Argentina: La lucha continúa
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20 de marzo del 2004
Argentina: desde Villa La Angostura
El regreso mapuche al territorio
Adrián Moyano
El grupo demoró en ponerse en marcha pero finalmente, lo hizo, con la convicción prevaleciendo sobre las vacilaciones. Los anfitriones, los que habían sido directamente agredidos, al frente. El cerro pronto ofreció una de sus laderas, de cara al viento. El sendero se hizo estrecho, barroso. La columna se conformó espontáneamente, por necesidad física. Debajo, el brazo Huemul del lago Nahuel Huapi bramaba espumoso. Uno de los caminantes reflexionó entonces en voz alta: "Con razón los winka quieren quedarse con este lugar".
Paso Coihue se alza en el sur de la provincia que llaman Neuquén. Sus centenarios bosques y su cercanía con el inmenso espejo de agua lo han convertido en un rincón muy atractivo para la industria turística. Se ubica a mitad de camino de dos ciudades que son importantes para esa actividad: Bariloche y Villa La Angostura. La última ha experimentado un crecimiento meteórico en los últimos años.
Pero antes, mucho antes que el primer winka se llenara los ojos con tanta armonía, los Quintriqueo ya andaban por aquí vadeando los arroyos del deshielo, remontando cañadones, levantando sus ruka, conduciendo a sus kuyiñ entre veranadas e invernadas. Antes que llegara el Ejército, antes que las autoridades de Neuquén, antes que la Administración de Parques Nacionales, antes que el municipio de Villa La Angostura.
Un viajero español, Luis de la Cruz, que unió un fuerte cercano a Concepción con Buenos Aires en 1806 junto a una partida de pewenche, dio cuenta en sus escritos de la existencia de un lonko al que él llamó Quintrequi. La similitud no puede pasar desapercibida. Además, Quintriqueo se denomina uno de los arroyos que recorre el lugar. Como Quintriqueo se conoce a uno de los cerros.
José Mercedes Quintriqueo cuenta con 82 años y ya no oye bien, pero sabe que su bisabuelo Vicente fue inan lonko del mismísimo Inakayal, uno de los héroes de la resistencia mapuche en Puel Mapu, quien recién se rindió cuando todo estaba perdido a uno y otro lado de la cordillera. Don José nació en Paso Coihue, al igual que su ñuke Rosario, quien hablaba corrientemente el mapuzugun, como todos sus vecinos.
Por eso, hijos y nietos marchaban al frente de la columna. Varios de ellos también nacieron allí y conocen esos cerros mejor que nadie, aunque ahora vivan en alguna de las ciudades cercanas. Nadie custodiaba la tranquera del campo. Una semana atrás, Fernando Quintriqueo y su familia habían sido desalojados de allí por un juez de Paz y una partida policial. Los verdaderos dueños del lugar franquearon el paso y el grupo ingresó en silencio.
Para sorpresa de todos, no había señal alguna de los custodios. Las 40 personas que participaron de la recuperación -mapuche y no mapuche- se dirigieron al otro extremo del predio y desmontaron otra tranquera que obstaculizaba el ingreso de vehículos desde la Ruta Nacional 231. Cada golpe del martillo fue saludado por los mismos gritos que reinaron en Tucapel y Kuralaba hace más de cuatro siglos.
Expresiones idénticas a las que hoy se escuchan en Lumako o en Tirúa, en Temuko o en Santiago, pero también en Vuelta del Río o en Leleque, en Furilofche o en Kaxipayiñ. Mientras en la Argentina la inmensa mayoría seguía por televisión la asunción del presidente Kirchner, Villa La Angostura se incorporaba al mapa de las reivindicaciones mapuche. Corría el 25 de mayo de 2003.
El lof Paichil Antriao
Cuando los rayos de Antü comenzaron a filtrarse entre la multitud de coihues, ya se habían levantado varias carpas en el bosque. Caminar significaba pisar leña, así que los fuegos no demoraron en abrigar a los mapuche. El silencio sólo se interrumpía ante la llegada de un nuevo automóvil o por el quejido de algún ñorkin. Frente a las fogatas reinaban la expectativa y la tensión, pero también la necesidad de decir basta.
Cerro Belvedere se alza en el corazón de Villa La Angostura. O mejor dicho, la ciudad fue avanzando sobre sus laderas umbrías. Sólo seis años después de la mal llamada Conquista del Desierto, el Estado le había restituido a los mayores de los Paichil Antriao parte del territorio que les había arrebatado. Es más, en 1951 el gobierno de Perón les reconoció una vez más, 625 hectáreas. En la actualidad, al lof no le queda ni la mitad.
Muchas mujeres y niños cruzaron ese alambrado que consideran intruso. En el predio que les arrebató el usurpador gracias a una "deuda de boliche", yacían varios coihues enormes que habían caído como consecuencia de la tala irrespetuosa. "Acá están llenos de leña y nosotros no tenemos ni para quemar un palito", dijo una de las zomo, enojada. Pero en realidad, el desmonte no tenía que ver con calorías.
Villa La Angostura necesita más turistas y por eso, algunos "emprendedores" echan mano al turismo aventura. En este caso, el "riesgo" consiste en desplazarse entre los árboles a cierta altura, a través de una soga y roldanas. Los coihues que no cayeron sostienen a las plataformas que constituyen los puntos de partida y llegada para los intrépidos ociosos. ¿Sabrán que están deslizándose sobre territorio mapuche?
La gente del lof Paichil Antriao tiene esa certeza y estableció el campamento para evitar que los intereses de las inmobiliarias y los empresarios turísticos continúen avanzando sobre el espacio que les pertenece. A unos cientos de metros de los coihues atrapados por aquellas plataformas, el bosque deja paso a un claro espléndido, verde y ondulante. Con sólo llamarse a silencio, se perciben los newen que de allí irradian.
El lonko Ernesto Antriao le explicó a quienes no estaban al tanto. "Aquí se levantaba el rewe de nuestros mayores. Acá hacían los nguellipun y los kamarikün. De todos lados venía gente". En efecto, puede percibirse el espíritu de los antiguos. Pese al paso del tiempo -han transcurrido 80 años desde la última ceremonia- el lelfün ha permanecido limpio, tanto de vegetación extraña como de construcciones intrusas.
Sin embargo, para la legislación de los winka el predio es propiedad de un estadounidense que ni siquiera vive en Villa La Angostura. Así de ridículo es el presente de cerro Belvedere, así de injusto el funcionamiento de una localidad que ha florecido económicamente de espaldas al pueblo mapuche. En pocos sitios la consuetudinaria negación que ha imperado en Puel Mapu ha tenido tanto éxito como aquí.
Por eso el asombro de la mujer que observaba al contingente desde su elegante casa. Después de establecer el campamento, los miembros de la comunidad Paichil Antriao recorrieron a pie y pacíficamente varios de los terrenos que les fueron usurpados. Frente a la Laguna que refrescó a muchos de ellos cuando eran pichikeche, se detuvieron e hicieron sonar los ñorkin. Saludaron al ko, que ya no alberga como antaño a las aves migratorias.
"Antes era mucho más grande. En los veranos nos veníamos a bañar acá y siempre estaba llena de pájaros", recordó el lonko. En la actualidad, un terraplén avanza sobre la Laguna para posibilitar la construcción de nuevas viviendas. Buena parte de cerro Belvedere es hoy un coqueto barrio residencial que alberga importantes construcciones, tanto hogareñas como turísticas.
Por sus calles pasaron los mapuche, con su bandera, sus ñorkin, sus afafan, sus trarilonko, su determinación. Desde su fundación hasta hace muy poco, Villa La Angostura insistió en hacerlos invisibles, los omitió, los ignoró. De ahí la sorpresa de algunos de sus habitantes, la irritación de otros y la reacción de los usurpadores ante el campamento de los Paichil Antriao y su recorrida por tantas "propiedades privadas". Corría el 30 de noviembre de 2003.
Triunfo
Las raíces del conflicto que protagoniza el lof Quintriqueo son las mismas que pueden rastrearse en decenas de casos similares sobre las actuales provincias de Neuquén, Río Negro y Chubut. Cuando la República Argentina consumó el despojo territorial del pueblo mapuche hacia fines del siglo XIX comenzó a adjudicar parcelas a los particulares que habían financiado las últimas expediciones. En muchísimos casos lo hizo con "los indios adentro", como dicen hoy con sorna los especuladores inmobiliarios.
La zona de Paso Coihue tuvo como beneficiario a George Newbery, un dentista estadounidense que contó entre sus pacientes al mismísimo general Roca, artífice de la invasión que la historia argentina recuerda como Conquista del Desierto. La soberanía de Buenos Aires recién se estableció en los alrededores del lago Nahuel Huapi entre 1881 y 1885. Hasta entonces había perdurado allí la libertad mapuche.
Los mayores de los Quintriqueo recuerdan que pese a la injusticia que derivó de la usurpación, las relaciones con los recién llegados fueron amistosas durante décadas. Inclusive, en determinado momento los descendientes del dentista abandonaron el lugar pero hace unos años, Tomás Newbery -cuyo parentesco con George hasta es puesto en duda- reclamó los campos y entabló una demanda por desalojo.
Pese a la reforma constitucional de 1994 -por la cual la Argentina reconoció la "preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas"- y a la vigencia del Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo -que atribuye trascendentes derechos a los pueblos originarios- la juez civil con asiento en Junín de los Andes, Norma González de Galván, ordenó el desalojo de Fernando Quintriqueo y su familia del campo en cuestión.
El lanzamiento se consumó el 15 de mayo de 2003, curiosamente en coincidencia con el aniversario de Villa La Angostura. Mientras buena parte de su población se distraía con los festejos, el juez de Paz Eduardo Mazza junto a efectivos policiales, reactualizó la injusticia. Los Quintriqueo -por entonces "sólo" una familia- hicieron constar que no se había firmado papel alguno y anunciaron que de ninguna manera renunciarían "al reclamo de justicia para nuestro espacio territorial".
Así fue. Apenas 10 días después concretaron la recuperación, con el apoyo de mapuche y no mapuche de Villa La Angostura, San Martín de los Andes y Furilofche (Bariloche). Por recomendación de los abogados, el flamante lof -que se reconstituyó al calor de la lucha- decidió permanecer en el campo hasta que la Justicia se expidiera nuevamente. En consecuencia, algunos de sus miembros "convivieron" casi 40 días con los custodios de los intrusos, que estaban armados, al igual que los policías que apostó la comisaría cercana.
Esa vecindad finalizó cuando se produjo un hecho inédito en el pasado reciente de las reivindicaciones mapuche en Puel Mapu: el mismo juez de Paz que había procedido a desalojar al peñi Quintriqueo se hizo presente una vez más en Paso Coihue, pero en esta ocasión para formalizar la restitución del campo, en cumplimiento de un nuevo fallo judicial que ordenó retrotraer la situación al "status" que imperaba con anterioridad al desalojo.
¿Qué había pasado? En simultaneidad con la movilización, los mapuche habían promovido una "acción autónoma de nulidad" contra el juicio por desalojo que Newbery le había ganado al peñi perjudicado. Con ese recurso, los Quintriqueo denunciaron por "nulas de nulidad absoluta por inconstitucionales y violatorias de normas internacionales" a las sentencias adversas.
Además, también recusaron a los jueces Norma González de Galván, Héctor Mancini y Eduardo Sagués por emitir fallos que violan la Constitución. Las decisiones contrarias a los mapuche son abrumadora mayoría en la trayectoria de los tribunales argentinos y pocos de los peñi albergaban esperanzas. Por eso, inmenso fue el alborozo cuando la Justicia de Neuquén ordenó la restitución y la medida de no innovar mientras se extendiera el nuevo juicio que inició el lof.
En la presentación judicial se afirma que "los Quintriqueo reivindican su pertenencia al pueblo originario mapuche, preexistente al Estado argentino. Pero además pueden demostrar que al menos siete de sus generaciones, vivieron, crecieron, amaron, trabajaron y hasta murieron en Paso Coihue". Desde mayo de 2003 flamea el wenu foye en ese rincón aguerrido del Wall Mapu.
A pie firme
Desde que instalaron su campamento, los miembros de la comunidad Paichil Antriao se han acostumbrado a recibir intimidaciones de diversa índole, denuncias judiciales y críticas periodísticas. Dos días después de comenzada la medida, visitó el campo un delegación policial que quiso identificar a cada uno de los peñi y lamgen, quienes obviamente se negaron.
Los uniformados explicaron que se había interpuesto una denuncia por robo contra los pichikeche del lof por parte de uno de los usurpadores, reacción grotesca que no hizo más que fortalecer el ánimo de los mapuche. El denunciante es uno de los empresarios intrusos, hijo del intendente que la última dictadura militar ubicó en Villa La Angostura. Además, uno de los policías que interpeló a los acampantes es su nieto. Todo queda en familia.
Al cierre de esta edición de Azkintuwe las carpas de los mapuche continuaban instaladas allí, en la verdosa intimidad de cerro Belvedere. Sobre ellas también ondea la bandera que la mayoría de los puelche han adoptado para identificarse. Algunos de los turistas que disfrutan de sus vacaciones se sacan fotos debajo de ella, otros se informan, los menos se solidarizan con la medida e inclusive, la acompañan como atinan.
Las agresiones cotidianas que padece la gente del lof incluyen disparos al aire durante las noches y el paso a altas velocidades de vehículos doble tracción. Como consecuencia de su trabajo, el único periodista que en Villa La Angostura acompaña la reivindicación recibió una amenaza de muerte. Además, una lamgen fue golpeada por otro de los empresarios que vio afectado su negocio como consecuencia de la movilización.
"Nosotros tenemos nuestros derechos y vamos a pelear por ellos toda la vida. Este es un hecho más en la larga cadena de violencia que viene sufriendo nuestro pueblo pero vamos a persistir porque tenemos necesidad de volver a conectarnos con el itrofil mogen y de atender las inquietudes que nos está planteando el pillan mawiza", señaló Gonzalo Santos Nahuelfil, flamante werken de la comunidad. Como para que quede claro: en Villa La Angostura mapuche ya no hay vuelta atrás.
* Reportaje publicado en Periódico Azkintuwe - Edición Marzo de 2004. Kolectivo Mapuche Lientur / http://www.nodo50.org/kolectivolientur/