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Argentina: La lucha continúa

Quisieron censurar muestra de arte en la recoleta

Las afiladas tijeras del cardenal no pudieron con un León

Emilio Marín

El cardenal, obvio, es Jorge Bergoglio, el jesuita que regentea la sucursal local de la iglesia con casa matriz en Roma. Y León es Ferrari, un artista plástico de 84 años de fama mundial, que exponía sus trabajos de media centuria en el Centro Cultural Recoleta. Las obras sacan a relucir la historia de violencia de la Iglesia y aunque no tocan específicamente lo actuado por la jerarquía durante la dictadura, quisieron ser suprimidas por el Arzobispo. Como su úkase contra la muestra no fue acatada por las autoridades porteñas, el cardenal ordenó un día de ayuno y oración el 7 de diciembre como una forma de presión política y terrenal.
LA MUESTRA
No hace falta que aclaremos que no somos críticos de arte. Tampoco lo es monseñor Bergoglio ni los cronistas de Infobae que ponen comillas a la palabra arte cuando se refieren a la obra de León Ferrari.
Sí tomamos en cuenta las opiniones de quienes conocen la materia y valoran al artista como uno de los plásticos con vida más importantes del mundo. Su muestra de trabajos de los últimos cincuenta años era aguardada con verdadero interés por los entendidos y el público. Quizás el cardenal primado de la Argentina, sin quererlo, al reclamar fóbicamente la censura ante la Secretaría de Cultura del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, haya avivado aún más esa expectativa.
Los sectores clericales extremos, tipo Tradición, Familia y Propiedad de los Béccar Varela, y la revista nazi Cabildo, de Antonio Caponetto, ya habían promovido incidentes en 2000 frente a una exposición anterior del mismo artista. Ahora la censura, el boicot y las manifestación adversas fueron promovidas en primera instancia por el párroco de la Iglesia del Pilar, Rómulo Puiggari. Posteriormente tomó la posta la máxima jerarquía católica mediante un volante distribuido en todas las iglesias y medios de comunicación propios y ajenos. Los hombres de sotana se quejan de no tener un canal de TV de alcance nacional, pero administran 120 radios AM y FM, y 5 canales de televisión. El vicario castrense es el titular de las estaciones capitalinas, con antena en el edificio Alas de la Fuerza Aérea.
Ferrari no tiene ese poder de fuego mediático pero salió airoso. Su "Retrospectiva 1954-2004" se abrió al público el último día de noviembre en la sala Cronopios del Centro Cultural Recoleta. Por ahora la reacción ultramontana no pasó de un par de septuagenarias que entraron a rezar, un gaucho bonaerense que ingresó con una virgen y otros devotos que pusieron un par de carpas en las inmediaciones. ¿Será todo?
Una de las obras expuestas más famosas, "Civilización occidental y cristiana", muestra a un Cristo ubicado entre misiles de un avión norteamericano. Contra lo que podría pensarse, no fue una creación ante la reciente guerra contra Irak sino que data de los ´60 como crítica a la guerra de Vietnam. Los que disienten con esa figura no deberían agarrársela con el artista sino con Lyndon Johnson y George W. Bush, que ordenaron esas guerras y masacraron a 3 millones de vietnamitas.
LEÓN CRÍTICO
Naturalmente que León Ferrari no es Molina Campos dibujando gauchos ni Palito Ortega cantando otra vez "La felicidad" desde Miami ni Susana Giménez diciendo "mi amor" a las señoras que la llaman.
No. A lo sumo León se parece a su tocayo Gieco, que cuestionó el pedigrí de la curia local en su canción "Memoria", al evocar: "fue cuando se callaron las iglesias", "los padres palotinos y Angelelli dejaron su sangre en el lodo" y "el suplicio de Mugica por las villas".
Ferrari es un filoso crítico de la historia de la religión y la Iglesia católica, que desnuda sus nexos con el poder de turno y la violencia. Aprovechó el revuelo armado en torno a su exposición para recordarle al pope Bergoglio que "el cristianismo divide a los seres humanos en creyentes y pecadores, condena a estos últimos al infierno, y yo considero que ésta es una amenaza que viola los derechos del hombre".
En otro reportaje, y sobre el mismo tema, recordó que el catecismo oficial del Vaticano, versión 1998, rechaza la tortura. Sin embargo, en el artículo 1035 de ese catecismo, la Iglesia habla del Infierno, de aquellos que descienden al fuego eterno. "Hay gente desde la época en que llegó Jesús, que sufre las penas del Infierno; ¿por qué en vez de preocuparse por unos santitos no hacen algo para sacar a esa gente de ahí? Hagan algo por los muchachos del Infierno", ironizó el artista.
En la entrada del Centro Recoleta pusieron un cartel aclaratorio: "En esta exposición hay obras que pueden herir la sensibilidad religiosa o moral del visitante". Fue la forma como el secretario de Cultura Gustavo López y la directora del Centro, Nora Hochbaum, abrieron "el paragüas" frente a posibles acusaciones de personas incautas. Fue innecesario porque la discusión pública generada en los ámbitos políticos y culturales dejó allí poco espacio para desinformados.
Lamentablemente ese debate se produce sólo en un segmento de la sociedad. Con tanto hambre en los chicos de Santiago del Estero y del resto del país, no sólo que a mucha gente no le importa quién está en el Fondo de las Artes –diría Torcuato Di Tella- sino tampoco quién expone en el Recoleta y por qué hay instituciones fundamentalistas que, actuando como sectas, quieren censurarlo.
La actitud del gobierno de Aníbal Ibarra en este punto merece una buena nota, frente a tantos bochazos en otras materias (como la habilitación que dio a los oligarcas de la Sociedad Rural-Ogden-De Narváez para construir grandes instalaciones en el predio de Palermo).
La opinión democrática fue compartida por el canciller Rafael Bielsa. En lo que discrepamos es en la valoración de esos funcionarios de que el arte no tendría un contenido político porque es pura creación individual, arte por el arte. En realidad toda creación artística tiene un contenido político o de clase, explícito o implícito. El de Ferrari tiene casi todo a la vista y por añadidura se mete con la sacrosanta religión, por eso algunos lo aplauden y otros quieren mandarlo con Satanás. ¿Por qué se ofusca tanto el Episcopado? Si el Infierno existiera, León ya estaría condenado sin que las eminencias reverendísimas mutilen su producción cultural ni le deseen el mal. ¡Calma obispos, que el artista de 84 años ya tiene un pie en el Averno y no tiene miedo de esa fábula! ¿Y ustedes?
EL TRONO
Por ahora la ofensiva ideológica de Bergoglio ha fracasado. Su acusación de "blasfemia" habrá surtido efecto en la mente de parte de su grey católica pero no pudo frustrar la exposición de Ferrari. Habrá que aguardar el 7 de diciembre, día de ayuno y oración: algunos energúmenos pueden pretender crear un clima de agresiones. Para estos cruzados del "ser nacional" y la "civilización occidental y cristiana" no debe haber pasado inadvertido que la directora del Recoleta tiene apellido judío.
La carta cardenalicia rezumaba odio por todos los renglones, quejándose que la obra se exponía en un centro cultural sostenido por los "dineros que el pueblo cristiano y personas de buena voluntad aportan con sus impuestos". Allí se pasó de la raya. Una cosa criticable pero admisible es que el jefe de la iglesia opine sobre una obra que según su opinión ofende a la religión. Su opinión es válida pero vale uno, igual que la de León Ferrari y cualquier otro ciudadano de a pie. El no está en el trono.
Pero Bergoglio hace mal en meterse en asuntos que no son de su incumbencia, como el presupuesto del Centro Cultural y el tipo de arte que puede representarse allí. Además falta a la verdad en forma grosera: ¿de dónde sacó que quienes pagan sus impuestos son todos cristianos?. Los que oblan son ciudadanos de cierto poder adquisitivo, que aún tienen trabajo y pueden pagar los servicios. En la cola del Banco Ciudad no se pregunta quién es católico, quien musulmán, de religión judía o ateo.
Además, el papable menta la soga en casa del ahorcado. ¿Cuánto se llevará la Iglesia católica del Presupuesto Nacional 2005? En tiempos de Carlos Menem eran 11 millones de dólares anuales en aportes directos para pagar los sueldos de obispos. Pero también sería interesante saber cuántos fueron los subsidios para las escuelas privadas de orientación religiosa, las exenciones impositivas a las propiedades de la curia y sus fundaciones, los aportes estatales para el Congreso Eucarístico de Corrientes, etc.
Los ochenta obispos que se reúnen dos veces al año en la Conferencia Episcopal tienen una orientación conservadora, con cuatro o cinco excepciones progresistas. Esta jefatura embistió armada con las tijeras de la censura, con un sentido propio de la Inquisición. En particular Bergoglio venía entonado porque en julio último, por medio de su operador Santiago de Estrada, había logrado imponer una reforma al Código Contravencional con sentido represivo.
De Estrada, ex funcionario de la dictadura militar, se le reportó esta semana con un proyecto alternativo "light" de educación sexual en las escuelas de la Capital. Quería la aprobación del cardenal para hacerlo votar el 14 de diciembre en la Legislatura, en otra contradicción andante: ¿por qué someten a la voluntad de los hombres de sotana temas en los que éstos supuestamente no tienen ninguna experiencia, como el sexo, la familia, el embarazo, etc? Y algunos que la tienen, como el padre Julio César Grassi, están teñidos por la inmoralidad y el delito de corrupción de menores, según la justicia. ¿No habrá llegado el turno de hacer efectiva la absoluta separación de la Iglesia, de todas las iglesias, y el Estado?