Argentina: La lucha continúa
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14 de enero del 2004
Fábricas Recuperadas en Argentina. Zanon bajo control obrero.
Red_libertaria.net
La fábrica ceramista Zanon Bajo Control Obrero se levanta sobre
el suelo ventoso y frío de la provincia de Neuquen. A unos pocos kilómetros
de la capital, una mole en movimiento esconde el sol del amanecer, mientras
en la entrada se observa a los encargados de ventas acomodarse y comenzar otra
jornada laboral.
Adentro, las líneas de producción hace más de dos años
que funcionan sin patrones, pero con la responsabilidad de los obreros que supieron
ganar y llevar adelante un sueño que hoy es una realidad indiscutida
que recorre el país: las fábrica controlada por los obreros.
Los Noventa
Los años '90 en Argentina estuvieron signados por un gobierno que acató
a rajatabla los enunciados exigidos desde organismos financieros internacionales,
los favores mutuos entre la clase política y empresarios, y el desguace
del Estado en manos de las privatizaciones. En ese tiempo, Luis Zanon era el
dueño de la fábrica ceramista. Llegado de Italia a los veintiocho
años, su primera conquista fue el Ital Park, en el centro de la Capital
Federal. Pero una radiografía más exacta sobre este empresario
se puede encontrar en el libro La política está en otra parte.Viaje
al interior de los nuevos movimientos sociales, del periodista Hernán
López Echagüe: "En el año 1975 decidió ampliar el
círculo de sus negocios y proyectó una fábrica de cerámicos.
Fue uno de los tantos empresarios que lograron edificar fortunas durante la
dictadura militar. Zanon se instaló en Neuquén e hizo realidad
su proyecto. Luego tomó champagne con Menem, junto a quien se fotografió
orgulloso; recibió importantes apoyos del gobierno provincial, unos cinco
millones de dólares; a partir del año 1993, el gobernador de Neuquén,
Jorge Sobich, empezó a tener el hábito de mencionarlo en cada
discurso como ejemplo de empresario modelo; el Banco Interfinanzas Internacional,
con sede en las Islas Caimanes, también aportó lo suyo con veinte
millones de dólares; Zanon se convirtió en una de las principales
empresas provinciales y don Luis creció de tal forma que logró
ampliar sus negocios en dimensiones insospechadas: adquirió acciones
de la privatizada Aerolíneas Argentinas y de canales de televisión.
Sin embargo, ninguno de estos aportes parece haber sido suficiente.
Sobre el fin del 1999, a tono con el comportamiento de la mayor parte de los
empresarios nacionales, decidió que para mantener la empresa 'con costos
internacionales razonables' debía despedir a buena parte del personal.
Así pues, anunciaron rebajas salariales y el despido de cien obreros".
Lo que fue una constante en la época menemista, los trabajadores de Zanon
supieron revertirlo: a las amenazas de la burocracia sindical, ellos respondieron
con una política decidida entre todos; frente a los controles represivos
dentro de las instalaciones, ellos tomaron como bandera cortar las rutas e informar
a toda la comunidad sus acciones; a los engañosos análisis de
pérdidas en las ganancias por parte de los patrones, ellos, hasta el
día de hoy, responden con hechos concretos, incrementando la producción
e incorporando operarios que ahora tienen un trabajo genuino.
La fábrica
El 3 de octubre de 2001 la fábrica dio el primer gran paso en la realidad
argentina: sus trabajadores la ocuparon, reclamando sueldos atrasados y el inminente
despido de personal con la excusa de la crisis económica. En noviembre
de ese año, Luis Zanon comunicó oficialmente el cierre de la planta
y el despido de sus 380 empleados.
Luego de enfrentar amenazas de todo tipo, campañas en su contra y denunciar
continuamente al gobierno neuquino encabezado por Jorge Sobich, los obreros
de Zanon se pueden sentir más que orgullosos: las líneas de producción
están en funcionamiento y, para el año 2004, los rabajadores calculan
que llegaran a los trescientos mil metros cuadrados de cerámicos; hoy,
dentro de la fábrica, el pago de los sueldos es exacto: todos cobran
800 pesos por mes y, además, han otorgado cincuenta puestos de trabajos
nuevos y genuinos, repartidos entre distintas organizaciones sociales de la
provincia, incrementando así el número de operarios a 349; luego
que la justicia haya ordenado en cuatro oportunidades el desalojo, los obreros
de la fábrica se levantaron y contrarrestaron esas decisiones con firmeza
y dignidad.
Una cualidad que también caracteriza a los trabajadores de la fábrica
es su inmediata solidaridad con distintos movimientos sociales: se los puede
ver marchando por las calles de Buenos Aires junto a las Madres de Plaza de
Mayo y los piqueteros; participando junto a otras fábricas recuperadas
como Brukman, Grissinopolis o el ex supermercado Tigre; también, en varias
oportunidades han sido invitados a distintas partes del mundo para contar su
experiencia y llevar el abrazo fraternal de la resistencia; en el mes de noviembre
de 2003, el Movimiento de trabajadores Desocupados de Neuquén (MTD) sufrió
una de las mayores represiones que se recuerdan: el gobierno de Sobich trató
de implementar una tarjeta de débito para cobrar los Planes Jefes y Jefas
de Familia. De esta manera se dejaba sin dinero circulante a los desocupados
y, emulando los tiempos de La Forestal, las compras de alimentos se tendrían
que realizar en locales signados por la gobernación. Durante todo un
día la policía de Jorge Sobich persiguió a desocupados,
obreros y docentes, dejando como saldo nueve heridos con bala de plomo y decenas
por balas de gomas. Pedro Alveal, integrante del MTD y reciente ingresado a
Zanon, recibió 64 balazos de goma y sufrió la pérdida de
un ojo. La represión duró hasta las dos de la mañana y
en las imágenes que mostraba la televisión se podía observar
las pecheras blancas que identifican al MTD junto a las camisas marrones de
los obreros, en las calles, enfrentando a la policía de un gobernador
que es el referentes de la derecha más reaccionaria de Argentina.
Patear el tablero de la política
La característica más asombrosa de los obreros de Zanon es que
todos saben todo: desde el funcionamiento de las maquinarias hasta las causas
judiciales que recaen sobre la fábrica. Pero el mayor aporte que han
realizado fue romper con una forma de hacer política que ya venía
instalada mucho antes que la dictadura de Videla, Masera y Agosti usurpara el
poder. Líderes sindicales como Vandor, Rucci o Lorenzo Miguel establecieron
una estructura de organización y representación que se basaba
en favores mutuos con el poder de turno. Durante años, los intereses
de los trabajadores estuvieron en manos de sindicalistas que gastaban sus horas
entre cenas de lujo con empresarios y arreglos a escondidas con presidentes
y ministros.
Luego del golpe militar del 76', muchos capitostes sindicales se ampararon debajo
de las faldas de generales y así lograron una continuidad en las políticas
que tantos beneficios les brindaba.
Durante los diez años de menemismo, personajes como Rodolfo Daer, Hugo
Moyano, Armando Cavallieri o Luis Barrionuevo defendieron incondicionalmente
el alineamiento estricto del gobierno menemista con las oficinas de Washington.
Sin pronunciar palabras y mirando para otro lado, fueron testigos y cómplices
de la devastación estatal realizada por las privatizaciones. O sea: dejaron
caer en la desocupación a miles de trabajadores que ellos decían
representar.
La experiencia de los obreros de Zanon rompió esta forma de hacer política
y destruyó el oscuro camino que sembró la dictadura militar. Con
la memoria y el trabajo cotidiano, los obreros de Zanon rescataron la fuerza
y la conciencia de las luchas de la década del 70' y -lo más importante-
supieron articular nuevas formas de organización y representatividad:
las asambleas en donde se toman las decisiones son el corazón de la fábrica,
la solidaridad con los distintos movimientos populares es inmediata y nunca
bajar los brazos parece ser su arma más sólida. La experiencia
de Zanon ha creado un nuevo camino que se recorre día a día, afianzando
los lazos humanos y respetando las decisiones que verdaderamente se eligen de
manera democrática. En las frías tierras de Neuquén, los
obreros de Zanon han sabido patear el tablero de la política y, sobre
todo, vencer una forma de hacer política que la dictadura creyó
imponer.
Leandro Albani