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Internacional


9 de marzo del 2004

Si Kerry es la respuesta, ¿Cuál es la pregunta?

William Blum
Conterpounch
Traducido para Rebelión por Felisa Sastre

De todos los asuntos que se plantean en la campaña presidencial, ninguno es más importante para mí que el de la política exterior. Y lo digo no porque se trate de mi área de especialización sino porque los bombardeos, las invasiones, los golpes de Estado, el uranio empobrecido, y otros horrores que constituyen habitualmente la política exterior de Estados Unidos han ocasionado a los pueblos del mundo mucho más sufrimiento y desesperación que cualquier otra política que repercuta en el interior de Estados Unidos. Yo no aspiro a "cualquiera que no sea Bush". Yo anhelo un presidente que ponga fin a las interminables e indecentes intervenciones de Washington contra la humanidad. Es el único camino, además, para terminar con largas décadas de odio que han sido la causa del crecimiento de los terroristas anti-estadounidenses.

Estoy tan desesperado con la idea de tener la oportunidad de votar a alguien que pueda hacerlo, que hace pocos días me permití sentir una brizna de optimismo cuando escuché a John Kerry responder a una pregunta sobre la situación de Haití y afirmar que la Administración de Bush "tenía un odio teológico e ideológico hacia Aristide" que le había llevado a "apoderar" a los rebeldes (1).

Para mí, ese comentario revelaba una diferencia significativa de matiz en la política exterior de Estados Unidos hacia la comprensión del mundo, que rara vez se escucha en labios de un político estadounidense. ¿Podría ser- me preguntaba- que Kerry, de verdad, estuviera unos niveles por encima de la retórica y de las opiniones predominantes en tales asuntos? (Debo advertir que, debido a mi casi nula esperanza, rara vez sigo de cerca la trayectoria de los políticos del establishment, hasta el punto de que sólo muy recientemente he conocido algo concreto sobre Kerry; de hecho apenas podía distinguirlo de Bob Kerrey, antiguo senador por Nebraska).

Como suele ocurrir, al día siguiente Kerry dio una charla dedicada en su totalidad a sus opiniones sobre política exterior, y en particular sobre la guerra contra el terrorismo (2). Mi corazón entonces perdió el optimismo: Kerry pidió que se aumentaran en "40.000 efectivos las tropas en activo"- para ser exactos, no el tipo de consuelo del que está hambriento el conmocionado mundo . "Nada tendrá importancia si no vencemos en la guerra ideológica", afirmó Kerry, "necesitamos tener una mayor iniciativa en la diplomacia para cruzar el puente que separa al Islam del resto del mundo. Para educar a la próxima generación de jóvenes islámicos necesitamos un esfuerzo internacional que compita con las madrasas radicales". Es decir, se trataba de un tema de relaciones públicas para mejorar la "imagen", mientras se ignoran las razones del anti-americanismo. Sin tener en cuenta que el problema no se debe a los malentendidos ni a la pobreza. Se trata de las intervenciones, estúpido; se trata del daño que hemos causado a esos pueblos (3).

"Hemos visto lo que ocurre cuando se somete a los jóvenes palestinos a una dieta de propaganda anti-israelí", añadió- De nuevo, ninguna importancia a lo que Israel ha hecho con los palestinos; según él, se trata exclusivamente de un asunto propagandístico; los palestinos se convierten en kamikazes porque alguien les ha dicho algo, no porque Israel haya destrozado sus vidas. En efecto, Estados Unidos lo ha hecho notablemente bien en la "guerra de las ideas". En junio de 2003 el Pew Research Center publicó los resultados de una encuesta realizada en 20 países musulmanes y en los Territorios Palestinos que revelaba que aunque la gente entrevistada tenía mucha más "confianza" en Osama bin Laden que en George W. Bush, "el informe sugería que la correlación entre al apoyo a Bin Laden y la hostilidad hacia las ideas y los manifestaciones culturales de Estados Unidos era pequeña. La gente que expresaba opiniones favorables a Bin Laden apreciaba la tecnología y los productos culturales estadounidenses en la misma medida que los que se oponían a él. Tanto los que respondieron a favor o en contra de Bin Laden diferían muy poco en sus opiniones acerca de la viabilidad de una democracia al estilo occidental en el Mundo Árabe" (4).

De hecho, Kerry aludió a esa encuesta en su charla, pero sólo mencionó el apoyo a Bin Laden olvidando las aparentes contradicciones que mostraban el resto de las respuestas.

"Reforzaré la capacidad del servicio de inteligencia y de la aplicación de la ley en el interior del país y forjaré coaliciones internacionales más fuertes para conseguir una mejor información y las mejores posibilidades de identificar y capturar a los terroristas incluso antes de que lleguen a actuar"- Como si Estados Unidos no estuviera ya controlando, pinchando teléfonos, espiando a cualquier institución del mundo y a todas las criaturas que se mueven en la Tierra, y encarcelando sumariamente a miles de ellos. Parece ser una reflexión que lanza Kerry con el fin de demostrar- como en otras muchas otras ocasiones- que no existe diferencia entre su visión de la política exterior y la que mantiene la Administración de Bush.

"No dudaré en ordenar acciones militares directas cuando sean necesarias para capturar y destruir a grupos terroristas y a sus líderes"- como el Washington Post reflejaba: "Kerry pareció subrayar su propia doctrina preventiva en el discurso" (5).

Kerry criticó a Bush por no dar recursos suficientes para el National Endowment for Democracy - Probablemente pensaba que pisaba un terreno seguro: la palabra "democracia" siempre vende bien. Pero ese fue su comentario más deprimente. Exigir más dinero para una organización que fue creada, literalmente, para actuar como fachada de la CIA, y que durante 20 años ha desestabilizado gobiernos, movimientos progresistas, sindicatos y otros que se encuentran en la lista negra de Washington (6). ¿Qué podría resultar peor para Kerry, el desconocer lo que hace la NED o el conocerlo? Suena como otro comentario para salir del paso y dar a entender que existe una diferencia entre él y George Bush.

En resumen, ¿qué es lo que nos ofrece? Ni una sólo palabra sobre los centenares de miles de personas muertas por las acciones militares de Estados Unidos en Afganistán e Irak; ni una sólo referencia a algo que Estados Unidos haya hecho jamás en cualquier parte del mundo que pudiera conducir razonablemente a alguien a tener un resentimiento justificado contra nosotros y a buscar venganza.

Ni una sóla palabra sobre acabar, o al menos, reducir las intervenciones.

No es preciso un cinismo total para señalar que en el mejor de los casos, las diferencias de John Kerry con la Administración Bush en política exterior - hasta donde pueda haberlas, si realmente las hay- son mínimas diferencias de opinión entre tecnócratas, en las que Kerry ofrece unos pocos ajustes, unos retoques aquí o allí. La mayoría de sus sugerencias políticas se refieren a proyectos que la Administración de Bush ya han puesto en marcha.

En resumen, nada que amenace o cuando menos desafíe la forma habitual de enfocar la política exterior estadounidense. ¿Qué remedio para las agresiones del matón puede esperar el mundo de una Administración Kerry? ¿Qué reparación de los daños cometidos en nuestro nombre podemos esperar los estadounidenses?

Creo que puedo volver a ignorar a los políticos del orden establecido.

2 de marzo de 2004




Notas

(1) Newsday (New Yorj), 27 de febrero de 2004.

(2) Talk at UCLA
http://international.ucla.edu/article.asp?parentid=8320 ,27 de febrero de 2004.

(3) Sobre esta tesis, véase el artículo del autor : , "Myth and Denial in the War Against Terrorism
http://www.counterpunch.org/blum08122003.html" en: http://members.aol.com/bblum6/myth.htm.

(4) Ibid.