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Europa

3 de febrero del 2004

żNueva imagen para la OTAN?

Alberto Piris
La Estrella Digital

El nuevo secretario general de la OTAN, el holandés Jaap de Hoop Scheffer, que fue ministro de Asuntos Exteriores de su país, recién instalado en su cargo ha publicado un artículo en International Herald Tribune. Su título es muy significativo: "A bruised alliance marches on"; podría traducirse así: "Una alianza con magulladuras sigue avanzando". Y la imagen que se transmite, quiéralo o no su autor, es la del boxeador, fuertemente tocado y con el rostro lleno de moretones, que en el cuadrilátero se esfuerza en cerrar distancias con su rival para seguirle golpeando. Bueno es, para empezar, que quien está ahora al timón de la OTAN no se haga grandes ilusiones sobre el estado real de la organización que le ha tocado dirigir, todavía dolorida tras la grave perturbación que la invasión de Iraq produjo entre sus miembros.

Sin embargo, no inspira mucho optimismo el comprobar que, para concluir el artículo, el señor De Hoop alude disciplinadamente al discurso del Estado de la Unión, pronunciado por Bush el mes pasado. Discurso que, según una gran mayoría de analistas políticos, se orientó sobre todo a las próximas elecciones presidenciales, y en el que se siguió inyectando miedo al electorado, en una alocución cargada de siniestras perspectivas cuando se trató de la política exterior de EEUU y de la sempiterna amenaza terrorista. El secretario general de la OTAN tuvo que esforzarse para encontrar una alusión favorable: "EEUU nunca debe olvidar la vital contribución de sus aliados internacionales, ni menospreciar sus sacrificios". Pero tuvo que pasar por alto varias frases más contundentes -como "EEUU nunca pedirá permiso para defender la seguridad de su pueblo"- que, en la usual jerga bushística, señalan la sostenida voluntad de Washington para decidir siempre lo que mejor le parezca, sin consultar con nadie. Que ahora la Casa Blanca mendigue la intervención de la ONU en Iraq, para salir del serio embrollo que allí ha generado, no significa que Bush haya dejado de considerarla un "irrelevante club de debates", como declaró en el pasado.

Esta OTAN, con su rostro desfigurado por moretones, se mueve en un confuso espacio de maniobra. Es significativo que, al empezar a aludir a sus misiones, el artículo citado lo haga refiriéndose a Afganistán. Recordemos que la OTAN, según el texto de su Tratado fundacional -todavía no modificado al respecto-, nada tendría que hacer en aquellas lejanas tierras asiáticas. Si está allí ahora es porque la política exterior de EEUU así lo requirió cuando decidió cambiar por la fuerza el régimen talibán de ese país - en venganza por el 11-S- y luego lo dejó de lado, al orientar hacia Iraq sus principales esfuerzos bélicos. Voces muy significativas se han resistido en Europa, sin mucho éxito, a la utilización de la OTAN como una caja de herramientas que EEUU emplea según sus propias necesidades.

Pero Afganistán no es precisamente un modelo de país pacificado, reconstruido y reestructurado según líneas democráticas, como lo muestra la realidad cotidiana. Carl Bildt -que fue el primer administrador internacional en Bosnia-Herzegovina- ha publicado un resumen de siete reglas para la restauración de los estados. Casi ninguna se cumple en Afganistán: 1) establecer muy pronto un ambiente de seguridad; 2) antes de iniciar la reconstrucción, hay que restablecer el Estado; 3) saber qué tipo de Estado se quiere restaurar; 4) crear las condiciones para un crecimiento económico a largo plazo; 5) el ambiente de la zona debe ser favorable; 6) el proceso se facilita si aumenta la cooperación internacional; y 7) la restauración del Estado resulta siempre más larga y costosa de lo que inicialmente se cree. Pocas de estas condiciones

-salvo la última- se dan hoy en Afganistán, y la OTAN, magullada o no, no parece estar en condiciones de dar pasos firmes en ese sentido.

Más preocupante para los españoles es que el secretario general recuerde que la OTAN está apoyando a la División polaca desplegada en Iraq. La Brigada española forma parte de esa División. Afirma De Hoop: "Si los aliados decidiesen que la OTAN ha de hacer más, puede y lo hará. Mi tarea, como secretario general, es garantizar que, si se toma la decisión, la OTAN esté dispuesta a hacer el trabajo". Una vez más, la OTAN aparece como la caja de herramientas de unos "aliados" que, en la práctica, carecen de capacidad decisoria propia y siguen al pie de la letra lo que se determina en Washington.

La OTAN habrá de esforzarse en breve para acoger a siete nuevos miembros. Sus problemas inmediatos, más que en Afganistán o Iraq, se hallan en los Balcanes; en tender puentes a Rusia y Ucrania; en vigilar la inestabilidad en el Cáucaso y no crear desconfianzas en torno al Mediterráneo. Muchas de estas preocupaciones son también europeas; la superposición de responsabilidades y misiones entre Europa y la OTAN traerá también bastantes quebraderos de cabeza a ambas partes. Si sobre este complejo mosaico de problemas se proyecta la paranoica visión de Bush de una guerra universal contra un terrorismo indefinible, todo parece indicar que el verdadero problema que habrá de afrontar la OTAN será una variante aguda de esquizofrenia política. En esas circunstancias, como un boxeador tocado, se esforzará sobre todo por permanecer en el cuadrilátero, no arrojar la toalla y seguir en pie a cualquier precio. No parece muy alentadora esta nueva imagen de la OTAN.
Alberto Piris
General de Artillería en la Reserva
Analista del Centro de Investigación para la Paz (FUHEM)