|
18 de febrero del 2002
Prohibiendo el Corán, (y el Talmud, y la Biblia)
Alexander Cockburn
Counterpunch
Traducido para Rebelión por Germán Leyens
Llamémoslo otra escaramuza en la guerra contra el terror, o sea contra lo que actualmente significa cualquier cosa que sea más o menos difícil de digerir para la armonía social. Funcionarios escolares de Los Angeles están retirando de las bibliotecas del distrito una edición del Corán, por quejas que dicen que las notas al pie son antisemitas. Esa edición en particular del Buen Libro del Islam data de 1934. Por ejemplo, consideran como nota ofensiva: "los judíos, en su arrogancia, pretendían que toda la sabiduría y el conocimiento de Alá estaban en el fondo de sus corazones. Pero había más cosas en el cielo y en la tierra que las que soñaba su filosofía. Su pretensión no era sólo arrogancia, sino blasfemia".
No parece tan malo, pero supongo que uno nunca puede tener demasiado cuidado. Una historia en Los Angeles Times señala que copias de "El significado del sagrado Quran" fueron donadas en diciembre al Distrito Escolar Unificado de Los Angeles por una fundación local musulmana. Un funcionario escolar del distrito declaró al Times que los libros, un gesto de buena voluntad en reacción a los ataques terroristas del 11 de septiembre, fueron distribuidos a las escuelas la semana pasada "sin la acostumbrada revisión del contenido".
Seguramente no pasará mucho tiempo antes de que la Biblia sea también retirada de los estantes de las bibliotecas de las escuelas, ya que el Antiguo Testamente, trata mal a los palestinos y el Nuevo Testamento trata mal a los judíos. Por ejemplo, el Libro de los Números, capítulo 25, muestra sentimientos sobre la armonía racial que supongo son diferentes de los del Distrito Escolar de Los Angeles. Dios está furioso por la las relaciones sexuales entre los hijos de Israel y sus anfitriones de Madián. Finees, hijo de Eleazar, se levantó con una lanza, y "fue tras el varón de Israel a la tienda, y los alanceó a ambos, al varón de Israel, y a la mujer por su vientre". Dios está contento y muestra su aprobación infligiendo la peste a los madianitas: "Y cesó la mortandad de los hijos de Israel. Y murieron de aquella mortandad veinticuatro mil".
Probablemente se unirá también a la coalición anti-Biblia la Organización Nacional de Mujeres, a menos que sus funcionarias sean disuadidas por el hecho, evidente en el pasaje recién citado, de que Finees favorecía la libertad de elección, si bien es cierto que de una manera algo drástica. Y San Pablo dice sobre el estatus de las mujeres: "Pero quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza la cabeza de Cristo".
Aunque mi punto de vista básico es que toda mente infantil no vacunada por la religión obligatoria está abierta a cualquier infección, debemos, por supuesto, barrer la Biblia judía, la Biblia cristiana, y el Corán, de todas las bibliotecas, no vaya a ser cosa de que vayan a caer en manos de jóvenes impresionables. Un semejante acto de limpieza nos devolvería a las raíces mismas de la Ilustración europea, específicamente un panfleto originado en Holanda y que circuló por Europa en forma de manuscrito en la década de 1680. Fue llamado el "Tratado de los Tres Impostores," argumentando que todas las Escrituras Sagradas mencionadas fueron, como indica Ree, "fabricadas por conspiraciones de sacerdotes que de alguna manera lograron hacerlas pasar por la palabra de Dios".
El primer impostor fue Moisés, educado por egipcios, que engañó a los crédulos hijos de Israel, el segundo fue Jesús que aprendió la astucia política de Moisés, tomó algunas ideas retorcidas de Platón y otros filósofos griegos y, según Ree, "se rodeó de una bandada de imbéciles locuaces que estaban dispuestos a creer todo lo que decía, incluso cuando pretendió que su madre era una virgen y su padre un espíritu santo". El tercer impostor fue Mahoma que aprendió todo lo que necesitaba saber de los otros dos charlatanes.
Los autores del panfleto nunca fueron identificados, pero según Margaret Jacob en su muy influyente estudio de 1981, 'La Ilustración Radical,' si tuvieron algún tutor filosófico habría sido Spinoza, un judío holandés. Tal como van las cosas, incluso esa identificación será probablemente interpretada como antisemita, llevando a funcionarios preocupados del consejo escolar en distritos escolares sensibles a prohibir la London Review y a Spinoza y la Ilustración, junto con el Talmud, la Santa Biblia y el Corán. Al diablo, los niños probablemente se las arreglarán sin tenerlos. Que lean a Martha Stewart y aprendan algo útil sobre los asuntos materiales.
13 de febrero de 2002