13 de diciembre del 2002
El fuel es visible
Javier Ortiz
El Mundo
La gran dificultad del combate ecologista reside en que la mayor parte
de las veces convoca a la lucha contra males terribles, pero invisibles.
Si alguien te tira un ladrillo a la cabeza, montas en cólera.Si te arrea
un bofetón, a lo mejor -o a lo peor- te animas y se lo devuelves. Pero
si te bombardea con radiaciones, no le dices nada, porque no te enteras. Y si
te envenena con pesticidas, igual. Y si va matando poco a poco el mar a tus
espaldas con vertidos industriales o con capturas abusivas, pues lo mismo.
Ya se sabe: ojos que no ven, corazón que no siente.
Algunos venimos denunciando desde hace años la situación de la
marina mercante internacional.
Es un disparate. Son un disparate las llamadas banderas de conveniencia, eufemismo
que tapa las escasas vergüenzas de los paraísos fiscales que amparan
legalmente la navegación de buques que no reúnen ninguna condición:
cascos que no se aguantan, medios de seguridad que nadie ha puesto a prueba
desde el pasado siglo, armadores que apestan a 10 kilómetros, oficiales
de fortuna, tripulaciones sin cualificación ni papeles...
Es el neoliberalismo flotante. Hasta que los barcos naufragan, por supuesto.
Entonces es el neoliberalismo hundido. Como el Prestige.
Lo único que me alivia del hundimiento del Prestige -espero que ustedes
me entiendan- es que el fuel se ve. No es como la radioactividad, ni como el
CO2, ni como las partículas de mercurio en el agua.El fuel lo deja todo
hecho un asco y expande un olor hediondo.
El fuel promueve la indignación, y la búsqueda de culpables, y
la exigencia de responsabilidades.
Los gobernantes de nuestro tiempo están acostumbrados a disimular su
desenvoltura de aprovechados y su desinterés real por la colectividad
detrás de una nube de palabras altisonantes. Ante desastres lejanos (Bruselas,
FMI, Wall Street) repletos de referencias abstractas e inasibles para el común
de los mortales (diferencial de inflación, tasa de gasto público,
PIB), sus tácticas de distracción suelen surtir efecto. Se desprestigian,
sin duda, pero muy lentamente.
El Gobierno del PP ha querido camuflar su racanería en la lucha contra
la marea negra del Prestige -racanería doble: en el gasto de medios materiales
y en la inversión de esfuerzos personales- perorando sobre el asunto
cual si estuviera refiriéndose a la disminución de dos décimas
en la tasa de crecimiento.
Mucha gente no sabe qué le va en lo de las dos décimas. El fuel
es otra cosa. El fuel es visible.
Ensucia y hiede. El fuel es una bofetada en la cara.
En esta ocasión les va a costar mucho lavarse las manos.
www.javierortiz.net