menos que preguntarse: "¿Es eso lo que realmente deseaban los iraquíes?"
No cabe duda que la libertad prometida por Bush al pueblo de Irak no le agrada en lo más mínimo a los ciudadanos de ese país, como está dejando de agradar a los propios norteamericanos, cansados ya de poner los muertos en una contienda injustificada y cruel.
Bush pagará algún día las culpas por tamaña estupidez.