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4 de marzo del 2002
Siria, en busca de apoyo libanés
Robert Fisk
The Independent
El presidente de Siria llegó ayer domingo a Beirut en una corta
visita que incluyó un recibimiento completo de Estado con 21 salvas de
cañón, abrazos con los más importantes políticos
del país y una serie de declaraciones que manifestaron la eterna amistad
y cooperación de Líbano hacia la "hermana" nación del otro
lado de la cordillera antilibanesa.
Y cooperación era justamente lo que el presidente Bashar el Assad buscaba,
puesto que, al igual que los propios libaneses, tiene serias reservas acerca
de la oferta de paz hecha por el príncipe Abdullah, de Arabia Saudita.
No es que el presidente Assad o su homólogo libanés, Emile Lahoud,
vayan a criticar al principe heredero saudita, quien siempre ha defendido tanto
a Líbano como a Siria en su lucha contra los israelíes. Pero su
"plan de paz", que se basa en la retirada israelí de los territorios
ocupados en 1967 durante la Guerra de los Seis Días, a cambio de un total
reconocimiento árabe a Israel (con excepción, por supuesto, de
Irak o Libia), podría afectar las políticas que han venido manteniendo
ambos países.
Siria quiere -como insistió siempre Hafez el Assad, el padre del actual
presidente- una completa retirada israelí de la meseta del Golán
antes de cualquier normalización o reanudación de relaciones diplomáticas.
Líbano busca a su vez la inclusión del tema del retorno de 150
mil palestinos -algunos hablan incluso hasta de 250 mil- que viven en prequeñas
viviendas de concreto o tiendas en los grandes campos de refugiados que se han
diseminado por todo el país desde 1948. Allí viven familias cuyos
hogares y propiedades quedaron en el territorio que hoy es Israel.
La propuesta del príncipe heredero Abdullah, o al menos la vaga versión
de la misma que se ha divulgado, no deja en claro qué viene primero,
si el reconocimiento de los países árabes a Israel o la retirada
israelí de los territorios ocupados, y esto incomoda a los sirios, quienes
creen que los israelíes podrían engañarlos llevándolos
a la normalización de las relaciones para luego romper el acuerdo de
retirada, como varias veces han desconocido pactos con los palestinos.
Y parece que no está previsto en el plan saudita qué será
de los palestinos de Líbano, señalados por muchos libaneses, injustamente,
como la causa de los 16 largos años de guerra civil que vivió
el país..
El príncipe Abdullah tendría pensado presentar su propuesta en
la cumbre árabe que se celebrará aquí en Beirut el 27 de
marzo, reunión en la cual el presidente iraquí Saddam Hussein
estará ausente debido a "razones de seguridad"; sin embargo, el presidente
Assad sí acudirá y espera recibir apoyo total por parte de Líbano.
En vista de los tratados que unen a ambos países, del tutelaje de Damasco
y el pequeño detalle de los más de 20 mil soldados sirios que
protegen a Líbano, Assad no tiene razón alguna para dudar de este
apoyo.
Ninguno de los presidentes aludió directamente al plan saudita en la
declaración conjunta emitida el domingo, la cual estuvo adornada con
los vocablos favoritos de las reuniones árabes: "solidaridad", "firmeza"
y "acción árabe efectiva", junto con referencias a la "agresiva
y sangrienta" política de Israel en la franja de Gaza y Cisjordania.
El comunicado de Assad y Lahoud señala que cualquier acuerdo en la región
debe asegurar la "liberación de los territorios árabes ocupados
y garantizar el derecho del pueblo palestino a regresar a su tierra y establecer
un Estado independiente con Jerusalén como capital".
Ese acuerdo, por supuesto, debe ser también conforme al marco de la resolución
242 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas como el fallo no vinculante
de la Asamblea General luego de la guerra de 1948, que exige el retorno de todos
los refugiados a su hogar.
El problema ahora -tanto para sirios y libaneses como para el príncipe
Abdullah- es que en Jerusalén se ha instalado un hombre que gusta de
construir asentamientos judíos en tierra palestina. Su nombre, claro
está, es Ariel Sharon.
Y cabe agregar que, desde la retirada israelí del sur de Líbano
en 2000, los grupos cristianos libaneses han estado preguntando cada vez con
mayor insistencia por qué las fuerzas sirias deben continuar en el país.
La visita de Assad a Beirut fue la primera de un líder sirio en más
de medio siglo, y sugiere que piensa mantener el mismo estrecho y "fraternal"
abrazo con Líbano que su padre. El presidente Lahoud estaba hablando
por teléfono con Hafez el Assad cuando éste murió de un
ataque cardiaco, hace dos años, y es conocido que ambos hombres mantenían
una auténtica amistad. Pero esto no va a impedir que los cristianos continúen
preguntando cuál de los dos es el verdadero presidente de Líbano.
©Copyright The Independent
Traducción para La Jornada: Alejandra Dupuy