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17 de julio del 2002
Un Hizbolá inmenso
Uri Avnery
Traducido para Rebelión por Germán Leyens
OK, así que vamos a matar a Sadam Husein. EE.UU. lo quiere. Y
si EE.UU. quiere algo, nosotros lo queremos también. ¿Cierto?
Después de todo no puede caber duda alguna. La última vez, Sadam
nos lanzó Scuds, sólo para ganar popularidad en el mundo árabe.
(en esa época alguien inventó la teoría de que "los palestinos
están bailando sobre sus techos" y Yossi Sarid escribió su artículo
"En el futuro, los palestinos pueden salir a buscarme".)
Ahora todo esto a reconquistado la actualidad. George Bush Jr. quiere comenzar
una guerra, la misma guerra que George Bush Padre detuvo a medio camino. El
hijo quiere terminar lo que comenzó el padre. Qué emocionante.
Y también urgente. Bush Jr. Está profundamente implicado en el
escándalo financiero que está excitando al público estadounidense,
y su vicepresidente (vice [= vicio en español] es la palabra correcta)
está más implicado todavía. En tiempos de escándalos
gubernamentales, siempre hay una tendencia a comenzar una guerrita. Una guerra
hace que la gente olvide todo lo demás y se aglutine alrededor del líder.
Así que vamos a tener una guerra. EE.UU. dirige, nosotros seguimos sus
pasos, escuchando el mismo tambor.
A pesar de todo, sugiero que reflexionemos al respecto por un instante. Es cierto,
Sadam, es abominable, y también lo es su régimen. ¿Pero es bueno
para Israel matar a Sadam y derrocar su régimen?
Hagamos primero otra pregunta: ¿Por qué detuvo Bush Padre esa guerra?
El ejército iraquí estaba derrotado, el camino a Bagdad abierto.
¿Por qué entonces le ordenó Bush a su ejército que se detuviera?
Para resolver este acertijo, hay que saber un poco más sobre el país
que se llama Irak.
Es un estado artificial, creado por los británicos para sus propios fines.
En la práctica es casi un conglomerado accidental de tres estados diferentes,
fundidos en uno por un distante imperio.
Esquemáticamente, uno puede dividir Irak en tres componentes: norte,
centro y sur.
En el norte están los kurdos, que son diferentes de los árabes
desde todo punto de vista, con la excepción de la religión. Tienen
su propio idioma y su propia cultura. Su patria es Kurdistán, un país
cortado en pedazos y dividido entre Irán, Irak, Siria y Turquía.
Son oprimidos por todos ellos. De tiempo en tiempo se rebelan, una vez en un
estado, otra vez en otro.
En Irak los kurdos constituyen algo como un cuarto de la población. Son
musulmanes sunitas y la religión juega un gran papel en sus vidas. Uno
de los más grandes guerreros del Islam, Salah-al-Din (Saladino), que
liberó Jerusalén de los cruzados, era kurdo.
Los kurdos iraquíes sueñan con lograr la independencia y la unificación
de todo Kurdistán. Cuando se alzaron bajo Mustafa al-Barzani, el ejército
israelí envió oficiales y equipo para ayudarles. Por el momento
gozan de alguna autonomía bajo la protección de la fuerza aérea
de EE.UU., que impide que Sadam se les acerque.
Si el estado iraquí se viene abajo, los kurdos en el norte declararán
su independencia. Eso podría avivar también la llama del irredentismo
kurdo en Turquía. Es el motivo por el cual los turcos le pidieron a Bush
Padre que detuviera la guerra.
En el sur están los chiítas. Son árabes desde todo punto
de vista, pero la religión los separa de sus hermanos en el norte y los
conecta con el vecino no-árabe, Irán.
La versión chiíta del Islam nació en Irak, donde tuvieron
lugar los dramáticos eventos de su inicio. Es donde están ubicados
los sitios más sagrados de los chiítas. Allí crecieron
generaciones de eruditos y revolucionarios chiítas –incluyendo al Ayatolá
Komeini, el padre del Irán actual.
Los chiítas no constituyen una pequeña minoría. Incluyen
a cerca de la mitad de la población de Irak.
Entre los kurdos del norte y los chiítas del sur, están los árabes
sunitas. Forman una minoría en su país, pero lo controlan casi
por completo. Bagdad es su ciudad, el ejército es su ejército.
Sadam Husein que es, por supuesto, un árabe sunita, ha ocupado muchas
de las posiciones clave con personajes de su propia ciudad natal, Takrit. (Ya
que todos ellos, como él mismo, llevan el apellido al-Takriti, Sadam
ha prohibido el uso de apellidos en Irak, diciendo que es una costumbre occidental.)
Incluso los estadounidenses admiten que en Irak no hay una oposición
que valga su nombre. A diferencia de Afganistán, donde utilizaron fuerzas
locales en su beneficio, no existen en Irak tales fuerzas para ayudarles y para
mantener un Irak unificado intacto después de la caída de Sadam.
Por ello, después de la eliminación del tirano, puede suceder
una de dos cosas:
O Irak se rompe en tres componentes. En el norte, emergerá un estado
kurdo, en el centro un estadillo sunita, y el sur se unirá a Irán,
abriéndole todo el Oriente Próximo. Irán se convertirá
en el estado dominante de la región, amenazando directamente a los estados
del Golfo, Arabia Saudita, Jordania, Siria y Líbano.
O bien Irak continúa existiendo como un país unido pero se convertirá,
en realidad, en un protectorado iranio, con los mismos resultados.
Ambos casos posarán un peligro existencial a los estados árabes.
Un reavivado, fanático, fervor fundamentalista los envolverá.
Es el motivo por el cual los gobernantes árabes se dejaron llevar por
el pánico en aquellos días y gritaron SOS. Bush Padre, que es
una persona inteligente (y por si fuera poco, un antiguo jefe de la inteligencia)
suspendió la guerra. Pero Bush Hijo no es particularmente conocido por
su excepcional inteligencia, y sus consejeros tienen otras preocupaciones. En
realidad no les importa.
Pero a nosotros sí debiera importarnos. Porque desde el punto de vista
de nuestro interés nacional, se trata de un peligro existencial: toda
la región podría convertirse en un inmenso Hizbolá.
13 de julio de 2002