VOLVER A LA PAGINA  PRINCIPAL
Nuestro Planeta

El mundo no es una hamburguesa

Patxi Coira

Desde Johannesburgo
30 de agosto de 2002

Desarrollo sostenible es un termino actualmente prostituido por Gobiernos y multinacionales. No es de extrañar que BMW sea casi la patrocinadora oficial de la cumbre de la ONU en Johannesburgo. Así reza en una de las plazas principales del majestuoso centro comercial donde se celebra. Los coches de BMW apuestan por la energía limpia y el desarrollo Sostenible.
Todas las personas de este mundo sabemos ya que el automóvil es uno de los grandes problemas medioambientales, pero con la desfachatez publicitaria más soez, las multinacionales del sector se atreven a vendernos la moto justo a
la entrada de la cumbre oficial de la ONU.
Esta cumbre, parece tan enferma como el mundo, ya todos y todas dudamos de la eficacia de los acuerdos que aquí se tomen, al fin y al cabo, diez años después de Río, la eficacia de los mas de 500 tratados medioambientales internacionales en vigor se violan y olvidan con desmesurada intención.
No pasa lo mismo con las directrices de la OMC, estas se cumplen a rajatabla aunque contradigan las medidas medioambientales internacionales.
El Estado anfitrión tiene una situación social insostenible, al igual que el resto de África: En Berea, un barrio depauperado y céntrico de Johannesburgo existe un 60 por ciento de paro. En Alexandra y en Soweto el paro es del 40 por ciento, son barrios de chabolas sin agua ni electricidad, o peor todavía con un agua carísima y una energía a la que no tienen acceso por no poder pagar la factura.
La educación es privada, el índice de sida altísimo, no hay pavimentación, ni servicios, ni esperanza, es la absoluta miseria. África tiene 13 millones de seres en verdadero riesgo de inanición por la persistente sequía y los ricos del Norte no ven en ello sino más intereses económicos para seguir creciendo hacia el infinito. Es por eso que el Norte pretende privatizar los
servicios de distribución de agua del Sur.
Probablemente, dentro de poco, las inversiones de los países opulentos en el sur también se darán en campos como el de la educación, para privatizarla y obtener beneficios. Ya lo están haciendo con la agricultura imponiendo los cultivos transgénicos, el masivo uso de pesticidas y productos químicos que hacen aumentar la absoluta dependencia de los desfavorecidos en beneficio de la cuenta de resultados de las compañías que comercian con patentes de semillas, que comercian con la vida
y el patrimonio biológico del Sur.
El Apartheid esta vivo entre los pobres y ricos de esta Sudáfrica que intenta atraer al capital extranjero para que se afinque perpetuando la terrible y cotidiana injusticia social.
Greenpeace se queja de que en esta cumbre no sé esta hablando de cambio climático y sí, demasiado, de pobreza. Lo cierto es que estos grupos blancos de presión nacidos en la opulencia y muy legítimamente conscientes de que se está deteriorando el sistema natural, van a tener que aparcar sus ballenas y albatros hasta que agua, tierra y trabajo sea algo alcanzable para millones de seres vivos que, casualmente, pertenecen a su misma especie.
Mientras tanto, la muy mediatizada por la ONU, cumbre social de Nasrec, reúne a miles de ONG dispuestas a cambiar el mundo, a salvar el planeta y a creer en que otro mundo es posible, pero lo cierto es que este conglomerado social no tiene ningún poder ejecutivo y que las decisiones se toman un kilómetro más lejos, en un centro comercial y en un hotel de lujo al que no tenemos acceso la mayoría de los delegados.
Cuentan que, en la Cumbre de Bali, EEUU llego a acreditar 200 delegados con el propósito de entorpecer la toma de decisiones en la propia Cumbre. También las malas lenguas apuntan a que la cumbre social que en estos momentos, por fin, está a punto de emitir un memorando consensuado al que las multidisciplinares, multicolores y multilingües delegaciones podamos adherirnos, está demasiado controlada por la propia ONU. No es casualidad que la mayoría de los delegados y delegadas de esta cumbre tengan vetado el acceso a la cumbre social y viceversa.
Tampoco es casualidad que en unos viejos estudios de cine, justo a dos kilómetros de Nasrec, miles de personas estén reunidas en otro foro absolutamente crítico con los dos anteriores. Se trata de los sin tierra, gentes de Sudáfrica que han sido desposeídos de absolutamente todo gracias a las leyes del Gobierno que permiten que cualquier persona que desee comprar
tierra tiene derecho a desalojar a los que allí viven, aunque lleven trescientos años. De esta manera una sola persona puede comprar miles de hectáreas y desalojar de allí a todos sus habitantes.
Los sin tierra reciben el apoyo de organizaciones internacionales como Vía Campesina o Attac y de otros movimientos que afirman a las claras la poca validez de los acuerdos que aquí se firmen y muy a su pesar intuyen que las verdaderas decisiones, que les afectaran haciéndolos más pobres y desposeídos, se tomarán sin dudad alguna el año que viene en la reunión de la Organización Mundial del Comercio.
A esa otra cumbre seguro que acudirán Bush y Aznar, personajes que hacen inclinar la balanza del equilibrio mundial hacia lo intolerable, uno con ganas de bombardear Irak y el otro siendo el presidente del Gobierno estatal que bate marcas de incumplimientos y denuncias por delitos medioambientales dentro de la UE.
Es lógico, pero muy peligroso, que dentro de los más pobres de Sudáfrica se alcen voces a favor del apartheid negro.
Abocar a mil millones de personas a la más absoluta miseria no es el camino hacia la sostenibilidad, sin embargo no se preocupan por ello quienes detentan el mayor poder, el absoluto control sobre la información y la más negra codicia neoliberal.
Si algo es significativo en esta Cumbre de la Tierra es la perplejidad de los blancos ricos cuando muerden su hamburguesa y ven que su jardín se mancha de aceite, es entonces cuando le llaman la atención a sus criados y les piden que respeten el césped: vergonzoso.
Nunca podemos hablar de desarrollo sostenible con el Sur si antes no garantizamos unas mínimas condiciones de vida a millones de desposeídos: trabajo, tierra y comida.
Que nadie dude que el mayor problema ambiental no esta ni en la biosfera ni en la atmósfera, sino en la denominada socio-esfera, donde el creciente abismo entre ricos y pobres aboca a mil millones de personas a la extrema pobreza.
Todos los sistemas están interrelacionados: no salvaremos las ballenas, ni pararemos el calentamiento global, sino solucionamos el gigantesco desequilibrio social. Es pura ecología. Lo demás, es fraude, arribismo y publicidad verde.