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Europa


Soldadito español, ¿qué haces en Iraq?

J.M. Álvarez
Cádiz Rebelde

Al dirigirme a ti, y para que no te llames a engaño, debo decirte que mi condición antifascista me obliga a solidarizarme con la lucha heroica que lleva a cabo el pueblo iraquí en su empeño por expulsar a los invasores de su país de los que tú formas parte. Condeno la ocupación militar de Iraq impuesta por los soldados imperialistas, y me es indiferente su nacionalidad u origen.
¿Recuerdas cuando el Sistema denominaba "misiones humanitarias a las intervenciones militares en otros países? Seguro que caíste en la trampa y llegaste a creer, igual que tu familia, que el ejército se había convertido en una especie de ONG, que para evitar problemas mezclaba fusiles con asistencia médica y reparaciones de carreteras. Nada nuevo bajo el sol. Es la vieja táctica del palo y la zanahoria. Tú no entendías mucho de esas cosas, ni te interesaban porque tenías la necesidad de ganar algo más de veinte mil durillos (creo que un cabo percibe ochocientos euros al mes) golpeado por la "opulenta" sociedad del desempleo y de la precariedad laboral. Más tarde viajaste a los Balcanes, para sumar unas dietas al sueldo, aunque seguías sin ser consciente de dónde te habías metido. Por desgracia, ahora las cosas han cambiado para peor.
Han cambiado a peor porque el desarrollo del pensamiento único global-fascista está llamando a las cosas por su nombre. De las misiones de "paz" hemos pasado al concepto de "guerra preventiva" y ésas son ya palabras mayores. Ahora estás integrado en un ejército colonial subordinado al Imperio nazi del Cuarto Reich, al que sirves en la ocupación de dos países en contra de la voluntad de sus habitantes y de más de medio mundo. Si no nos oponemos a esa estrategia, el imperialismo cometerá nuevos crimenes en Irán, Cuba, Siria, Venezuela, Colombia y dios sabe dónde más.
Soldadito español, ¿no ves a tu familia desgarrarse cuando partes hacia una guerra que no es la tuya? ¿Sabes que el único motivo de tu presencia en Iraq es proteger los intereses de las multinacionales y del Gobierno estadounidense que están despojando al pueblo iraquí de sus recursos naturales? ¿Sabes que España se beneficiará parcialmente de los aproximadamente 77.000 millones de euros en esa nación árabe en doce años, y que esos beneficios, para la oligarquía española, estarán manchados de sangre inocente iraquí? ¿Que tienes tú en común con esa oligarquía que te utiliza por cuatro perras para saquear y asesinar a tus hermanos iraquíes?
¿Acaso hay algo en común entre tu condición de soldado raso y esa casta militar que comparte desde el principio la posición militarista del Régimen? Algunos de ellos han sido abatidos por la guerrilla iraquí, pero ni siquiera en sus familias vislumbramos emociones cuando dicen fríamente que cayeron en el cumplimiento del deber y en la defensa de la patria. Si hubieras sido tú la víctima, ¿crees que los tuyos habrían tenido ánimos para entonar en el funeral algún himno militar en honor de quien se jugaba la vida, y mataba, por la necesidad de conseguir unos pírricos ochocientos euros al mes si los comparamos con los sueldos de tus jefes?
Los mercenarios clásicos se reconocían como tales sin complejos. En ese sentido, incluso tenían un cierto atisbo de dignidad. Pero tus jefes, en un vano intento de eludir esa realidad que tanto les incomoda, apelan constantemente al falso patriotismo o al imperativo del cumplimiento del deber. ¿Y cuál es ese deber en este momento? La defensa de los intereses de los millonarios.
Por ironías del destino fue Aznar el que dijo: "Quien asesina en nombre de un dios, o de un modelo de organizacion social o economica, no es un patriota; es un asesino" (N.York 2.003). Las fuerzas invasoras de las que formas parte acuden a misas de campaña para orarle a Dios, comulgan, y hasta son bendecidos antes de partir a masacrar a un pueblo al que quieren imponer a sangre y fuego un modelo social y económico que no desea. Aznar acertó. Involuntariamente, claro.
Soldadito español, ya sabes lo que defiendes. Estoy seguro de que tú no deseas asesinar a gente inocente ni imponer ningún modelo social por la fuerza. Para luchar contra el terrorismo (el otro cuento que te dicen) no es necesario ir tan lejos. La única forma de luchar contra el terrorismo es denunciando el carácter criminal del imperialismo globalizador que provoca su aparición y que, en muchas ocasiones, le ayuda a nacer para utilizarlo en beneficio propio. Soldado, tú eres de nuestra clase, ¿qué haces en Iraq? Tu pertenencia al pueblo, y posiblemente tus seres queridos, exigen tu vuelta. Rompe, en cuanto te sea posible, el compromiso que te une a un ejército colonial. Regresa y únete a la resistencia contra el nuevo fascismo del siglo XXI.