A DIEZ AÑOS DE LA CUMBRE DE LA TIERRA ECO-RIO '92
LOS PAISES MAS PODEROSOS SEGUIRAN INCUMPLIENDO SUS COMPROMISOS
Entre el 26 de agosto y el 4 de setiembre los representantes de 180 países del mundo deliberarán en una Cumbre sobre el Desarrollo Sustentable. La cita pasará examen a los compromisos firmados con solemnidad hace una década en Río de Janeiro, que abrió esta serie de cumbres sobre la Tierra, el clima, la diversidad biológica, etc. A la luz de las políticas de George W. Bush y sus socios del "Grupo de los 7" países más desarrollados, no hay demasiado espacio para la ilusión del contingente tercermundista. Este último asistió a Johannesburgo con deseos de plantear metas para reducir la pobreza, demandar más ayuda de los países ricos, ampliar el comercio mundial, etc. Pero les contestarán con largos y retóricos documentos, y ya se sabe que los 800 millones de habrientos no comen retórica ni papeles.
MUCHAS PALABRAS
Una cumbre será la oficial, auspiciada por la ONU del ganés Kofi Annan y que reunirá a delegaciones oficiales de 180 países que recalarán en Johannesburgo y serán recibidas por el anfitrión Thabo Mbeki, el hombre que sucedió al mítico Nelson Mandela.
El secretario general de ese evento oficial es Nitin Desai, quien al momento de iniciar las deliberaciones tuvo que admitir ante la prensa que el documento final no está aún concluido. Y esto pese a las numerosas reuniones previas, preparatorias, que trataron de limar las diferencias de apreciación, básicamente entre los delegados de los países ricos y sus "subcolegas" del mundo pobre.
Según ese funcionario, el 73 por ciento del texto del que será el Consenso de Johannesburgo está terminado pero falta unidad en el 27 por ciento restante. Dicho en otros términos, la parte de la "guitarra" sobre generalidades y lugares comunes ya está pasada en limpio. Pero falta precisamente la letra chica de la resolución en los temas concretos que aluden a los objetivos inmediatos de la Cumbre, su financiamiento, etc.
La parte inconclusa, en palabras de Desai, se refiere "a los temas importantes como globalización y mecanismos de implementación, en los que se trata el comercio y las finanzas". Es posible que, a los apurones, la burocracia mundial consiga un texto de compromiso, como tantos otros en estos años. Pero desde ya se puede anticipar que ese fruto no llenará las expectativas de los casi 3 mil millones de habitantes del planeta que viven entre la pobreza y la indigencia, o sea con menos de dos dólares diarios.
LA OTRA CITA
En un evento paralelo al oficial se reunirán casi 60 mil personas venidas del resto del mundo y pertenecientes a diversas organizaciones no gubernamentales y entidades ambientalistas. Esta otra cita será en Gallagher, cerca de Johannesburgo. Con seguridad habrá allí debates interesantes y con una orientación política progresista, a la izquierda de Annan y sus engolados jefes de gobierno.
En ese sentido muchas organizaciones sociales en los meses previos elaboraron sus ponencias y aportes para el debate sudafricano, planteando otras alternativas. Por ejemplo, a fines de julio las entidades indígenas mexicanas se expidieron en Toluca no sólo por cambios inmediatos que permitar sobrevivir a los más pobres sino también por la perspectiva "de tener mejor calidad de vida, basada en valores éticos, culturales y espirituales, y no sólo económicos".
El problema es que esos pronunciamientos indígenas y ecologistas, de movimientos sin tierra, sindicalistas, feministas, etc, _que también caracterizaron los dos Foros Sociales de Porto Alegre y el recientemente concluido de Argentina_ serán también expresiones de buenos deseos hasta que con la lucha política directa se materialicen en cambios sociales en cada uno de los países. Sino seguirán siendo papeles. Mejores que los papeles de Annan pero, de todos modos, papeles.
EL BALANCE
Muchos representantes de naciones empobrecidas pueden plantear en la cita sudafricana sus reclamos al mundo industrializado. Por cierto, entre esos reclamantes dificílmente se encuentren los enviados de Eduardo Duhalde, preocupado como está por cumplir diligentemente las exigencias del FMI y el Tesoro de Paul O'Neill.
Pero esas demandas rebotarán contra un muro de silencios y oportunismo. O peor, aún, a sus autores les darán la razón de los locos, diciéndoles que sí a todo pero sin ninguna intención de cumplimiento.
Por ejemplo, los delegados de América Latina y el Caribe pueden mocionar por planes de ayuda inmediata, alegando que la situación de la región es explosiva al acumularse entre 220 y 250 millones de pobres, y una deuda externa cercana a los 900 mil millones de dólares. Otras naciones dirán que las potencias centrales tienen que terminar con sus subsidios agrícolas por 361 mil millones de dólares anuales, que mandan al bombo las producciones locales. O que es intolerable que la Cumbre Alimentaria de Roma, que había fijado el objetivo de reducir a la mitad el número de hambrientos en el mundo para 2015, ahora reconozca que esa meta "light" recién podría realizarse en 2030 (en el mejor de los casos habrá 400 millones de hambrientos).
Esos y otros programas sociales figuraron en la Agenda 21 aprobada en la Cumbre Eco-Río '92 pero su cumplimiento ha sido insatisfactorio y en algunos capítulos, nulo. Aunque se avanzó en ciertos tópicos como el Cambio Climático en las reuniones de Kioto y Marrakesh, sus protocolos aún no han sido ratificados. La administración Bush fue una de las más recalcitrantes en la materia, negando su firma.
La situación es tan desesperante para los condenados de la tierra (F. Fanon), que hasta un poder insospechado de radicalización ideológica como el Vaticano, tuvo que decir algunas cositas fuertes. El enviado papal Renato Martino aseguró que si no se concreta la ayuda a los países más pobres, "habrá más conferencias y resultados insignificantes". żEse será el balance en la ciudad sudafricana?
MISTER BUSH
Posiblemente una buena parte de las delegaciones tercermundistas aún crean en la posibilidad de que Estados Unidos y los socios del "Grupo de los 7" ablanden su corazón y saquen la billetera.
Los que piensen de ese modo se estarán engañando a sí mismos. El caso argentino puede servir para ilustrar perfectamente de quién ayudó a quién, teniendo en cuenta los 11 mil millones de dólares que hasta 2001 nuestro país giró al Norte y Europa en concepto de intereses de la deuda externa y los 2.500 millones de dólares anuales de la deficitaria balanza comercial con Washington.
La administración Bush no puede dar la cara en Johannesburgo. De hecho el presidente anunció que no concurrirá y su enviado, el secretario de Estado Colin Powell sólo irá los dos últimos días.
Esa ausencia es política: la superpotencia tiene miedo de ser blanco de muchas críticas por parte del Tercer Mundo. Los ajustes exigidos por los organismos de créditos internacionales bajo control de EE.UU., los subsidios agrícolas, la cerrazón de sus mercados a los productos del sur, la negativa a convalidar el tratado de Kioto sobre el Clima, su presupuesto militar de mil millones de dólares diarios, etc, iban a ser de una forma u otra hostigados por una parte de los asistentes (y por la mayoría del foro alternativo de Gallagher). Las últimas disposiciones de la Casa Blanca en materia ambiental fueron de terror: carta blanca a la industria energética, prospección petrolera en zonas vedadas como Alaska y recomendación de talar árboles para combatir los incendios.
Cuando se pase revista a la ayuda de los países ricos a los pobres, el texano será el peor de la clase. EE.UU. destina a esa ayuda sólo el 0,10 por ciento de su PBI, ubicándose en el último lugar, el nø 28, entre los miembros de la próspera y primermundista OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico).
En contraste, Dinamarca dona proporcionalmente diez veces más que el gigante americano y así el resto de los integrantes de ese club. Incluso España y Portugal, que no son precisamente potencias de primer nivel, donan más proporción de su producto.
Cabe recordar que en la reunión de Río de Janeiro, George Bush padre firmó el compromiso de que esas naciones de primer nivel donarían el equivalente al 0,70 por ciento de su PBI. Transcurridos diez años, durante los cuales se produjo la extraordinaria bonanza de la economía estadounidense, su hijo y sucesor apenas da el 0,10. Quizás sea por eso que se quedó en su rancho de Crawford, Texas. Para él, la de Johannesburgo era una reunión de negros y lo mandó a Powell.
EMILIO MARIN