Europa
|
31 de marzo del 2004
Aznar y el rincón de la Historia
Jaime Richart
Aznar dijo que su propósito era sacarnos del "rincón de la Historia". Y para sacarnos se arrimó a Bush y nos ha mantenido fuera de ese rincón durante dos años y medio... dando la nota.
En realidad no sabemos si nos sacó a todos de un rincón, ni siquiera si estábamos en él. Lo que sí parece ahora es que quien se salió fue él. A nosotros, a los ciudadanos españoles a excepción de sus votantes, nos dio una patada en el trasero cuando nos manifestamos ruidosamente contra sus propósitos aberrantes de meternos en una guerra de botín y contra natura. Se empeñó en hacer causa, bandera personal, de su responsabilidad política oponiéndola a su imaginada irresponsabilidad del pueblo. Otro caudillo militar nos había "salvado" del comunismo 63 años antes. Pero este caudillo civil, Aznar, sin olvidar a las "hordas comunistas" en sus oraciones parlamentarias, quiso sacarnos a empellones del rincón de la Historia con la que habíamos empezado a enlazar (precisamente a través de Europa), despreciando la bronca nacional que el pueblo español le dedicó cuando se unió a ese otro caudillo universal que también se considera enviado del cielo...
En este caso no es el comunismo. En este caso es el terrorismo manipulado, inventado, magnificado por el mesías del capitalismo salvaje de quien Aznar es su segundo epígono en importancia después del anglosajón. Todo, para hacer entre los tres de las suyas.... Poco le importó a Aznar el clamor y la repulsa general. Como el maestro o el padre que tienen las claves del pensamiento y la experiencia de las que carece el alumno y el hijo, Aznar hizo caso omiso de la protesta generalizada, y, como un iluminado de tres al cuarto, hizo lo que era de su "convicción" según sus propias palabras, que en roman paladino equivale a hacer "lo que le salió del escroto". Lo mismo que hace el sátrapa, el tirano o el dictador que no tienen ciudadanos sino súbditos...
En democracia (por más que estén todas falseadas) estas actitudes son aberrantes y merecen un castigo ejemplar. Su idea fija, la del paranoico, visión quijotesca de armas inexistentes, la mantiene Aznar con pretendida seriedad y solemnidad hasta cuando el bufón y execrable Bush bromea con su propia mentira. Lo mismo que hace cuando, a título de despedida de Europa, dice que dijo la verdad sobre el 11 M. La mentira permanente como herramienta de trabajo...
Lo que hizo Aznar es sacarnos del rincón de la Historia para incorporarnos por cuatro años a la aventura neoliberal, depredadora; para meternos en la caverna. Ahora el relevo tiene la ardua tarea de sacarnos de ella y de devolver nuestro destino azaroso a Europa, de donde nunca debimos salir. Nuestra historia tiene este sino. Los dirigentes centrales, del signo y por la causa que sea, nos meten y nos sacan de ella a su antojo como el bandolero trata a su banda. No acaban nunca de sintonizar más que con una pequeña parte del pueblo que no les tiene respeto sino devoción: la de los listos, la de los turiferarios, la de los aventajados... Todo, con tal de no llevar el paso de los países que nos rodean.
Pero lo que sí parece claro es que los disparates fascistoides y las barbaridades terminan pagándose; el tiempo hace su trabajo. Y Aznar será quien se quede definitivamente en el rincón en el que él solo se metió. Nosotros ya hemos salido de él. Ahí, en ese lugar sombrío y no sólo como metáfora, es donde le corresponde estar. Nos conformaremos, ya que no será fácil conseguir que un Tribunal Internacional le incoe un proceso criminal donde se pueda comprobar si todos sus despropósitos y los de sus ministros han sido cometidos a conciencia y con dolo, o son fruto de la necedad que también merece el infierno. Esa necedad que tiene que ver con la cortedad culposa del político necio, escondida en raudales de charlatanería insoportable a lo largo de todo su mandato...