Argentina: La lucha continúa
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Cuestionamientos al Seguro de Salud Materno-Infantil
Negociar la pobreza
A partir de un préstamo del Banco Mundial de 425 millones de dólares, el
Ministerio de Salud de la Nación impulsa un seguro de salud materno-infantil.
Sin embargo, las pruebas piloto que comenzaron en las provincias de Jujuy y
Misiones tuvieron como resultado una conocida experiencia: las prestaciones
terminaron en clínicas y sanatorios. Y demostraron, una vez más, cómo el Estado
termina subsidiando al sector privado.
por Silvia García
En el marco de la Emergencia Sanitaria decretada en marzo de 2002, el gobierno
nacional, en manos en ese entonces de Eduardo Duhalde, dispuso entre otros
puntos la creación del Seguro de Salud Materno-Infantil, con el que se pretendía
dar "cobertura médico-asistencial y de prestaciones sociales en forma integral y
universal para la mujer embarazada y los niños de hasta cinco años". Desde ese
entonces, el ministro de Salud, Ginés González García, intenta dar forma a ese
mandato.
Cuando el 25 de mayo del año pasado el presidente Néstor Kirchner formulaba su
discurso de asunción, el tema no pasó inadvertido, y anunció con énfasis como
una de las medidas más importantes de su flamante gobierno la creación de un
"seguro para dar cobertura de salud a cinco millones de madres de bajos
recursos". La promesa parecía cumplida cuando en octubre del año pasado el Banco
Mundial aprobó el otorgamiento de un crédito por 750 millones de dólares, de los
cuales la primera partida era de 425 millones de dólares, condicionada al
cumplimiento de metas de planes sanitarios que ya se estaban ejecutando. En ese
momento, el ministro de Salud aseguró que con este acuerdo "los programas
obtienen un status que hace que sus fondos estén asegurados". El desembolso del
préstamo, denominado de "reforma del sector de salud materno-infantil
provincial", será en tres tramos y la devolución, en un plazo de 15 años con
tres de gracia.
"La implementación eficaz de este proyecto reducirá la mortalidad infantil en
casi un 35 por ciento en nueve de las provincias más pobres de la Argentina y
hasta un 29 por ciento en el nivel nacional para 2011", sostuvo ni bien cerraron
el acuerdo Axel van Trotsenburg, director del Banco Mundial para la Argentina,
Chile, Paraguay y Uruguay. El comunicado de prensa intentó enmarcar los "fines
benéficos" del préstamo. Por el contrario, desató la polvareda en el Sector
Salud.
Salud sectorizada
El nuevo objetivo en la mira de la cartera sanitaria tiene su base en la
población más humilde. La idea es dar cobertura de salud a cinco millones de
chicos de hasta los 6 años de edad y mujeres embarazadas. Se conformarán grupos
de médicos generalistas, obstetras, pediatras, enfermeros, etcétera. Los
profesionales deberán inscribirse y cada médico atenderá a 800 personas. Se les
pagará por cápita y por resultado.
Aunque a primera vista el planteo resulta loable, su trasfondo indica lo
opuesto. El famoso "Seguro" es considerado por muchos profesionales como un
simple parche que pretende paliar la crítica situación del sector más
vulnerable. No está pensado como una política de salud integral donde el destino
de los fondos sea puesto claramente en los efectores públicos. Además, quiebra
la premisa de acceso universal al sistema de salud, estableciendo diferencias
entre los "asegurados" y los "no asegurados", por lo cual se garantiza la salud
sólo para un grupo determinado de la población.
Hugo Godoy, de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), de la provincia
de Buenos Aires, remarcó que "es una política focalizada que desestructura aún
más el sistema sanitario en nuestro país. Lo que no se tiene en cuenta es que
aquí no alcanza con abordar programas dirigidos a determinados segmentos de la
población, sino que tenemos una crisis del sistema socio-sanitario que abarca al
conjunto".
Por su parte Jorge Yabkowski, de la CICOP, agregó: "Es focalizada porque todas
las madres desnutridas posteriormente al embarazo o los chicos que cumplieron
seis años están fuera del esquema".
El viejo truco
En el ámbito de la salud pública se vio con preocupación la posibilidad de que
en realidad se esté ocultando un gran negocio, donde los fondos públicos se
transfieren al sector privado. Primero, porque existe una resistencia a destinar
los fondos a fortalecer los centros de salud y unidades sanitarias de los
barrios y a los hospitales públicos en vez de crear un seguro sectorial.
Segundo, porque más allá de que el ministro haga hincapié en la "Asistencia
Primaria de la Salud" y en que "el eje asistencial será puesto en el Hospital
Público", los anuncios indican que los prestadores del servicio serán tanto del
sector público como del privado.
Ante esta premisa, Godoy subrayó que "se está metiendo al sector privado en un
territorio donde antes no estaba, ya que los pobres no tienen capacidad de ir a
una clínica. De esta manera se desplaza al sistema de salud público. Con el
beneficio de que además tienen una población cautiva".
Yabkowski remarcó que este seguro "es un típico formato de política focal del
Banco Mundial. Da créditos para instrumentar políticas de salud que tiendan a
disminuir en parte los índices de salud más escandalosos. En general se orientan
a determinados grupos de la población afectada y a partir de esto diseñan planes
donde lo central en general es la intervención del sector privado o la
instalación de asociaciones entre el sector público y el privado para su
implementación. Por lo tanto, ese dinero tiene como condición que no vaya al
sector público".
La deuda interna
El financiamiento no será sólo de los fondos del Banco Mundial, sino también de
aportes federales. Además, resulta esencial para su funcionamiento la
articulación con la cantidad de programas asistenciales de las provincias y
municipios, muchos de los cuales serán unificados en este nuevo proyecto.
En la provincia de Buenos Aires, el ministerio de Salud ya afirmó que el
personal que trabaja en becas y otro tipo de programas "precarizados" del
Ministerio será transferido al seguro, es decir, pasará a ser contratado por el
seguro. De esta manera perderían la condición de personal contratado del Estado
y pasarían a ser trabajadores con contratos de locación de obra.
Si tenemos en cuenta que el 70 por ciento de los trabajadores que trabajan sobre
todo en salas sanitarias y/o centros de salud están precarizados de alguna
manera (a través de becas, Plan Jefes y Jefas, etc.), lejos de solucionar la
situación laboral de los profesionales, la empeora. Paradójicamente, el 80 por
ciento de los problemas de salud se resuelven en el primer nivel de atención.
De esta manera, se estaría incrementando el endeudamiento externo por programas
parche que en definitiva no solucionan el problema de fondo. "El crédito externo
se va a transferir a las provincias y las provincias van a reducir su propio
presupuesto para pagarlo. Por otro lado, los créditos que vienen del Banco
Mundial no solamente incrementan la deuda externa, sino que condicionan las
políticas públicas, porque su asignación viene con pautas claramente
establecidas. El Estado termina siendo el cajero: la plata que entra la pasa en
el pago a los prestadores del seguro", remarcó el dirigente de ATE.
La obstinación en coordinar programas en vez de definir políticas integrales
está visto con preocupación en el ámbito hospitalario. En este sentido,
Yabcowski expresó que "con este seguro vamos a tener que pagar una deuda con sus
correspondientes intereses, cuando tenemos dinero de sobra en el erario público
que podría ir para planes universales. Como es un programa que depende pura y
exclusivamente del financiamiento externo, toma a los chicos y a las mujeres
embarazadas como rehenes de la deuda externa, lo cual atenta contra la
independencia sanitaria".
"Derive, que igual paga el Estado"
Desde un principio, la implementación del proyecto tuvo como objetivo comenzar
"en las provincias más castigadas por la desigualdad social, es decir, las nueve
provincias que componen el norte argentino, en donde cuatro de cada cinco chicos
son pobres", para luego extenderse a todo el territorio nacional. La prueba
piloto tuvo como protagonistas primero a la provincia de Jujuy y después a
Misiones. En ambos casos, las derivaciones hacia el sector privado preocupan.
En una entrevista publicada en este medio en noviembre de 2003, González García
remarcaba que la base del programa "estará en la Atención Primaria de la Salud y
el eje asistencial será el Hospital Público".
Sin embargo, nada de eso se cumplió.
El diseño del plan contempla la derivación al sector privado, con la agravante
de que los que derivan trabajan en el sector público y privado en forma
simultánea.
María Reina Ramírez, secretaria general de ATE-Misiones, ejemplificó: "El
paciente llega al hospital, después te anotan y te derivan. Y en el privado es
donde te llenan el formulario y son los que facturan. Nuestra preocupación es
que se hace tanta mala propaganda del hospital público que la gente que no
conoce va a optar por ir a una clínica o sanatorio privado. Lo peor es que el
mismo personal que trabaja para el hospital, médicos, enfermeras, kinesiólogos,
bioquímicos, está en el privado. Entonces ellos mismos hacen que se expulse del
hospital público a la gente". Como conclusión, la dirigente misionera aseguró
que "apuntan a destruir la salud pública. En nuestra provincia hay mil personas
trabajando en negro, ad honorem, becarios, de todo. Hasta médicos. Y no es
casual esta incapacidad para buscar una política pública integradora".
Recuadro 1
>>El dolor más profundo
Las tasas de mortalidad materna e infantil descendieron entre 1990 y 2001; la
mortalidad materna se estabilizó desde 1994 en torno a las 4 muertes por cada
10.000 nacidos vivos. Los niños argentinos siguen muriendo por trastornos
relacionados con la duración del embarazo, desnutrición, diarrea, dificultades
respiratorias del recién nacido y malformaciones congénitas del corazón. En el
año 2000, seis de cada 10 muertes de recién nacidos podrían haberse evitado con
un buen control del embarazo, una atención adecuada del parto y diagnóstico y
tratamiento precoz.
Por otro lado, se manifiestan importantes diferencias entre jurisdicciones y
entre estratos de éstas. Así, la tasa en la Ciudad de Buenos Aires en el 2001
fue de 9,6 mientras que en Tucumán llegó a 24,5 y en Formosa a 28,9 defunciones
por cada mil nacidos vivos.
En todas las provincias argentinas, por lo menos una de cada dos muertes de
niños podría evitarse.