26 de diciembre del 2002
Más Prestige: imposturas, sapos, extravagancias, falacias...
Xoaquín Silva
La insistente negación de la evidencia. Al poder se le saltaron las alarmas. Él es la referencia soberbia de sí mismo. Su discurso es "el discurso". Lo niega todo, aguardando que el tiempo pase y vengan ocasiones favorables. No ve el espacio, vive su campo visual. Se porta como si, en lugar de un barco venenoso en el fondo del mar, tuviese un familiar enfermo. Y minimiza, como se suele hacer, la enfermedad y sus efectos: "Coma mejillones, no se preocupe" "No hay mal que por bien no venga" "Cuando sanes estarás mejor que antes" "Se ven gaviotas limpias".
Su imagen es la del rey desnudo (Méndez Ferrín).
--Nos mandan al Príncipe, por ver si entretiene. Pero el Príncipe es una entidad de realidad escasa. Es como aquellas proyecciones tridimensionales de sí mismo que a veces usaba Superman: hacían creer que estaba allí, pero nada más, carecían de poderes. El alcalde Francisco Vázquez lo expresa perfectamente: " El Príncipe era la imagen de la solidaridad en la isla de Ons, allí, entre los marineros, percebeiros, mariscadores..." Asnar, sin embargo, está cuajado de realidad. La sombra tremenda de sus cejas, por ejemplo, se arrima cada día a nuestras vidas; sus falsetes vibran en nuestros ríos, en nuestros espejos y vitrinas... Aunque la realidad le venga de ciertos designios que gobiernan como quieren su destino y no son él. Al Príncipe, en Vigo, los paraguas avisados de los innecesarios guardaespaldas evitaron que el chapapote lo atravesara limpiamente.
--Plataformas benevolentes pastorean la bronca como manda Dios. Reducen oportunamente a los indios en la reserva y extienden el vallado por el territorio arrojando destierros y cerrojos sobre la gente díscola. Es la Contestación Bajo Control: Nunca Máis.
Nunca Más era el nombre del informe sobre desaparecidos durante la dictadura militar argentina que Ernesto Sábato dirigió por encargo del gobierno de Raúl Alfonsín a comienzos de los ochenta (no mucho después de entregado el informe, ese mismo gobierno aprobó la Ley de Punto Final, que liberaba de procesamiento a oficiales responsables durante la dictadura).
Aquí, con este lema nos están metiendo perfectamente en cintura. Nunca Máis... su imagen es la del Coro que llora y testimonia, incapaz de irrumpir en el rumbo de la tragedia.
--Una empresa holandesa ofrece detener el vertido por diez mil millones de pesetas. El gobierno no contesta. Diez mil millones son dos o tres futbolistas de importación 1ª, un fragmento de las comisiones de un banquero, algo más de dos F16... Dinero de negocios, dinero del rescate.
Por otro lado, nuestros padrecitos se muestran en el NO-DO entre los marineros con los euros colgando de los bolsillos de la chaqueta. La imagen, falaz porque se publicitan malintencionadamente derechos como favores, recuerda a la aristócrata de "Los santos inocentes" repartiendo calderilla a sus aldeanos en fecha señalada. El reflejo es consolidar el (con)sentimiento de deuda personal más o menos permanente del cliente, que es uno de los rasgos estructurales de nuestro caciquismo, esta vez frente a la fatalidad: "castigos y sorpresas", ha dicho el conselleiro de pesca López Veiga.
--El negocio de la destrucción. Este es un tema clásico en la fenomenología del capitalismo:
Los USA confirman su supremacía sobre la reordenación político-econ ómica del occidente de posguerra, intactos, después de haber entrado en la guerra cuando ya todo había ardido lo suficiente como para que se anunciara un desenlace. Es el oportunismo inevitable del capital. En la Galicia del Prestige, la empresa Tragsa –que parece haber funcionado conforme al diseño que justifica la mala fama de las empresas públicas, es decir, como una empresa privada- ha recibido concesiones que incluyen playas a limpiar en exclusiva.
Tragsa contrata personal tipo "jornalero-estudiante" y no sólo no trabaja bien, según han declarado varias veces voluntarios y otras fuentes: en ocasiones recontamina o abandona. Pero el asunto no es eso, sino el circuito perverso destrucción- construcción en que se crea y se recrea el afán del capital.
--El PP ataca a los otros por hacer política con lo del barco porque él detesta la política. Él procede del señorío, inmortal, holgazán e indiscutible, que sostiene y representa el orden cósmico, que ejerce el mando por derecho propio, que Es quien Es y está persuadido de Serlo pase lo que pase, también en las pestes, hambrunas y otras quiebras que aparezcan en el Orden; que lleva la estirpe del Pantocrátor y, si no gobierna, las cosas ven incumplido su destino.
Había que ver a ese Fernández de Mesa, delegado del gobierno, con qué desdén hacia el problema, las preguntas y nuestra lengua, respondía a los locutores de la TVG... Ellos detestan la política. Nos miran severamente como a lo que hemos de ser: trocitos de un espejo.
--Vamos sabiendo cosas: que el mar es un expositor (Cádiz Rebelión), una gran superficie donde aguardan los productos y se ultiman los negocios. El tiempo es oro; cuando es preciso las cosas navegan con prontitud hacia sus dueños. En la especulación global, los negocios son cosa de momentos...
... Mercancías fundamentales en anaqueles ruinosos...
--Finalmente, el PP sí que es carroñero. Es decir, aprovecha todo lo que encuentra en el camino para nutrirse. Otra vez encontró su carne favorita, un atentado de ETA (hay quienes se preguntan si algunos no serán espureos). Vemos cómo se da un respiro y recupera lustre entre las paredes del cementerio y el llanto de los tricornios.
Xoaquín Silva. Miembro de Redes Escarlata