Europa
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3 de marzo de 2004
Cañones o mantequilla
José Francisco Martín Seco
El presidente de la Reserva Federal, con la finalidad de reducir el déficit público, recomienda disminuir las ayudas médicas y las pensiones antes que elevar los impuestos. Greenspan es de derechas, como casi todos los gobernadores de los bancos centrales. Se puede estar o no de acuerdo con su propuesta, pero al menos se agradece su claridad. Pensiones o impuestos. Cañones o mantequilla, que aprendíamos en primero de facultad.
Lo malo es que quienes nos predican por estos lares quieren hacernos creer que se puede lograr todo al mismo tiempo: poseer pensiones y sanidad europeas, manteniendo impuestos tercermundistas. Bush es de derechas y alardea de serlo. Por eso baja los impuestos a los ricos y derrocha el superávit presupuestario que heredó de Clinton en gastos militares para favorecer a sus amigos. Y cuando el déficit resulta insoportable, Greenspan, que está en la misma onda, propone bajar las pensiones y los gastos médicos. Nuestra derecha, en cambio, es vergonzante, adopta medidas parecidas a las de Bush aunque nos las quiere vender como medidas sociales. Nuestra izquierda también es vergonzante y renuncia a mantener unos planteamientos mínimos de izquierda, por lo que termina defendiendo el mismo programa que la derecha.
España se encuentra a la cola de Europa en gastos sociales. Siete puntos del PIB separan a nuestro país de la media europea. Los mismos siete puntos que lo diferencian en presión fiscal. Y pretenden convencernos de que rebajar el IRPF es progresista y social. Todos prometen reducir el tipo marginal máximo del impuesto, el de aquellos que cobran más de 16 millones de pesetas. Alegan que debe igualarse al del impuesto sobre sociedades, pero, a continuación, proponen también reducir éste. Proceso al infinito.
Argumentan que el IRPF únicamente lo pagan los trabajadores. Lo cual va siendo verdad gracias a que las respectivas reformas han discriminado positivamente a las rentas de capital y han eliminado el régimen de transparencia fiscal, con lo que se permite que los profesionales y los grandes patrimonios se transformen impunemente en sociedades y tributen como tales. «Todos mis amigos son sociedades», afirmaba un antiguo ministro de Hacienda, con la diferencia de que entonces la administración tributaria podía perseguirlos y obligarles a tributar como personas físicas. Hoy, tributan como sociedades legalmente.
La sociedad americana se caracteriza por poseer un enorme grado de desigualdad. Algunos gobiernos lo incrementan sustancialmente con reformas fiscales, pero no quieren o no pueden engañar a nadie. Fue el caso de Reagan. La oficina presupuestaria del Congreso puso de manifiesto los efectos negativos que produjo en la redistribución de la renta. Igual ha ocurrido con Bush. En nuestro país nunca se publican los resultados y por eso, con absoluto descaro, se puede afirmar que la reducción del IRPF beneficia a los pobres.
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