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Argentina: La lucha continúa

El nuevo Santiagueñazo

Raul Dargoltz(*)

El 16 de diciembre de 1993 "ardía" Santiago del Estero. El fuego purificaba la Casa de Gobierno, Tribunales, y la Legislatura, símbolos del poder político corrupto, al igual que una veintena de residencias de los principales políticos y diri­gentes sindicales que habían participado en los últimos años de desgobierno de la provincia más antigua. Entre ellas la casa del caudillo Juárez y su esposa Nina. Inmediatamente el menemismo so­licitó al Parlamento la Intervención Federal y atribuyó los motivos de este hecho sin pre­cedentes en América Latina, al accionar de una clase dirigente que no supo aplicar la reforma del Estado, plan "éxitoso" de Cavallo y que tantos elo­gios cosechaba en el extranjero. Menem recibía, en esos momentos, una condecoración del Papa en el Vaticano.
Consideré en mi libro "El Santiagueñazo. Crónica y Gestación de una pueblada argentina."(1994) que esta explosión popular, primera en América Latina, fue consecuencia del "ajuste" neoliberal del menemismo y del FMI. que condenó al pueblo argentino a la miseria y desocupación. Describí a esta moderna Fuente Ovejuna, sin detenidos ni víctimas fatales, como una gran tragicomedia dónde el pueblo "recuperó" en las calles jocosamente lo que le pertenecía.
Dos años después la intervención cavallista, en medio de una profunda crisis y corrupción, entregaba el gobierno, gracias a la Ley de Lemas, al viejo caudillo y su esposa que se vanagloriaban de haber "resurgido de las cenizas como el ave fénix".Y volvían al poder acompañados, como siempre desde 1973, por Musa Azar, el feroz genocida del gobierno militar, para insuflar el terror y temerosos que los incendios se repitieran. Las delaciones y el espionaje fue una constante, las violaciones a los dd.hh., las muertes sin resolver, los casos de gatillo fácil, fue algo natural, siempre amparados por una Justicia adicta y complaciente y un obediente y mayoritario poder Legislativo.
El obispo Gerardo Sueldo, que encontró la muerte en un dudoso accidente, las "madres del dolor" severamente perseguidas y sólo un puñado de artistas y dirigentes de instituciones intermedias fueron las únicas voces opositoras en medio de la genuflexión del radicalismo y sus desprendimientos, que gobernaban los municipios más grandes.
Juárez y la Nina sonreían satisfechos en su feudo de dolor, miedo y esclavitud ante la mirada indiferente de los gobiernos de Menem y De la Rúa. La provincia clientelística, rica en recursos naturales, de dónde salieron la madera para los históricos tendidos ferroviarios, se empobrecía más que nunca. El juarismo se jactaba de una excelente administración y con mínima desocupación, repartiendo miles de planes sociales, prebendas, alimentos y pagando los míseros sueldos de la administración al día, menguados por los descuentos de los dueños del poder económico, aliados del Juarismo, que se quedaron con el Banco de la Provincia y las empresas privatizadas.
Pero la historia tiene sus caras y sorpresas. El horrendo doble crimen de Leila y Patricia, un hecho con similares características al de Maria Soledad por las implicancias con el poder político corrupto, acaecido a comienzos del año pasado y la acción incansable de sus familiares, acompañados por las instituciones intermedias y las renovadas Asociaciones de DD.HH. fueron despertando al pueblo santiagueño que comenzó a engrosar las marchas del silencio. Las figuras de Olga, madre de Patricia Villalba y Younes Bshier, padre de Patricia se agigantaron y las marchas se convirtieron en la verdadera oposición al régimen juarista que comenzó a resquebrajarse día a día.
En esta fisura fue clave la acción del presidente Kirschner ya que consecuente con su política de derechos humanos envió a sus secretarios de Justicia y de DD.HH., Duhalde y Lanusse, quienes no se fueron más de la provincia. Los medios nacionales y unos pocos medios locales acompañaron el reclamo de los viernes por un NUEVO SANTIAGO, con JUSTICIA Y DIGNIDAD. La Justicia Federal comenzó, por fin, a actuar imputando a Nina el cobro indebido de sus haberes jubilatorios, el asalto de la casa del diputado Figueroa y al anciano caudillo en la represión ilegal de antes del golpe militar del 76.
Musa Azar fue detenido al igual que "Pololo" Anauate, ex diputado provincial y referente de la temible juventud juarista, imputados del doble crimen y no aguantaron su silencio. Un juez del crimen se "desprendió" de la justicia complaciente y secuestró más de 40.000 archivos de espionaje del D2, poniendo al descubierto a la Gestapo santiagueña de Musa Azar. El obispo Maccarone, los sacerdotes combativos de Sueldo, los artistas comprometidos, los campesinos, todos estábamos en "libertad vigilada" desde antes del golpe militar del 76. Le resultó a Juárez imposible negar la realidad .La Intervención Federal tantas veces reclamada y temida a la vez por los santiagueños fue decretada por el Parlamento casi unánimemente, a solicitud del presidente K, el día 31 de marzo.
Juárez y su mujer amenazaron resistir la medida hasta las últimas consecuencias. Se vivieron horas de temor y angustia. Pero el "matrimonio ilustre" sólo juntó a sus partidarios trayéndolos desde toda la provincia, en una masiva concentración, para que en el folklórico balcón de la casa de Gobierno, pronunciaran una patética y triste despedida.
El día 1 de abril, el interventor Pablo Lanusse y su equipo de colaboradores, llegaban a la Casa de Gobierno, abriéndose camino en medio de una multitud, que por primera vez podía acercarse al histórico edificio siempre vallado para los opositores. A unas pocas cuadras, Juárez y la Nina, permanecían detenidos en su domicilio.
Todos vivimos momentos muy emocionantes. El himno nacional fue coreado con fuerza inusitada, especialmente al mencionar la añorada palabra Libertad, mientras las lágrimas humedecían nuestros ojos. Me vino a la memoria inmediatamente cuándo también una enorme multitud cantó emocionada nuestro himno nacional, en ese mismo lugar, el histórico 16 de diciembre de 1993. En aquella oportunidad, un manifestante, sentado en una silla sobre la baranda del balcón y sostenido por dos de sus compañeros, con un palo en la mano como el bastón de mando, saludaba con sus brazos levantados a la multitud enardecida. El pueblo había recuperado la Casa de Gobierno.
Me abracé en silencio después del himno con mis amigos y todos levantamos la mirada hacia el primer piso de la Casa de Gobierno dónde el Interventor juraba y asumía el cargo, esperando ver la espigada y joven figura del fiscal denunciante de la "mafia del oro". Pero en su lugar aparecieron en los balcones de la Casa de Gobierno muchos de los manifestantes de los viernes que habían conseguido filtrarse a la ceremonia del juramento. Entre ellos estaba el padre de Leyla, el palestino Younnes Bshier que muy sonriente y feliz abrió ambos brazos para saludar a la multitud. Un YOOOOO sonoro y gutural salió de la garganta del palestino, imitando al caudillo depuesto y la multitud estalló en risas y aplausos, exteriorizando su alegría. El pueblo Santiagueño había recuperado nuevamente la Casa de Gobierno en este nuevo Santiagueñazo forjado en las calles los días viernes.
Esa misma multitud sabe perfectamente que sólo de ella dependerá cuál será EL HIJO DE SANTIAGO.
(*) Raul E. Dargoltz
Profesor de la UNSE, historiador, investigador del Conicet
Magíster en Estudios Sociales Para A. Latina