Ariel Sharon El terrorista que anda suelto pero no buscan
NIDIA DÍAZ
Como para demostrar que nada ni nadie lo detendrá, ayer el primer ministro israelí, el carnicero de Sabra y Shatila, Ariel Sharon, se lanzó a la guerra total contra los palestinos y su líder Yasser Arafat a quien tiene aislado en sus propias oficinas de Ramallah.
Su principal aliado, el gobierno de los Estados Unidos en la figura de su secretario de Estado, Colin Powell, se ha limitado a advertir que el Halcón de Tel Aviv les había prometido que "no lastimará ni matará a Arafat" a pesar de que en la víspera se había quejado ante la prensa de una promesa hecha hace meses en tal sentido lo que fue interpretado por muchos como que el pesado compromiso estaba a punto de romperse.
Pudiéramos relatar los pormenores de la peligrosa escalada sionista; que si Israel llamó a filas a unos 20 000 reservistas, que si los militares israelíes ocuparon las oficinas de la prensa acreditada en Ramallah y obligaron a los periodistas a abandonar el edificio, obviamente para deshacerse de los testigos oculares situados en el vórtice de los acontecimientos; que si los soldados van casa por casa, rompiendo puertas y sacando a la gente de sus viviendas; que si están usando todo su arsenal bélico como si se tratara de una contienda con una poderosa potencia; en fin, elementos gravísimos, pero que dadas las circunstancias no constituyen la esencia del problema.
La sucia guerra de Israel contra los palestinos y su recrudecimiento hasta límites impredecibles a partir de ayer, es el resultado de la política de doble rasero con que las potencias occidentales asumen la cotidianidad del mundo de hoy.
Hace apenas unos días, el emperador George W. Bush, satanizó a Iraq, Irán y Corea del Norte a los ojos de la opinión pública mundial, esa que desde el 11 de septiembre último pretenden mover entre la histeria y el miedo contra "los malos" provenientes de otras culturas y otras razas.
Nada ha dicho, sin embargo, del terrorismo de Estado practicado por Israel desde el mismo año de su proclamación, ni de las matanzas contra palestinos, ni de la arbitrariedad con que impiden el regreso de los refufiagos, ni de la prepotencia con que el propio Sharon holló la tierra santa de las Mezquitas de Jerusalén en septiembre del año 2000 y que fue la causa de la actual Intifada.
Es impúdico escuchar a Colin Powell justificar a Ariel Sharon y presentárnoslo como el caballero que no lastimará ni con el pétalo de una rosa a su adversario, al mismo del que ha dicho hasta el cansancio, se arrepiente de no haberlo matado.
El aparentemente inocente general yanki intenta hacernos creer el cuento de la Caperucita al tiempo que admite, en el colmo del cinismo, que "Israel tiene derecho a asegurar su defensa".
Y como si ya hubiéramos escuchado todo sobre el tema, el Secretario norteamericano de Estado, justifica la acción de Sharon como consecuencia de los atentados últimos que costaron la vida a decenas de israelíes y que para él, "son la causa de la actual crisis".
No nos llamemos a engaño. Ariel Sharon está haciendo lo que la ultraderecha israelí e importantes sectores de esa nación hebrea quieren que haga. Para eso, para acabar con la Autoridad Nacional Palestina, para irrespetar los Acuerdos de Oslo, para desacreditar al líder palestino, Yasser Arafat, asumió el premierato en febrero del 2001.
żO es que la actual Intifada no la propició y hasta planificó el propio Sharon cuando visitó como ya dijimos la Explanada de las Mezquitas en Jerusalén en septiembre del 2000?
żNo fue acaso inflar una espiral de violencia lo que persiguió aquella mañana al presentarse sabiendo que esta y no otra sería la reacción de los palestinos quienes se consideraron ofendidos y humillados por su presencia allí?
Ariel Sharon es enemigo visceral de todos los árabes no solo de los palestinos; fue el artífice de la invasión al Líbano en 1982, el responsable de las masacres de Sabra y Shatila al puro estilo nazi y que le costó la renuncia en 1983.
Washington sabe que es un asesino, que jamás negociará el establecimiento de un estado palestino, pero lo protege, lo encubre y lo justifica. Israel es su verdadero aliado estratégico, por cuanto sus intereses de todo tipo están imbricados con los de EE.UU. y son los que determinan este matrimonio inseparable.
Aducir que la ocupación de Cisjordania y el aislamiento de Arafat tienen su causa en los atentados de los últimos días, es ofender la inteligencia, es pretender utilizarlos como coartada de una agresión que viene preparándose y realizándose desde hace largos años.
Si no fuera de este modo, podría el emperador Bush ahorrarse recursos y aspavientos en la fallida persecución contra Osama bin Laden y concentrar esos esfuerzos en su cercano aliado Ariel Sharon, connotado y confeso terrorista, que no oculta sus intenciones y actos criminales, a la vez que, paradójicamente, sirve para desenmascarar y poner en evidencia la farisaica e hipócrita posición de los gobernantes yankis, sobre el tan llevado y traído tema de los derechos humanos y su cruzada contra el terrorismo.