Europa
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G. Buster
Rebeli�n
11-Ene-2004
La VII Asamblea Federal de Izquierda Unida (IU), celebrada
en Madrid del 19 al 21 de diciembre, ha supuesto ante todo la afirmaci�n de
una estrategia pol�tica para derrotar al Partido Popular anclada en la izquierda.
La existencia de esta estrategia es m�s necesaria que nunca cuando despu�s de
dos per�odos legislativos con gobiernos presididos por Aznar - que han supuesto
no solo una consolidaci�n de las pol�ticas m�s neoliberales y centralistas,
sino el alineamiento sin condiciones del Estado Espa�ol con la Administraci�n
Bush y una grave erosi�n de las libertades democr�ticas- la derecha amenaza
con una tercera victoria en las elecciones legislativas de marzo con Rajoy como
candidato.
�C�mo es posible esta situaci�n de hegemon�a de la derecha m�s centralista y
neoliberal en el Estado espa�ol? Y ello a pesar de la mayor oleada de movilizaciones
sociales que ha tenido lugar desde el final del franquismo (contra el Banco
Mundial, Sintel, contra la presidencia espa�ola de la UE, contra el Plan Hidrol�gico
Nacional, contra la reforma educativa, contra la guerra en Iraq y el 15F, la
huelga general del 20J, contra el desastre ecol�gico del "Prestige", Puertollano,
la participaci�n en el FSM y el FSE y la defensa de los derechos democr�ticos
del pueblo vasco�). Sin entender el marco social y pol�tico y las tareas a las
que se ve confrontada la izquierda en general, y la izquierda alternativa en
particular, no es posible comprender el significado de la VII Asamblea de IU.
De hecho esta situaci�n de hegemon�a de la derecha, si bien tiene ra�ces profundas,
ha sido el resultado de una recomposici�n pol�tica del PP y una derrota del
PSOE tras las elecciones municipales del 25 de mayo del 2003. El PP ha conseguido
as� limitar la sedimentaci�n electoral a la izquierda de la extensa movilizaci�n
social que, aunque de manera desigual, comenzaron a recoger las encuestas de
opini�n tras la huelga general del 20J del 2002, volvi�ndola a desviar en parte
hacia la abstenci�n. El 25M el PSOE obtuvo 700.000 votos m�s, superando al PP
en 100.000 votos. Estas cifras hay que compararlas con los 43.000 votos de ventaja
del PP en las anteriores elecciones municipales y con los 300.000 con los que
gan� las �ltimas elecciones generales. Seg�n las encuestas publicadas en mayo
del 2003, el PSOE hubiera podido ganar entonces unas elecciones generales con
un 2,5% m�s de votos que el PP, pero no obtener una mayor�a absoluta. La derecha
espa�ola hab�a perdido la mayor�a social, pero sal�a casi intacta por lo que
se refiere a su poder institucional y se manten�a unida en un solo bloque pol�tico
(de cuyo apoyo depend�a adem�s la derecha catalana para mantener en la Generalitat
a CiU) frente a una oposici�n extremadamente dividida.
Zapatero y el PSOE fueron incapaces de tomar la iniciativa pol�tica y plantear
una alternativa al PP que fuera m�s all� de un estricto bipartidismo basado
en prometer una gesti�n "amable" y de "centro" de las mismas pol�ticas neoliberales
y centralistas de la derecha. Su subordinaci�n a la derecha sigui� siendo especialmente
dram�tica en el "pacto antiterrorista", convertido por el PP en el ariete de
la polarizaci�n pol�tica entorno a la cuesti�n vasca y la propuesta Ibarretxe.
Su miedo a una reforma constitucional, una anunciada pol�tica fiscal regresiva
y su continuo enfrentamiento con la izquierda nacionalista en Galicia (BNG)
imped�an que se llegase incluso a plantear una pol�tica de alianzas contra el
PP.
Apoy�ndose en su enorme poder institucional y medi�tico y en la movilizaci�n
real de la base social de la derecha, Aznar prepar� el acoso y derribo de la
posible alternancia bipartidista del PSOE a trav�s del golpe de efecto de los
esc�ndalo de la Asamblea de Madrid y del Ayuntamiento de Marbella, en los que
la compra de diputados y concejales del PSOE no solo fren� en seco la posible
alternancia bipartidista, sino que coloc� en primer plano los recuerdos y la
realidad de la corrupci�n del "Felipismo", que Zapatero, evidentemente, no hab�a
sabido superar. Las encuestas de opini�n �por si hacia falta otra constataci�n
que la p�rdida de votos del PSOE en las segundas elecciones auton�micas de Madrid-
colocaron a finales de octubre al PP cuatro puntos por encima del PSOE y un
sector del electorado de izquierdas volv�a a refugiarse en el abstencionismo.
El �xito inmediato de la contraofensiva de Aznar �que le permiti� resolver de
paso sin problemas la cuesti�n sucesoria en el PP designando a Rajoy- oblig�
al Gobierno Vasco a aumentar la prudencia ante el bloqueo de cualquier evoluci�n
del PSOE en su actitud ante el Plan Ibarretxe, de la que depende en buena parte
sus posibilidades de exito. El siguiente movimiento de Aznar fue dirigir toda
su artiller�a contra Maragall, ERC y su propuesta de reforma del estatuto catal�n
ante las elecciones de noviembre en Catalunya. La victoria de Maragall pod�a
no solo desalojar a CiU de la Generalitat - privando al PP de su principal aliado
en caso de no revalidar la mayor�a absoluta en las elecciones generales de marzo-,
sino que adem�s ofrec�a un modelo de alternativa distinto al del bipartidismo
de Zapatero. Maragall jugaba a recoger el voto efecto de las enormes movilizaciones
sociales en Catalunya de los �ltimos a�os, no tanto directamente como a trav�s
de ERC e ICV-EUiA, en una alianza de la izquierda plural que plantease adem�s
la reforma del estatuto, condici�n para una mayor capacidad de gesti�n fiscal
y gasto social.
La formaci�n del gobierno de izquierdas en Catalunya, a pesar de todas las maniobras
de CiU y del PP, ha cambiado el panorama pol�tico frenando la contraofensiva
de Aznar y ha colocado en primer plano una alternativa pol�tica para derrotar
a Rajoy en marzo que es m�s realista en cuanto a sus posibilidades de �xito
que el bipartidismo de Zapatero. Pero es que adem�s se sit�a claramente a la
izquierda, con una pol�tica de alianzas plural que tiene que apoyarse en la
presi�n social y en el fin del mito de la inmutabilidad de los estatutos de
autonom�a y, finalmente, la Constituci�n, la madre de todos los pactos post-franquistas.
Evidentemente, la contraestrategia del PP y de Rajoy se basa ahora en enfrentar
la alternativa de la izquierda plural catalana al bipartidismo de Zapatero,
mantener atado a este �ltimo al yugo de los "pactos de estado" y agitar el espantajo
de la desintegraci�n del Estado espa�ol para mantener movilizada en un solo
bloque a su base social. Pero a pesar de la estupefacci�n de Zapatero y de su
equipo, de las presiones internas de las distintas familias pol�ticas del PSOE
y de los grupos econ�micos y medi�ticos que le apoyan para mantenerlo en el
estricto bipartidismo, las cosas empezaban a estar cada vez m�s a claras a finales
de tan tenebroso a�o. Mientras Bono e Ibarra segu�an en su l�nea habitual en
el paradigma virtual del "centro espa�olista", Chavez se desmarcaba y comenzasba
a defender, milagro de los tiempos, una "alianza catalano-andaluza" para reformar
los estatutos de autonom�a. Para Zapatero ya no se trataba de pasar, como en
octubre, de la "oposici�n �til al cambio sereno y responsable", en una formula
digna de Groucho Marx, sino en ir hacia la derrota (y la jubilaci�n) por la
v�a luminosa del bipartidismo o arriesgarse a extender al resto del Estado,
aunque fuese parcialmente, la formula catalana de la izquierda plural, con el
riesgo de abrir la caja de pandora de la reforma constitucional.
IU con esos pelos
IU llegaba a la nueva coyuntura pol�tica a finales del 2003 y a su VII Asamblea
Federal por los pelos y a medio peinar, pero llegaba. La VI Asamblea Federal,
celebrada hacia tres a�os, la hab�a recogido de la UVI tras la "era Anguita"
en la que el fracaso de la pol�tica de sorpasso del PSOE, la escisi�n
de Nueva Izquierda y la ruptura con ICV hab�a terminado con el sorprendente
y s�bito giro de 180 grados de Frutos y la alianza electoral sin programa con
el PSOE. IU se hab�a colocado en su resultado electoral m�s bajo, en una ca�da
continua desde 1995 que amenazaba con convertirla en una fuerza extraparlamentaria
y en provocar su explosi�n.
Aunque hab�a pocas dudas sobre el estado pre-ag�nico del enfermo, los diagn�sticos
de c�mo tratarlo variaban considerablemente. Para Frutos, secretario general
del PCE y �ltimo responsable de IU tras el infarto de Anguita, el remedio era
un giro radical en el funcionamiento de IU que asegurase una linea pol�tica
�nica, definida por un PCE hegem�nico, la condena de la l�nea de Madrazo en
Ezker Batua en nombre de la defensa del "constitucionalismo espa�ol" y una pol�tica
subordinada de alianzas con el PSOE que aceptase la correlaci�n de fuerzas electoral
en la izquierda, sin ponerla en cuesti�n. Frutos consigui� aliar al aparato
central del PCE con la direcci�n mayoritaria del PC e IU en Andalucia y Madrid
(Alcaraz y Perez) y obtuvo el 39,38% de los votos. Nines Maestro, por el contrario,
consider� que hab�a que mantener el giro a la izquierda iniciado con la pol�tica
de sorpasso, eliminando ambig�edades y entroncandola en los movimientos
sociales antiglobalizaci�n, en una lucha abierta por su direcci�n pol�tica que
cambiase la naturaleza misma de IU y la transformase en una organizaci�n anticapitalista.
Junto con la CUT andaluza, sectores del PCE y organizaciones trotskistas como
CEA o el PRT, obtuvo el 18,02% de los votos, que se transformar�an poco despu�s
en la Corriente Roja. El bloque que apoyo a Gaspar Llamazares era mucho m�s
heterog�neo, pero estaba unido por la voluntad de defender la soberan�a de IU
y de sus federaciones frente a los intentos hegemonistas de la direcci�n del
PCE y conservar la organizaci�n como un instrumento abierto, plural y democr�tico
al servicio de los movimientos sociales alternativos. Sus se�as de identidad
era la defensa de la autonom�a de Ezker Batua para definir su propia pol�tica
de alianzas con el nacionalismo democr�tico en Euskadi y la promesa de discutir
de todo sin tab�s en un horizonte post-PCE. La lista de Llamazares obtuvo el
42,59% de los votos y la Coordinaci�n General por un solo voto en el nuevo Consejo
Pol�tico Federal /1.
De hecho, Llamazares estaba en minor�a y solo hab�a llegado a la Coordinaci�n
General por la cat�strofe electoral que hab�a acompa�ado la alianza de Frutos
con el PSOE y que hab�a dividido profundamente al PCE, haciendo imposible una
coalici�n, incluso temporal, de su corriente con la de Nines Maestro. Esta tem�a
con raz�n acabar siendo victima de los escasos h�bitos democr�ticos internos
del aparato del PCE (de los que ya hab�a pruebas en Madrid y otras federaciones
de IU). Su debilidad le oblig� a un enorme esfuerzo, apoyado en un equipo muy
reducido, para hacerse con el control de la direcci�n pol�tica del grupo parlamentario
(nunca lo consigui� con el grupo en el Parlamento Europeo), de la Presidencia
y, en menor medida del Consejo Pol�tico Federal �los tres principales organismos
centrales de IU- en medio de una agobiante crisis financiera por la deuda heredada.
Aunque se comenzaron a acumular elementos de una nueva orientaci�n pol�tica
-como el deseo de abrirse a los movimientos sociales alternativos, la recomposici�n
de las relaciones con los sindicatos y las izquierdas nacionalistas, el replanteamiento
de las imprescindibles relaciones con el PSOE desde un proyecto aut�nomo no
subordinado-, la propia debilidad de IU, la continua tensi�n en la direcci�n
con el aparato del PCE y el extremo fraccionalismo en las federaciones bloquearon
cualquier avance real hasta finales de la presidencia espa�ola de la UE, en
junio del 2002.
Llamazares y su equipo apoyaron la entrada de EB en el Gobierno Vasco, para
acompa�arla a continuaci�n de todo tipo de ambig�edades y se�ales contradictorias,
bajo la presi�n de un PCE que exig�a la defensa del "constitucionalismo espa�ol"
y arg��a que la pol�tica de Madrazo era la causa esencial de la ca�da de voto
de IU en el resto del Estado. Llamazares asisti� personalmente a todas las manifestaciones
y actos del movimiento antiglobalizaci�n que pudo y se convirti� en la principal
voz cr�tica contra el PP en el Parlamento. Pero IU como tal no cumpli� un papel
significativo en la organizaci�n e impulsi�n del movimiento, porque las diferentes
fracciones y corrientes de IU intervinieron aut�nomamente en su propio nombre
para construirse directamente. El apoyo de IU a la huelga general del 20J tuvo
caracter�sticas similares y el intento de di�logo con las direcciones de UGT
y CC OO se v�o limitado por el completo posicionamiento de ambas a favor del
bipartidismo, porque solo aspiraban a reanudar la pol�tica de pactos sociales
con un posible gobierno del PSOE ante la imposici�n por decreto de la reforma
laboral del PP.
En la pol�tica de fraccionalismo que corro�a a IU como proyecto, la presi�n
m�s fuerte era sin duda la del aparato del PCE, porque en su seno -como demostr�
su XVI Congreso- la correlaci�n de fuerzas de los distintos sectores era la
inversa a la de IU y la corriente de Llamazares solo obtuvo el 20% (frente al
59% de Frutos y el 21% de Nines Maestro)/2. Llamazares solo pod�a recomponer
el funcionamiento organizativo de IU, m�s all� de su direcci�n central, apoy�ndose
en los sectores independientes y de origen distinto al PCE, que supon�an ya
casi el 50% de la afiliaci�n de IU. Pero encontr� escaso eco porque, por un
lado, opt� por la formula de situarse por encima de las luchas fraccionales
en una posici�n de arbitro y, por otro, los continuos tiros y aflojas con la
direcci�n del PCE limitaron la credibilidad de un discurso alternativo lleno
de ambig�edades que no compart�an adem�s buena parte de las direcciones de las
federaciones. Los sectores organizados m�s alternativos que lo hab�an apoyado
en la VI Asamblea comenzaron a construir su propio perfil independiente en las
movilizaciones.
Se iba extendiendo la impresi�n de que una ca�da electoral fuerte de IU en las
municipales pod�a simplemente implicar su explosi�n, entre otras cosas porque
un n�mero importante de militantes del PCE se preguntaban abiertamente "�para
que sirve IU?" y se dise�aban varios proyectos de "refundaci�n comunista" eurocomunistas,
cossutistas y bertinottianos, buscando en Italia soluciones precocinadas, dado
que las recetas francesas simplemente se hab�an agriado tras la derrota de la
izquierda plural francesa y de su gesti�n neoliberal. El propio sustrato de
la defensa de una IU abierta, plural y democr�tica se estaba erosionando r�pidamente,
como puso de manifiesto la confecci�n de las listas municipales en Madrid, que
se convirti� en una merienda de aparato (con el trasfondo de la mayor operaci�n
especulativa inmobiliaria en Europa ligada a la reubicaci�n del Real Madrid
y cuyos ramales llegar�an hasta el esc�ndalo posterior de la Asamblea de Madrid).
Para no hablar de otras federaciones, donde las cosas se arreglaban poniendo
en la calle a las minor�as cr�ticas, como en Rioja o en Almer�a.
El giro
�Qu� salvo a IU de si misma a finales del 2002? Esencialmente la presi�n exterior
de una segunda fase de movilizaciones, que llegaron a su punto m�s �lgido en
la campa�a contra la guerra de Iraq. Millones de ciudadanos se manifestaron
en la calle y fueron apoyados por el 90% de la opini�n p�blica contra un Aznar
lanzado a toque de deg�ello a la polarizaci�n pol�tica antiterrorista, convertida
en ontolog�a un�voca del mundo mundial, de Vitoria a Bagdad.
La movilizaci�n fue tan grande que simplemente desbord� a todas las fracciones
de IU, muchas de las cuales echaron el resto en la campa�a con toda generosidad.
Pero su dimensi�n organizativa independiente era insuficiente para hacerlas
jugar un papel de referente a nivel estatal, como hab�a sido en parte durante
la campa�a contra la presidencia espa�ola de la UE. Y el voluntarismo vanguardista
de algunas se ve�a desbordado por coordinaciones amplias y aut�nomas que, como
la Plataforma de la Cultura contra la Guerra o Aturem la Guerra, necesitaban
un referente pol�tico parlamentario, dado el car�cter de la confrontaci�n, adem�s
de la convocatoria del 15 F lanzada por el FSE. Llamazares se tir� al ruedo
sin dudarlo dos veces y se convirti� en la voz y la cara de la oposici�n m�s
dura en el Parlamento, arrastrando a un PSOE que no tuvo m�s remedio que seguirle
como pudo. Hacia falta algo como IU a la izquierda del PSOE en el terreno pol�tico
y el movimiento social se encarg� de definir sus fronteras como un polo de confrontaci�n
genuino en la polarizaci�n alimentada por Aznar. Un papel que el PSOE no pod�a
cumplir simb�licamente por mucho que se empe�ase, porque hab�a metido a Espa�a
en la OTAN y hab�a apoyado la primera guerra de Iraq, lo que de entrada hacia
cuanto menos sospechosa su nueva radicalidad en defensa del derecho internacional.
La pol�tica de polarizaci�n extrema de Aznar pretend�a alcanzar la tercera victoria
del PP a base de erosionar la credibilidad o lo deseable de una mera alternancia
para obligar a la gente a no tener otra opci�n que una alternativa, que la calificaci�n
de "social- comunista" colocaba, unida al envite nacionalista, en el fantasma
de la guerra civil (que la negativa del PP a condenar la insurrecci�n de Franco
bastaba para recordar a los olvidadizos qui�n hab�a ganado).
�Qu� credibilidad tiene hoy semejante discurso? Probablemente no demasiada,
m�s all� de ciertos sectores de la derecha, y de ah� su subordinaci�n a media
bronca al discurso del "constitucionalismo patri�tico y antiterrorista" frente
al federalismo o los nacionalismos democr�ticos de PNV-EA y ERC (dejando de
momento de lado al BNG para que se despedazase con el PSOE en Galicia por ver
quien era la alternancia a Fraga, incapaces de organizar una aut�ntica alternativa
a pesar de la impresionante movilizaci�n de Nunca Mais). A medida que Aznar
iba convirtiendo al PP en m�s de si mismo y a Rajoy en su alternancia, ocupaba
todo el espacio del r�gimen constitucional de la transici�n en su 25 aniversario
y hacia de la reforma de la Constituci�n, a trav�s de la reforma de los estatutos
de autonom�a, la m�s moderada y, por tanto, la m�s factible de todas las alternativas.
Llamazares, colocado en ese campo por la presi�n de las movilizaciones, el apoyo
�con todos los peros, pero al final apoyo- a EB y su opci�n federalista se encontr�
al frente de una IU justificada y necesaria. Su recurso a reivindicar la Constituci�n
a reformar tanto en el modelo de estado como en su contenido social, no era
tanto un "reflejo carrillista" sino el miedo a perder credibilidad como alternativa
posible y real y ser empujado por Aznar y la "brunete medi�tica" m�s all�, en
el apetecible pero sin duda ut�pico campo, de una ruptura republicana en seis
meses /3. Para el bipartidismo radicalizado de Zapatero del "cambio sereno y
responsable" era demasiado atraganto, porque implicaba a Ibarretxe como guinda.
Aunque t�midamente empez� a apuntarse tambi�n a una reforma constitucional "light"
mediante la reforma del Senado (sin duda para hacerlo tan "�til" como su oposici�n)
y a mirar de reojo insistentemente a Maragall, su �ltima esperanza antes de
la generales tras el desastre de Madrid, a pesar de las acusaciones del PP de
que ello le despistaba cuando Aznar le repet�a una vez m�s machaconamente la
lecci�n del constitucionalismo antiterrorista.
La formaci�n del gobierno tripartido de izquierdas y catalanista en la Generalitat,
como se ha se�alado antes, tradujo de alguna manera en el terreno institucional
los cambios en la correlaci�n de fuerzas a nivel social que se estaban acumulando
en los dos �ltimos a�os. Sus consecuencias pol�ticas fueron inmediatamente perceptibles
cuando cinco gobiernos aut�nomos mas plantearon tambi�n, como el vasco y el
catal�n, la necesidad de reformar sus estatutos (incluyendo a Madrid y Valencia,
del PP, y Canarias, gobernada por un aliado incondicional del Gobierno como
es CC). El enfrentamiento iba a producirse en los pr�ximos meses en el campo
escogido por el PP, entorno a la cuesti�n nacional, como no pod�a ser de otra
manera dada su hegemon�a. Pero la movilizaci�n y sus primeras consecuencias
electorales estaban cambiando los t�rminos del enfrentamiento. La cuesti�n ahora
era si las reformas acumuladas de los estatutos de autonom�a (con sus competencias
y respaldos fiscales) eran contenibles en el actual marco constitucional o si
pod�an desbordarlo, a partir de la presi�n inicial de Euskadi y Catalunya, y
plantear una reforma de la Constituci�n que abriese una segunda transici�n.
Calderas, cuando comenz� a filtrar el programa electoral del PSOE a comienzos
de enero, asegur� que su partido se mantendr�a en el marco constitucional y
aceptar�a negociar todas las reformas menos la propuesta por Ibarretxe, y volvi�
a definir su programa como una alternancia dentro del bipartidismo constitucional.
El campo de la alternativa, es decir de luchar por una reforma de los estatutos
que desembocase en una reforma constitucional, quedaba en manos de IU a nivel
estatal, con aliados interesados en ERC y ICV en Catalunya y PNV-EA en Euskadi.
Para la izquierda alternativa el desafio era empujar lo m�s lejos este choque
sobre el modelo de estado y llenarlo de contenido social.
La VII Asamblea
La preparaci�n de la Asamblea en IU, dividida en corrientes y fracciones, no
fue capaz de contextualizar el reto ante el que se encontraba. Por un lado,
la debilidad del n�cleo de direcci�n alrededor de Llamazares hizo que cediese
la elaboraci�n de las Tesis pol�ticas a una comisi�n de redacci�n en la que
intent� incluir a las distintas corrientes, mientras que se reservaba un derecho
de veto final, al que tambi�n se apunt� el aparato del PCE con Frutos y Alcaraz,
como condici�n para llegar a una lista unitaria en la Asamblea. A pesar de ello,
el protagonismo de la redacci�n de las Tesis correspondi� en buena parte, a
pesar de las rebajas posteriores, a quienes despu�s encabezar�an la Corriente
Alternativa (que adem�s, a trav�s del Espacio Alternativo, presentar�an una
serie de enmiendas en temas clave como la cuesti�n nacional, la constituci�n
europea o la resistencia sindical). El equipo de Llamazares se reserv� la redacci�n
del informe pol�tico, donde intent� definir la nueva situaci�n como la necesidad
de abrir un nuevo ciclo pol�tico, a partir de un proyecto aut�nomo y de un reequilibrio
en el seno de la izquierda, con el horizonte de un gobierno de la izquierda
plural a nivel estatal, apoy�ndose en las movilizaciones sociales y en una pol�tica
de alianzas amplia para reforzar a IU, que recogiese todo el abanico de fuerzas
a la izquierda del PSOE /4.
La crisis y ruptura de la Corriente Roja, resultado de su orientaci�n vanguardista
en los movimientos en el per�odo anterior y el liderazgo personalizado de Nines
Maestro, condujo a la presentaci�n de dos textos alternativos firmados por la
propia Corriente Roja y por la Plataforma de Izquierdas (que recog�a a lo principal
de sus fuerzas en Madrid). La posici�n de partida de ambos era que IU segu�a
hundi�ndose en un giro a la derecha, subordin�ndose al PSOE, incapaz de construir
una alternativa anticapitalista.
Las tesis sobre organizaci�n y estatutos, que fueron redactadas directamente
por la "nueva mayor�a" surgida del pacto entre el sector Llamazares y el aparato
del PCE -que pretend�an una centralizaci�n y una reducci�n de la posible actuaci�n
de las corrientes (al aumentar del 10% al 20% el umbral para recoger sus aportaciones
y su participaci�n organizada)-, se encontraron desde el comienzo con fuertes
resistencias, superadas solamente gracias al extra�o procedimiento de hacer
votar en bloque todas las tesis en el Consejo Pol�tico Federal.
El objetivo de la direcci�n de IU era utilizar la Asamblea como una plataforma
de relanzamiento cara a las elecciones generales de marzo del 2004, que mostrase
una organizaci�n unida detr�s de su candidato, con un proyecto de lucha contra
el PP para la constituci�n de un gobierno de la izquierda plural en el Estado
y capaz de recuperar el di�logo con sindicatos y movimientos sociales para lanzar
una pol�tica de alianzas m�s amplia hacia otras fuerzas de la izquierda. Para
resumir, su modelo era ICV y la transformaci�n "ecosocialista" de la tradici�n
del PSUC que Saura hab�a llevado a cabo en Catalunya hasta su participaci�n
en el gobierno tripartito de izquierdas. Los temas conflictivos, donde existen
diferencias reales, como la cuesti�n nacional, la posici�n ante un posible refer�ndum
sobre el proyecto de Constituci�n europea, la pol�tica de concertaci�n social
con el PP de las direcciones de CC OO y UGT o el balance del funcionamiento
interno de IU, deb�an quedar aplazados y, en la medida de lo posible, salir
de la agenda.
Este escenario id�lico se complic� mucho con la crisis abierta de la principal
federaci�n de IU, Andaluc�a, por el reglamento de elecci�n de delegados, detr�s
del que se encontraba la posici�n a adoptar en las elecciones auton�micas de
marzo. La direcci�n de IU-CA, controlada por Alcaraz y el aparato del PCA, se
neg� a aplicar el reglamento decidido para el resto del Estado, que combinaba
n�mero de militantes con n�mero de votos obtenidos (para corregir unos censos
que se consideraban cuanto menos dudosos). La elecci�n de delegados en Andaluc�a
se atendr�a solo al n�mero de militantes, porque la otra formula bien pod�a
dar la mayor�a al "sector cr�tico" (que hab�a obtenido hasta el 42% de los votos
en IU-CA), que agrupaba desde la alcaldesa de C�rdoba, Rosa Aguilar, hasta la
CUT, pasando por un importante sector "anguitista" en plena evoluci�n. Lo que
se estaba reproduciendo en la federaci�n andaluza era la misma crisis que hab�a
agrupado entorno a Llamazares a los defensores de una IU no hegemonizada por
el aparato del PCE en la VI Asamblea, m�s all� de otras diferencias pol�ticas.
Ahora la cuesti�n en liza era como se designaba al candidato de IU-CA para las
elecciones andaluzas y el rechazo de la designaci�n de Valderas por el aparato
del PCA. A pesar de sus diferencias internas, el "sector cr�tico" andaluz construy�
su unidad en un doble pacto de apoyo cara a la VII Asamblea y la designaci�n
de candidato en las elecciones andaluzas entre la corriente "anguitista" de
Convocatoria por Andaluc�a y la CUT, que hasta ese momento hab�a formado parte
de la Corriente Roja (aunque empezaba a definir un proyecto propio).
El "sector cr�tico" andaluz, confiado en el apoyo que una parte importante hab�a
prestado a Llamazares en la VI Asamblea, pidi� su mediaci�n para que se aplicara
el reglamento de elecci�n de delegados decidido en el Consejo Pol�tico Federal.
El equipo de Llamazares prometi� su intervenci�n pero se encontr� con la oposici�n
cerrada del aparato del PCA y del PCE, que exigieron manos libres en Andalucia
si Llamazares quer�a mantener lo que ya se llamaba la "nueva mayor�a" y una
lista unitaria. Y el chantaje fue efectivo porque la otra alternativa implicaba
la voladura no ya del escenario id�lico preparado para la VII Asamblea, sino
volver a hundir a IU, a tres meses de las elecciones generales, en una lucha
fraccional que el sector de Llamazares pod�a perfectamente perder. El precio
que pago fue perder a lo que hab�a sido hasta entonces el ala izquierda de su
propio bloque de alianzas desde la VI Asamblea.
El desarrollo entre bambalinas de la VII Asamblea estar�a en gran parte dominado
por la crisis andaluza y su proyecci�n al resto de IU, reduciendo las posibilidades
de un debate pol�tico profundo m�s amplio al agotar gran parte de las energ�as
en la lucha fraccional que llevar�a a la presentaci�n de tres listas: la de
la "nueva mayor�a", la de la Corriente Alternativa y la de la CUT-Rojos. Muy
poco ayud� al debate, en este clima de polarizaci�n previa, la proyecci�n el
primer d�a de Asamblea de un video sobre la historia de IU en el que hab�a desaparecido
por encanto Julio Anguita y el per�odo de IU bajo su direcci�n, mientras que
se subrayaba la continuidad de IU con el PCE, en especial la contribuci�n de
Carrillo (presente como invitado en la sala) al pacto constitucional que instaur�
el r�gimen mon�rquico tras el franquismo. Los intentos del propio Llamazares
por compensar esta escenificaci�n de los peores temores de un amplio sector
de IU proveniente de otras tradiciones (a los que tambi�n contribuyeron los
saludos de rigor de los PCs post-estalinistas de medio mundo) y centrar por
fin el debate sobre la cuesti�n esencial de c�mo preparar a IU para la lucha
contra el PP, tuvieron solo un �xito relativo. A pesar de ello, el Informe Pol�tico
fue aprobado por 434 votos a favor, 94 en contra y 72 abstenciones. (Otros 177
delegados acreditados no estaban en la sala y otros 103 delegados elegidos simplemente
no se presentaron en la Asamblea).
Las reuni�nes de las comisiones pusieron de manifiesto que la "nueva mayor�a"
pod�a no ser tal ni en los temas organizativos ni los estatutarios. La direcci�n
propuso posponer la decisi�n final sobre las tesis a una Conferencia de Organizaci�n
en oto�o del 2004, una vez finalizada la temporada electoral. A pesar de los
esfuerzos por recoger enmiendas en las Tesis pol�ticas, sobre todo en relaci�n
con la Constituci�n europea, la desconfianza y la polarizaci�n eran tales que
la enmienda presentada por la federaci�n de Valencia -que en buena parte hab�a
recogido ya la ponencia- fue mantenida y obtuvo cerca del 34% de los votos de
los delegados presentes, como una manera de garantizar que la prevista Conferencia
sobre temas europeos tendr�a lugar antes de junio y que la cr�tica al texto
de la Constituci�n europea se pod�a convertir en un No en caso de refer�ndum.
Este ser�a el mejor resultado que obtendr�an los sectores cr�ticos en la Asamblea
y puso de manifiesto la posibilidad de influir sobre la orientaci�n general
de IU si se estructuraba una corriente de izquierdas plural y no sectaria, capaz
de mantener un di�logo con el sector Llamazares.
Finalmente, la lista de la "nueva mayor�a" �que aglutinaba al sector Llamazares,
al aparato del PCE, a las mayor�as de EB y EUiA, a una minor�a del "sector cr�tico"
andaluz, asi como a una parte de la Plataforma de Izquierdas- obtendr�a el 76,5%
de los votos. La Corriente Alternativa �que cont� con el sector "anguitista"
andaluz, la Plataforma de Izquierdas de Madrid y Espacio Alternativo-, el 13,8%.
Y la lista de la CUT con la Corriente Roja, el 9,6% (despu�s de que la Asamblea
aceptase someter a votaci�n la lista, aunque no hab�a recogido los avales suficientes).
Los "caracoles" ib�ricos como alternativa al PP
A pesar de todo lo anterior, la VII Asamblea de IU debe ser juzgada sobre
todo por la cuesti�n esencial de si fue capaz o no de ofrecer una alternativa
de izquierdas al Gobierno del PP, porque esa es la cuesti�n central de la vida
pol�tica en el Estado espa�ol. Y si bien el debate entre mayor�as y minor�as,
entendido como un cruce de argumentos, fue muy limitado, no quiere decir que
no hubiera una exposici�n clara de cual es el proyecto en este sentido de Llamazares
tanto en el Informe Pol�tico como en la presentaci�n de la lista de la "nueva
mayor�a", por un lado y de la posici�n de la Corriente Alternativa y de la CUT-Rojos
en sus textos, por otra.
En una entrevista a El Pa�s despu�s de la Asamblea, Llamazares resum�a su posici�n
as�: "Frente al monolitismo y la deriva ultraconservadora de la derecha, se
esta produciendo una alternativa nucleada en torno a la izquierda plural, donde
hay nacionalistas y ecologistas. Eso se ve en muchas comunidades aut�nomas.
En la mayor�a sino fuera por el traspi�s de Madrid. El bipartidismo no ser�
ya la alternativa al PP. La �nica que hay ahora pasa por la izquierda plural.
Adem�s creo que nosotros y el PSOE debemos conjugar el hecho social con el hecho
federal" /5. En el Informe Pol�tico -tras caracterizar el nuevo ciclo de movilizaciones
que ha permitido que IU se convierta en una referencia de esa alternativa al
PP, a pesar de su 6,5%de votos-, se establece como mediaci�n entre la movilizaci�n
y la construcci�n de esa alternativa estatal de la izquierda plural, "ampliar
el perfil de lo que la ciudadan�a reconoce como espec�fico de la acci�n del
gobierno de IU". Es decir, la experiencia de la pol�tica de alianzas y la participaci�n
en los gobiernos auton�micos de Baleares, Arag�n, Asturias, Euskadi y Catalunya,
as� como de gobiernos municipales, "con Cordoba como bandera".
Esta estrategia intenta dar respuesta al problema de c�mo acumular fuerzas en
el nuevo ciclo de protestas para levantar una alternativa al PP, dando una salida
pol�tica parcial al movimiento con los gobiernos auton�micos de la izquierda
plural. La propia participaci�n en ellos sit�a a IU ante el dilema ineludible
de definirse sobre la reforma estatutaria, sin la que no es posible imaginar
un aumento significativo del gasto social para hacer una pol�tica distinta a
la neoliberal del PP y a la socio-liberal del PSOE que le permitan un perfil
propio y ser un eje esencial de la alternativa global al PP. Por utilizar el
s�mil de la estrategia zapatista, se tratar�a, frente al "mal gobierno" neoliberal
del PP, de crear una red de "caracoles" ib�ricos que puedan hacer la experiencia
de un "buen gobierno" capaz de satisfacer necesidades inmediatas de la poblaci�n.
Los peligros de esta estrategia son muchos. IU es una fuerza minoritaria en
todos los gobiernos auton�micos de izquierdas, aunque imprescindible para su
propia existencia, lo que explica la contradicci�n entre poder electoral y poder
institucional. Por otra parte, el PSOE es un aliado que esta te�ido por una
pr�ctica socio-liberal y corrupta de 12 a�os de gobierno bajo Felipe Gonzalez.
Hasta ahora los gobiernos auton�micos de izquierdas se han constituido sobre
la base de una ca�da de voto de la socialdemocracia y la definici�n de un programa
de resistencia frente al PP lleno de ambig�edades. Solo a partir de noviembre
del 2003 la combinaci�n del ciclo de movilizaciones, el desafio del Gobierno
vasco con el Plan Ibarretxe y la formaci�n del gobierno tripartido de izquierdas
catal�n han supuesto un cambio de la situaci�n pol�tica que permite que exista
una alternativa al PP y no una mera alternancia, y por lo tanto un campo de
actuaci�n com�n de esos polos de resistencia institucional.
En el mejor de los escenarios, el PP puede no revalidar su mayor�a absoluta
en marzo y encontrarse sin aliados suficientes para formar gobierno. El PSOE
no obtendr�a tampoco una mayor�a absoluta y se ver�a obligado a negociar la
constituci�n de un gobierno de izquierda plural con IU y fuerzas nacionalistas.
Pero las �ltimas encuestas sit�an a Rajoy y al PP 10 puntos por encima del PSOE
pocos d�as antes de que se disuelvan las Cortes /6. En el peor de los escenarios,
el de una nueva victoria del PP, los gobiernos auton�micos de izquierda plural,
si contin�a el ciclo de las movilizaciones de protesta contra la pol�tica neoliberal,
militarista y centralista de la derecha, pueden convertirse en una red de "caracoles"
ib�ricos que permitan seguir acumulando fuerzas y resistiendo.
Evidentemente, las condiciones para ello son que se mantenga y crezca la movilizaci�n
social �y por lo tanto que se aliente y no se subordine a ning�n acuerdo institucional-;
que la base program�tica de los gobiernos de izquierda combine un giro social
con una reforma estatutaria profunda, que inevitablemente implicar� una reforma
constitucional; que se produzca un cambio en la correlaci�n de fuerzas en el
seno de la izquierda a favor de las organizaciones que luchen de manera m�s
decidida por una alternativa; y que los ciudadanos puedan efectivamente experimentar
que est�n mejor gobernados y que participan m�s activamente en los gobiernos
de la izquierda plural. Si no se dan esas condiciones, si los gobiernos de la
izquierda plural aplican una gesti�n socio-liberal bajo la hegemon�a del PSOE
que no ponga en cuesti�n el actual modelo territorial que es correa de transmisi�n
de las pol�ticas neoliberales del gobierno central del PP, IU deber�a romper
con ellos y priorizar la recomposici�n de la movilizaci�n, manteniendo la perspectiva
de una alternativa al PP que implique abrir una segunda transici�n.
Las corrientes de izquierdas han sido especialmente cr�ticas de cualquier subordinaci�n
de IU al PSOE. Como lo expresaba el manifiesto de la Corriente Alternativa:"Nos
esforzaremos por que IU exprese claramente su voluntad de defender un proyecto
aut�nomo anticapitalista que priorice su alianza estrat�gica con los movimientos
sociales y subordine a ese objetivo los acuerdos t�cticos con otras fuerzas
pol�ticas que puedan ayudar a echar del gobierno al PP de Aznar y Rajoy. Obviamente
compartimos la voluntad de luchar contra esa derecha cada vez m�s beligerante
pero tambi�n pensamos que sin un reforzamiento de la movilizaci�n social y de
una izquierda alternativa intransigente en la lucha contra el neoliberalismo
y la guerra global, corremos el riesgo de la repetici�n, esta vez como farsa
de etapas de gobiernos PSOE que terminar�an facilitando el retorno de la derecha".
Aqu� el problema de c�mo construir una alternativa frente al peligro de alternancia
socio-liberal se sit�a exclusivamente en el terreno de la movilizaci�n social
sin establecer mediaciones institucionales para la acumulaci�n de fuerzas que
no sea el propio crecimiento electoral de la izquierda alternativa. Se dirige
a una experiencia social producida en una movilizaci�n que, por muy amplia que
pueda ser como en el ciclo de luchas que hemos vivido, se limita al sector social
m�s activo. No prev� una experiencia social a trav�s de una forma de gobernar
distinta, por limitados que sean inevitablemente sus m�rgenes de maniobra, como
la que ha tenido lugar, por ejemplo, en el gobierno regional de Rio Grande do
Sul y en la alcald�a de Porto Alegre en Brasil.
La concreci�n t�ctica de esta orientaci�n ser�a el apoyo en los parlamentos
auton�micos y estatal de un gobierno minoritario del PSOE frente a la derecha.
La correlaci�n de fuerzas para IU es mejor en estas instancias institucionales
que en el seno de los gobiernos y la autonom�a de su acci�n pol�tica le pondr�a
a salvo de la erosi�n electoral por la aplicaci�n de pol�ticas socio- liberales
o centralistas, permiti�ndole la resistencia en la movilizaci�n. Esta fue, en
definitiva, la pol�tica de Rifondazione Comunista frente al gobierno Prodi en
Italia /7.
Existe sin duda una experiencia social acumulada tras el largo per�odo de gobiernos
socio- liberales del PSOE, junto a debilidad de Zapatero como candidato, que
explican que su alternancia bipartidista no sea capaz de recuperar por si mismo
una mayor�a electoral de izquierdas. La resistencia social en Andaluc�a, Extremadura
o Castilla-La Mancha se expresa ante todo contra el mal gobierno, y en algunos
casos corrupci�n, de los gobiernos auton�micos del PSOE. En la coyuntura pol�tica
anterior �desde mayo del 2001 con las elecciones vascas hasta las elecciones
catalanas en noviembre del 2003- una pol�tica de sostener al PSOE, "como la
cuerda sostiene al ahorcado" por utilizar la vieja formula leninista, era la
m�s prudente para la izquierda alternativa. Pero en la nueva situaci�n resulta
incomprensible para la inmensa mayor�a de los votantes y militantes de IU y
se ha convertido adem�s en una mera formula propagand�stica negativa porque
la mayor�a de IU y sus votantes quieren hacer la experiencia de "gobernar contra
el PP" sin que les parezca contradictorio con continuar las movilizaciones.
Un primer balance tras la VII Asamblea
IU sale de su VII Asamblea con una l�nea pol�tica, que es la del sector
Llamazares, condicionada por su fraccionalismo pol�tico interno. Ninguna de
las tres corrientes tiene consistencia interna y se trata de pactos y acuerdos
en gran parte de circunstancias, dictados por el propio conflicto fraccional.
Ello no quiere decir, como hemos visto, que no haya diferencias pol�ticas importantes,
pero tienen en buena medida un car�cter transversal a todas las corrientes.
Y algunas federaciones, como EB y EUiA, han salido fortalecidas, aumentando
en general el peso de las federaciones en la vida interna de IU, que antes estaba
monopolizada por las corrientes.
La l�nea pol�tica de Llamazares tiene ambig�edades que son resultado de una
opci�n consciente por mantener equilibrios internos y situarse en la alternativa
pol�tica tal y como viene definida por la actual situaci�n. Otras son inherentes
a una estrategia de reformas fuertes �como es el programa de IU- pero en la
que la cuesti�n de una ruptura se desplaza al limbo del programa m�ximo republicano
y socialista. Este segundo tipo de ambig�edades minan la confianza de los sectores
m�s a la izquierda en IU y se concentran hoy no tanto en la respuesta t�ctica
inmediata ante la cuesti�n vasca o catalana, el contenido del proyecto de la
Constituci�n europea o las alianzas con el PNV, ERC o el PSOE, sino en la actitud
frente al derecho de libre decisi�n de vascos y catalanes para la reforma de
sus estatutos -incluido el derecho de autodeterminaci�n-, el tipo de voto en
un posible refer�ndum sobre la Constituci�n europea neoliberal o el acatamiento
del marco constitucional mon�rquico. Es decir, sobre cuestiones de principio
que son fundamentales para una estrategia socialista.
Esta ambig�edad es inevitable y hunde sus ra�ces en la naturaleza de IU, que
naci� como una coalici�n con un programa de acci�n de reformas fuertes, con
una aspiraci�n anticapitalista y republicana, pero no como un partido revolucionario.
Era la respuesta de los naufragios de la izquierda post-franquista a una situaci�n
no revolucionaria de institucionalizaci�n del r�gimen mon�rquico para reagruparse
y reemprender la lucha, cuyo contenido y alcance solo la propia movilizaci�n
social en el contexto estatal, europeo e internacional, puede definir.
Por eso es fundamental como tarea estrat�gica, no solo construir una IU lo m�s
fuerte posible como eje de una alternativa al PP distinta y aut�noma del social-liberalismo
bipartidista del PSOE. Sino tambi�n agrupar en su seno una corriente de izquierdas
transversal, amplia y plural, capaz de defender d�a a d�a su programa m�ximo
socialista y republicano, estableciendo un puente con la actividad de reformas
fuertes institucionales y la movilizaci�n social. Pero tiene que ser una Corriente
de Izquierdas en continua interacci�n con la direcci�n de IU y sus militantes
y votantes, no una vanguardia autoproclamada que se limite a una pol�tica de
emplazamientos y a subordinar la construcci�n de IU en los movimientos sociales
a su reforzamiento directo como organizaci�n fuera de IU. Es m�s, la estabilidad
y la capacidad estrat�gica de una corriente de izquierdas de estas caracter�sticas,
capaz de establecer sinergias a nivel estatal entre los muy diversos procesos
de recomposici�n de la izquierda alternativa y anticapitalista en un estado
en el que la cuesti�n nacional es determinante, solo podr� asegurarse a su vez
si el n�cleo marxista y revolucionario constituye su propia organizaci�n estatal
y emprende la larga e ingrata tarea de comenzar a construir una direcci�n revolucionaria
en una situaci�n no revolucionaria, definiendo los elementos de una estrategia
de ruptura.
En definitiva estas son las tres tareas organizativas que se desprenden de los
tres retos centrales de la izquierda alternativa: derrotar al PP; condicionar
mediante el programa y la movilizaci�n los gobiernos de izquierda plural para
derrotar las pol�ticas del neoliberalismo militarista y centralista; y comenzar
a preparar al mismo tiempo los elementos imprescindibles para una ruptura republicana
y socialista. Es en relaci�n con estas tres tareas y estos tres retos que habr�
que juzgar en el pr�ximo per�odo a todas las fuerzas que hoy componen Izquierda
Unida.
Notas:
1/ Jaime Pastor, "VI Asamblea Federal de IU: la crisis sigue abierta", Viento
Sur n 53, noviembre del 2000.
2/ Julio Setien, "XVI Congreso del PCE, ni medio lleno ni medio vacio", Viento
Sur n 61, abril del 2002.
3/ La dif�cil gesti�n de este espacio pol�tico sin consolidar es evidente y
los errores inevitables en parte. Hay que destacar que la Corriente Roja y un
sector del "anguitismo", con el propio Anguita a la cabeza, intentaron presionar
por la izquierda a la direcci�n de IU cara a la VII Asamblea, y construir as�
su propio perfil pol�tico, organizando r�pidamente una campa�a por la III Rep�blica,
que consigui� reunir en una manifestaci�n en Madrid a un par de miles de personas.
4/ La pagina web de IU (www.izquierda-unida.es) recoge todos los documentos
de la VII Asamblea, tanto los oficiales como los de las corrientes. Los textos
del Espacio Alternativo pueden consultarse adem�s en su p�gina xxxx, y los de
la Corriente Roja en (www.nodo50.org/corrienteroja). Otras aportaciones
aparecieron en Rebeli�n (www.rebelion.org).
5/ Entrevista a Gaspar Llamazares, "La �nica alternativa al PP ahora es la izquierda
plural", El Pa�s, 23 de diciembre del 2003.
6/ Sondeo de Sigma Dos, "El PP mantiene 10,7 puntos sobre el PSOE en v�speras
de la disoluci�n de las Cortes", El Mundo, 4 de enero del 2004.
7/ el PRC italiano y la LCR francesa han sido los dos principales referentes
de la izquierda alternativa y anticapitalista en el Estado espa�ol. Ambas fuerzas
simbolizan la opci�n por una alternativa anticapitalista frente a la experiencia
de los gobiernos socio-liberales europeos que, a trav�s de coaliciones en diversas
formulas de socialdem�cratas, comunistas y verdes, han estado al frente de la
reestructuraci�n neoliberal entre 1995, cuando llegaron a ser mayor�a en la
UE, hasta hoy, cuyo principal exponente se limita al Gobierno alem�n (dejando
aparte la "tercera via del neolaborismo de Blair que, por su pol�tica, resulta
dif�cil incluir en este espacio socio-liberal).
Para un sector de las corrientes cr�ticas de IU, la experiencia de la "izquierda
plural" socioliberal francesa, que acab� con su completa derrota y la polarizaci�n
en las �ltimas presidenciales entre Chirac y Le Pen, hace que rechacen por cuesti�n
casi de principio cualquier gobierno de coalici�n de izquierdas, incluso la
misma denominaci�n de "izquierda plural", porque solo podr�a operar en los l�mites
marcados por el neoliberalismo estatal e internacional. Se obvia que no se trata
de un problema de programas solo, sino c�mo esos programas responden a la experiencia
social y a la conciencia de los ciudadanos. Tres debates son ilustrativos a
este respecto: el debate de la izquierda del PT brasile�o tras la formaci�n
del gobierno Lula, el debate en el PRC italiano desde junio del 2003 tras el
refer�ndum por la ampliaci�n de los derechos laborales, y los debates en el
reciente congreso de la LCR francesa que desemboc� en la alianza con Lutte ouvriere
para las elecciones regionales de marzo del 2004.
Estos tres debates fundamentales no deber�an trasladarse artificialmente a la
situaci�n del Estado espa�ol �que exige un debate propio espec�fico en el que
la cuesti�n nacional es determinante- entre otras razones porque todas estas
t�cticas, lejos de ser meramente propagandistas, est�n en buena parte condicionadas
y son posibles por el peso y las caracter�sticas de los sujetos instrumentales
que las aplican. En el Estado espa�ol no existen partidos revolucionarios como
la LCR o el PRC. Por no existir no hay ni corrientes de izquierdas estructuradas
como la DS, el MES o la CST en el PT brasileiro. Lo que existe es IU y las fracciones
que lo pueblan, producto de una larga crisis organizativa y pol�tica aun sin
resolver y que adem�s han perdido toda referencia sindical de izquierdas, con
la excepci�n quiz�s de una parte de IU con el "sector cr�tico" de CC OO y la
peque�a CGT.