El viernes millares de madrileños enfurecidos se concentraron frente a la sede del PP para condenar al gobierno por la manipulación informativa sobre los responsables de los atentados del 11 de marzo y por su participación en la guerra contra Irak junto a Bush y Blair, que había provocado las sangrientas represalias.
Estas manifestaciones prolongaban las que en el período anterior cubrieron España entera, en las que más del 90 por ciento de los españoles se pronunció contra la guerra, clamor que fue desoído por Aznar. El domingo los resultados quedaron a la vista. España entra a una etapa nueva, que puede marcar el inicio de una reversión de los procesos de derechización verificados en Europa. El descalabro de Aznar
Lo primero a subrayar es la magnitud del descalabro del gobierno y de la victoria socialista. El PP cayó de una mayoría absoluta de 183 en el Congreso de los Diputados de 350 miembros a 148, mientras el PSOE saltó de 125 a 164. La Ezquerra Republicana catalana tuvo una progresión espectacular, de 1 a 8 diputados, en tanto la CIU de Jordi Puyol bajó de 15 a 10. Izquierda Unida tenía el sentimiento agridulce, al decir de Llamazares, de haber contribuido a la derrota del gobierno "mentiroso y autoritario" y a la movilización social, que abrían camino a un gobierno progresista y democrático, y a la vez de haber perdido cuatro de sus nueve diputados, por la influencia del voto útil y de un sistema electoral no proporcional.
La votación por regiones ofrece mayores elementos de juicio. En ellas el PSOE avanzó, en algún caso se mantuvo, pero no retrocedió en ninguna. Exactamente a la inversa aconteció con el PP: en ningún caso progresó, en muchos bajó, en algunos quedó igual. La votación fue de una notable homogeneidad en toda España. Realzada por el hecho de que fue la de mayor participación popular de las 9 que tuvieron lugar desde la muerte de Franco en noviembre de 1975.
Con el 77 por ciento largo del electorado, creció en más del 9 por ciento en relación a la de 2000. En esto pueden haber influido los últimos acontecimientos y la manipulación del gobierno, que llevó mucha gente a pronunciarse en contra. Todo ello en el cuadro de una enorme movilización popular, ya que en las demostraciones del viernes en solidaridad con las víctimas y contra del terrorismo participó la tercera parte de la población. El del domingo fue, así, un veredicto categórico del pueblo, que superó las maniobras del gobierno y de las encuestas, algunas groseramente sesgadas, amplificadas por los medios. El retiro de las tropas de Irak
En sus primeras declaraciones, el lunes por la mañana, el futuro presidente del gobierno José Luis Rodríguez Zapatero subrayó su decisión de retirar de Irak a los 1.300 efectivos de tropas españolas, a más tardar el 30 de junio. Es el compromiso que había formulado en el curso de las manifestaciones contra la guerra de Bush-Blair-Aznar, que lo vieron participar en primera línea. La votación del domingo se produjo en una fecha simbólica: exactamente un año antes, el gobernante español se reunía con los de EEUU y Gran Bretaña en las Azores para preparar la ofensiva en Irak, descerrajada contra la opinión del Consejo de Seguridad y del mundo el 19-20 de marzo pasados. El líder socialista reiteró ayer que la intervención militar fue un enorme error político y que la ocupación de Irak trajo "grandes desastres", se pronunció contra las guerras unilaterales, en defensa de la vigencia de la ONU y de las normas internacionales. Las víctimas españolas en Irak comprenden soldados, oficiales y agentes de inteligencia, y también se ha apuntado contra objetivos españoles en Casablanca, Marruecos. Reversión de la tendencia
El líder socialista afirmó que en la elección se expresó la voluntad de cambio de los españoles. Por el lado de la política exterior podrían venir los primeros cambios, de indudable proyección internacional. Se habló también de recomponer el gasto social, recortado por Aznar. Europa vive en el último período un proceso de derechización, que modificó radicalmente el mapa de gobiernos socialdemócratas en la mayoría de los países de la Unión Europea. El último episodio se dio en Grecia, donde dos décadas de gobierno del socialista Pasok (con un breve intermedio) fueron cortadas por la derechista Nueva Democracia. El lúcido y masivo pronunciamiento del pueblo español puede estar anunciando la reversión de esta tendencia.