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La paz israelo-palestina en pos de la guerra iraquí
Preparar las condiciones del derrocamiento de Saddam Hussein es el proyecto
que se encuentra detrás del tercer envío del general Anthony Zinni
a Medio Oriente para mediar entre israelíes y palestinos. Es una apuesta
muy riesgosa y nada asegura que pueda tener éxito.
George W. Bush con el vicepresidente Dick Cheney y el secretario de Estado Colin
Powell.
Por Julian Borger *
Desde Washington
La decisión de mandar al general Anthony Zinni como enviado especial
de Estados Unidos a Medio Oriente fue el precio que Washington tuvo que pagar
por el asentimiento tácito de sus aliados árabes a una eventual
ofensiva sobre Irak, dijeron ayer diplomáticos y analistas. El presidente
George Bush y el vicepresidente Dick Cheney resistieron llamados del mundo árabe
y del secretario de Estado norteamericano Colin Powell para que intervinieran
directamente en el conflicto de Medio Oriente, hasta que el jueves se produjo
un giro de 180 grados que nadie había anticipado.
La Casa Blanca creía que enviar al retirado general de marines a Medio
Oriente por tercera vez, cuando había pocas esperanzas de lograr un cese
de fuego, socavaría la credibilidad de Estados Unidos en la región.
Pero los mensajes entregados por el presidente Hosni Mubarak de Egipto, que
se reunió con Bush el lunes, y por el príncipe regente saudita
Abdula, que está patrocinando una iniciativa de territorio a cambio de
paz, eran que la gira de Cheney a Medio Oriente la semana que viene, en preparación
del camino para la acción contra Saddam Hussein, se toparía con
un muro de resistencia si no se progresaba en pos de controlar la violencia
israelopalestina.
"Quedó en claro que ayudaría mucho al viaje de Cheney si
este tema ya estuviera abordado", dijo en Washington un diplomático
árabe. El vicepresidente debe partir de Washington mañana en una
gira de 10 días por 12 países, que lo llevará a Londres
y gran parte de Medio Oriente. La misión original de Cheney era convencer
a los aliados de Estados Unidos en la región –como Arabia Saudita, Turquía,
Kuwait y Jordania– que las armas de destrucción masiva de Irak plantean
una seria amenaza y que Estados Unidos es serio en su intención de derrocar
al régimen de Bagdad, así como seguir la cacería contra
las amenazas terroristas en otras partes del mundo árabe.
Cualquier operación militar de Estados Unidos contra Irak dependería
del acceso a las bases en la región, tales como la base aérea
Príncipe Sultán en Arabia Saudita, Incirlik en Turquía,
y Camp Doha en Kuwait, y los tres países están preocupados por
el impacto que podría producir un ataque contra Irak en su seguridad
y estabilidad interna. Judith Kipper, una analista de Medio Oriente para el
Consejo de Relaciones Exteriores, dice que la administración Bush "finalmente
se convenció que enviar al vicepresidente a hablar sobre Irak, la guerra,
etc, mientras los fuegos estaban vivos en el conflicto israelo-palestino, no
iba a funcionar".
Sin embargo, el secretario de Defensa Donald Rumsfeld, jefe de los halcones
de la administración, insistió ayer que una guerra con Irak no
iba a ser rehén de la paz en Medio Oriente. Rumsfeld dijo ayer: "Durante
toda mi vida adulta existieron problemas entre Israel, y los árabes y
los palestinos en esa región. Es algo que pasa década tras década.
En todo este tiempo, hemos tenido un número de guerras, y no veo que
eso sea el determinante".
Desde que fue nombrado enviado especial, el general Zinni, ex jefe del Comando
Central de Estados Unidos, ha viajado a la región dos veces y ambas veces
fue obligado a retirarse ante la escalada de violencia. Los críticos
en el mundo árabe y en Europa han sugerido que parte del motivo de su
fracaso estaba en la reticencia de la Casa Blanca de presionar al gobierno israelí
para se moderara como lo había hecho con el líder palestino, Yasser
Arafat. Esta semana, Powell hizo declaraciones inusualmente críticas
sobre el primer ministro israelí, Sharon, llamándolo a repensar
sus políticas y advirtiendo que su declaración de guerra a los
palestinos no funcionaría. Powell, el líder de las palomas de
la administración, es también el funcionario más sensible
a las presiones del mundo árabe y los intereses petroleros, y ha encabezado
consistentemente una política de ataques abiertos a las represalias israelíes,
acusándolas de "contraproducentes" y "desproporcionadas".
El presidente Bush se negó a hacerse eco explícitamente el jueves
de las críticas de Powell, pero Kipper señaló que esto
no implicaba necesariamente un desacuerdo. En cambio, la presencia de Powell
y Cheney al lado del presidente cuando este anunció la nueva misión
del general Zinni, intentaba mostrar el consenso. Sin embargo, ni los observadores
ni los diplomáticos en Washington sabían ayer lo que el general
Zinni llevaría en su portafolio cuando parta a fines de la semana que
viene. "Si tiene un fuerte mandato del presidente, puede hacer mucho –dijo
Kipper–. "La cuestión es si estamos listos para decir quién
hace qué, y hacer nombres, y decir que habrá consecuencias".
* De The Guardian de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.