14 de enero de 2004
Ocaso de la democracia
Susi Pola
Rebelión
Para la mayoría de la gente la presente coyuntura resulta incomprensible y las opiniones y proyecciones del pueblo enganchado a analista, se acompañan por estos días de grandes dosis de incredulidad, estupor, sorpresa, miedo y rabia. Por lo tanto, no seré superficial en este fin de año que nos deja en la estupefacción completa y no seguiré con el silencio siempre cómplice de las "masas silentes" aquéllas.
Es verdad que hacer del mundo una democracia conlleva el cambio profundo de las mentalidades, las creencias y los valores de mujeres y hombres, a pesar de que el concepto más socorrido sobre la democracia se fundamenta en lo político y en las relaciones entre la sociedad y el Estado, entre el gobierno y la ciudadanía y entre los grupos sociales. Sin embargo, es bueno que se sepa que esta idea es reduccionista, estereotipada y mentirosa y que, por consiguiente, lo que se nos está presentando desde el poder y las propuestas electivas, es una falacia burda y escandalosa.
Si algo bueno nos deja este 2003 es que se lleva nuestra inocencia, torpe disculpa para manipularnos, y apuntando el nuevo año estamos sabiendo muchas más cosas, como conocer que no existe democracia económica en ningún país del planeta y que hay seguridad y consumo sólo para el 15% de los habitantes, localizados en su totalidad en las zonas centrales de la economía mundial, quienes acumulan el 80% de la riqueza del planeta; mientras existe la propuesta de dictaduras, guerra y hambre para un 30% que se sitúa fuera del sistema y un 50% que trata de sobrevivir en periferias, con subempleo, sin vivienda digna, problemas de acceso a la sanidad, educación e incluso a la alimentación básica.
Aprender que el 75% de la población mundial sólo posee el 5,4% de la riqueza del planeta ha sido un proceso vivido y experimentado, sin necesidad de que los discursos politiqueros se esfuercen por adornarlo.
El neoliberalismo, viejo y rapaz capitalismo disfrazado, asentado sobre el patriarcado, sigue reforzando la marginación de la mayoría de la humanidad, entre la que nos encontramos las mujeres en mayor cantidad, convirtiéndonos en las portadoras de los 2/3 del total de horas trabajadas, producimos del 44% de los artículos alimentarios, mientras recibimos tan sólo el 10% de los ingresos y poseemos el 1% de las propiedades.
Como dice la filósofa mexicana Marcela Lagarde, es esta visión patriarcal la que ha permitido concentrar bienes materiales y simbólicos, como la tierra, el dinero, el capital, las mujeres, el saber, el poder político, en mano de los hombres, asegurando la expropiación de todas las posesiones de las mujeres, como su cuerpo, los productos de su creatividad y sus bienes, convirtiéndonos en posesión, bajo control y tutela, y logrando excluirnos de los ámbitos, las actividades y las funciones más valoradas y poderosas que se mantienen reservadas para los hombres.
Al fin hemos sabido que la organización patriarcal neoliberal del mundo produce formas extremas de explotación de todo tipo para mantener en la pobreza y marginación a la mayoría de hombres y mujeres, en niveles internacionales y locales, sin importar el modo de lograrlo: es igual cuando se invaden territorios ajenos, en el orden internacional, que cuando se manipulan los mecanismos de participación democrática, en el orden local.
Da lo mismo que sea allá o aquí, en cualquier plano, éste ha sido el año del ocaso de la Democracia. Ojalá que en el 2004 podamos comenzar el proceso de resucitarla.