La construcción mediática del precipicio financiero Argentina, el Fondo y las emociones
Claudio Fabian Guevara
Argentina, el laboratorio neoliberal que se derrumbó hace dos años, acaba de salir de otra instancia traumática de varias semanas de frenéticas negociaciones con el FMI. El Gobierno - junto a la Bolsa y otros sectores de poder- ha festejado un nuevo acuerdo que proporciona sólo algunos meses de tranquilidad financiera. El acuerdo ha significado el desembolso en efectivo de 3.100 millones de dólares por parte del Tesoro Nacional.
Pese a que la actitud del FMI es extorsiva y desleal -como se explicará más abajo- gran parte de la población (cerca del 70%) ha manifestado alivio y satisfacción por el arreglo, según reflejan las encuestas. Es más: "Una abrumadora mayoría de los argentinos se inclina por mantener "vínculos estrechos" con el Fondo Monetario Internacional" (La Nación, 11 de marzo).
A la vez, otros sondeos reflejan que la mayoría de los ciudadanos se manifiesta contraria a los grupos piqueteros y sus reclamos, que incluyen la extensión de planes de asistencia social entre una población donde el desempleo supera el 30 por ciento.
Es decir, que mientras el desembolso de dinero hacia organismos financieros internacionales se ve como algo positivo, la eventual distribución de dinero hacia el mercado interno se ve como algo negativo. Tan paradójico efecto de opinión se registra entre una población mayoritariamente empobrecida.
Este episodio refleja que, así como la deuda externa de los países del tercer mundo es una "construcción ideológica" (1), y el consenso colectivo para seguir pagándola es una construcción política y mediática. ¿Cómo funciona?
Estructura de un culebrón argentino
La población argentina se encuentra sometida, desde hace años, a un bombardeo informativo en torno al FMI y otros organismos internacionales, que provoca una neurosis colectiva y la sensación de que el país se encuentra periódicamente al borde del "precipicio financiero", a menos que acuerde con el Fondo la continuidad de la asistencia. Esto se ha acentuado en los últimos dos años, luego de que el país cayera en cesación de pagos ("default") a raíz de la catástrofe que precedió al derrumbe de la convertibilidad.
Como en todo país satélite, el FMI controla las políticas económicas, exige la sanción de ciertas leyes y sobre todo limita el gasto público exigiendo cierto superávit fiscal con el objeto de que sea destinado al pago de la deuda. Todo esto, en un marco donde los "súper-auditores" del organismo, e incluso funcionarios de mediano rango de los EE.UU, tienen acceso directo a los principales medios para introducir sus mensajes, construyendo la agenda política doméstica de la Argentina.
La sed de capitales del Fondo no tiene límites, y su conducta, lejos de ser responsable y con un sentido social, semeja la de un usurero inescrupuloso y extorsivo (2). La última crisis es ilustrativa: 1) Se acordaron ciertos porcentajes de superávit fiscal hace unos meses. 2) El Gobierno cumplió con creces esas metas. 3) Como quedan ciertos recursos disponibles, el organismo entonces pateó el tablero, cambió las reglas de juego y exigió nuevas metas y más dinero.
En muchos países del mundo esta actitud desleal y bravucona causaría una irritación generalizada en la opinión pública y la irrupción de fuertes tendencias favorables a la ruptura con el organismo. En Argentina, en cambio, según una encuesta reciente, "al 68,5 por ciento de los argentinos le parece bien que el Gobierno haya evitado el default y pagado al FMI" y sólo "al 17,5 por ciento le parece mal" (Clarin, 11 de marzo). Otras encuestas fijan porcentajes superiores.
¿Cómo logra el "establishment" fabricar tan alto grado de consenso en un país en ruinas? Ciertamente, no a través de la publicidad política manifiesta y el debate racional. Más bien, el relato mediático que construye la comunicación corporativa -abrumadoramente oficialista- tiene el formato de una telenovela, o de un clásico folletín por entregas, con un alto contenido irracional y emotivo. Como veremos, distrae a la audiencia con metáforas deportivas, construye la figura del "héroe criollo" que se debate contra el "villano extranjero" y asi llama a la identificación colectiva con un Gobierno que -exceptuando matices- trabaja activamente a favor de los intereses imperiales (ALCA, deuda, alianzas militares estratégicas).
Veamos sumariamente algunos de los aspectos narrativos de este relato, con apenas algunos ejemplos que retratan el tono general de la comunicación corporativa en Argentina:
- Describe "villanos" y "héroes" enfrentados en una serie de situaciones límite que se prolonga en incontables capítulos. Los "héroes" del momento son el ministro de Economia Roberto Lavagna y por supuesto, el presidente Kirchner, cuyo "astucia negociadora" se amplifica todo el tiempo, parangonándolo con un "boxeador" o un "ajedrecista". Los "villanos" son los directivos del FMI (desconocidos en otros parajes), verdaderos personajes públicos de referencia permanente: Teresa Ter Minassian, Anoop Singh, Anne Krueger. Con todo, hay "villanos que se redimen", que muestran transitoriamente tener "un buen corazón", o momentos que los "acercan" al terreno familiar y afectivo.
"La conversación telefónica con la "dama de hierro" del organismo terminó con una situación inesperada para el Presidente: Krueger le expresó, sobre el final, su deseo de conocerlo". ("La llamada que cambió la historia", La Nación, 10-03-04):
"Con la Krueger está todo bien...", repetía un Kirchner ya relajado... El Presidente repetía lo cordial que le había parecido el tono de la enemiga N° 1 de la Argentina- Hasta me preguntó cómo anda Cristina...", siguió relatando el Presidente (NdA: Cristina es la esposa de Kirchner). ("El día que la Krueger preguntó por Cristina", Clarin, 10-03-04)
El guión sostiene que el entero destino de 35 millones de habitantes depende de las decisiones palaciegas del Fondo, y en gran medida, del eco que provocará "en los mercados". También sugiere que hay ciertos "villanos" menos malos que otros, y que el país se podría beneficiar de ciertos favores que sería posible conseguir a través de trabajar buenas relaciones personales con ellos:
El ministro considera que Köhler tiene un papel muy constructivo. Lavagna contó que desde que Kirchner asumió la presidencia de Argentina, Köhler comenzó a encargarse del caso argentino personalmente.
- Los personajes secundarios aparecen en los momentos clave, para intentar salvar, o perjudicar el "héroe": El "amigo" EE.UU es la instancia decisiva y salvadora en los tramos finales de cada negociación:
"Estados Unidos tuvo un papel clave", dijo a Clarín el embajador argentino ante la Casa Blanca, José Octavio Bordón... ("Otra vez, para cerrar el acuerdo fue decisiva una gestión de EE.UU", Clarin, 10-03-04)..
Mientras tanto, los otros países miembros del FMI pueden mutar de "amigos" a "enemigos" según su postura respecto de las propuestas argentinas de repago:
"...No todos los países del grupo de países desarrollados se comprometieron a aprobar la segunda revisión cuando se vote el 22 de este mes. Francia, Canadá y Alemania votarían a favor, tal como lo hicieron en la primera revisión. Italia y Japón siguen estando muy duros y podrían abstenerse. La novedad sería Inglaterra, que dio señales que podría cambiar su abstención por un voto a favor (Clarin, ídem).
- En medio de la pelea, hay "voces morales" que pugnan por el acercamiento de las partes. Los partidos de derecha, las consultoras, los "gurúes" de las finanzas e incluso el Papa, encarnan el saber y la sensatez, y su palabra admonitoria llama todo el tiempo a la comprensión y la mesura:
"En el debate, el ex candidato presidencial Ricardo López Murphy dijo que la actitud argentina hacia el Fondo parecía la de un nadador que pide la ayuda del bañero y después, en la orilla, le grita y lo critica" (Pirulo de tapa, Página 12, 10 de Marzo de 2004).
"Si ambas partes son realistas, debiera ser posible alcanzar un acuerdo. Además es inmensamente deseable. Sólo entonces podrá la Argentina dejar atrás la pesadilla de los últimos años" (Financial Times de Londres, editorial del 11 de Marzo de 2004, citado por La Nación)
- Los conflictos son casi siempre los mismos, pero se reciclan con leves diferencias. La resolución de los momentos de tensión es superficial pero emotiva. Es habitual que semanas antes de un nuevo vencimiento, se desate la histeria colectiva y los titulares del FMI salten a la primera plana. Hay nuevos problemas: se produce un momento de tensión y suspenso en torno al pago. El Gobierno (en su papel de "muchachito valiente)", con hidalguía, amenaza con el no pago y la ruptura. Finalmente, se produce el acuerdo y la reconciliación que reconforta a todos.
Se exaltan los resultados apelando a identificaciones nacionalistas y metáforas deportivas:
"Quieras que no, Argentina empató (o quizá ganó raspando) un round contra el Fondo Monetario Internacional. Algo así como si el peso mosca criollo Omar Narváez le hubiera dado pelea a Mike Tyson". ("Cuesta arriba hasta la primavera", Mario Wainfield, Pagina 12, 14-03-2004)
El mensaje que impacta en las audiencias al final de esta historia -trabajada multilteralmente desde múltiples medios y por innumerables mensajeros-- es que el "héroe" no ha derrotado al "villano", pero ha pactado una tregua y está en disposición de seguir luchando.
"¿Empató Argentina? De eso, proponen en la Rosada y en Economía, mejor no se habla. La pelea continúa..." (Pagina 12, ídem).
Conclusión: el valor político de las emociones
¿Para qué sirve este despliegue, que la oposición llamó con justa razón "show mediático"? Obviamente, para crear un estado de opinión colectivo en primer lugar de angustia e incertidumbre ante el inminente "naufragio"; luego, favorable a la continuidad de los pagos, y por último, de moderada alegría y alivio por el acuerdo, incluso de identificación colectiva con el Gobierno.
Es claro que en las sociedades modernas, la apelación a las emociones es mucho más efectiva para moldear conciencias y actitudes políticas que el debate racional. Ese formidable despliegue teleteatral convence muchas más voluntades que cualquier argumento técnico.
En cambio, no existen en la agenda informativa de los medios corporativos ni indicios de lo que es la verdadera agenda del Tercer Mundo en materia de deuda externa: declararla deuda "odiosa", tal como ha hecho el propio EE.UU con la deuda iraquí en estos meses, o con la deuda externa de Cuba cuando se independizó de España.
El concepto de deuda odiosa remite a los casos en que los "préstamos no cuentan con el consentimiento de la población que los debe pagar; el destino de los fondos ha ido en contra de los intereses y/o necesidades de la nación o de la mayoría de quienes la integran; los acreedores conocían (o debieron, o pudieron conocer) ambas circunstancias" (3).
Gran parte de la deuda externa del tercer mundo es "odiosa", y esto "ha sido reconocido incluso por la representante estadounidense ante el FMI Karen Lissaker, experta en macro-economía, quien señaló hace un par de años que si se aplicara tal principio la mayoría de la deuda del tercer mundo desaparecería" (4).
La deuda argentina reúne todos los antecedentes para ser declarada deuda odiosa, y hay numerosas presentaciones judiciales denunciando su fraudulencia e ilegitimidad. La más emblemática de ellas fue la realizada por el periodista Alejandro Olmos, que reunió cientos de documentos y evidencias. La más reciente, un proyecto de otro periodista, Jorge Guevara, aprobado por el Concejo Deliberante de Mercedes (B) y elevado a instancias superiores. Allí se remite al concepto de deuda odiosa, se propone llamar a una consulta popular sobre la deuda, y se detallan varios antecedentes históricos sobre moratorias unilaterales o desconocimientos de deuda por parte de los países centrales.
Es decir que no hay ningún motivo para festejar por "nuestro equipo", ni siquiera por un empate: siempre vamos perdiendo el partido mientras continúe la aceptación de la totalidad de una deuda que en gran parte fue fraguada contablemente, y en otro gran porcentaje contraída por el gobierno ilegítimo del Proceso Militar 76-82.
La telenovela distractiva de las negociaciones con el FMI sirve para evitar esta discusión, y para construir una opinión pública favorable a la continuidad de los pagos, aunque sea en cuentagotas. Es que la adhesión de los países periféricos a las redes financieras imperiales sigue siendo una cuestión política crucial.
No se debe olvidar que dos años antes en Argentina, el presidente transitorio Rodríguez Saa - elegido luego del renunciante De la Rúa- anunció jubilosamente la cesación de pagos del país, en medio de una ovación del Congreso. Siete días más tarde salía presurosamente del poder denunciando una "conspiración" en su contra.
Claudioguevara66@hotmail.com
CITAS 1) Barsamian David, Entrevista a Noam Chomsky, ¿Por qué dice qu la deuda externa es una construcción ideológica? http://www.margen.org/chomsky.html
2) Esto es tan evidente que el Enero del 2004 el diputado Diego Kravetz, del Partido de la Revolución Democrática, denunció por extorsión a los funcionarios del FMI ante los tribunales porteños.
3) Se puede hallar un detallado análisis sobre el tema en el trabajo de Laura Ramos "Caído el déspota, caída la deuda", en Rebelión, 9 de Marzo de 2004. 4) Barsamian David, ídem