7 de agosto del 2002
La última frontera de Israel y Palestina
Jordy Cummings
Counterpunch
Traducido para Rebelión por Germán Leyens
¿Imaginen si, en medio de estos horrendos ataques suicidas, prominentes
árabes estadounidenses se presentaran en la televisión y celebraran
los atentados, algunas veces en un lenguaje aún más intenso que
la dirigencia nihilista de Hamás? Es difícil de imaginar, porque
probablemente no sucedería. Por cierto, si sucediera, los dirigentes
de las asociaciones y publicaciones árabes estadounidenses probablemente
condenarían rotundamente esas declaraciones. Los atentados suicidas,
después de todo, no hacen nada por aliviar los sufrimientos de los palestinos
(o, como lo comprende mucha más gente, de los israelíes que viven
bajo la junta de Sharon.)
Y sin embargo, en lo que parece ser uno de los momentos más vergonzosos
en la historia judía, destacados "intelectuales" y periodistas en nuestra
comunidad tienen todo el placer del mundo en ofrecer su apoyo, no sólo
al pueblo israelí que es sacrificado en los ataques suicidas que Sharon
intencionalmente provoca, sino a la junta de Sharon –que, a propósito,
introdujo recientemente, su antiguo favorito, el neoliberalismo. Se habla de
las ciudades palestinas como "nidos" de terrorismo. El omnipresente "los" es
colocado siempre antes de "palestinos" en la conversación, cuantificando
y calificando a todo un pueblo como merecedor del castigo colectivo. Y, a veces,
la mayor animosidad es reservada para nosotros, los judíos que no estamos
"a favor del programa".
Nunca me he considerado instintivamente como anti-israelí igual como
no son anti- estadounidense ni anti-los habitantes de Papúa-Nueva Guinea.
No creo que las naciones estados sean los árbitros de la conducta, por
ello creo que es un ardid cuando se comienza a utilizar un lenguaje semejante.
Noam Chomsky señaló hace años, que sería risible
comenzar a hablar de "anti-italianismo" en Italia. En realidad, ahora que Berlusconi
está en el poder, es realmente bastante pro-italiano oponerse al estado
italiano. De la misma manera, es muy pro-Israel, de una manera tangible, si
se aboga por un fin de la ocupación, una solución justa para los
refugiados, una solución de dos estados que sea federada de manera que,
dentro de algunas décadas y de la disipación del extremismo religioso,
se disipe la frontera, y se enfrente a los extremistas tanto en Hamás
como en Likud.
Pero, me estoy saliendo del tema. Como iba diciendo, jamás me he considerado
instintivamente anti-Israel. Me considero como algo judío religioso y
es lo que informa mi oposición a Israel en este momento. Porque he cotejado
mi oposición a las políticas israelíes tanto con la moralidad
judaica teológica como secular, he sido escogido para más amenazas,
intimidaciones, y un trato macartista general de los auto-nombrados guardianes
de Sión. Una inocua columna en un periódico de Montreal a comienzos
de la Intifada de septiembre de 2000, produjo abiertas amenazas de muerte y
otras perversiones de sayanim auto-designados. Lo que quería decir en
ese momento era que en Yom Kippur, los judíos debieran expiar el que
no se pronunciaran contra "la serie de actos que han llevado a la Intifada".
En Yom Kippur mismo –el día más sagrado del año judío
–fui abordado mientras salía de la sinagoga con la vieja patraña
del "judío que se odia a sí mismo". Ni siquiera me había
sacado mi tallit.
Avanzando rápidamente unos 18 meses, muchos períodos de calma,
seguidos por asesinatos israelíes que son inevitablemente seguidos por
atentados suicidas. He llegado a sentir mucha cólera –aún más
que de costumbre- contra el gobierno de Sharon. Como dijera un amigo mío
en Israel, es un Pinochet israelí. En otras palabras, no sólo
ha aumentado la opresión y la provocación de los palestinos, sino
que ha impuesto la "austeridad" y las políticas económicas neoliberales
que están eliminando lo que probablemente era el único legado
bueno que le queda a Israel –su robusta socialdemocracia. Después que
Sharon reinvadió los territorios palestinos después de los horrendos
–y predecibles- atentados de Pascua, comencé a emprender más acción.
Mi plan era –y sigue siendo- la última frontera de Israel-Palestina –la
comunidad judía. Como orgulloso judío y escritor, me siento obligado
a explicar a mi comunidad que estamos todos implicados en las perversiones de
Sharon, que van directamente en contra de los valores judíos. Casi convencí
al Hillel [organización de estudiantes universitarios judíos]
de Montreal de que criticara públicamente a Sharon. Sé con certeza
que a los portavoces que querían hacerlo se les dijo que cerraran la
boca. Me recordó la edición de febrero de 2002 del Jerusalem
Report en el que el jefe de relaciones públicas de Israel habla de
cómo Israel utilizaría las "organizaciones estudiantiles" en América
del norte para controlar el debate. También es muy triste cuando se prostituyen
organizaciones como Hillel, que han sido parte de la lucha judía por
la igualdad y la autodeterminación.
Así como escribí algunos artículos que pretendían
galvanizar la oposición judía, aquí en Counterpunch,
escribí uno (también publicado en Counterpunch) que era
bastante moderado y conciliador –para Canadian Jewish News, un semanario
de la comunidad de elevada circulación. Esto fue, para mí, una
hazaña importante, ya que CJN ha sido dominado por las calumnias más
derechistas, horriblemente racistas, contra los palestinos así como contra
judíos que, de nuevo, no se han hecho parte del programa. Entre los artículos
de los meses recientes hubo resurrecciones de la desacreditada teoría
del "tiempo inmemorial" de Joan Peters, la vieja porquería de que "los
palestinos no existen," y siempre, siempre, siempre excusas para las acciones
de Israel que parecen sacadas directamente de Pravda. Igualmente, fue utilizado
para desacreditar al sindicato canadiense CUPE justo antes de su huelga en Toronto
(CUPE había hecho una declaración criticando a Sharon junto con
Arafat.) Muchos miembros de CUPE piensan que el intento de introducir una cuña
entre el movimiento sindical y la comunidad judía, tradicionalmente favorable
a los sindicatos, fue guiado no por intereses judíos, sino empresariales.
Después de publicar un artículo que refutaba la noción
de que "la izquierda es antisemita," me convertí aún más
en un blanco. Tengo que decir que no tomo en serio a esos matones y terroristas.
(Cómicamente, CJN publicó mi artículo directamente frente
a una de las teorías conspirativas más excéntricas que
yo haya visto, ¡sobre "el encanto peligroso de... las ONGs"!) Sin embargo, cuando
recibo diez correos electrónicos e incluso cartas postales por día,
amenazándome con venganza, diciéndome que Dios me castigará
y otras sandeces, se me hace un poco desconcertante.
No es de sorprender que esos libelos terminaron en la columna de carta del Canadian
Jewish News. Todos ellos siguen on line, y muchos son bastante increíbles
y talibánicos en su fanatismo irracional. Respondiendo con razón
me ha permitido introducir ideas que normalmente son excluidas por la comunidad
judía. Para la mayor parte de la gente, pedir un fin de la guerra y de
la ocupación es más razonable que exhortar a la "transferencia
de los que beben el mal con la leche materna".
Así que mi respuesta egoísta a las cartas fue responder a ellas,
y argumentar sobre sus méritos, lo que, para crédito de CJN, me
han permitido hacer. Sin embargo, lo que realmente me molesta es el monto de
incitación, que a menudo puede ser trazado directamente a la actual política
de Hasbarah de Israel. No estoy hablando de la gente de publicaciones como New
Republic, los colaboradores intelectuales de las políticas de Sharon.
Estoy hablando de los que son manipulados por los Pereses y otros de este mundo,
la comunidad de trabajadores judíos, muchos de los cuales son supervivientes.
Hombres y mujeres mayores están siendo manipulados para que crean que
están en peligro, y que los árabes quieren atacarlos. A hombres
y mujeres jóvenes se les dice que utilicen "todos los medios necesarios"
incluyendo amenazas y la intimidación (espiando a los abogados de los
derechos humanos palestinos, amenazando con denunciar pequeñeces judiciales
de otros) para "apoyar a Israel".
Así que se ha convertido en la norma en público y en privado,
en mi querida comunidad, que se vaya contra los valores judíos en los
pensamientos, las palabras y las acciones. El Templo de Reforma con el que crecí
(antes de que la Reforma se hiciera abiertamente sionista) recibió a
destacados eruditos anti-árabes, pero se negó a apoyar a los refuseniks,
a pesar de un abrumador apoyo judío de la base. El rabino del que solía
pensar que era un santo, ha apoyado pública y explícitamente el
castigo colectivo. Los judíos se alzan, como se ha visto, cuando uno
u otro clérigo islámico apoya el odio contra los judíos.
¿Qué queda por decir entonces, cuando los clérigos judíos
mismos –con unas pocas notables excepciones- apoyan el odio a los árabes?
5 de agosto de 2002
El correo de Jordy Cummings es: yorgos33ca@yahoo.ca