Argentina: La lucha continúa
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11 de mayo del 2004
Martín Fierro ante el Bloque Regional de Poder (BRP)
Heinz Dieterich
Tres veces humillado por la oligarquía del país durante las últimas décadas el
pueblo argentino trata de levantarse para encontrar el camino del futuro.
Fantasmas del pensamiento de ayer, espejismos de la máquina propagandística
oligárquica-imperial de hoy y virtuosos equilibristas del partidismo burgués de
siempre, luchan por las cabezas de este bravo pueblo que podría errar el paso si
no llegase a la plena comprensión de los potenciales y límites de la realidad
que vive.
La dictadura militar con su elaborado programa de destrucción sistemática de la
identidad, del amor, de la solidaridad y de la autoconfianza de las clases
populares en su capacidad de construcción de un futuro libertador; después la
vil derrota militar de una oficialidad corrupta, asesina e inepta, en la Guerra
de las Malvinas; finalmente, la orgía de cinismo neoliberal entreguista, de la
conversión ostentativa del antipatriotismo en virtud política, de la
lambisconería más repugnante ante Washington en perversa expresión de relación
de amor ("relaciones carnales"), todos estos golpes querían acabar de una vez
por todas con "los negros", el "gauchaje" y "los indios", de esta "maldita"
Argentina que no deja vivir en paz a sus dueños blancos transcaucásicos y los no
tan blancos ibéricos.
Apenas veinte años han pasado que la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), el
"Club Atlético" y el "Gimnasio" han dejado de ser centros clandestinos de
detención, tortura y desapariciones dentro de los confines de una de las
ciudades más bellas y cultas del mundo, Buenos Aires. Apenas veinte años, cuando
el Martín Fierro dejó atrás su épico descanso literario, para levantarse con
"los negros" contra el escuálido presidente neoliberal Fernando de la Rúa ante
la Casa Rosada, obligándolo a huir en helicóptero de la ira popular.
Ese "Argentinazo" o "Fierrazo" tomó a la oligarquía por sorpresa y le entregó la
iniciativa estratégica a las fuerzas populares. Las contraofensivas montadas con
"el turco Menem" y "el bulldog Murphy" fueron derrotadas en el último momento,
llegando Néstor Kirchner al gobierno desde una posición de debilidad: no como
heraldo de un triunfo masivo electoral, como Hugo Chávez, sino por default en un
escenario de ruinas y campos de minas tendidos por las fuerzas de la anti-nación.
Actuando con rapidez contra algunos núcleos operativos de la conspiración, como
los jueces de la Corte Suprema y los militares genocidas, Kirchner logró
mantener el momentum de la iniciativa estratégica hasta el día de hoy. Sin
embargo, los generales de las tropas cipayas están terminando su fase de
reagrupamiento y han iniciado los primeros ataques de reconocimiento que señalan
el inicio de la guerra sin cuartel, para sacar al "advenedizo" lo antes posible,
del poder.
La demagógica ofensiva mediática con motivo del caso "Blumberg" y de la
inseguridad; el chantaje y sabotaje del golpe energético de la transnacional
española Repsol, con la clara intención de confrontar las masas con el gobierno
de Kirchner y la cada vez más estridente crítica del sectarismo nacional e
internacional "de izquierda", son puntos de ataque en el plan de batalla de la
derecha y de Washington.
Esa ofensiva estratégica no sería posible si no fuera por tres factores claves
de la escena latinoamericana: a) el regreso de la política argentina a la
institucionalidad burguesa; b) el proyecto del amo hemisférico, de destruir al
naciente sujeto de la segunda independencia de la Patria Grande y c) la
creciente debilidad del gobierno brasileño.
La gran erupción volcánica, el Fierrazo que terminó con Fernando de la Rúa,
tenía un tiempo orgánico de dinámica transformadora preestablecido; más allá de
este período, inevitablemente las masas volcánicas tenían que enfriarse y, en
buena medida, petrificarse. Por eso, y hasta que no se invente el perpetuum
mobile de la acción social, el término de la revolución permanente o
ininterrumpida es más una noción literaria o un deseo utópico que una
posibilidad evolutiva real de los procesos de transformación.
La actuación del ser humano se tiene que realizar, salvo períodos cortos y
excepcionales, dentro de las instituciones sociales, que son la segunda
naturaleza del homo sapiens, tan importante como la primera. De ahí, que la
institucionalidad del post-argentinazo iba a ser definitiva para el futuro
inmediato y a mediano plazo de Argentina.
Hoy día, la energía transformadora extra-institucional está esencialmente
agotada, tal como se manifiesta de múltiples maneras; pero particularmente en la
virtual desaparición del movimiento de las asambleas de barrio y la
fragmentación y mercantilización de muchos movimientos piqueteros.
A ese reflujo del poder de organización y movilización popular se agrega la
férrea voluntad del imperialismo estadounidense de destruir con los medios que
fuesen al proyecto hemisférico de liberación.
Las crecientes agresiones contra Cuba; las operaciones de liquidación política
del protagonista del proyecto en México, Andrés Manuel López Obrador; el envío
de un nuevo embajador estadounidense a Caracas, con la misión expresa de
unificar a la oposición y tumbar a Chávez, como reveló el diario oligárquico
chileno El Mercurio, así como el proceso del referendo revocatorio y las
agresiones verbales del candidato presidencial John Kerry contra el Presidente
venezolano, son algunos indicadores preocupantes, al respecto.
El gobierno de Inazio Lula da Silva, a su vez, se va debilitando con una crisis
económica y su corolario político. Tal desarrollo prende los focos de alarma en
Argentina, cuyo gobierno ha entendido que si Brasil cae, Argentina le sigue el
camino. A tal grado, que un miembro del equipo de Néstor Kirchner, que había
visitado Nueva York y Washington, decía en una escala en el aeropuerto de Manaus,
Brasil, que Lula "está errando el camino. Tiene que decidirse y romper con el
neoliberalismo porque debilita al MERCOSUR".
Ante esta situación, diferentes organizaciones sociales argentinas y
latinoamericanas, desde piqueteros hasta la Unión Latinoamericana por la
Democracia Participativa (ULDP) y el Cabildo Abierto Latinoamericano, han
convocado para el 17 de julio a un Encuentro Nacional de Emergencia en la
Capital del país, a fin de formar un Frente Común de Defensa ante la operación
pinza de la oligarquía y de Washington.
El tiempo que queda para formar el Bloque Regional de Poder en la Patria Grande,
no será mayor que unos seis a doce meses. Por eso es necesario, que se logre una
amplia movilización de la sociedad civil latinoamericana y una fuerte presión
sobre los Presidentes respectivos, en el menor tiempo posible.
El vector de esta presión de los Estados y movimientos de Nuestra América tiene
que ser, sin duda alguna, el gobierno brasileño, porque es el eslabón más débil
en la cadena de la defensa latinoamericana.
Esperamos que una presión más determinante del pueblo de Martín Fierro y del
Estado argentino, junto con el futuro gobierno latinoamericanista del Uruguay,
ayuden a cambiar el rumbo de la política de Lula.
Si no, el precio a pagar será draconiano.