Europa
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Sobre terrorismos y fundamentalismos varios
Andrés Capelán
Comcosur/Montevideo
Al igual que el 11 de Septiembre de 2001, el pasado 11 de Marzo el mundo entero se volvió a sacudir ante otro brutal atentado terrorista en su zona metropolitana. Es lógico, ese tipo de bárbaros asesinatos masivos de civiles no son habituales en esos lugares desde las épocas de la II Guerra Mundial.
En aquellos tiempos, en cambio, tanto el Eje nazi-fascista como sus enemigos, los Aliados, practicaron ese tipo de terrorismo en territorio europeo, asesinando población civil desde Guernika hasta Dresde, pasando por Dachau y Buchenwald (1).
Sin embargo, y también desde esa misma época, este tipo de acciones terroristas han sido casi ³pan de todos los días² en los países periféricos.
Argelia, Viet Nam, Guatemala, Palestina, Irak... la lista es larga, larguísima. Claro, la mayoría de estos ataques terroristas no fueron perpetrados por grupos independentistas o por fundamentalistas religiosos sino por los ejércitos de los países más ³respetables² del mundo. Por no abundar: el bombardeo de los barrios populares de Ciudad de Panamá por la aviación estadounidense en diciembre de 1989 no fue otra cosa que un acto terrorista, una masacre masiva de inocentes que no escandalizó a ningún mandatario europeo.
Lo que asusta a los ³ricos y famosos² de los crímenes de estos ³11,² es que el terror está golpeando en el seno mismo de la metrópolis, y que los muertos, estas veces los han puesto ellos y no los desposeídos de los suburbios del planeta. Por eso las amplias coberturas periodísticas mundiales, las ³breaking news² y las ediciones especiales. Ninguno de estos periódicos del establishment que han editado -tanto ayer como hace dos años y medio- profusos suplementos especiales, ha publicado alguna vez algo medianamente comparable sobre las masacres en Ruanda o en Uganda; aunque allí fueron asesinadas brutalmente muchísimas más personas que en New York, Washington o Madrid. Es lógico: al fin y al cabo los muertos en Ruanda o en Uganda (o en Haití) no son más que ³negros pobres.² Y los negros pobres tienen una cotización mucho más baja que los europeos o los estadounidenses en la Bolsa de Valores de los Mass Media (¿diez a uno? ¿cien a uno? ¿mil a uno? creo que mucho más...).
Pero además, resulta hasta irónico escuchar -antes al presidente Bush y ahora al presidente Aznar- hablar de que ³combatirán al terrorismo hasta derrotarlo.² Como si el ³terrorismo² fuera un ejército de carne y hueso y no un método de lucha que usan los desesperados, los codiciosos o los mezquinos. Como si no entendieran que con la guerra sólo se logra más guerra y se entra en un círculo vicioso del cual es imposible salir. La violencia se alimenta de violencia: Bush y Bin Laden (puestos meramente como símbolos) son socios en la misma empresa y uno se retroalimenta del otro. Bush no hubiera podido lograr sus objetivos hegemónicos si no hubiera existido Bin Laden, por eso ³lo inventó² (como también ³inventó² a Sadam Husein), y viceversa. La ³Guerra contra el Terrorismo² de Bush sólo nos ha traído más guerra y más terrorismo. Con sus promesas de más violencia, Aznar también parece olvidar que Felipe González ya antes intentó infructuosamente derrotar a ETA en el campo militar, aplicando lisa y llanamente el terrorismo de estado y la guerra sucia de la mano de sus GAL.
Pero hay un terrorismo del que nadie habla, y a mi modo de ver, es el terrorismo primigenio, el padre de todos los demás: el Terrorismo Económico.
Porque en definitiva no ha sido nunca otro el responsable de los demás terrorismos, que sólo son sus derivados. Porque detrás de cada fundamentalismo religioso o étnico, se esconde siempre este otro fundamentalismo hijo de la codicia o de la lucha contra la codicia. Desde que el hombre inventó la agricultura -posibilitando así la acumulación de la riqueza- nuestra historia no ha sido otra cosa que la lucha de unos por conservarla, de otros por apropiársela para sí, y de unos otros para repartirla equitativamente entre sus iguales.
En los últimos años, hemos venido asistiendo a una abrumadora acumulación de capital, sólo comparable a la de las épocas de la conquista de América y la rapiña de Asia y África a manos de los muy respetables europeos. Cada vez hay más riqueza, y esa riqueza cada vez está en menos manos. En la loca carrera por acumular más y más, los países centrales, sus instituciones financieras, sus millonarios, sus empresas, y sus gobiernos; no paran mientes en usar cualquier método a su alcance para desangrar más y más a los habitantes de los países periféricos. En los años 60 su mira estuvo puesta en Indochina, en los 70 en América Latina, en los 80 en África, en los 90 (y hasta hoy) en Asia... (Esto puede parecer muy esquemático. Lo es).
Esas aguas, y no la maldad innata de algún fanático religioso o racista, son las que han traído estos lodos. Los ³líderes mundiales² lo saben muy bien, pero no están dispuestos a renunciar a su super-explotación imperialista para pacificar el mundo. Acusan a sus enemigos de ³fundamentalistas² sin reconocer que ellos practican un ³Fundamentalismo Económico Capitalista² que -como todo fundamentalismo- no acepta la existencia de otras opciones económicas (la de Cuba, por ejemplo). Pero además, la guerra permanente es un excelente negocio en muchos frentes. En lo estrictamente económico, la venta legal e ilegal de armas es una de las actividades más lucrativas. La fabricación de esas armas y su inmediata destrucción, es la mejor manera de seguir produciendo riqueza sin redistribuirla.
En lo ideológico, esa situación de guerra permanente funciona como la excusa perfecta para limitar las libertades individuales y colectivas. De esa manera, los países centrales están hoy en excelentes condiciones para controlar a su población (las ³Actas Patrióticas² legisladas por el gobierno de Bush el pequeño son un ejemplo paradigmático de ello), a la que -disimuladamente- también han comenzado a super explotar. Mientras los ciudadanos comunes europeos y estadounidenses miran con desconfianza y temen al extranjero y al inmigrante, sus gobiernos no sólo limitan sus derechos, sino que cierran sus fuentes de empleo y las trasladan a la periferia, mengüan cada vez más la asistencia social estatal y rebajan sus salarios.
Precisamente, con este planteo de ³lucha contra el terrorismo,² y ³contra todos los fundamentalismos étnicos y religiosos,² los poderosos logran que la verdadera lucha, la lucha de clases, pase a un segundo plano. En su libro ³Antropología Cultural,² el antropólogo estadounidense Marvin Harris cita a su colega y connacional T.B. Bottomore hablando este asunto: ³Tanto la persecución, segregación y explotación de énclaves minoritarios por mayorías raciales y étnicas solidarias, como el propio activismo solidario de los énclaves minoritarios pueden contemplarse como formas de lucha política y económica que preservan la pauta global de la estratificación de clases. En lugar de organizarse para mejorar las escuelas, barrios, empleos y servicios de salud de todos, las minorías étnicas y raciales buscan su propio provecho a expensas de otras minorías. El chauvinismo étnico, empuja así a Olos que no tienen nada¹ contra Olos que tienen poco¹, permitiendo a Olos que tienen todo¹ mantener su concentración de riqueza y poder.² (2) Estoy de acuerdo.
(1) Curiosamente, los campos de concentración modernos fueron ³inventados² por los españoles, quienes los utilizaron en Cuba durante la guerra por la independencia de la isla (1898) con el fin de concentrar a la población rural en una zona concreta donde sería más fácil su control y evitar así su apoyo a la revolución Martiana.
(2) Marvin Harris-Antropología Cultural-Alianza Editorial, LB 3002 (1990) T.B. Bottomore - Classes in Modern Society-Random House (1966)