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Medio Oriente

PALESTINA
Oficializar el apartheid, impedir la solución

Por Ahmed Hijazy*

Con el inicio de la construcción de un muro de separación física - el 16 de junio de este mes - el Gobierno israelí oficializa una política de separación racial que llevaba años negando su existencia. La primera fase del proyecto, puesto en marcha por el Ministerio de Defensa, consiste en la construcción de una barrera de más de 350 Km. de longitud, con el fin de separar la población palestina del resto de las poblaciones, incluyendo entre ellas la judía y la palestina que vive al oeste de la Línea Verde. Al llegar a su fin, este proyecto deja aisladas a 13 localidades palestinas y sus habitantes, cuyo número asciende a 40.000 personas que serán ascendidas del resto de los territorios ocupados en la Guerra de los Seis Días en 1967.
En efecto, Israel está intentando materializar una separación física contemplada en la fase fundacional del proyecto sionista iniciado a finales del siglo diecinueve. Con esta insistencia, se nota que el Gobierno de Sharon quiere imponer lo que tres guerras lanzadas contra los palestinos no han podido realizar materialmente: Forzar un nuevo éxodo palestino y, cuando menos, encerrar a los palestinos que siguen habitando en sus tierras. En el mismo sentido, teniendo en cuenta las propuestas políticas de varios gobiernos israelíes, se está proponiendo un proceso de transferencia de poblaciones, el cual significa mover la población palestina de la Palestina histórica ocupada en 1948, hoy Israel, a otros territorios y en especial a la Franja de Gaza.
El silencio internacional ante la construcción de este muro, da a Israel una vía libre para actuar según sus planes estratégicos, aumentando la complicación territorial del conflicto, imposibilitando el retorno de los refugiados palestinos e impidiendo cualquier posibilidad de convivencia entre ambos pueblos.
Las relaciones políticas que Israel mantuvo durante un largo periodo con el ex régimen racista de Sudáfrica, y el intercambio de experiencias entre ambos regímenes, puede explicar, hoy en día, lo que significa la separación física materializada en la construcción del muro a lo largo de la Línea Verde y alrededor de la Franja de Gaza. Sin olvidar la existencia de asentamientos de colonos, rodeando las ciudades palestinas, podemos descubrir que este proyecto, prácticamente, encerrará a los palestinos en reservas como aquellas muy conocidas que existían en la Sudáfrica del apartheide.
La escala militar israelí contra las aspiraciones nacionales del pueblo palestino y el incumplimiento de los acuerdos firmados con la Autoridad Nacional Palestina, destruida hoy, demuestra el rechazo del Gobierno israelí a poner fin a este conflicto a través de las negociaciones. En la práctica es una política arrogante que está recibiendo el apoyo ilimitado del Gobierno de los Estados Unidos y, a la vez, está aprovechando la ausencia de firmeza y la ambigüedad en la política exterior de la Unión Europea.
El plan político anunciado por el presidente de EE.UU., anunciado en su discurso del martes 25 de junio, desvela otra vez más el apoyo a la política destructiva del Gobierno de Sharon, mostrando la ausencia de la imparcialidad necesaria para resolver cualquier conflicto; y en particular el conflicto palestino-israelí iniciado hace más de cuarenta y cinco años con la expulsión de la mayoría del pueblo palestino de sus tierras y la usurpación de sus propiedades.
Las exigencias del plan estadounidense están poniendo "el carro ante los caballos", impidiendo una salida auténtica para lograr la reanudación del proceso de negociaciones. De esta manera, la administración de George W. Bush está imponiendo como una condición el destierro del liderazgo palestino antes de hablar de un Estado Palestino, lo cual significa una intervención antidemocrática contra la voluntad del pueblo palestino, siendo éste el único que tiene derecho a elegir a sus gobernantes.
La ambigüedad que refleja el discurso del Gobierno estadounidense, al hablar de un Estado Palestino, está marcada, claramente, por la dejación y la ignorancia – a propósito - del origen del conflicto, así como manifiesta rotundamente que en ningún caso este futuro Estado podrá ser tal como indican las resoluciones internacionales; sino un Estado tutelado y a las medidas israelíes y estadounidenses. Si bien se han mencionado las resoluciones de Naciones Unidas, 242 y 383, en ningún momento se ha hablado de la importancia de aplicarlas en su contexto y significado comprendidos por Naciones Unidas.
El plan del presidente norteamericano ignora totalmente la necesidad de aplicar la resolución 194 de la ONU que obliga al Estado israelí facilitar el retorno de los refugiados palestinos. En el mismo sentido, no menciona el desmantelamiento de los asentamientos construidos en tierras usurpadas a los palestinos, ni demanda desarme de los colonos paramilitares.
A pesar de la importancia de condenar todos los tipos de violencia, el planteamiento de la administración norteamericana no reconoce que la violencia en Palestina es una consecuencia de la desesperación motivada por más de cincuenta y cuatro años de ocupación militar, humillaciones diarias y violaciones cometidas contra los derechos humanos del pueblo palestino. Poner la violencia que azota Palestina en el saco de la "campaña contra el terrorismo", es un intento de manipular el origen del problema que es, sin duda, la ocupación militar israelí. Y a eso hay que añadir que, en la voluntad de la comunidad internacional representada por las posturas y resoluciones de Naciones Unidas, la Causa Palestina es una lucha justa por la liberación y contra la colonización, cosa que ha practicado una gran parte de las naciones del mundo que fueron sometidas a la colonización militar extranjera. Así, confundir la lucha palestina con la violencia practicada por algunos grupos como Hamas y el Yehad, es un acto de injusticia contra las reivindicaciones legítimas del pueblo palestino. Para acabar con todo tipo de violencia y terrorismo, es necesario imponer el fin de la ocupación israelí. En resumen siguiendo la lógica humana, la violencia de un Estado colonial engendra prácticamente otra violencia por parte de los sometidos a la colonización.
Acondicionar la creación de un Estado Palestino al fin de la violencia y el terrorismo – como viene diciendo el plan estadounidense – es imposibilitar la creación de este Estado e impedir el inicio de un proceso de negociaciones. Es necesario volver a recordar que la ocupación militar y los asesinatos selectivos son terrorismo de Estado, y para acabar con este terrorismo y lo que engendra, es imprescindible la salida de las fuerzas de ocupación israelí de las ciudades palestinas y, acto seguido, lanzar un proceso de negociación sobre la creación del Estado Palestino independiente y soberano, así como el futuro de los refugiados palestinos y el desmantelamiento de los asentamientos.
Sin una voluntad política internacional verdadera y imparcial que tenga en cuenta la importancia de una solución duradera, la imposición de soluciones injustas y los acuerdos parciales no servirán para otra cosa más que el aplazamiento y la suspensión de otras batallas que podrían ser más graves y trágicas que las de hoy, lo cual lo ha demostrado el proceso que se concluyó con la firma de los Acuerdos de Oslo el 13 de septiembre de 1993.
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solidariza@yahoo.es