Argentina: La lucha continúa
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El desembarco de china en América Latina
Millones que seducen
Las inversiones chinas estarán focalizadas en la explotación de recursos naturales: petróleo offshore y minería. También en áreas de infraestructura de transporte. ¿Quién hará el gran negocio?
Marcelo García *
El gobierno de Néstor Kirchner está por presentar uno de los mayores anuncios de su gestión. Y estará vinculado a una fuerte inversión de China en Argentina. Las inversiones chinas estarían direccionadas a la producción energética, al área de los ferrocarriles y a la generación de infraestructura básica, como por ejemplo la realización de tres corredores bioceánicos entre Argentina y Chile, que estarían distribuidos entre el NOA, Centro y Patagonia. El objetivo de ese desembarco tiene que ver con la explotación de recursos naturales argentinos, en particular los petroleros y también los mineros. Esta avanzada sobre el sur americano se debe a las necesidades chinas de aprovisionamiento de energía y minerales.
Una vía será en el sector de la explotación petrolera offshore, donde Enarsa aspira a hacerse fuerte. China tiene experiencia propia y compartida con otras empresas en ese rubro. Esta situación lleva a pensar qué es Enarsa: si se trata de un reposicionamiento estratégico del Estado nacional en el rubro de los hidrocarburos o si por el contrario es una nueva forma de privatizar los recursos petroleros y gasíferos que aún no están en explotación, como lo son cuencas costa afuera. Los avances de las inversiones chinas en infraestructura ferroviaria-vial o el relanzamiento de la explotación carbonífera en el Turbio pueden ser considerados parte del saldo positivo, pero bien podría pensarse a esos elementos como escasos si se tiene en cuenta que lo que se está entregando son recursos naturales no renovables.
Es necesario dimensionar la importancia que posee el país asiático en el contexto mundial y cuáles son sus principales necesidades en materias primas. China tiene una población de 1300 millones de habitantes. El gigante asiático fue en el 2003 la primera potencia importadora mundial de cemento (adquirió el 55 por ciento de la producción mundial) y en los demás rubros compró el 40 por ciento del carbón, 25 del acero, 25 del níquel y 14 del aluminio. En cuanto al petróleo es el tercer consumidor mundial, detrás de Estados Unidos y Japón, y el segundo importador mundial y contrariamente es el sexto productor del planeta. Estas importaciones masivas dieron lugar a una explosión de los precios en los mercados mundiales.
Si China sigue con un ritmo de crecimiento económico anual, que ronda entre el 7 y el 9 por ciento, a partir de 2041 va a superar a Estados Unidos para convertirse en la primera potencia económica del mundo lo que tendrá consecuencias geopolíticas fundamentales. Esto significa que desde 2030 su consumo de energía equivaldrá a la suma del consumo actual en Estados Unidos y Japón, y que al no disponer de petróleo suficiente como para satisfacer una necesidad tan monstruosa, al 2020 se verá obligada a duplicar su capacidad nuclear.
La inestabilidad energética que vive China ha obligado al gobierno de Beijing a diseñar un esquema de reservas petroleras estratégicas. Al igual que Estados Unidos, las autoridades chinas pretenden contar con un sistema de reservas estables de barriles y está previsto que para el 2005 sea de 10 millones de toneladas y de 22 millones en el 2010.
China no sólo planea hacer pie en Argentina sino que tiene el mismo objetivo para Bolivia y Brasil. En el país andino realizará fuertes inversiones en el sector de la producción gasífera y en el de la producción diésel, pero también lo hará en las áreas de la minería, obras de infraestructura, producción de soja y explotación maderera de bosques. Lo de China en Bolivia no se quedó en promesas ya que a principios de septiembre de este año la petrolera estatal oriental Shengli Internacional firmó un convenio con YPF Bolivia para la explotación de hidrocarburos. Los orientales aportarán 1500 millones de dólares y los bolivianos las áreas de exploración y extracción.
Los enviados de Beijing a Brasil portaban instrucciones similares. En agosto de este año Petrobras rubricó con la petrolera china Sinopec unconvenio muy parecido al de Bolivia, aunque en esta oportunidad los negocios son más amplios ya que ambas partes aportarán a una empresa mixta tecnología, infraestructura, conocimientos y áreas de explotación.
La misma metodología que la utilizada en América latina ha sido desplegada en Medio Oriente donde recientemente Sinopec estableció un acuerdo con Irán por 70 mil millones de dólares. China adquirirá en los próximos 30 años 250 millones de toneladas de gas y hará inversiones en extracción de hidrocarburos. Por su parte Irán se comprometió a exportar 150 mil barriles de petróleo diarios por un lapso de 25 años.
Es importante tener en cuenta que las empresas petroleras chinas no están exentas de la penetración privatista que ha vivido América latina y las tres principales compañías orientales se abrieron en 1998 a las inversiones extranjeras y en la actualidad contienen en el seno de su conformación accionaria (en un 30 por ciento) a las multinacionales BPAmoco, Shell y Exxon-Mobil.
En definitiva queda en claro que China viene a abastecerse de recursos energéticos, tanto hidrocarburíferos como minerales, y con los acuerdos en Argentina no resolverá sus problemas pero dará un paso más en el entramado energético que imperiosamente necesita. Ahora, sería bueno preguntarse cuáles son los beneficios para Argentina si se continúa dilapidando así sus recursos naturales.
* Investigador del Centro Regional de Estudios Económicos de la Patagonia Central.